𝟬𝟬𝟵 memory of thy mother
CAPÍTULO NUEVE: RECUERDO DE TU MADRE.
De alguna forma, había logrado dormirse.
Sin embargo, no sería un sueño pacífico. No más de dos horas después, Edelyn comenzó a temblar violentamente en el sofá. Sus ojos permanecían cerrados con fuerza, mientras murmuraba un hilo de palabras incoherentes. Harry, que había estado perdido en sus pensamientos, alzó la mirada desde su lugar y sintió un golpe de pánico.
— ¿L-Lyn?—, balbuceó, casi inseguro mientras se agachaba a su lado y colocaba una mano sobre su hombro —. Lyn, despierta. Solo es un sueño—, pero Harry sabía, en base a la expresión en su rostro, que no era solo un sueño.
Remus, cuya aguda audición licántropa había captado el hilo de voces, se apuró hasta el lugar. Al ver a Edelyn, volvió a correr para ir en búsqueda de Sirius.
El estómago de Harry se tensó al notar su incomodidad empeorar. Aunque su piel se sentía terriblemente fría, gotas de sudor manchaban sus cejas y lágrimas caían por sus mejillas.
— ¿Qué sucedió?—, cuestionó Sirius, su rostro pálido al ingresar corriendo.
Harry se movió a un lado para que Sirius pudiera sentarse al lado de Edelyn en el sofá, y estaba a punto de responder cuando un grito escapó de los labios de la chica. Ella se sentó, y su cuerpo tembló mientras respiraba con dificultad y desesperación.
—Oye. Oye, mírame, Lyn—, llamó Sirius, envolviendo sus mejillas con sus manos y haciéndola que lo mirara a los ojos —. Solo fue un sueño. Estás a salvo. Estás bien.
Pero el cuerpo de Edelyn continuó temblando —. M-mamá—, tartamudeó con dificultad —. Ma-mamá.
Sirius frunció el ceño —. ¿Qué- qué tiene tu mamá, Lyn?
—E... ellos no p-pa-paraban—, habló, ahogándose con su sollozo —. M-Malfoy, Crouch, y Lestrange.
El corazón de Sirius se derrumbó. Por supuesto, sabía lo que le había pasado a su esposa aquella noche. Bellatrix se había tomado el placer de recontar cada detalle durante el tiempo en Azkaban. Pero lo último que quería era que aquel recuerdo resurgiera en la mente de su hija.
—P-por favor, has que se d-detenga—, soltó ella —. H-has que los g-gri-gritos p-paren. Po-por favor.
Lágrimas brotaron de los ojos de Sirius ante la desesperación que brindaba la voz de su hija. La envolvió entre sus brazos y la llevo a su pecho. Una mano sostenía la parte trasera de su cabeza, y la otra acariciaba su espalda.
Más tarde, esa tarde, el silencio en Grimmauld Place número doce era sofocante. Alrededor de la larga mesa en la cocina se encontraban el señor y la señora Weasley, Remus, Sirius, Harry, y Edelyn. Sus respiraciones seguían temblando mientras tiraba de sus mangas y observaba la mesa – ni siquiera alzó la cabeza cuando flamas esmeraldas encendieron el hogar, anunciando la llegada de Albus Dumbledore.
—Edelyn—, saludó el director. Su rostro mantenía la calma mientras se deslizaba en el asiento frente a ella, metiendo su mano entre sus ropas y sacando una pluma —. Me gustaría que hagas flotar esta pluma. Un hechizo simple de levitación será suficiente—, instruccionó al colocar la pluma sobre la mesa.
Los ojos de Edelyn se desviaron para encontrarse con los de él.
Sorbió su nariz y pestañeó, bajando su mirada a la pluma antes de volver a mirar al hombre —. Yo... no entiendo. Soy menor de edad. No puedo hacer magia fuera de la escuela.
—No puedes usar tu varita fuera de la escuela.
Edelyn frunció el ceño, y negó vigorosamente —. Mire, profesor, no sé qué pasó anoche. Pero le aseguro que no puedo hacer magia sin una varita. Eso es – no sabría cómo hacerlo.
Remus colocó una mano sobre el hombro de Edelyn —. Cada brujo y bruja técnicamente sabe cómo—, habló gentilmente —. Pero la habilidad para realizar magia sin varitas es natural para pocos. Ahora, todo lo que debes hacer es enfocarte en la pluma y pretender que tienes una varita en la mano.
—Pero--.
—Solo inténtalo—, animó Remus, como si estuvieran en clases.
Edelyn se removió incómoda en su lugar. Todos alrededor de la mesa ahora la estaban observando, expectantes, esperando que realizara el hechizo. Frotando sus manos contra sus muslos, se enfocó en pluma e imaginó los movimientos en su cabeza al decir —. Wingardium Leviosa.
No pasó nada.
— ¿Ves? No puedo...—, murmuró, alzando la cabeza para mirar a Remus. Pero su ex-profesor solo le dio una sonrisa.
— ¿Por qué no vuelves a intentarlo?
Ella lo miró con escepticismo, pero volvió a concentrarse en la pluma —. Wingardium Leviosa—, musitó claramente y, para su sorpresa, la pluma se movió y, entonces, se alzó al aire.
Jadeó y cubrió su boca. Su concentración se perdió, y la pluma comenzó a caer.
Los labios del señor y la señora Weasley se separaron. Harry miró a Sirius y Remus para observar que ellos estaban compartiendo una mirada de preocupación. Edelyn miró a Dumbledore, él estaba mostrando un rostro completamente en blanco.
—Parece, Edelyn, que has heredado las habilidades mágicas de tu madre.
La mención de su madre hizo que el pecho de Edelyn se tensara.
— ¿A q-qué se refiere?
—Conoces a tu madre como Séraphine Black, pero su apellido de soltera era Beaumanoir—, explicó Dumbledore —. Los Beaumanoirs son una antigua familia mágica de Francia. Han sido practicantes de magia sin varita por centurias y son capaces de... muchas otras cosas. En varias ocasiones, desafiando los límites de la magia. Por ejemplo, pueden aparecerse a través de las barreras mágicas más fuertes. Sus hechizos suelen ser irrompibles, y algunos han nacido siendo Legilimens.
Edelyn frunció el ceño, pensando —. ¿Es por...? ¿Es por eso que los Mortífagos estaban tras mi mamá?
Dumbledore asintió —. Voldemort sabía de la herencia de tu madre. Quería que se le uniera, pero se rehusó. La noche que Voldemort fue tras Lily y James fue la misma noche que los Mortífagos fueron tras tu madre. Me envió un Patronus, pero para el momento en que la Orden llegó a su casa, la maldición asesina ya había sido usada. Ante la presencia de la Orden, los Mortífagos responsables desaparecieron.
Los ojos de Edelyn se desviaron a la mesa —. Sí, lo sé—, murmuró. Entonces, volvió a alzar la mirada y preguntó —. Pero si mi mamá podía hacer magia sin varita... ¿no podría haberlos vencido fácilmente?
—Tu madre siempre reprimió sus poderes—, habló Sirius.
— ¿Por qué?
—Los Beaumanoirs no son una familia amable—, declaró Remus —. La magia sin varitas no es peligrosa o única por sí misma, pero los Beaumanoirs la practicaron junto con la magia oscura desde la tercer centuria. Son poderosos. Muy poderosos. Pero son crueles, y tienen una ideología supremacista de la pureza de la sangre. Tu madre escapó de su familia con su tía y encontraron refugio en Inglaterra, que fue cómo nosotros la conocimos. Se unió a Hogwarts en nuestro segundo año, y se rehusó a usar sus poderes. Pero eso no significó que no fueron notados.
—Sera siempre tuvo problemas para controlarlos—, mencionó Sirius, su boca seca al hablar —. A veces, se saldrían de control y ella iría en trance. No era ella misma... era como si... como si un tipo de oscuridad la poseyera.
Edelyn tiró de sus mangas y preguntó —. ¿Eso fue lo que me pasó anoche?
—Sí—, asintió Dumbledore —. La magia suele alimentarse de las emociones. El enojo es la presa más sencilla. Tus poderes surgieron porque estabas enojada conmigo, y es entendible.
— ¿Pero cómo se supone que voy a controlarlo...? Me refiero a que, ¿qué si la próxima vez que pasa, yo – realmente lastimo a alguien? ¿Qué si Sirius y Remus no están ahí para detenerme? ¿Qué si--?
—Temo que no sé la respuesta a eso, Edelyn. La única que puede ayudarte con esto es tu madre y, lamentablemente, no está aquí para guiarte—, espetó Dumbledore con calma.
—Bueno... ¿y qué hay con la familia de mi madre? Tal vez ellos podrían--.
—No—, hablaron Sirius y Remus a la par, severamente.
—La familia de tu madre es peligrosa—, explicó Remus.
—Muy peligrosa—, enfatizó Sirius.
—Edelyn, necesitas entender que los Beaumanoirs no son una fuerza con la que jugar—, aseguró Dumbledore, su voz severa —. El conocimiento que has heredado de los poderes de tu madre no puede ir más allá de estas paredes. Debes dar lo mejor de ti para intentar reprimirlos, no solo por tu seguridad sino que por la de los demás también. ¿Entiendes?
Edelyn dudó y, entonces, asintió.
—Bien—, soltó Dumbledore, con un tono mucho más ligero —. Ahora, debo volver a Hogwarts. Molly, Arthur, sus hijos deberían llegar pronto con MadEye y Tonks—, entonces, se giró a Harry y Edelyn, y agregó —. Los veré después del receso de Navidad.
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Edelyn no pudo dormir esa noche. Sin importar lo mucho que intentara calmar su mente, estaba acelerada con ideas de su madre, sobre sus poderes recientemente encontrados, y por un cierto pelirrojo que la había estado evitando desde su llegada – en su defensa, ella no estaba particularmente interesada en hablarle tampoco.
Sentándose en su cama, tomó la Snitch dorada y hundió su nariz en el cuello de su sweater. Inhaló la esencia de sándalo y susurró —. Ojalá estuvieras aquí para decirme qué hacer.
Para las cuatro de la mañana, decidió que no tenía sentido intentar dormir. Saliendo de su cuarto, descendió hasta la cocina para prepararse una taza de té. Pero se detuvo cuando notó una luz provenir de una habitación al final del pasillo. En silencio, marchó hasta allí en puntas de pie. Al alcanzar la puerta, dudó y respiró profundamente antes de golpear la puerta.
— ¿Edelyn? ¿Qué estás--?
—Yo – no puedo dormir.
Sirius asintió. Había clara preocupación en sus ojos, y se paró a un lado para dejarla entrar.
Edelyn observó la habitación con curiosidad. Habían posters de Gryffindor, de motocicletas, y de modelos muggles en bikini cubriendo las paredes. Caminando hacia el hogar, ella notó una foto en particular y la tomó, pasando sus dedos sobre el vidrio para quitarle el polvo.
Un hombre joven con oscuro cabello a la altura de sus hombros estaba sentado en el sofá con una hermosa mujer rubia sentada sobre sus piernas. Estaban riendo mientras observaban a un hombre despeinado de cabello azabache, con anteojos en forma rectangular, corría alrededor, siguiendo a un par de jóvenes. Un niño y una niña volaban de un lado al otro sobre una pequeña escoba que solo volaba un par de centímetros por sobre el suelo. El chico estaba sentado delante dela chica, y los brazos de ella rodeaban su cintura. No lucían menores a un año, y reían felizmente como si no tuvieran ninguna preocupación.
—Lily estuvo bastante molesta conmigo por comprarle una escoba miniatura a Harry para su primer cumpleaños—, habló Sirius a su lado, una sonrisa con reminiscencia sobre sus labios —. Le tomó a James diez minutos atraparlos. Tu madre tuvo que ayudarlo eventualmente. Supongo que Harry y tú no han cambiado mucho. Los he visto volar. Ustedes dos son increíbles jugadores de Quidditch.
Edelyn tragó con dificultad y colocó la foto de vuelta en su lugar antes de girarse para enfrentar a Sirius. Sin decir nada, ella se acercó y se enterró en su pecho al envolver su cintura con sus brazos.
Sirius sonrió suavemente antes de regresarle el gesto —. Tu mamá te amaba más que a nada en el mundo—, habló, sosteniéndola con fuerza —. Ella estaría tan orgullosa de vez la persona en que te has convertido. Recuérdalo.
Edelyn cerró sus ojos con fuerza, un dolor erupcionó en su garganta. Después de un momento, se separó y miró a su padre —. ¿Puedes contarme sobre ella?—, pidió, su voz ahogada.
Sirius sonrió y sacó el cabello de frente a su rostro —. ¿Dónde te gustaría que comenzara?
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Teniendo todo en cuenta, no era el comienzo ideal de las vacaciones. En lugar del usual espíritu jovial que venía junto con navidad, un pesado pesimismo se colocó sobre los habitantes del Grimmauld Place número doce.
—Estás siendo un idiota, Freddie—, espetó George en la tarde de la víspera de Navidad —. No puedes besarla e ignorarla.
—No la estoy ignorando—, gruñó Fred.
George alzó una ceja —. Te tomas el trabajo de no estar en la misma habitación que ella, y adviertes tu mirada como si ella fuera Medusa.
—Eso no es ignorarla, es evitarla. Ignorarla requeriría que ella realmente quisiera hablarme—, señaló Fred.
—Oh, por Merlín, Fred. Que te crezcan las bolas y ve a hablarle.
Mientras tanto, Harry, Ron, y Edelyn estaban juntos en una habitación que habían encontrado durante su desaventura en la gran mansión Black.
—Entonces... ¿Moody cree que fuiste poseído por Ya-Sabes-Quién?—, inquirió Ron.
Con su mirada sobre sus zapatos, Harry respondió —. Sí. Lo escuché decírselo a tu mamá.
—Bueno, está equivocado—, murmuró Edelyn.
Harry alzó la cabeza y la miró —. Pero vi todo como si yo fuera la serpiente.
—Ustedes nunca escuchan a Hermione, ¿no?—, dijo Edelyn, con incredulidad —. Nos lo ha dicho al menos un millón de veces: no puedes aparecer o desaparecer dentro de Hogwarts. Hay barreras mágicas que lo previenen. Incluso Ya-Sabes-Quién no podría haberte hecho salir de tu dormitorio y aparecer en el Ministerio, Harry.
—No abandonaste la cama, amigo—, agregó Ron —. Te vi moverte de un lado al otro mientras dormías un minuto antes de que despertaras.
Los ojos de Harry volvieron a desviarse hacia sus zapatos y negó, no convencido. Una ola abrumadora de culpa lo embargó y, antes que pudiera detenerse, sus ojos volvieron a posarse sobre Edelyn y soltó —. ¿Cómo puedes siquiera mirarme?
Edelyn pestañeó, siendo tomado por sorpresa ante la repentina explosión —. ¿Qué estás--?
—Yo soy la razón de todo esto, ¿cierto? La razón por la que estamos aquí, la razón por la que Amos está en San Mungo, la razón por la que Cedric está muerto. Todos ustedes están en peligro, y es por mí, y--.
—Harry, basta—, interrumpió Edelyn —. No estabas poseído. No es posible. Solo tuviste una visión, una visión que salvó la vida de Amos, así que deja de sentirte responsable. Y sobre – sobre Ced, solo... solo... ni siquiera vayas allí, ¿bien? Nada de esto fue o es tu culpa, es la culpa de Ya-Sabes-Quién. No te culpo por nada de eso, así que tú no deberías culparte.
Sus palabras tropezaron y cayeron con un tono mucho más duro del que ella había anticipado. Un momento de tenso silencio le siguió mientras los ojos de Ron paseaban nerviosamente entre sus dos amigos.
Harry tragó con dificultad y asintió, sus ojos volviendo a caer a sus zapatos mientras reflexionaba sobre más palabras. Estaba ligeramente aliviado porque ella no le tenía rencor, pero seguía estando inseguro sobre no haber estado poseído. Se sentía contaminado. Sentía como si aún hubiera una pieza de Voldemort en su interior. Y sin importar lo que los demás dijeran, la culpa seguía pesando sobre sus hombros.
—Entonces... er... ¿qué pasa contigo y Fred?—, cuestionó Ron en un inocente intento de cambiar el tema de la conversación. Sin embargo, se arrepintió de su pregunta cuando Edelyn inmediatamente soltó un gemido frustrado y enterró su rostro entre sus rodillas.
—Me besó—, balbuceó ella.
Los ojos de Harry se giraron a ella, y Ron se atragantó con su propia saliva —. ¿Qué?
Soltando un suspiro pesado, Edelyn alzó la mirada y repitió —. Fred me besó en la fiesta.
Harry pestañeó y tuvo una sensación horrible en el fondo de su estómago. Ron, por otro lado, observó a la chica con la boca abierta, una expresión de curiosidad y sorpresa cubriendo su rostro.
— ¿Y?—, demandó.
— ¿Y qué?
— ¿Cómo fue?
Ella pasó una mano por entre su cabello —. Fue – uh – interesante.
— ¿Interesante?—, mencionó Ron, sus cejas alzadas con incredulidad —. Lyn, ¿besaste a Fred y lo único que tienes para decir es que fue interesante?
Las mejillas de Edelyn se encendieron, y le envió una mirada de molestia —. Oh, no molestes, Ron. Nunca besé a nadie antes, ¿recuerdas? Yo – no sé cómo se supone que debe sentirse...—, tiró de las mangas de su jumper, y se encogió de hombros —. Además, estaba borracha y creo que él también lo estaba... no sabíamos realmente lo que estábamos haciendo...
Ron la observó un momento antes de soltar una carcajada —. ¿Sabes? Siempre creí que Fred sería bueno besando, con todas las chicas que él aclama haber conquistado. Pero claramente, si todo lo que tienes para decir es que fue interesante...
Edelyn lo empujó, pero Ron continuó riendo.
—No dije que fue malo—, defendió ella —. Es solo que – no fue – no se sintió...—, soltó un gemido de frustración y se cruzó de brazos, resoplando vencida.
—Está bien, Lyn. "Interesante" sigue siendo mejor que el beso de Harry con Cho.
Edelyn alzó las cejas y giró su rostro hacia Harry. Con todo lo que había pasado el último par de días, casi había olvidado por completo qué la había llevado a beber tanto aquella noche. Torció la cabeza a un lado, enviándole una mirada cuestionante.
—Fue – er – húmedo...—, explicó Harry, su rostro brillando en un profundo tono rojo. Al ver el disgusto cruzar el gesto de Edelyn, agregó rápidamente —. Porque ella empezó a llorar.
—Oh—, murmuró Edelyn —. Bueno, Cho pasó la mitad del tiempo llorando estos días, Harry. Así que – er – no te lo tomes personal ni nada—, forzó una sonrisa —. Estoy segura que fuiste – uh – bueno besando.
Sintiéndose terriblemente avergonzada, Edelyn rápidamente desvió sus ojos de Harry.
—Eso fue lo que dijo Hermione—, remarcó Ron —. Creerías que un par de besos la animarían.
Pero Ron fue interrumpido abruptamente por un sonoro chirrido. Con sus respiraciones atrapándose en sus pechos, los tres se colocaron de pie y se giraron para encontrar la fuente. El sonido venía del cajón de un viejo vestidor de madera que estaba apoyado contra una pared. A partir de cómo temblaba, era evidente que había algo en su interior intentando liberarse.
— ¿K-Kreacher?—, llamó Edelyn mientras los tres se acercaban al mueble con duda —. ¿Eres tú?
— ¡AHHH!
Ron soltó un grito cuando el cajón de repente se abrió y una tarántula gigante salió de su interior. Creció diez veces en tamaño al caer al suelo. Sus patas eran peludas, y sus ocho ojos eran del tamaño de una Quaffle.
Ron comenzó a retroceder, pero tropezó con sus propios pies cuando la tarántula comenzó a acercársele. Todo su cuerpo estaba temblando, y habló completamente atemorizado —. L-L-Lyn, u-usa t-tu m-m-magia s-sin va-varita, ¿s-s-sí?
Tragando con nervios, Edelyn se paró frente a la tarántula y se concentró en el hechizo paralizador. No obstante, antes que pudiera intentarlo, la tarántula se transformó en algo completamente diferente.
Fue entonces cuando los tres se percataron que era un Boggart.
Edelyn se congeló.
Remus, cuya audición licántropa había captado el grito de Ron, ingresó al cuarto —. ¿Qué sucedió?—, preguntó y, al ver alrededor, saltó.
Dos Edelyns estaban de pie en el medio de la habitación, mirándose la una a la otra. La Edelyn de la izquierda tenía ojos verdes y brillantes, y su cabello azabache flotaba en el aire como si hubiera una brisa a su alrededor. Su mirada era tan amenazante que Remus sintió un escalofrío recorrer su espalda.
Por otro lado, la Edelyn a la derecha tenía un temblor en su pierna derecha y tenía la expresión de alguien que estaba a punto de vomitar.
Con dientes mordiendo su labio inferior, Edelyn tomó una respiración profunda e intentó tragar el terror que se aferraba a su garganta —. R-r-riddikulus—, murmuró, pero fue en vano. La figura comenzó a acercársele. Retrocediendo, ella intentó el hechizo nuevamente, pero su magia sin varita volvió a fallarle.
Viéndola tener problemas, Remus rápidamente se colocó frente a ella.
Crack.
La figura de Edelyn desapareció y fue reemplazada por un orbe blanco y brillante. Con su varita alzada firmemente, Remus habló claramente —. ¡Riddikulus!—, el orbe se convirtió en un globo y, con otro movimiento de su varita, se pinchó y se desvaneció.
El ex-profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras giró sobre sus talones para mirar a Edelyn y colocó sus manos sobre sus hombros —. Respira, Lyn. Eso es. Adentro y afuera. Adentro y afuera.
Mientras la ayudaba a normalizar su respiración, Remus no pudo evitar recordar que cuando Edelyn, con trece años, se había enfrentado a un Boggart, solo se había convertido en un montón de abejas. Tembló ante la idea de lo mucho que la joven había pasado en cuestión de solo dos años.
—Creo que esto amerita chocolate caliente—, habló, palmeando a Edelyn ligeramente en el hombro mientras el color volvía a su rostro.
Con su corazón bombeando con fuerza contra su pecho, y un verde brillante aún nadando en su visión, Edelyn alzó la cabeza y le dio a su padrino una sonrisa de agradecimiento antes de asentir.
—Chocolate suena bien.
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