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𝟬𝟬𝟲 shut up, smith!

CAPÍTULO SEIS: ¡CÁLLATE, SMITH!

      —Me alegra que hayas decidido hacerlo—, dijo Hermione. Su rostro brillaba ese sábado durante su primer visita a Hogsmeade de octubre —. Hay bastantes interesados en escuchar qué tienes para decir.

      —C-claro—, murmuró Harry, sintiéndose ligeramente nervioso mientras mordía su tostada.

      Mientras tanto, Ron había pausado su ataque a las salchichas para girarse a la chica a su lado. Edelyn había permanecido callada aquella mañana, algo muy inpropio de su persona. Estaba batiendo con su cuchara el bowl de avena que no había tocado con una mano, y con la otra mano jugaba con la Snitch Dorada que colgaba de su cuello, mientras sus ojos permanecían ausentes, desviados hacia la mesa de Hufflepuff.

      — ¿Lyn?—, llamó, golpeándola suavemente con su hombro, y causando que ella lo mirara y soltara un distraído "¿Hmm?" —. No has comido nada.

      —Oh—, bajando su mirada al bowl de avena, se encogió de hombros —. Solo no tengo hambre.

      Ron intercambió una mirada con Harry y Hermione. Ya sabían perfectamente que Edelyn tenía el hábito de jugar con la Snitch cuando pensaba en Cedric, y sus hábitos alimenticios siempre dejaban de existir cuando se sentía estresada. Pero este cambio en Edelyn les llegó como una sorpresa, ya que habían creído que había mejorado durante las últimas semanas, y había estado volviendo a ser la vieja Edelyn: alegre y jovial con un humor que era digno de vergüenza.

      — ¿Qué tienes en mente?—, preguntó Hermione suavemente.

      —Solo estoy emocionada por la reunión de hoy—, mintió Edelyn sin complicación, forzando las esquinas de sus labios en una sonrisa. Pero la sonrisa se disipó a medida que el día avanzó, y su rostro había vuelto a caer en una pequeña mueca para el momento en que el cuarteto ingresaba a Hog's Head.

      —Entonces, ¿quién dijiste que va a asistir?—, cuestionó Harry mientras abría la botella de cerveza de mantequilla y se la pasaba a Edelyn, que estaba sentada a su lado.

      —Solo un par de personas—, respondió Hermione. Mientras, Ron, que estaba sentado al otro lado de Edelyn, observaba preocupado a la chica – ella estaba sosteniendo la botella de cerveza de mantequilla y observaba el suelo con intensidad.

      —Lyn, ¿estás segura que nada--?—, comenzó, pero fue interrumpido por ella.

      —Estoy bien.

      Ron alzó una ceja —. Lyn, te conozco desde que tenías un año. Puedo decir cuando hay algo que te está--.

      Pero justo entonces, la puerta de Hog's Head se abrió y un grupo de personas ingresó. Neville Longbottom, Dean Thomas, Lavender Brown, las hermanas Patil, Cho Chang y una de sus amigas, Luna Lovegood, Ginny Weasley, Katie Bell, Angelina Johnson, Zacharias Smith, los hermanos Creevy, Ernie Macmillan, Justin Flinch-Fletchley, Hannah Abbott, Anthony Goldstein, Michael Corner, Terry Boot, y los gemElos Weasley junto con Lee Jordan.

      — ¿Un par de personas?—, soltó Harry con su voz ronca a Hermione, y sus nervios se alzaron violentamente —. ¿Un par de personas?

      —Sí, bueno, la idea fue bastante popular—, asintió Hermione, sonriendo emocionada al grupo.

      Una vez que todos tomaron asiento y los gemelos Weasley trajeron cerveza de mantequilla, el pub guardó silencio y todos observaron expectantes a Harry. El chico, con manos sudorosas, miró a Hermione con desesperación.

      —Bueno, hola—, la chica comenzó, colocándose de pie y su voz sonando ligeramente más aguda que lo usual —. Um... bueno, ya saben por qué están aquí. Tenía la idea de que sería bueno estudiar Defensa Contra las Artes Oscuras fuera de las clases de Umbridge, y me refiero a estudiar de verdad, no solo la teoría, pero los hechizos reales. Porque—, Hermione tragó antes de continuar —. Porque... Lord Voldemort volvió.

      La reacción que siguió fue inmediata e impredecible: la amiga de Cho chilló y se arrojó la cerveza de mantequilla encima, Terry Boot se encogió, Padma Patil tembló, Neville soltó un extraño sonido que logró transformar en tos, y varios jadearon.

      —Bueno, ese es el plan, de todas formas—, anunció Hermione —. Si quieren unirse a nosotros, debemos decidir a dónde vamos a--.

      — ¿Dónde están las pruebas de que Ya-Saben-Quién volvió?

      Edelyn levantó la vista y vio que era Zacharias Smith quién había hablado. Él era Cazador en el equipo de Hufflepuff, y ella recordó los largos discursos con los que Cedric solía aburrirla, quejándose de la actitud de Smith.

      — ¿No se supone que eres gentil y amable con todos, mi querido tejón?—, lo molestaría.

      Él bufaría —. No significa que sea fácil de convencer, Lynnie.

      —Dumbledore lo cree—, comenzó Hermione, sacando a Edelyn de su pequeño trance.

      —Dumbledore le cree a él—, remarcó Zacharias, señalando a Harry con su cabeza —. Y creo que tenemos el derecho de saber exactamente qué es lo que hace decir que Ya-Saben-Quién ha vuelto.

      — ¿Qué me hace decir que Ya-Saben-Quién volvió?—, repitió Harry, mirando a Zacharias —. Lo vi. Pero Dumbledore le contó lo sucedido a toda la escuela el año anterior. Y si no le crees, no me crees a mí, y no voy a desperdiciar una tarde intentando convencer a nadie.

      Zacharias resopló —. Todo lo que Dumbledore nos dijo el año pasado fue que Cedric Diggory fue asesinado por Ya-Saben-Quién, y que tú trajiste el cadáver de Diggory a Hogwarts—, habló con desdeño,  y Edelyn sintió la ira comenzar a burbujear en el fondo de su estómago —. No nos dio detalles—, continuó —. No nos contó exactamente cómo murió Diggory, creo que a todos nos gustaría saber--.

      Hubo el sonido de una botella golpeando el suelo, y una voz siseó con enojo —. ¡Cállate!

      Un par de personas saltaron en sorpresa, y todos los ojos aterrizaron sobre Edelyn. Ella se había levantado de su lugar, la botella de cerveza de mantequilla que había estado sosteniendo entre sus pies vertió sus contenidos sobre el suelo. Sus puños estaban cerrados con ira y sus ojos estaban entrecerrados en una mirada fría hacia Zacharias.

      — ¿Qué diablos--?—, comenzó él.

      — ¡¿Detalles?! ¡¿En serio!?—, siseó ella —. ¡¿Quieres detalles sobre cómo murió Cedric?! ¡¿Por qué te importa?! Está muerto, y no va a volver. ¡Estoy cansada de todos ustedes mencionando su muerte como evidencia o falta de evidencia sobre el regreso de Voldemort como si lo única que Cedric fuera es un muerto!

      Edelyn sintió el aire escapar de sus pulmones con cada palabra, y su cabeza comenzó a girar —. Él – él fue mucho más que eso—, continuó, su voz debilitándose con cada sílaba —. ¿Por qué nadie habla sobre el buen Buscador que era? ¿O el amigo leal que fue? ¿O lo valiente e inteligente que fue? ¿O cómo él hubiera – hubiera...?

      Pero Edelyn no pudo terminar. El dolor punzante en su pecho se había vuelto demasiado para soportarlo. Sin mirar a nadie, salió corriendo.

      El silencio siguió y todos contuvieron sus respiraciones en perplejidad. Nadie se lo había esperado, ni siquiera aquellos más cercanos a ella. Para ellos, ella siempre había lucido bien desde que habían vuelto a Hogwarts – bueno, excepto por aquellos pequeñas discusiones brutales con Umbridge. Ella comía, reía, era fenomenal en el campo de Quidditch. Incluso había logrado colocar una jugarreta sobre Filch con los gemelos Weasley la semana previa. No podían comprender lo que la había hecho cambiar tan rápido.

      Sin embargo, el shock vivió por poco tiempo ya que la ira rápidamente la reemplazó. Fred se colocó de pie y miró mal a Zacharias, las orejas de Ron se tornaron peligrosamente rojas, y Ginny lucía como si estuviera a punto de arrojar un feo hechizo contra el Hhufflepuff. Pero los ojos de Harry cayeron sobre Cho, quién se había vuelto terriblemente pálida. Con una voz baja y temblorosa, ella finalmente rompió el tenso silencio —. Hoy es su cumpleaños—, explicó antes de estallar en lágrimas.

      Hubieron jadeos, y todos se giraron para mirar mal a Zacharias.

      El chico resopló —. Bueno, ¿cómo diablos iba a saber eso? No es mi culpa que esté loca.

      —Cállate, Smith—, gruñó Fred.

      George, alzando un instrumento de metal que lucía letal de su bolsa de Zonkos, agregó —. O puede que nosotros metamos este palo en algún lugar de tu cuerpo.

      Zacharias lucía como si estuviera a punto de discutir. Sin embargo, en consecuencia a la mirada amenazante que Fred le envió, decidió cruzarse de brazos y no hablar más.

      —Debería--, comenzó Harry, pero Hermione lo interrumpió.

      —No, Harry. Lyn querría que continuaras con la reunión. Ron, ¿tú podrías...?

      Ron asintió y, dándole una última mirada de profundo disgusto a Zacharias, salió del pub.


──────────────


      Edelyn mordió su labio inferior viciosamente mientras caminaba rápidamente por las calles de Hogsmeade. Sus manos estaban apretadas en puños, y sus oídos estaban pitando con las pesadillas que la torturaron durante el verano. O, más específicamente, el recuerdo de la noche que quería olvidar más que nada.

      Rápidamente girando en la esquina, chocó con alguien y por reflejo murmuró —. Oh, perdón.

      —Mira a dónde vas—, ladró una voz familiar.

      El estómago de Edelyn cayó, y un hilo de profanidades jugó en su mente.

      Draco Malfoy retrocedió e hizo una mueca al percatarse de quién había tenido la audacia de chocar con él. Sin embargo, por una fracción de segundo, sus gestos se suavizaron porque nunca había visto a Edelyn Black lucir tan lamentablemente vulnerable antes. Estaba mordiendo su labio inferior con tanta fiereza que medio esperaba que comenzara a sangrar, y su cuerpo temblaba ligeramente.

      Pestañeó y sintió el impulso de sostenerla para mantenerla quieta. Pero la idea de realmente tocarla le daba repulsión. Ella era una sucia traidora a la sangre, después de todo, y la tierra de sus zapatos se merecía más que ella.

      —Hoy no, Malfoy—, habló entre sus dientes apretados. Sus ojos azules se encontraron con los grises pálidos a través de una cortina de niebla salada —. Puedes dispararme todos tus insultos patéticos otro día. Solo déjame sola—, y con eso, ella pasó a su lado.

      — ¡Esa sucia perra!—, rugió él y se sobó su hombro adolorido. Sus dedos se movieron hacia su varita, pero lo pensó dos veces y decidió que no valia la pena. Ya estaba llegando tarde a su cita con Pansy Parkinson y su novia no era alguien que se tomaba bien sus tardanzas. Cuando continuó camino hacia Madam Puddifoots, notó a Ron Weasley y tuvo la decencia de llamarlo —. ¡Oie, Weasley!

      Por instinto, Ron alzó su varita —. ¿Qué quieres, Malfoy?

      —Baja la varita, Comadreja, o no tendré la amabilidad de ayudarte—, siseó Malfoy.

      — ¿Y qué ayuda querría de una serpiente como tú?

      Malfoy quiso arrancarle el cabello pelirrojo pelo por pelo y dárselo de comer a Dobby – un castigo merecedor de ambos. Apuntó con su dedo hacia la cuadra detrás de él —. Ella está por allá.

      Allí, Edelyn estaba sentada con su espalda contra la pared de ladrillos, sus ojos observando la Snitch dorada entre sus manos – observando la brillante sonrisa de Cedric. Se sintió como años desde aquella noche en la Copa Mundial de Quidditch, y con el dolor familiar comenzando en la parte trasera de su garganta, dejó que sus ojos volvieran a cerrarse ante el recuerdo distante que jugaba en su cabeza.


──────────────


      —Por las barbas de Merlín, ¡¿a dónde creen que van?! ¡Son las cinco de la mañana!

      El Cedric de doce años y la Edelyn de nueve se congelaron. Estaban a centímetros de la puerta. Habían planeado ese día por días, ¡y habían estado tan cerca!

      Girándose, Cedric habló sin sonar convincente —. ¿Vamos a ver el amanecer?

      El señor Diggory alzó una ceja —. Entonces, ¿por qué, Cedric, tienes un mapa del metro Muggle en la mano?

      —Um... ¿lectura ligera?—, ofreció Edelyn con la expresión de un cachorro inocente plastificada en su rostro. Pero el señor Diggory no se la creyó —. Cedric Amos Diggory y Edelyn Aurélia Black, díganme ya mismo qué están haciendo.

      Los hombros de Edelyn se derrumbaron y miró sus pies —. Solo queríamos viajar en el metro.

      El señor Diggory suspiró —. Ya hemos hablado sobre esto. No quiero que ustedes dos estén dando vueltas en el mundo Muggle. ¿Qué pasa si se pierden?

      Edelyn alzó la cabeza y habló con un brillo en sus ojos —. Bueno, ¡por eso tenemos el mapa!

      Cedric se golpeó la frente.

      —Arriba, ¡ahora!

      Decepcionados, los niños marcharon escaleras arriba e ingresaron a la habitación del mayor —. Te hace dormir por doce horas—, gruño Edelyn —. Sí, claro. Y le di a Fred todas mis ranas de chocolate por esa poción.

      —No entiendo por qué papá no nos deja ir...—, mencionó Cedric mientras estaban sentados en el suelo.

      Edelyn asintió, estando de acuerdo. Entonces, una idea surgió en su mente y sus ojos se iluminaron —. ¡Deberíamos decirle al señor Weasley que nos lleve! Estoy segura que lo haría. Ama a los Muggles. Siempre me cuenta distintas cosas sobre ellos cuando estoy en la Madriguera.

      — ¿Como qué?

      —Bueno, me contó cómo ellos usan la ele-tri-dad, ¿y algo llamado encufes? No sé qué son pero, aparentemente, eso es lo que los Muggles usan para crear luz en la oscuridad. También me contó algo sobre patos de goma... ¡oh! Y nunca adivinarás esto. Deben tener dieciocho para ser considerados mayores de edad.

      Cedric rió —. Lynnie, ese es solo un año extra.

      —Sí, ¡pero igual! Me pregunto qué podrán hacer cuando cumplen dieciocho...

      —Probablemente tomar y cosas como esas—, soltó Cedric, encogiéndose de hombros, y ante la mirada confundida en el rostro de Edelyn, elaboró —. Ya sabes, como Firewhiskey y eso.

      Su boca formó una "o".

      —Oye, tengo una idea—, exclamó Cedric —. Cuando cumpla dieciocho, iremos al mundo Muggle. Compraré bebidas, y podremos recorrer el metro toda la noche. ¿Cómo suena eso?

      —Amos nunca permitiría eso...

      —Sí, pero seré mayor entonces. Papá no podrá detenerme.

      —Pero sí podrá detenerme a .

      —Na, nos las arreglaremos para sacarte a escondidas—, aseguró. Entonces, con sus labios tornándose en una sonrisa, agregó —. Pero vas a tener que darme todas tus ranas de chocolate.

      Edelyn le envió una mirada de descontento, la que instantáneamente desapareció. Sin embargo, cuando Cedric comenzó a atacar sus costados con sus dedos, la chica intentó alejarse mientras estallaba en carcajadas.


──────────────


      Ante el sonido de pasos que se acercaban, Edelyn volvió a abrir los ojos y alzó la mirada para encontrarse con Ron acercársele y sentarse a su lado.

      —Hola—, murmuró él.

      —Hola—, respondió débilmente, sus ojos volviendo a desviarse a la Snitch dorada.

      Estaban en un cómodo silencio, Ron jugando con los cordones de sus zapatillas mientras Edelyn jugaba con las mangas de su sweater antes de finalmente hablar —. Yo – perdón por haber salido corriendo de la reunión... es solo que... yo... necesitaba un tiempo a solas.

      —No lo lamentes—, negó Ron, golpeando su hombro —. Pero probablemente deberíamos volver pronto. Fred y George puede que ya hayan asesinado a Smith.

      Edelyn soltó una carcajada.

      Para el momento en que volvieron a Hog's Head, la reunión ya había terminado y las personas ya estaban saliendo con la emoción escrita en sus rostros. Avergonzada por la escena que había hecho, Edelyn tomó un paso atrás y se escondió detrás de Ron, su pequeña estatura siendo cubierta por completo por la gran altura de él. Pero con el característico viento que plagaba a la villa mágica, su cabello azabache podía ser visto flotando en el aire.

      —LYNSTER, VEN AQUÍ, ¡AHORA!—, ella dio un salto de sorpresa antes de mirar por detrás de Ron para ver a Fred y George marchando en su dirección. Ellos lucían extremadamente enojados y parecía que iban a maldecirla. Sus labios separándose, ella se preguntó qué había hecho para molestarlos mientras Ron se paraba a un lado. Lo próximo que supo, fue atrapada en un abrazo rompe-huesos por parte de los gemelos Weasley.

      —Ven aquí, Ronniekins—, llamó Fred.

      Entonces, Edelyn sintió el brazo de Ron alrededor de ella también con fuerza. Todos ellos la estaban abrazando, y ella estaba segura que iba a morir de sofocación. Pero entonces, sus brazos cayeron de su cuerpo y pudo volver a respirar.

      — ¿Por qué no dijiste nada?—, inquirió Fred, y Edelyn estuvo sorprendida de escuchar una pizca de dolor en su voz.

      Viendo su ceño fruncido en confusión, George explicó —. Chang nos contó.

      La boca de Edelyn formó una "o", y bajó la mirada a sus pies —. Yo... no quería que nadie se preocupara...

      — ¡Lysnter! ¡Se supone que debemos preocuparnos! Eres como otra hermanita para nosotros, ¿cierto, Fred?—, mencionó George, codeando a su hermano en las costillas.

      —Oh – er – s-sí—, confirmó Fred.

      Edelyn volvió a mirarlo y sintió una calidez radiar en su interior mientras les sonreía. Sin embargo, el dulce momento vivió por poco ya que Lee Jordan gritó —. ¡Oie! ¡Fred! ¡George! ¡Vamos! Tenemos un montón de estudiantes de primer año esperándonos para probar las cosas nuevas.

      —Buenop—, comenzó Fred, aplaudiendo y pareciendo relajado por la interrupción de su amigo —. El deber llama.

      —Seguimos trabajando en ese caramelo que te convierte en un pez dorado, ¿sabes?—, agregó George. Le dio un guiño y posó un beso sobre su mejilla antes de unirse a Fred saliendo con Lee. Justo entonces, Harry y Hermione salieron de Hog's Head.

      Al ver a Edelyn, Hermione le dio un abrazo cálido y simpático antes de mostrarle un pedazo de pergamino de su bolso que tenía alrededor de veinte nombres —. Todos firmaron—, anunció felizmente —. Bueno, casi todos—, se corrigió, y sacó una lapicera del bolsillo trasero de su jean.

      Ron y Edelyn observaron el objeto Muggle con sospecha.

      Tomando turnos para usar la espalda del otro como plataformas para escribir, ellos firmaron y, una vez que terminaron, Edelyn le devolvió el pergamino a Hermione.

      Hermione la miró con atención —. ¿Recuerdas el hechizo?—, preguntó, y la chica asintió, alzando su varita.

      Apuntando al pergamino, Edelyn le dio un pequeño golpe con su varita y murmuró —. Garrio Fornunculus.

      — ¿Qué hace ese hechizo?—, cuestionó Ron.

      Las chicas intercambiaron una mirada —. Espero que nunca tengas que descubrirlo—, dijo Hermione.

      Los chicos intercambiaron una mirada, ambos igualmente confundidos. Ron se encogió de hombros.

      Mientras volvían al castillo, Edelyn y Harry se encontraron caminando uno al lado del otro un par de pasos detrás de Ron y Hermione. Mientras ellos estaban cumpliendo su rutina de discutir sobre todo y nada, Harry le preguntó —. Lyn, tú – um – ¿estás bien?

      Tan pronto como las palabras cayeron de sus labios, se arrepintió. ¡Por supuesto que no está bien, tonto! ¡Es el cumpleaños de su hermano muerto! Mentalmente, se golpeó a sí mismo y se preguntó cómo había podido enfrentar a Lord Voldemort tres veces y aún no sabía cómo hablar con sensibilidad con Edelyn.

      Pero Edelyn simplemente soltó un suave murmuro y, en lugar de hacer una pregunta directa, en su lugar mencionó —. ¿Alguna vez usaste el metro Muggle?

      Harry pestañeó —. Oh—, balbuceó, sorprendido por el tema extraño —. Erm – sí, varias veces.

      — ¿Cómo es?

      —Asqueroso—, musitó y ella rió —. ¿Por qué?

      Ella se encogió de hombros —. Solo curiosidad, eso es todo. Siempre quise ir. Sé que suena bastante estúpido pero... bueno, tan fascinante como fueron las escobas para ti cuando llegaste a Hogwarts por primera vez, el mundo Muggle lo es para mí, ¿sabes?—, volvió a encogerse —. Aunque nunca tuve la oportunidad de ir.

      Harry asintió y, después de una corta pausa, soltó —. Puedollevartesitúquieres.

      Edelyn saltó y se giró para mirarlo —. ¿Huh?

      Harry pasó sus dedos por entre su oscuro cabello desordenado y bajó la mirada a sus pies. Internamente, gimió ante la sensación de quemazón que invadía sus mejillas.

      —Quiero decir que... yo puedo... er... llevarte al metro algún día... ya sabes, si tú – uh – te gustaría—, vaciló.

      Edelyn volvió a alzar su mirada, y él se sorprendió ante la mirada de júbilo que cruzó su rostro —. ¿Harías eso?—, preguntó, su tono contaminado con tanto ánimo que Harry se sintió un poco más confiado.

      —Por supuesto—, aseguró y, para asegurarse, alzó su mano y estiró su dedo meñique en su dirección —. Lo prometo.

      No obstante, toda sensación de confianza que había tenido se evaporó instantáneamente al ver el rostro de la chica —. Um... ¿o no?—, balbuceó, comenzando a bajar su brazo.

      Se detuvo cuando Edelyn habló con apuro —. No, no. No es eso – es solo--, pausó para respirar profundamente —. Me encantaría—, y con eso, ella alzó su mano y unió sus dedos meñiques.

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