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CAPÍTULO SEIS: BORRACHO CON CERVEZA DE MANTEQUILLA.
— ¿Y ese hechizo fue, por casualidad, otro de ese libro tuyo?
El primer fin de semana en Hogsmeade llegó con la caída de hojas rojas, marrones y doradas. El Cuarteto Dorado atravesaba los vientos hacia las Tres Escobas, agradecidos de dejar sus estudios atrás.
— ¿Qué tiene eso que ver?
Edelyn y Ron intercambiaron una mirada.
La expresión de Hermione se tornó agria —. Entonces, ¿decidiste usar un encantamiento desconocido, escrito a mano, para ver qué pasa?
— ¿Qué tiene si está escrito a mano?
—Porque probablemente no está aprobado por el Ministerio. Y también porque estoy empezando a creer que este Príncipe es un poco sospechoso.
Harry rodó los ojos, y Ron intervino —. Fue solo un chiste, Hermione, nada más.
— ¿Colgar a gente del tobillo? ¿Quién dedica su energía y tiempo en crear hechizos como esos?
—Fred y George—, Edelyn y Ron hablaron al unísono.
Hermione le disparó a Edelyn una mirada de profunda molestia – una que claramente expresaba: ¡se supone que estés de mi lado! —. Simplemente no confío en este "Príncipe"—, musitó —. Realmente creo que deberías regresar ese libro y--.
—Por la última vez, Hermione, no voy a devolver el libro. Me enseñó más de Pociones que Snape en cinco años.
Hermione miró a Edelyn en busca de soporte, pero ella solo se encogió de hombros —. Bien—, bufó y se adelantó.
—Diablos... ¿es ese momento del mes otra vez?
Edelyn rodó los ojos y se apresuró para alcanzar a Hermione, cruzando su brazo con el de ella.
Ron sacudió la cabeza —. Chicas—, murmuró contra su bufanda.
Las Tres Escobas explotaba con estudiantes de Hogwarts cuando llegaron. Hermione los dirigió hacia una mesa vacía. Edelyn tomó una respiración tensa cuando Harry de repente tomó su mano y tiró de ella para que se sentara a su lado.
Ron se removió ante el cambio de su usual arreglo para sentarse. Miró de reojo a Hermione, dudó, entonces se sentó a su lado. Edelyn miró cuestionante a Harry, pero él desvió la mirada y le pidió a Madam Rosmerta cuatro vasos de cerveza de mantequilla.
Una tensión extraña cayó sobre ellos. Edelyn le arrojaba miradas a Ron, quien las regresaba con el mismo nivel de confusión e incomodidad.
— ¡Harry, mi chico!—, una voz de repente intervino.
Edelyn alzó la cabeza para ver al profesor Slughorn caminando en su dirección. Se encogió cuando Harry de repente se colocó de pie. Sus piernas chocaron contra el borde de la mesa. Ron se volcó cerveza de mantequilla sobre su pantalón. Hermione arrugó la nariz con desdén.
— ¡Hola, señor!—, saludó con entusiasmo —. ¡Es fantástico verlo aquí? ¿Qué lo trae?
—Oh, las Tres Escobas y yo tenemos una relación larga—, dijo el profesor Slughorn, enganchado ante el interés de Harry —. Más de lo que me gustaría admitir. De hecho, ¡recuerdo cuando era solo una escoba!
Slughorn estalló en carcahadas. Para la sorpresa de Hermione, Ron y Edelyn, Harry también comenzó a reír, igual de animado que Slughorn.
—Escúchame, hijo—, continuó —. En los viejos días, solía dar una cena e invitaba a un par de estudiantes selectos. ¿Te gustaría participar?
— ¡Lo consideraría un honor, señor!
—Tú también eres bienvenida, Granger.
—Oh – um – estoy encantada, señor—, dijo Hermione, sonriendo.
—Ah y, por supuesto, no creas que me olvide de ti, señorita Black. ¿Sabes? Tu tío solía ser uno de mis invitados selectos. Era un gran estudiante.
Edelyn palideció —. Oh, profesor, no creo que eso es nece—, un pie golpeó el tobillo por debajo de la mesa.
— ¡Le encantaría!—, exclamó Harry.
— ¡Brillante!—, Slughorn lucía como si acabara de ganar un premio enorme. Entonces, con una mirada de indiferencia hacia Ron, musitó —. Bueno, es bueno verte, Wallenby—, y se marchó.
Tan pronto como se encontró fuera del campo de audición, Edelyn se giró hacia Harry y lo golpeó en el brazo —. ¿Me encantaría?—, siseó.
—Sí, amigo. ¿A qué estás jugando?—, inquietó Ron.
Harry se encogió de hombro y le dio un trago a su cerveza de mantequilla —. Durante nuestra última lección, Dumbledore me pidió que me le acercara.
— ¿Y Dumbledore dijo que yo también?—, Edelyn hizo una mueca de disgusto —. Porque escuchar a Slughorn hablar de mi tío muerto no es un placer.
— ¿Al menos tendrás buena compañía?—, Harry le sonrió dulcemente, un mostacho de cerveza sobre su labio.
Edelyn sintió algo saltar en el fondo de su estómago. Tragó con dificultad e intentó formar una respuesta, cuando Ron de repente escupió su cerveza.
— ¿Qué - por los pantalones de Merlín - están haciendo?—, balbuceó, mientras Harry ayudaba a Edelyn a limpiarse la cara.
Hermione rodó los ojos —. Se llama besar, Ron.
Edelyn siguió sus miradas y vio a Dean y Ginny juntos en una esquina oscura del pub, sus manos entrelazadas mientras se daban un beso apasionado.
—Me gustaría irme—, gruñó Ron.
— ¿Irte? ¿No crees que estás exagerando?
— ¡Es mi hermana!
—Sí, y tiene quince años. Además, solo están...—, Edelyn miró de reojo —, solo se están besando.
El rostro de Ron se contorsionó, mostrando completo disgusto —. ¿Y exactamente qué más estarían haciendo?—, demandó.
Edelyn pestañeó —. No estás... en serio, no me estás preguntando eso, ¿no?—, inquirió, y cuando Ron simplemente continuó mirándola, agregó —. Bueno, sí, nos vamos.
—No, creo que me gustaría saber qué más crees que harían—, se burló Harry.
Las mejillas de Edelyn quemaron —. Oh, ¡déjame en paz, Potter!—, se puso de pie y apuró al grupo a que la siguieran —. Vamos. Arriba – ¡arriba! Nos vamos.
El aire estaba frío cuando salieron de Las Tres Escobas. Avanzaron contra la dirección del viento, hacia Honeydukes, y se encontraron con un hombre que lucía familiar justo al lado de la entrada a la tienda de dulces.
Harry entrecerró los ojos —. ¡Mundungus!
Mundungus Fletcher dio un salto. La antigua maleta que sostenía se deslizó de entre sus dedos, aterrizando sobre el pavimento de cemento y abriéndose ante el impacto. Así, soltó todos sus contenidos.
—Harry – er – ¡hola!—, balbuceó —. Bueno, no dejes que te entretenga—, y, luciendo desesperado por irse, se agachó y comenzó a marchar, rápidamente recuperando los contenidos de su maleta.
— ¿Estás vendiendo esto?—, preguntó Hermione.
—Oh, bueno, debo ganarme la vida – ¡oie! ¡Dame eso!
Ron estudió el objeto en su mano —. Espera... esto luce familiar--.
Mundungus arrancó el objeto de su agarre y lo metió rápidamente en su valija —. Bueno, los veré a todos - ¡OUCH!
En un movimiento hábil, Harry arrinconó a Mundungus contra la pared de la tienda de dulces por la garganta, sosteniéndolo con una mano y sosteniendo su varita con la otra.
— ¡Harry!—, chilló Hermione.
—Tomaste eso de la casa de Sirius—, dijo Harry —. Eso tiene el escudo de la familia Black.
Los ojos de Edelyn se entrecerraron.
—Yo – no – ¿qué?—, Mundungus escupió, lentamente tornándose púrpura.
— ¿Qué hiciste? ¿Volviste la noche en que murió y vaciaste el lugar?—, ladró Harry.
—Yo – no--.
Mundungus se volvió azul.
Edelyn lo observó por un momento, entonces colocó una mano sobre el hombro de Harry —. Déjalo ir—, habló firmemente.
Después de un momento de duda, él cedió y soltó la garganta de Mundungus de mala gana. Jadeando y escupiendo, el bajo mago rápidamente tomó su maleta caida y estaba a punto de desaparecer cuando soltó un halarido de dolor. Con una mano aún envuelta con fuerza alrededor de su maleta y la otra cubriendo su nariz sangrante, cayó al suelo y alzó la cabeza para encontrarse con un par de ojos azules.
—Tocas algo más de Grimmauld Place, Mundungus, y le ordenaré a Kreacher que corto esos sucios y patéticos dedos tuyos—, amenazó Edelyn con un profundo gruñido.
Mundungus lloriqueó y, sin arriesgar otro segundo más en su presencia, desapareció con un sonoro crack.
—Tú... realmente amenazaste a Mundungus con Kreacher...—, Harry la observó con la boca abierta mientras ella abría y cerraba sus puños.
—El jodido idiota se lo merece—, se quejó ella —. Estaba robando las cosas de Sirius.
—Bueno, robando tus cosas, Lyn. Pero no deberías haberlo golpeado—, dijo Hermione, frunciendo el ceño de forma desaprobatoria.
—Oh, sí, tuvo que hacerlo—, replicó Ron, colocando sus brazos alrededor de los hombres de Edelyn, una expresión entretenida en su rostro —. ¡Eso fue fantástico! Vamos, Lyn, voy a comprarte cuantos toffee eclairs desees. Bueno... tantos como pueda comprar con diez sickles.
Edelyn soltó una carcajada —. Bueno, nunca diré que no a toffee eclairs—, sonrió y, cuando Hermione les dio la espalda, Ron chocó los cinco con entusiasmo.
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—Sé que fue él. ¡Lo sé!
Esa era la frase que Harry escupía una y otra vez los días siguientes, convencido que Draco Malfoy estaba detrás del envenamiento de Katie Bell —. Vamos, Lyn. ¡Viste el collar! Era el mismo de Borgin y Burkes.
—Sí, pero--.
—Es Malfoy. ¡Tiene que serlo!
Ni Hermione, ni Ron, ni Edelyn fueron persuadidos por la teoría de Harry, mucho menos la profesora Mcgonagall. Después de insistir, Harry eventualmente dejó el tema y se concentró en liderar al equipo para ganar el primer partido de Quidditch de la temporada.
Edelyn, sin embargo, continuó cautelosa cuando estaba cerca de Malfoy y notó que su complexión había palidecido desde que Katie Bell fue enviado a San Mungo.
A pesar de la substitución a último minuto de Buscador, el equipo de Quidditch de Gryffindor ganó el partido y fue seguido por sonoras celebraciones en la Sala Común. Tan pronto como llegó, Harry fue rodeado por un grupo que incluía desde los hermanos Creevey hasta una gran cantidad de chicas, que reían a cada comentario suyo por más aburrido que fuera y creaban razones para tocar su pecho.
— ¡Aquí viene el Chico-Que-Llevó-A-Su-Equipo-A-La-Victoria!—, anunció Edelyn una vez que Harry finalmente se libró de los demás para unirse a ella y Hermione.
—Ha - ha. Qué graciosa—, contestó él, codeándola en las costillas cuando de repente un montón de chillidos se alzaron.
Girando, los ojos de Harry aterrizaron en algo horrible. Allí, en presencia de todos, estaba Ron, tan cerca de Lavender Brown que era difícil distinguir de quién eran las manos. Estaba tan sorprendido, que Harry no notó a Edelyn y Hermione escaparse por el retrato.
El aire era fresco en el salón vacío. Edelyn alzó su varita, conjurando un hechizo que Cedric le había enseñando para hacer aparecer unpar de pájros cantores amarillos. Ellos volaban alrededor de ellas. Hermione sorbió por la nariz, sus hombros derrumbados y su rostro entre sus rodillas.
— ¿Lyn?
— ¿Sí?
— ¿Por qué no dijiste nada el año pasado?
— ¿Sobre qué?
—Sobre Harry saliendo con Cho. Me refiero a que, no te gustaban juntos, ¿no?
—Yo... bueno, yo...—, sí dije algo. Pensó solemnemente, balanceando sus piernas de adelante hacia atrás. A Fred.
—Te gusta, ¿no?
— ¿Q-qué?
—Por favor, Lyn. Harry y tú han estado haciendo esto por años. Puedo notar la forma en que lo miras.
Edelyn sintió que la habitación s ehabía vuelto extremadamente caliente. Sus labios se separaron en protesta y, entonces, la puerta se abrió. Ron y Lavender tropezaron dentro, sus brazos aferrándose con fiereza el uno al otro.
— ¡RONALD!
La pareja se separó.
—Oh, ¡oops!—, Lavender rió.
Ron observó a Edelyn, luego a Hermione, y de vuelta a Edelyn —. ¿Por qué hay pájaros?
Edelyn fue a decirles que se vayan, pero Hermione se le adelantó al alzar su varita en dirección a los pájaros y gritó —. ¡Oppugno!
Los ojos de Ron se abrieron.
Los pájaros avanzaron como balas hacia él. Él tomó a Lavender por la muñeca y rápidamente la sacó del salón, cerrando la puerta detrás de ellos y dejando que los pájaros explotaran en pequeñas nubes de plumas al impactar contra la barrera de madera.
Hermione se ahogó en un sollozo.
Edelyn la envolvió con sus brazos y la atrajo a su pecho, acariciando sus brazos.
—Nunca dije nada porque sabía que me sentiría así.
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El invierno llegó rápido. El castillo estaba adornado con las usuales decoraciones festivas. Inmensos grupos de chicas tendían a dirigirse hacia los muérdagos cada vez que Harry estaba cerca de uno, empujando a Edelyn o Hermione en múltiples ocasiones y causando problemas en los pasillos.
Con Hermione y Ron ya no hablando, el Cuarteto Dorado se encontraba dividido en dos. Edelyn pasba la mayoría de su tiempo con Ron - siempre cuando él tomaba un descanso de besarse con Lavender, claro - y Harry, con Hermione.
—Mira—, dijo Ron mientras él y Edelyn caminaban por un corredor lleno de gente —. No puedo hacer nada si Hermione está ofendida. Lo que Lav y yo tenemos - bueno, es simplemente... química, ¿sabes? ¿Durará? ¿Quién sabe? El punto es, soy libre. Y además, ella no puede quejarse, ¡besó a Krum! No puedo quejarse en lo absoluto.
Edelyn suprimió la necesidad de golpearse la cara y se limitó a murmurar —. Jodidos varones.
Harry golpeó su cabeza contra una de las repisas.
—Es perfectamente libre de besar a quien quiera—, Hermione habló rápidamente —. Realmente no podría importarme menos. ¿Creía que iríamos juntos a la fiesta de Navidad de Slughorn? Sí. Por supuesto ahora, dada las circumstancias, tuve que hacer otros arreglos... pero olvídalo, debemos preocuparnos por ti.
— ¿Qué quieres decir?
—No te hagas el tonto, Harry. Le gustas a casi todas las chicas en la escuela - el Elegido, Capitán del equipo de Quidditch... y cuando estaba en el baño hoy temprano, habían un par de chicas allí, incluyendo a Romilda Vane, intentando decidir como darte una Poción de Amor. Todas tienen la esperanza de que las lleves a la fiesta de Slughorn, y parece que compraron la poción de Fred y George lo que, temo decir, probablemente funciona.
— ¡¿Qué?! ¿Por qué no lo confiscaste, entonces?—, demandó Harry.
—No tenían la poción con ellas en el baño—, dijo Hermione con desdén —. Solo estaban discutiendo tácticas. De todas formas, mi punto es que deberías invitar a alguien pronto. Eso evitará que las demás crean que aún tienen una oportunidad. Es mañana en la noche, se están desesperando.
Cuando Harry permaneció callado y solo rascó su cabeza, Hermione tomó su pila de libros —. Oh, ¡solo sé un hombre e invita a Lyn de una vez!
— ¿Q-qué? ¿De qué estás hablando?
Hermione tomó una copia del Profeta y lo golpeó —. En serio, Harry, ¿alguna vez admitirás que te gusta?
Harry resopló por la nariz —. Yo - yo no - yo - erm...—, notó la mirada de Hermione y se rascó el cuello —. Incluso si me gustara - que no estoy diciendo que me gusta - no es como si a ella—, se encogió de hombros —, le gustara yo. Quiero decir, probablemente me considera un amigo o algo—, sus ojos viajaron hasta encontrarse con la mirada de Hermione —. ¿No?
Hermione estaba preparada para volver a golpearlo cuando notó a Edelyn entrando s la biblioteca. Arregló el cabello de Harry y le hizo señas a Edelyn.
— ¿Por qué no le preguntas y lo descubres?
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