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7: Hokage

Cuando su padre le dijo que iba a ser Hokage no pudo evitar sonreír, pero cuando le dijo quien sería parte de su escolta de anbu esa sonrisa se borro.

-Felicidades Minato. —Murmuró el rubio menor con una sonrisa, intentando salir de su casa pero un agarre en su mano lo detuvo.

-Naruto por favor, al menos dame un abrazo. —Le dijo el mayor con una sonrisa algo rota, ya se había rendido con que le volviera a llamar papa..

El rubio menor se lo pensó mucho pero al final sedio y lo abrazo para finalmente salir de la vivienda.

Minato soltó un suspiro, talves no había sido la mejor decisión pedirle al peliplata que fuera su escolta pero al menos así podría mantenerlo vigilado y evitar que se sobrecargara de trabajo como siempre hacia.

Naruto al salir de su hogar decidió caminar un poco por la aldea, no tenía rumbo alguno y su acompañante de siempre no lo quería cerca ni a un metro.

Mientras llegaba al restaurante de ramen que amaba logró ver a dos anbus conversar cerca en un callejon, y escuchar un nombre lo hizo detenerse.

-Así que es verdad. —Habló uno de ellos.

-Si Minato-San se volverá Hokage y el mocoso su escolta personal. —Respondió el otro con gracia. —El Hokage Hiruzen-Sama elegirá al otro escolta.

-Pobre del que sea su compañero. —Río causando confusión en su compañero. —¿No lo sabes? Kakashi es conocido como el "mata amigos".

-Bueno, si yo fuera su compañero me desharia primero de él, es solo un mocoso..

El rubio abrió sus ojos con sorpresa, sabía que en anbu la gente es rencorosa y competitiva, era por ello que había veces en las que ellos mismos se mataban, por celos..

Siguió su camino y una ves entro al restaurante de ramen, se puso a pensar en lo que uno de ellos había dicho, el hokage Hiruzen-Sama escogería a la otra escolta..

-Hola, Naruto ¿Lo de siempre?. —Le pregunto Ayame con una sonrisa, pero contrario a una afirmación el rubio salió corriendo de ahí. —¡Naruto!. —Le grito pero ya se había ido. —¿Y ahora que le pasa?..

-¿Esto es por tu padre? ¿Quieres protegerlo?. —Le pregunto algo confundido el Hokage.

-Si. —Mintió, pero solo haci lo convenceria.

La verdad le sorprendió que el rubio entrará irrumpiendo en el despacho, para pedirle ser la otra escolta del nuevo Hokage.

Conocía las habilidades de Naruto, era pupilo de su propio estudiante además de que sabía el jutsu de teletransportacion del próximo cuarto Hokage, así que no le parecía mala idea que fuera parte de su escolta.

Pará ese puesto nesesitaba a alguien confiable y no había nadie mejor que el rubio menor, solo había un pequeño broblema..

-Sabes que tendrías que llenarte las manos con sangre.. —Le dijo con seriedad, haciendo al rubio hacer una mueca pero aún así asintió. —Bien, si es así tengo una misión para ti, y también un par de condiciones..

Sabía que esto era parte de ser un ninja, pero cada ves que quitaba una vida sentía su vista borrosa y el hecho de que Kurama quisiera tomar el control para encargarse de la misión se le hacía más difícil ubicarse.

-¡Basta Kurama!. —Grito desesperado, quitándose su mascara para tomar un poco de aire ya que se sentía asfixiado. —Debo de hacerlo yo, no me ayudaras siempre..

No importaba, nadie lo vería, ya había acabado con cada una de las personas que el Hokage le había ordenado, sus manos estaban llenas de sangre literalmente.

Se puso su mascara de nuevo e hiba a retomar su camino hacia la aldea, pero un quejido de uno de los anbus enemigos lo hizo parar, maldijo mientras desenfundaba una katana que llebava con él y se acercó hacia la persona que había escuchado quejarse.

-Espera no.. Te lo ruego por favor. —Le imploro el anbu entre quejidos, y sin esperarlo este quito su mascara. —Tengo familia..

El rubio solo pudo apretar el mango del arma mientras la encajaba de nueva cuenta en el anbu.

-Lo siento... En verdad lo siento. —Susurraba mientras podía ver como la vida se desvanecía de los ojos contrarios.

Retomo su camino a la aldea, y una ves cerca decidió detenerse debajo de un árbol a descansar.

-Sabes cachorro, está no es la única manera de volver a estar con el mocoso.. —Le dijo Kurama y el suspiro.

-Si lo es.

Una de las condiciones de Hiruzen era que su padre no se enterara de que él sería su anbu, así que una ves acabó la ceremonia del nombramiento, simplemente se inco ante él.

-Lo protegeré con mi vida Hokage-Sama. —Menciono haciendo otro tono de voz para pasar desapercibido, lo cual logró.

-Cuento contigo Menma. —Le dijo Minato con una sonrisa.

Naruto miró al peliplata a lado del Hokage este le dirigía una mirada asesina, solo pudo suspirar y esperar no ser descubierto.

Aunque eso no duró mucho..

Kakashi y él no se dirigían la palabra durante las misiones que les mandaba a hacer el Hokage, y de cierto modo eso le alegraba ya que no tenía que fingir ser alguien.

Solo había un problema, y era que las misiones se le hacían un poco difíciles, no por el esfuerzo físico, si no mental.

No podía creer que fácil se le hacía a Kakashi quitar una vida, ni siquiera parecía dudarlo.

Eso le hizo sentir un poco inútil, y una ves mientras estaban en combate pensó demasiado en matar a alguien que no se dio cuenta que un compañero de este lo atacó por su costado, dando un golpe en su mascara tan fuerte que está se rompió donde fue el impacto.

Mientras estaba en el suelo por el golpe miró al ninja que lo atacó y este tomó un kunai dispuesto a acabar con su vida, pero de la nada vio como una katana atravesó su pecho manchando su cara de sangre.

-¿Naruto?. —Murmuró el peliplata, una ves el cuerpo del enemigo cayó al suelo y miró por el hueco de la mascara rota aquellos zafiros que reconocería donde fuera. —¿Como puede ser? ¿¡Que diablos haces aqui!?

El rubio sabía que no tenía que quitarle la mascara al peliplata para saber que estaba molesto, pero aún así este le ofreció su mano para ayudarlo a levantarse.

La tomo, al igual que su kunai, y quito al peliplata haciendolo a un lado ya que tenía un enemigo en la espalda.

Sin pensarlo clavo el kunai en el enemigo sintiendo el líquido rojo escurrir por sus guantes.

-Prometí siempre estar contigo..

Kakashi lo miró con sorpresa, viendo como el enemigo caía sin vida a los pies del rubio, y aunque quería decir tantas cosas, decidió callar.

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