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I

Museo Nacional de Historia Natural.
Viernes 13 de octubre/9:30 PM.

Un grupo de agentes rodeaba el museo, conversando con los oficiales de policía.

Dentro del edificio, tres agentes inspeccionaban cuidadosamente el área. De repente, una gota de saliva cayó sobre el hombro de uno de ellos.

Al dirigir su linterna hacia el techo, la luz iluminó a la criatura, que observaba al agente con sus ojos blancos y vacíos.

Antes de que el agente pudiera siquiera alcanzar la funda de su arma, la criatura se lanzó sobre él, atacando su cuello.

El grito del hombre atrajo a sus colegas, quienes, al ver la escena, comenzaron a dispararle a la criatura.

Sin embargo, a pesar de tener varios agujeros en su cuerpo, la criatura continuaba intentando devorar al agente.

Finalmente, la criatura escapó al no lograr matar a su presa. Los agentes continuaron disparando hasta que la criatura desapareció de su campo de visión.

Los agentes se acercaron a su compañero, que había logrado sentarse mientras se frotaba el cuello con una expresión de dolor.

Nada como una manita de bruja, ¿verdad? comentó mientras ayudaba a su compañero a levantarse.

Lo que tú digas dijo, tomando la mano de su amigo. Pero, aun así, duele añadió, ya de pie.

Niños llamó el mayor—. Moviendo esas piernas, que el monstruo se escapa.

Sin dudarlo, los tres agentes salieron corriendo tras la criatura.

[...]

¿Es un ghoul? preguntó, escondido detrás de una estatua.

¿Le ves cara de modelo? respondió el otro, mientras disparaba a la criatura.

Méndez, ¿no estás un poco viejo para esos chistes? cuestionó, mientras preparaba una ballesta.

¿Lo dice el que está preparando una ballesta? replicó con sarcasmo, mientras ponía los ojos en blanco.

Touché respondió, alineando la ballesta con el ghoul. Cuidado, señoritas advirtió antes de disparar.

Las estacas perforaron la piel de la criatura, que, a pesar de seguir moviéndose, quedó inmovilizada contra la pared.

Los agentes se acercaron lentamente a la criatura, y el mayor, empuñando una estaca, le decapitó de un solo golpe.

Si esta cosa llegó hasta la ciudad, debe haber un nido cerca comentó Méndez, observando la criatura decapitada.

Tienes razón comentó una voz al acercarse a ellos.

Los otros agentes se sobresaltaron por la repentina llegada, mientras Méndez solo suspiró.

Buenas noches, Leila saludó el mayor.

Me sorprende verte vivo, ¿no estás demasiado viejo para el campo? preguntó, divertida, mientras le sonreía.

Lo dice un maniquí con patas bufó, permitiendo que la mujer le diera un beso en la mejilla. No es común verte tan cerca de la ciudad. ¿Hay algo interesante?.

Vampiros respondió—. Hay un grupo en esta área, y como no quieren llevarles comida a domicilio, me llamaron a mí agregó, encogiéndose de hombros.

Dudo que les interese esta bolsa de sangre comentó, señalándose con una sonrisa—. Ya está caducada --añadió.

No estoy de acuerdo refutó Leila—. Eres como el vino, cuanto más añejo, más dulce dijo, guiñándole un ojo.

Jajaja, siempre tan halagadora dijo, dándole una palmada en el hombro—. Hemos hablado suficiente, así que mueve ese trasero y ve a hacer tu mendigo trabajo agregó con una sonrisa.

Sí, sí, lo que digas replicó, negando con la cabeza. Luego se dio la vuelta y comenzó a alejarse—. Luego nos ponemos al corriente se despidió, agitando la mano.

Sin más, se desvaneció en las sombras.

Los dos agentes se giraron hacia el veterano, que estaba fumando tranquilamente.

¿Ella era...? preguntó uno de ellos, señalando el camino por donde había desaparecido la mujer.

La bruja, sí respondió con indiferencia.

Se produjo un breve silencio hasta que Méndez exhaló una calada de humo y miró a los jóvenes.

¿Están esperando una invitación? preguntó con brusquedad, señalando con su cigarrillo al ghoul—. Limpien este desastre ordenó antes de marcharse.

Los jóvenes agentes obedecieron la orden al instante, mientras Méndez avanzaba, dejando tras de sí nubes de humo.

[...]

Cementerio General.
12:00 AM

¿Por qué no me sorprende? murmuró la mujer mientras se dirigía hacia el cementerio.

Cuando llegó a la reja, esta se abrió, permitiéndole el paso. La mujer caminó entre las tumbas.

Se detuvo al sentir que algo la acechaba. Sacó las manos de los bolsillos y comenzó a moverlas mientras murmuraba.

Tres ghouls emergieron de entre los árboles y tumbas, lanzándose hacia su nueva presa.

Justo cuando sus garras estaban a centímetros de tocar a la mujer, las criaturas se incendiaron.

Genial, me pinté una diana en la espalda se quejó, volviendo a meter las manos en los bolsillos.

Sin más, Leila siguió caminando hasta llegar al centro del cementerio.

Oye, cabro chico, está haciendo frío comentó, mirando al cielo—. ¿Vas a salir o tengo que invitarte a bailar? preguntó con irritación.

En ese momento, un olor fétido llegó a la nariz de la morena, seguido de la sensación de unos dedos fríos tocando su piel.

Sin dudarlo, se apartó y miró con asco al vampiro frente a ella.

Sangre de bruja, y una antigua. Qué delicia dijo, lamiéndose los labios—. Hace siglos que no bebo algo tan exquisito añadió con una inquietante sonrisa.

Y tú eres un saco de polvo maloliente replicó, tapándose la nariz.

Jajaja se rió el vampiro, sin quitarle la vista a la bruja—. Ustedes las brujas siempre me hacen reír tanto añadió.

Este tipo es bastante antiguo reflexionó mientras observaba al vampiro—, y hay un grupo grande rodeándonos se mordió el interior de la boca.

Leila sacó un moño de su bolsillo y comenzó a amarrarse el cabello, bajo la mirada del vampiro.

¿Te han dicho lo delicioso que es tu cuello? preguntó el vampiro, observando con lujuria la piel de la bruja.

La morena simplemente negó con la cabeza mientras se cruzaba de brazos.

¿Tus perros van a salir o tengo que hacer que salgan? cuestionó.

Mis disculpas, están hambrientos se disculpó, chasqueando los dedos.

En ese momento, todos los ghouls salieron, y algunos rodearon a su amo, gruñéndole a la bruja.

Sí, como si estuvieran en los huesos comentó con ironía, levantando una ceja.

Sin previo aviso, un fuerte viento sopló, tomando por sorpresa a los no muertos.

Raíces emergieron, decapitando a la mayoría de los ghouls, mientras que otros fueron aplastados. Sin embargo, el vampiro logró escapar.

Mierda murmuró, justo cuando su teléfono comenzó a sonar. Suspiró, sacó el teléfono y contestó—. Mi querido jefecito, ¿recuerda esos problemas de estrés? Sí, okey. Bueno, me mandó a Santiago por los vampiros. Encontré el nido, eliminé a los obreros, pero la reina se me escapó se apartó del teléfono al escuchar un grito. Lo siento, jefe, ¿estoy en problemas?. Sí, claro, ya voy. Sin más, colgó—. Odio a los vampiros...

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