Capítulo 46._ El bienestar de los demás
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»Isabela
—Si sigues así de chiva loca, ese bebé terminará saliendo ahora mismo —se burló Carla, viéndome ir de un lado para otro con las nuevas compras para la habitación del bebé.
—Más te vale que tu color favorito sea el amarillo —amenacé al pequeño ser humano que me había hecho subir tres kilos, y crecer un gran bulto en mi vientre. No sabíamos el sexo, por lo que me basé en colores más neutros, a pesar de que no existe género para ninguno
—Deja de hacer eso y mejor siéntate a comer —me pidió tomándome con suavidad de los brazos y guiándome escaleras abajo —Te preparamos chilaquiles, no puedes quejarte.
Bufé mirando mi plato a rebosar de tortillas cortadas con salsa —Bien —acepté esbozando una mueca
—¿Ahora qué tienes? —comenzó a burlarse Alexander, apretando mis cachetes —Mi tierna ballenita —un plátano salió disparado en su dirección, golpeándolo en el hombro —¡Auch! Jos tiene razón, pareces un tomatito —señaló mi rostro enrojecido
Tomé una manzana dispuesta a lanzarla, pero Roberto entró con su silla y me la arrebató dándole un buen mordisco —¡Hey! Ese era mi proyectil —me quejé cruzándome de brazos
—¿Por qué no te callas y te pones a desayunar? Se te va a enfriar eso —sonrió el anciano, divertido con la situación. Nuevamente centré mi vista en el platillo, que no se veía nada apetitoso; probablemente sí lo era, pero aquel antojo había sido reemplazado por mole con arroz blanco
Alexander dejó caer su cabeza en el mantelito frente a él —Ay no, ¿ahora qué quieres que consiga? —sonreí tímida, y comencé a contar la historia de cómo había soñado con la comida que mi bebé exigía a pataditas; bueno, tal vez yo era quien lo hacía un poco
—Buenos días, Isabela —por la entrada de la casa llegó Sofía, luciendo tan exquisita como de costumbre —¿Has visto a Alexander? Necesitamos que firme esto —me tendió los últimos papeleos para un nuevo contrato
Admiré su esbelta figura, ignorando sus palabras —Eres muy bonita —le alabé involuntariamente, tomando los documentos y comenzando a leerlos
—Gracias, a ti el embarazo te sienta muy bien —me regresó el cumplido con una linda sonrisa
Acaricié mi vientre con dulzura —Eso dicen, pero Alex no deja de decir que soy una ballena —mi comentario nos hizo reír a ambas —No tardará en llegar. —le aseguré invitándole a sentarse a mi lado
—¿Te molesta si lo espero? Es urgente —se mordió el labio inferior, un tanto nerviosa
Le resté importancia, divertida —Tranquila, esta también es tu casa —empezamos a platicar de temas triviales, hasta que un ligero mareo me abrumó por una fracción de segundo, seguido de una punzada nostálgica que desconocí —Sofía, si no es molestia pero... ¿por qué no te has casado?
—¿A qué viene eso? —bajó la mirada a sus manos, entrelazadas sobre su regazo. Las tomé con cuidado, dándoles un ligero apretón, reconfortante para ambas
Ladeé mi cabeza, mirando sus ojos negros con atención —Sofía, ¿puedo contar contigo en que cuidarías de Alexander?
Me miró con el ceño fruncido —¿Por qué lo dices?
—Solo quiero asegurarme que no le falte nada, y que yo no seré el único soporte que él tenga —admití sintiéndola nerviosa —¿Entonces?
—Antes de conocer a la familia Castillo, cuando mis padres tuvieron el accidente y no había forma de pagar su tratamiento, el señor Roberto me ayudó —murmuró contándome una historia que yo desconocía —Venir de una familia pobre hace que pierdas muchas oportunidades, y ellos me la dieron; a cambio, yo me ofrecí a trabajar para la editorial a mis diecisiete años. Fue cuando los conocí, mi papá me enseñó que siempre hay que ser agradecidos —asentí dándola la razón, invitándola a proseguir —Lamentablemente no tuvieron muchas esperanzas, y el tratamiento costoso solo permitió que vivieran un poco más. Al morir ellos, continué con el empleo, y les juré que sería para saldar mi deuda, una que ellos me prometieron no era necesaria. Los Castillo hacen todo de corazón, por más fríos que parezcan —aquello lo tenía muy claro, ellos también me tendieron una mano cuando me quedé sin nada
—¿Qué les juraste?
Desvió su mirada a otro punto de la sala —Que me quedaría a servirles hasta el resto de mis días, así que, ahí tienes la respuesta.
—Alonso, necesito que te tranquilices —le pedí al pelirrojo de mi amigo, separándome un poco de Sofía para poder contestar la llamada —¿Qué ocurre?
—A Camile se le rompió la fuente —lanzó la bomba, dejando salir una gran bocanada de aire que seguro se escuchó hasta China; abrí mucho los ojos, comenzando también a estresarme
—¡Pero su cesárea estaba programada para dentro de unos días! —no tenía mucho sentido, ya que ella no sería mamá primeriza. Puse altavoz y le pedí a la pelinegra que escuchara conmigo esto —¿Qué procede? ¿Cómo está ella? —bombardeé con preguntas al pobre ojiazul
—Estoy solo con Paul y ella, Marce y yo la estamos llevando al coche —fruncí el ceño, mirando extrañada a Sofía
—¿Y Jos?
Aclaró su garganta, como si se pensara lo que diría —Si te alteras no le hará bien al bebé, ¿estás con alguien? —gran idea Villalpando, sus nervios se me pegaron como garrapatas y estaban recios a soltarme
—Alonso —gruñí entredientes, amenazante por la espera que alargaba
—Pásame a Alexander —me pidió suplicante, sabía que estaba frustrado con tanto encima y yo no le estaba ayudando en nada
—No está —contesté rápidamente, sin mentir en nada —Estoy con Villalba —sabía que él la reconocía por el apellido —Dime dónde está José.
—Salió huyendo —susurró apenas legible
—¿QUE ÉL QUÉ?
—Escucha, voy manejando pero te explicaré todo —comenzó a decir, podía oír el tráfico de la ciudad —Mierda.
—¡Alonso, esa boca! —si no estuviera en esta situación, probablemente habría reído con el regaño que le dio Marcela
—Isabela, Marina sufrió nuevamente un infarto hace cosa de media hora, y Jos se fue a buscar a Christian, me parece que está en terapia intensiva. Es lo único que sé —sabía que se refería a la pareja de su madre —Creemos que el estrés hizo que el parto de Cami se adelantara. No hemos podido contactarlo. ¿Podrías tratar de hacerlo tú? Jos estaba mal.
Miré a Sofía, la cual asintió comprensiva y sacó su móvil —Dejaré a alguien a cargo de eso, dime a qué hospital la llevan.
—Al privado, Santa Lucía —excelente, quedaba cerca de aquí y con suerte podría ir caminando. Gonzalo se había llevado el coche, estaba sola con la pelinegra y mi esposo no se encontraba en casa
—¿Puedes tratar de llamar a Jos? Le avisaré a Alexander —Sofía se dio vuelta comenzando a teclear uno de los tantos números, los más importantes en caso de emergencia, que estaban pegados, gracias a mí, en la superficie del refrigerador. Tres timbrazos después, una gruesa voz contestó al otro lado de la línea —¿Sonso?
—Hey, ballenita —escucharme pareció animarlo, sabía que estaba pasando por mucho trabajo, especialmente con lo que estaba a nada de firmar
—Alex, Camile ya va a dar a luz y la madre de Jos recayó —le expliqué rápidamente, mordiendo mi labio inferior —Jos se tomó mal la noticia, no hemos podido contactarlo para decirle. Te robaré a Sofía un poco, iré con Cam por mientras. Alonso y Marcela ya la están llevando al hospital, veré en qué ayudo, sabes que Paul no debería quedarse solito.
—Estás embarazada, Isabela, lo siento pero...
—Su ginecólogo está en el Santa Lucía, solo atravesaré la avenida y listo. Puedo caminar, prometo que iré a paso lento, estoy calmada y perfectamente estable —le prometí, asegurándome de que mi bolso tuviera todo lo necesario
—No me convence este plan, cariño. —sonaba dudoso, y lo comprendía, pero esta era una emergencia de una de las personas más importantes de mi vida.
—Le prometí a Jos que estaría siempre en los mejores acontecimientos, y lo necesita, no quiero ni imaginarme cómo está.
Oí un suspiro pesado, rendido —Me llamarás cuando estés ahí, ¿cierto? Dile a Sofía que te acompañe.
Me armé de valor, apretando los puños —Tranquilo amor, estaré bien.
Hola hola💛
Recuerden que las quiero un montón, no dejen de leer la novela que YA SON LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS. A lo que muchas me habrán preguntado, les confirmo que no habrá segunda temporada. Gracias por acompañarme hasta el final de la historia:)
En Multimedia Kirsten Zellers, la persona que se me asemeja como Camile.
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—Su fiel escritora Frida :')
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