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Capítulo 42._ Ángel mío




»Jos



Aquella duda sobre el día de la boda me había estado rondando por los últimos dos meses, al punto que Alexander llegó a ir a buscarme al trabajo sin mucho éxito ya que "no me encontraba". Já, en realidad me escondía de él.

Sabía que Isabela quería verme ahí, pero yo no estaba listo, por el simple hecho que no merecía estar compartiendo ese momento tan especial con ella, después de años dificultándole todo. Ella debía ser feliz sin mí, si lo hizo por tanto tiempo ¿por qué no lo seguía haciendo? Era lo mejor. Pero no. Incluso me llamaba, y no paraba de enviarme mensajes, recados que nunca contesté por cobarde.

Prefería mantenerme ocupado, tomando mi té favorito y ordenando los papeleos que mi jefe me encargaba. Las ventas últimamente habían bajado, lo cual nos preocupaba a todos dentro de la fábrica.

Froté mis sienes con las yemas de mis dedos en suaves movimientos circulares, la cabeza parecía que me quería estallar. Suspiré mirando hacia la fotografía familiar que tenía sobre mi escritorio, justo a lado del librito.


Me levanté, dispuesto a ir al baño, cuando una conocida voz llamó mi atención —Buenas tardes, ¿está Jos? —seguía siendo un tanto penosa, podía notarlo apenas escuchándola

—No señorita, pero puedo hacerle llegar su recado —respondió mi buena Ana, una joven que era mi asistente desde hacía un buen tiempo

Oí un suspiro de su parte, estaba cansada, lo supe al instante —¿Sabe si va a tardar? —fruncí los labios, sintiéndome más culpable que antes

—Salió a comer, suele llegar hasta las seis —Isabela maldijo por lo bajo, frustrada. Me sentí mal por ella

—Dígale que Isabela Alejandra vino a buscarlo nuevamente, y que... —tardó un poco en seguir, como si se debatiera entre decirlo o no. Mas al final, lo hizo de la manera más queda e hiriente —...es la última vez que lo buscaré para esto. 


Unos tacones golpetear el suelo con elegancia, y luego nada. Pronto Ana vino a tocar mi puerta, encontrándome espiando. Le sonreí inocentemente, acomodando mi corbata chueca, solo sucedía esto cuando yo la anudaba. 


Arqueó una ceja, divertida —Jos, ¿te le seguirás escondiendo? —bajé la mirada, apenado —Deberías hacerle caso a tu mujer, creo que esa chica realmente quiere verte ahí. Tú no viste su expresión, pero estaba triste. Demasiado, diría yo —dicho esto se retiró cerrando bien la puerta


Caminé arrastrando los pies hasta echarme sobre mi silla giratoria, con una punzada en el pecho. Tomé entre mis manos el álbum, buscando una de mis páginas favoritas: Jos Canela e Isabela Alejandra en el falso registro civil de la kermés en el colegio. Sexto de primaria, Katia con frenillos y Alonso con lentes de botella. Sonreí por inercia, deseando poder tocar la fotografía y transportarme a ese tiempo.




—¿En verdad no irás? —Camile terminó de colocarse los aretes y pasó a peinar al pequeño Paul, el cual lucía un trajecito adorable —Jos, te puedes...

—...arrepentir, ya lo sé —rodé los ojos, terminando la frase por ella, pues por mucho tiempo me la estuvo repitiendo día y noche, al punto de ir a verme al trabajo solo para eso

—Da igual, solo falta media hora para la ceremonia, así que me voy o se me hará tarde —avisó acercándose a mí, hice un piquito con mis labios mas no recibí nada —Maquillaje, ¿recuerdas? —se apuntó a sí misma, lucía espectacular con su vestido rojo a juego con la corbata de Paul. Camile era una de las damas de honor, y ya iba retrasada para la sesión con la novia, previa a la misa. Besé la mejilla de mi hijo antes de que se fueran, tomando mi coche, ya que solo teníamos uno


Con flojera me hice de desayunar y volví a mi cómoda cama matrimonial, continuando con el maratón de mi serie favorita que había estado viendo desde anoche.

Miré mi celular, mensaje de un número que no tenía registrado. Habría sido bonito verte aquí, recuerda que siempre tendrás lugar en mi corazón. Te amo.

Abrí el Whatsapp y di click a la foto del contacto: Isabela.

El remordimiento volvió a mí, y como si fuera una señal, Facebook compartió un recuerdo de hacía diez años. Pero eso, no fue todo. Al abrir un cajón para sacar el cargador de mi laptop, estaba el álbum de fotografías.


—Ay Camile —gruñí, ella siempre haciendo de las suyas. Miré la hora, y deseando no arrepentirme, corrí a darme una ducha y buscar el traje que mi novia me había comprado hacía poco por si decidía ir —A veces te odio, y luego quiero comerte a besos, ángel mío —murmuré mirando las ridículas prendas que debíamos de usar para esta clase de celebraciones


Eso no dirás cuando llegue tu turno de casarte.

Cállate Canelita, ahora no.

Hice el maratón de mi vida, ya que me había quedado sin coche y la ceremonia había comenzado hacía cinco minutos. Ni siquiera me molesté en ver los estados que hubieran subido a redes sociales Marce, Freddy o Mikeyla. No tenía tiempo de coger un taxi y la catedral quedaba retirada de aquí.

Sin importarme el sudor, solo le llamé a Alonso y a Katia, la última no me contestó claramente. 

Me detuve cansado frente a una plaza, verla trajo consigo varios recuerdos. Motivado por ello, continué corriendo hasta que el pico de una cúpula entró en mi campo visual, y pronto las campanadas en mis oídos. Nunca fui muy creyente, mas esta vez le rezaba a Dios me diera la oportunidad de vivir este momento con mi mejor amiga. Se lo prometí hacia años, ya era hora de que cumpliera al menos una.

Subí deprisa los bastantes escalones hasta toparme con unas lindas damiselas de espaldas, y un velo largo. Alonso fue el primero en verme, me escondí detrás de su espalda mientras él caminaba recto hacia las chicas.


—Pero es que él... —era Isabela, con tono angustiado

—Ya retrasamos todo casi quince minutos Isa, no va a venir —le dijo Marce con una sonrisa triste. Mi amiga asintió y se acomodó con el esposo de su hermana Andrea, Judas, entrelazando su codo con él

No se oía muy contenta como debería, estaba a punto de casarse —Bien, hagamos esto.


Era mi momento.

Isabela se dio una vuelta más, mirando hacia la entrada esperanzada, siempre teniéndome tanta fe. Lucía hermosa con ese vestido blanco, haciéndome sentir melancólico. Maquillaje detallados y sensual, un peinado juvenil y el mismo tic nervioso de siempre.

Con vanidad, acomodé mi saco antes de que ella notara mi presencia.


—¿De verdad iban empezar a empezar sin mí?




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¡Hola hermosas criaturas! Sé que me he tardado mucho en actualizar y me disculpo de todo corazón pero ocurre que han pasado demasiadas cosas en mi vida y ya ni sé qué me pasa😅 También sé que con esto de las novelas me atribuí una gran responsabilidad con esto de actualizar.

Me ayudarían mucho si votan, comentan y agregan la novela a sus bibliotecas y listas+ Es válido que sí les gusta y tienen más amigas coders, les compartan la novela jeje

Pueden seguirme en Twitter como @glownandi (ahí siempre estoy conectada). Eso es todo, no olviden que las quiero mucho y gracias por su apoyo.


—Su fiel escritora Frida :')

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