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Capítulo 3._ Jodido Canela




»Jos



Me desperté temprano para llegar a la escuela a tiempo, a mi pequeña mejor amiga Isabela le molestaba que fuera irresponsable e impuntual. Esa mañana el aire era fresco, me acerqué a mi calendario pegado en la pared y taché un día más. En dos semanas sería mi cumpleaños y estaba dispuesto a que el tema de mi fiesta estuviera en boca de todos; no sería difícil, el colegio entero me conocía.

¿Saben qué era lo mejor de ese día? Otro cumpleaños con Isa a mi lado, así la solía llamar yo, de vez en cuando Alejandra porque sabía lo mucho que odiaba su segundo nombre; era perfecto para hacerla enfadar. Desde hacía seis meses aproximadamente, todo cambió luego de aquella fiesta en la que Freddy Leyva fue el anfitrión. Nunca pude recordar el por qué, solo que al siguiente día tuve la peor resaca de mi vida más un sentimiento extraño en mi corazón. Veía a la castaña y me era imposible no emocionarme, evitar tomarle de la mano o celarla aunque ella fuera demasiado ciega e ingenua para verlo. El idiota de Pablo comenzó a pasar mucho tiempo con ella y eso me desesperaba, a veces odiaba que Isabela tuviera un corazón tan grande y suficientemente abierto para que todos entraran en él. Solo lo quería para mí, como en los viejos tiempos que los hombres no se le acercaban como si fuera una diminuta presa al acecho. Pero ella se había alejado de mí y yo ya la quería como no tiene nadie una idea.

Busqué un lugar vacío en el estacionamiento de la escuela y bajé, cerrando bien mi coche y caminado por los pasillos en busca de mis amigos, especialmente a ella. No podía esperar más, hoy tenía que hablarle con la verdad. 

Educadamente saludé con la mano a Alonso y Katia, mis amigos y los de Isa también.


—¿Qué tal, amigo? —dijo Alonso sonriendo, sus ojos azules siempre bailaban divertidos. Quizá por eso nos llevábamos tan bien, él era un tipazo y todo el tiempo estaba alegre; cuando se molestaba daba risa

—Todo bien, ¿y ustedes?

—Perfectos Canela —respondió Katia, una chica de estatura media y pelo castaño. Su piel apiñonada tenía un curioso subtono cálido, haciéndola lucir exótica

—¿Dónde está Isa? Ella es muy puntual —cuestioné mirando a todos lados. Su casillero estaba a lado del de Alonso, pero definitivamente ella no estaba ahí

—No lo sé —respondió esta vez el ojiazul sin tomarle tanta importancia como yo. Fruncí el ceño ¿dónde estará mi chica?


Para mí, ella era mi chica aunque nadie lo sabía; era un secreto que mantenía con mi Josesito interior. Mi teléfono sonó, así que lo saqué del bolsillo delantero de mis pantalones y contesté. Sonreí al ver la pantalla, su lindo y corto nombre aparecía en él. Después de todo este tiempo, era de las pocas veces en la que ella tomaba la iniciativa de llamarme.


—¿Bueno?

—Jos ¿cómo estás? —mis piernas parecían dos ricas gelatinas de chocolate al oír su dulce voz, sentía que me derritiría ahí mismo y el ojiazul tendría que llevarme cargando a casa. O quizá a un hospital, porque parecía que el aire se me iba con tan solo escucharla pronunciar mi nombre de sus carnosos labios. Sin embargo, esta vez no era ella; solo su número telefónico, la decepción se hizo dueña de mi pecho

Suspiré pesadamente —Bien, gracias señora Beca ¿y usted? —era la madre de Isabela, lo cual se me hizo muy extraño. Comencé a preocuparme y los chicos lo notaron

—Muy bien, gracias Jos —dijo con su amable tono —Ale me pidió que te avisara que no irá a la escuela —terminó de decir con su voz suave, muy parecida a la de mi ángel. Casi me echaba a reír si no fuera porque mi preocupación era más grande que la diversión que sentía cuando su madre la nombraba 

Mi entrecejo se arrugó más, miré el teléfono son sorna —¿Por qué? ¿Está bien? 

—Tiene fiebre y un poco de resfriado, espero que se le pase. Solo quería avisarte ya que me estuvo rogando porque lo hiciera, le quité el teléfono capaz y en vez de reposar se pone a hacer otras cosas —definitivamente me tendrían que sacar de aquí en camilla. Ella le había pedido que me avisara... me amaba lo sé. Sonreí, la palabra "permanecer en la cama" no estaba en el diccionario de Isabela; era más hiperactiva que un saltamontes brincando

—Gracias por avisar.

—No es nada, hasta luego Jos —dicho esto colgó, revisé mi teléfono una vez más antes de guardarlo. La morena me miraba expectante, el cuello de su chamarra de mezclilla estaba un poco doblado

—¿Era su madre? —preguntó tímidamente, a pesar de nuestra gran amistad seguía siendo reservada

—Así es, al parecer está enferma.

—¿Quién está enferma? —llegaron Freddy y Clara; otros dos pertenecientes a nuestro club social del colegio. El chico era sensual y sus alborotados rizos hacían que las chicas suspiraran al ver al castaño, por su parte ella tenía las puntas de su cabello teñidas de verdes y sus ojos almendrados. Lucía gracioso ver la estatura entre ambos, él bronceado y alto, ella bajita y pálida a excepción del exceso de rubor maquillado en sus mejillas

—Isabela —respondió Alonso por mí, saludándolos a cada uno. La castaña les mostró el nuevo celular que sus padres le habían comprado un día antes 

—En cuanto a nuestra amiga, lástima. Ojalá se mejore —dijo de manera sincera. En lo que mi mente procesaba un plan rápido, ellos comenzaron a platicar sobre temas triviales; todos nos llevábamos bien

Una vez que tuve todo bien estructurado, les sonreí orgulloso —Bien, cúbranme que me voy —solté muy seguro adoptando porte autoritario. Las miradas de todos se posaron en mí, dejando de hacer lo que sea que estuvieran planeando; por lo regular eran salidas al bar

—¿Que tú qué, José? —preguntó Freddy arrugando la nariz. Rodé los ojos, muy guapo pero lento de procesar

—Voy a verla, ¿qué no es obvio? —respondí desesperado y metiendo mis manos a los bolsillos de mis jeans

—¿Estás loco? —murmuró Katia mirando a todos lados, asegurándose que nadie notara nada. Claaaaro, como si alguien estuviera viendo —Jos vas a reprobar en Matemáticas, Óscar se va a molestar. No te vayas —exclamó bajito, cruzándose de brazos

—Se trata de Isa. Necesito asegurarme que mi princesa esté bien, ¿por qué no pueden entenderlo? —los miré mal, ellos sabían que esto era realmente importante para mí, no por nada rara vez le otorgaba a Isabela apodos cariñosos como ese

Los saltones ojos de Clara me miraron desorbitados, joder, otra loca por los estudios. Las matemáticas no eran lo mío —Por Dios José ¡su mamá te llamó para decirte que ella está bien! —insistió muy alterada, de las dos chicas que tenía en frente ella era la que mejor me comprendía

—¿Y? Me saltaré las clases por ella. Soy todo un Romeo, mi damisela me necesita —dije con voz heroica tal cual caballero en las películas medievales, mis amigos rieron a excepción de la aburrida y aguafiestas de Katia. Entendía que fuera como la madre del grupo, pero... ¡bah!

El rizado comenzó a hablar, recargándose en los casilleros —Si eso no es amor, que me cojan por él...

—¡Freddy! —lo regañó Clara dándole un buen golpe en el pecho

Auch, por el culo —terminó de decir antes de que la teñida pudiera volver a protestar, Freddy estaba bromeando en apoyo; le guiñé un ojo dándole la razón y chocamos puños una vez que me extendió el suyo. Acomodé mi mochila y comencé a caminar directo a la salida. Por suerte ese día llegué con tiempo de sobra y faltaban aún para el toque

—Escucha, sabemos que ella te gusta demasiado —Katia sonrió mucho, haciéndome detenerme. ¿Tan obvio era? Se suponía que nadie debía de enterarse. La miré aparentando no entenderla —Cualquiera que los viera y no los conociera pensaría que son novios, ni siquiera te molestas en ocultarlo. ¿Esa sonrisa tonta que babea al verla y tus estúpidos ojitos cafés brillando?

Clara le dio un codazo, divertida —Con ella nació Kat, no seas grosera —mis amigos comenzaron a reírse, gruñí por lo bajo

—Muy graciosos, si eso fuera cierto con más razón deberían aceptar lo que estoy haciendo, bobos —decidí ignorarlos, algo molesto. Para ser sincero yo me llevaba pesado pero no me aguantaba, y no estaba dispuesto a perder estos valiosos minutos en oír cómo se burlaban de mi cara cuando en este momento podría ya estar con Isabela entre mis brazos

—¡Después hablaremos de eso Canela! —gritó Alonso, sin mirarlo me encargué de mostrarle mi dedo de en medio. Hasta la entrada pude oír su ronca risa. Aunque una parte de mí sabía lo que sentía, aún no se lo confesaba a nadie; sí, el gran Jos Canela era malditamente inseguro y tenía miedo que si decía en voz alta mis sentimientos, sería como aceptar la realidad... una que no podía existir, tal vez las cosas estaban mejor así


Si era necesario perderme un día de clases por ella lo haría, no me importaba. Aunque claramente fuera a reprobar y mis padres me castigaran, ¿qué más podía ser tan malo?



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»Isabela



—¡Jos! —el estúpido y adorable pelinegro que tenía de amigo, me había despertado saltando sobre mi cama... específicamente, encima de mí aplastándome. Intenté dar una bocanada de aire. «Jodido Canela»  

—¿Cómo estás? —me preguntó con una sonrisa inocente y ojos de perrito. La palabra malhumorada se quedaba corta a mi actitud cuando interrumpían mis horas de sueño. Como soy una niña muy paciente, hice lo que tenía que hacer. Le di un almohadazo —Bien idiota, ya tienes lo que querías... estoy despierta —fruncí el ceño en un vago e inútil intento de removerme para quitarlo de mi torso —Y si no te has dado cuenta, ¡tengo casi cuarenta de temperatura y me estás asfixiando!


No había sido la idea más inteligente de todas, pero no tenía nada a la mano excepto a Corny, mi almohada adorada de unicornio y yo estaba muy débil para golpear. ¿Para qué ese pedazo de imbécil se burlara de mí y de mi golpe? No, gracias. Canela y yo así nos llevábamos, con lindos apodos de "engendro apestoso", porque ¡qué cursi decirnos "cariño"! Las haditas ya no eran para mí, me gustaban más los juegos de destrucción. Tenía que aceptarlo, ya no éramos los mismos pubertos de antes. Las cosas habían cambiado.


Aquellos pensamiento mejoraron un poco mi ánimo, de estar enojada ahora me sentía... triste. Se suponía que no debía de sentirme así con él —¿Estabas dormida? —preguntó fingiendo, con ayuda de sus ojitos. Le saqué la lengua, sí, dije que habíamos cambiado pero eso no quitaba nuestra inmadurez juntos

—Estúpido.

—Eres una inmadura —A eso me refería. Rió de manera tan melodiosa mientras se quitaba dándome mi espacio personal que tanto me gustaba. Maldije internamente, ¿es que alguien podía verlo? Era tan lindo que lo odiaba al muy pendejo. Pensándolo bien, tampoco era su culpa que yo fuera la única enamorada. Se sentó a mi lado, abrazándome por la cintura. Mierda, otra vez este revoltijo en mi estómago

—En mi defensa tú lo eres. Sabías que estaba descansando de este fatídico día —dije incorporándome y recargándome en la cabecera de mi cómoda cama. La serie de luces colocada en esta titilaba sobre nuestras cabezas de manera mágica, casi romántica. Me aparté un poco

—No sabía, en serio —otra vez su falsa inocencia, volví a aventarle ahora un peluche que él me había regalado a los nueve años. El Sr. Orejitas, mi conejo rosa favorito con el que dormía desde que llegó a mi vida —Qué agresiva, no era necesario —reí, con este chico siempre era así. Tomó el feo muñeco rosado y lo examinó con una sonrisa desvaída —Hey, aún existe esta cosa horrorosa.

—¡Hey! Es... bonito. No tienes derecho, son casi iguales —lo defendí arrebatándoselo, e insultando sus dientes. Me sacó la lengua él, inmaduro, debería de aprender de mí 

—Soy muy guapo, cállate cabeza de foco —le mostré mi dedo medio, con una falsa sonrisa de lado

—¿No deberías estar en la escuela José Miguel? —arqueé una ceja, mirándolo

Lo vi ordenar su desacomodado cabello, gracias a mí —Como tú dices debería, pero no lo estoy. Tu madre me llamó y vine a verte —contestó acostándose sobre las desordenadas colchas

Awww ¿te saltaste un día de clases por mí? —me burlé un poco, él lo notó y comenzó a reír con las mejillas un poco encendidas. Miré hacia otro lado, el frío debía de estar intenso, probablemente por mi temperatura no lo percibía del todo

—Sí —respondió sin quitar su sonrisa —Aunque Óscar me repruebe —añadió y yo dejé de sonreír. A él no le iba tan bien como a mí en las materias, era un tema que ya habíamos hablado seriamente

Entrecerré los ojos —Jos... —comencé a decir como cualquier madre regañona, no sé por qué me quejaba tanto de ellas cuando yo era igual

—No empieces Alejandra, es aburrido estar en su clase —me interrumpió con una mueca. Comenzó a acariciarme las mejillas muy cerca de mí, sonreí algo incómoda, olvidando el hecho de cómo me llamó —Vamos, no te enojes conmigo, fue para hacerte un bien.

—Pero no a ti. ¿Cómo entraste, eh? —pregunté, mi madre se había ido al igual que papá. Trabajaban desde muy temprano y salían tarde, el pelinegro sacó unas llaves de su bolsillo 

Torció una sonrisa, sabía que se quería reír pero se estaba conteniendo —Ese viejo escondite de poner llaves de repuesto bajo el tapete, ya no es muy efectivo. Dile que tenga cuidado, un maniático podría meterse —levanté mis cejas, divertida. Frunció el ceño, negando —Okay yo claramente no lo soy. Por suerte esa vez sí fui pero... ¿qué tal si era un maniático? No soportaría perderte. —admitió serio, agitando el llavero de ranita frente a mí. Se las arrebaté mientras él sacaba su celular y me lo entregaba, se acurrucó en mis piernas y yo tomé una foto

—Pues no estás muy lejos de lucir como un loco. Ya te tienes que cortar el pelo, trozo de marmota. —ambos reímos, aquel apodo se lo ganó por su dentadura

Me miró con ojos brillantes —¿Por qué no me lo cortas tú, preciosa? A ti te confiaría hasta mi corazón —a pesar de la sonrisa, algo en su voz me decía que sus palabras iban en serio. Desde esa maldita noche en que fuimos de fiesta todo cambió y yo esperaba que él no recordara que le confesé mi amor. Ahora siempre me daba cumplidos, actuaba raro conmigo y con los chicos que me hablaran y para acabarla, me lanzaba indirectas coquetéandome 


Pendejo.

Pero de ese modo lo quería ¿no? Aún cuando sabía que él nunca dejaría su adicción a las mujeres, por lo menos lo estaba intentando con las otras dos: el alcohol, y drogas. Pero él era mi desastre, así lo quería y me aguantaba, no quería perderlo. Metería sin dudarlo, las manos al fuego, por que estuviera bien.

Sí, estaba enamorada de él.

Era mi mejor amigo, nadie lo conocía mejor que yo a excepción de su familia cercana. Al notar que tenía cara poco amigable hizo una tierna sonrisa y me acercó a él, acostándonos a ambos mientras yo quedaba casi encima de él. De manera sana, nos gustaba estar en esa posición. Era cómoda y él podría cumplir uno de mis caprichos, el cual consistía en acariciarme la espalda hasta quedarme dormida. No me importó que nuestros alientos de mezclaran mientras él acercaba su rostro hasta besarme la frente y luego colocar mi cabeza bajo su barbilla. 

¿Qué más me quedaba? Debía aprovecharlo cuando en algún momento se tendrían que terminar. Lo abracé tan fuerte como pude, lo amaba y nadie podía impedirlo; al menos no ahora.




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¡Hola! Espero que estén muy bien💕 Bueno, ya tenía que actualizar estoy consciente de que me tardé así que me disculpo.

Quizá la razón fue que hoy es cumpleaños de Jos, ya 20 años:( Parezco una madre orgullosa.

No olviden votar, comentar y agregar la novela a sus bibliotecas y listas+ 

Gracias por leer , las quiero mucho❤


ACTUALIZACIÓN 2020

Por lo regular me gusta poner un capítulo para la narración de cada personaje pero esta vez quise que los POVS de Isabela y Jos estuvieran juntos para que los conozcan un poco mejor:)


―Su fiel escritora Frida :')


11/04/2020 RE-EDICIÓN

Hola!! estoy actualizando la novela y re-subiéndole ya que la puse en borrador, no se extrañen de las notas de autor al final de los capítulos pues las puse hace muuuuucho tiempo

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