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Capítulo 20._ Saber perdonar




«Jos»



—¿Por qué lo preguntas? —frunció el ceño, posteriormente parpadeó repetidas veces. Estaba nervioso, AJÁ

—Solo dime. —insistí con voz severa, dispuesto a intimidarlo hasta que me dijera la verdad. Su mirada azulada no iba a engañarme, últimamente me convertí en un gran detector de mentiras.


Por supuesto que no, F A L S O

Ni siquiera pude ayudar a mi amiga. Sí, mi mente tenía la razón esta vez.


—Bueno Jos, ella es linda y muy amable... —comenzó a decir con una sonrisa, entrecerré los ojos mirándolo amenazadoramente —Y sí podría ser que me gustara, es decir, con ella no es raro que vayan tras sus huesitos... —ladeó la cabeza, viéndome divertido. No pude descifrar si estaba tomándole el pelo, o lo decía en serio

—Tú, pedazo de hadita...

—Pero hay alguien más, una chica —terminó diciendo, tímido, agarrándose el cuello con su mano.

El alivio recorrió mi cuerpo, de nuevo —¿En serio? Espera ¿quién es? —pregunté curioso, hombre pero no menos chismoso

—No sé si la conozcas, pero va en tu clase. Marcela, pero le dicen Marce —suspiró sonriente, como tonto enamorado. Ew  —Me gusta mucho —admitió más para sí mismo, seguro de su respuesta, pareciera que yo no existía en ese momento

—¿Y por qué no la invitas a salir? Cursi —lo codeé, juntos reímos ahora que la tensión se dispersó. Solo fue una falsa alarma —Te estás convenciendo, cuando se supone deberías ser certero con tu decisión.

—¿Y si me dice que no? —el pequeño Alonso de hacía unos años, temeroso a todo, volvía a hacer su aparición

Le guiñé un ojo, cómplice —Inténtalo, yo creo que aceptará.

—Eso haré, gracias amigo —me agradeció sin perder la sonrisa —Ahora pasemos al tema de Isabela... —canturreó quedito, sin embargo lo alcancé a escuchar. Solté un bufido, cansado de lo fastidiosos que podían ser mis amigos con ello; es decir, yo sí tenía derecho de sacarles la verdad, no ellos a mí

—Vamos Alonso, ahora no —negué repetidas veces. No van a oír que lo diga no no... tururu. Joder, las canciones de Disney que cantaba Isabela se me comenzaban a pegar; maldije el maratón de películas que me obligaba a ver con ella

—¿Entonces cuándo? —se quejó en su reclamo, dejándose caer sobre las gradas. El viento sopló alborotándonos a ambos el cabello rebelde y sudado por el entrenamiento

Imité su acción, resignado y perdiendo mi vista en las hojas de los árboles que cayeron debido al fuerte aire que empezó a correr en pleno mediodía. El cielo estaba tan azul, y esponjosas nubes blancas formaban extrañas figuras de dinosaurios y espadas. —¿Qué quieres saber? —sonreí por inercia, sacudiendo mi cabeza para despejarme, todo me recordaba a la inocente castaña que se apropiaba de mis pensamientos sin permiso

—En realidad nada —se encogió de hombros y miró al suelo, jugando con una hormiga que recorría su mano y antebrazo repleto de vellos claritos 

—¿Entonces?

—La estás perdiendo Jos, y eres tan imbécil que no lo ves —escupió casi enojado, dejó al animalito en paz sobre el concreto. Como buena persona, la aplasté sin dificultad con mi dedo pulgar —¡Jos! —me regañó enfadado, esperanzado de poder darle primeros auxilios a su nueva y diminuta amiga. Segundos más tarde, sus patitas se dejaron de mover —Eres un asesino.

Me incorporé de golpe desde que me reprochó mi cobardía —¿De qué hablas? —tenía el presentimiento que mi mejor amiga sabía más información de la que me decía, solo comentaba las partes convenientes y no el cuento completo

—¡No le has confesado nada de lo que sientes por ella! —exclamó acercándose a mí, y elaborado un tonto plan junto a ramitas que había tiradas. Tomo un palito y señaló a unos insectos que acarreaban hojas pequeñas en conjunto —Amigo, estamos a nada de que sea su cumpleaños y faltan siete meses para que terminemos la preparatoria. ¿Todos son amigos ¡wu! —celebró con falsa emoción —Pero cuando se llegue el fin del semestre, cada uno tomará rumbos distintos y se irá con sus respectivas pertenencias a buscar algo nuevo —apuntó hacia esos chiquitos seres vivos —Imagina que son las maletas, ¿ves cómo se dispersan? Sin importar lo que dejen atrás, eso incluye a las amistades que formaron —para ser una analogía tan simple de entender, me pegó duro contra la realidad. Dos hormigas se juntaron, asemejé que estaban hablando en su idioma —Y si no le dices nada, será muy tarde Jos. No eres el único cubito de hielo en pleno calor.

—¿Estás diciendo que me olvidará y se enamorará de otro? —su silencio fue la respuesta que esperaba, pero que no quería oír —No lo entiendes, mi amistad con ella es más importante. Estoy... dispuesto a renunciar a Isa antes que perderla. Ha sido mi luz por tanto tiempo, ya la he decepcionado y no soportaría que me dejara.

—¿Lo prefieres a poder llamarla novia? —arqueó ambas cejas —Ha estado enamorada de ti por toda la vida, creo —dijo burlón, ladeando su sonrisa

—¿Por cuánto tiempo? Además, no lo demuestra —le contesté restándole importancia, tomé mi botella y di un trago dejando que el agua fría refrescara mi garganta por largos segundos

—¡Ella te ama! No puedo creer que digas eso —Alonso se encontraba incrédulo por mis palabras

—¿Cómo estás tan seguro? —le pregunté ahora yo frunciendo el ceño

—Cuando ella se vaya, no habrá más que hacer. Entraremos a la universidad, ella conocerá otros chicos y con suerte se fijará en alguien más. Deja de perder tiempo y dile, no te vayas a arrepentir de esto después —se levantó al ver que el entrenador se acercaba, y yo imité su acción

—¡Ya regresen! Dense prisa muchachos, tenemos un juego que ganar.

Aquellos ojos azules me miraron, decepcionados —Solo piénsalo, ¿sí?



—Dile.

—No Fernanda, aún no es tiempo.

—¿Entonces cuándo? ¿Mañana?¿El día que ya se vaya? No Canelita menor, así no funcionan las cosas —negó mi hermana con su largo dedo acusador

—¿Y cómo funcionan según tú? ¿Arriesgándote a decirle a tu mejor amiga que te gusta y que tengas dos posibilidades, que te acepte o simplemente te rechace y su amistad de toda la vida termine? —arqueé ambas cejas y ella asintió —No Canelita mayor, así ni funcionan las cosas —Fer me sacó la lengua al notar mi pobre imitación

—No pierdes nada con intentarlo —se encogió de hombros mientras tomaba un sorbo de su té verde. Arrugué la nariz, detestaba la que era su bebida favorita; todo lo que tuviera que ver con ese color no era de mi agrado, algo irónico puesto que a Isabela le encantaba

—Claro que sí, ¿quieres que te lo enumere? Si me rechaza la perderé no solo como pareja, sino como amiga —fruncí el ceño bajando mis manos después de contar las escasas opciones con mis dedos

—Bien, creo que quizá podrías perder algo, pero es una probabilidad mínima —soltó con una pequeña sonrisa traviesa haciendo que yo bufara, no estaba de humor ni para ella —Pero mira Jos, ya te hemos dicho ocho mil veces que le gustas.

¡Que NO! —me volví a tirar en mi cama, dispuesto a no abandonar mi postura

—Si no le dices tú, lo haré yo —soltó de golpe, su cara no mostraba nada —Ya me cansé de verte sufriendo y partiéndote la cabeza, no es bonito. Además, necesito que se te quite ese olor a sexo.

Decidí ignorar lo último que dijo —Te pediré que por favor no te metas —gruñí mirándola molesto

—Es broma, pero lo digo en serio Jos, la vas a perder. No eres el único chico en este planeta, y no digo que todos sean mejores que tú, no... Pero ella se cansará de esperar, ya lo ha hecho por mucho tiempo —miró sus manos y las frotó —Es lo único que puedo decirte.

—Pero ella... —me interrumpió, sin darme opción a rechistar

—Y tú te quedaras solo renegando por qué no le confesaste lo que sentías, y te conformarás como siempre con una chica que no quieres —y por más bravo que me pusiera, sabía que era verdad. Odiaba que tuviera la razón, probablemente porque yo nunca la tenía

Como si me leyera la mente, continuó hablando con sus ojos entrecerrados examinándome como un escáner —No dices nada porque sabes que estoy en lo cierto, como siempre hermanito —sonrió orgullosa y se sentó a mi lado mientras acariciaba mi cabello y con la otra sostenía su taza —A menos que... Jos, ¿tú la quieres?


Vacilé, cerrando fuertemente los ojos y llevándome los dedos al puente de mi nariz. Hice un recuento de los momentos que vivía hasta la fecha con mi dulce chica, las alegrías que traía a mi vida y lo bueno que se sentía respirar cuando estaba a mi lado.

Sí, bueno... creía que sí. Eso, ¿es amor, no? 

Los segundos que tardé en pensar una respuesta poco convincente, hizo que mi hermana me mirara insegura. Tratando de analizarme, incluso de ver mi alma; un escalofrío recorrió mi espalda, Fernanda era una persona intensa.


—Tengo miedo Fer —mi voz se quebró y me llevé las manos a la cara, odiaba no poder expresar mis sentimiento de la forma correcta

—No tienes que tenerlo, ella te quiere. Cada que la veo contigo y se miran, puedo verme a mí con Mich cuando apenas salíamos —me sonrió con ternura, aunque pronto adoptó una expresión seria —Pero, si tú no sientes lo mismo, mejor aléjate. Solo ganarás darle falsas esperanzas, y ella un corazón hecho pedazos. No digas que no te lo dije —me advirtió con voz severa, si la castaña lo decía es porque veía algo en mí que nadie más hacía, ni yo; ese debería ser un superpoder

—No es eso —sí era eso. —Ella se irá, yo también... Si lo intentáramos ¿funcionaría? —la miré a los ojos buscando un poco de esperanza en sus ojos, mi hermana suspiró

—Es cuestión de que de verdad se quieran y sean maduros en cuanto a su relación —esbozó una sonrisa de lado y palmeó mi espalda intentando reconfortarme —Tiene que ser real, no a medias.

—De verdad la quiero.

—Y lo sé, Jos —me abrazó y besó mi frente, enterrándome un poco la punta de sus uñas postizas —De eso no tengo dudas, pero... —ladeó la cabeza, sin dejar aquel raro brillo en sus ojos —Me preocupa que estés confundido. 

—¿Cómo?

—Algo en mi pecho... hay una incertidumbre —continuó diciendo, mirando a otro punto de la habitación. Comenzó a jugar nerviosamente con los anillos que decoraban sus dedos —Que pienses que la quieres como algo más, pero realmente lo que sientas por ella es solo como una amiga.

—Solo que... es como mi amuleto de la suerte ¿sabes? Todo cambia cuando estoy con ella —sonreí levantándome de mi lugar —¿No te ha pasado que te acostumbras tanto a alguien que cuando no está contigo la necesitas tanto que sientes que el mundo se derrumba ante ti? —la miré intentando no sonar como un completo loco

—Eso se llama amor, depende de dónde lo veas. Recuerda que puedes seguir adelante solo, ahora ya dúchate que apestas —dijo riendo mientras salía de mi habitación, se detuvo y me miró de reojo —Jos, ten cuidado ¿sí?. Ella siempre ha estado cuando eres un desastre, sin ofender —rodé los ojos, claramente indignado


Era verdad, todos sabíamos que era un completo caos de hijo, jamás me olvidaría a mí discutiendo con mi padre sobre esto antes de que se largaba; una culpa más de la que hacerme cargo. Mi pobre madre no podía controlarme, pero... es que así era yo, y me gustaba. No podía negar cuánto me encantaban las mujeres, emborracharme hasta olvidar todo... era libre. Todos gozamos de tener libertad.

Con flojera y a regañadientes, me levanté al baño y acaté su orden; dentro de la ducha sus advertencias y cuestionamientos sobre mi amorío, me hicieron dudar de lo que realmente sentía. ¡Bah!  Sí sentía algo por Isabela, era bonita, y ella siempre me sabía a perdonar.

Creo que la quería.

Todos hablaban de eso: universidad, salir con muchas más personas, alcoholizarse, luego graduarse, un buen trabajo y formar una gran familia.

Tonterías, nada de eso era cierto, solo una ilusión.




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Holaaaa, espero que estén muy bien :') Vengo a dejarles este lindo capítulo, para que hagan sus apuestas de qué pasará

Así que si les gustó el capítulo, no se les olvide votar, comentar y agregar la novela a sus bibliotecas y listas+

Gracias por su apoyo, y nos vemos muy pronto


—Su fiel escritora Frida :')

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