Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 7.

Landon y Siena llegaron al mural, un colorido despliegue de arte que adornaba la pared de una calle desierta. La noche estaba tranquila, y la luz tenue de las farolas iluminaba el trabajo de Lucas y Landon, un tributo a Siena, aunque ella no lo supiera aún. El mural era impresionante, con tonos vibrantes que resaltaban en la pared: una figura estilizada de Siena, rodeada de símbolos que reflejaban su personalidad, los mismos que Landon había escuchado en sus conversaciones, sus pasiones y sueños.

Landon se sentó en una piedra cercana, sonriendo con timidez.

—Es mi lugar favorito—dijo, mirando el mural—Nunca había traído a nadie aquí, es... especial.

Siena, parada frente al mural, observaba en silencio, pero su rostro no reflejaba sorpresa o alegría. En lugar de eso, había una sombra de inquietud en sus ojos. Sus manos se retorcían entre sí, y su respiración se hizo más agitada con cada segundo. Landon notó que algo no estaba bien.

—Siena... ¿Te pasa algo?—preguntó, levantándose para acercarse a ella.

Ella lo miró por un momento, los ojos verdes de Landon brillando bajo la luz de la farola. Podía sentir su corazón acelerado, una presión creciente en su pecho que la hacía sentirse pequeña, atrapada. No estaba preparada para estar ahí, no con esa memoria, no con lo que había dejado atrás. El mural le recordaba cosas que prefería no pensar, cosas que no podía controlar.

—Lo siento... tengo que irme—dijo apresuradamente, girándose hacia la calle. La voz de Siena temblaba un poco.

—Siena, espera—Landon la alcanzó rápidamente, tomando su brazo suavemente—¿Qué pasa? ¿Qué estás pensando?

Siena lo miró, pero no podía decir nada. Estaba demasiado llena de pensamientos y emociones que no podía procesar en ese momento. La ansiedad la invadió de repente, la conexión que había sentido con él durante la cita desapareció bajo una niebla de pánico. Necesitaba escapar, necesitaba estar sola.

—Es... es solo que esto es demasiado—murmuró, dándose la vuelta para alejarse—No puedo hacer esto ahora.

Landon quedó allí, parado, mirando cómo ella se alejaba, sin comprender del todo qué había hecho mal. La escuchó alejarse, perdiéndose en la oscuridad, y no pudo evitar preguntarse si había hecho algo para asustarla, para hacerla huir.

Se quedó quieto frente al mural, observando los colores vibrantes que él mismo había ayudado a crear, pero ahora todo parecía desvanecerse en la oscuridad, como si la energía del momento se hubiera evaporado.

Landon suspiró, sintiéndose impotente, pero también intrigado. Había algo más en Siena, algo que no entendía, y esa huida no hacía más que aumentar su deseo de descubrir qué se escondía detrás de esa fachada tan enigmática.

Mientras Lucas apretó el teléfono con frustración. La discusión con su abuelo había sido inevitable, como todas las demás. La tensión había alcanzado su punto máximo cuando él le recordó lo que no quería escuchar: que no era lo suficientemente bueno, que nunca sería suficiente para lograr lo que él quería. Sus palabras le martillaban la cabeza mientras bajaba las escaleras, buscando un respiro.

Sacó el teléfono y, sin pensarlo demasiado, envió un mensaje a África:

"¿Puedo ir a verte? Necesito hablar."

Esperó unos minutos, pero cuando el mensaje de respuesta apareció, Lucas sintió una pequeña chispa de alivio.

"Claro, ven cuando quieras."

Se levantó del sofá, dejó el teléfono sobre la mesa y se fue de casa. En el camino, la mente de Lucas no dejaba de dar vueltas a todo lo que había ocurrido. La casa de África estaba al lado, viviendo ambos en un barrio tranquilo.

Cuando llegó, tocó el timbre y no pasó mucho tiempo hasta que la puerta se abrió.

—Lucas—dijo África con una mirada que no disimulaba una preocupación contenida.

—Necesito hablar. ¿Puedo pasar? — respondió él, con una sonrisa débil.

Ella asintió sin decir una palabra y lo invitó a entrar. La casa de África estaba cálida y acogedora, algo que siempre le había gustado. Se sentaron en el salón, la luz suave de la lámpara iluminaba las paredes decoradas con fotos familiares y recuerdos personales.

— ¿Qué pasa, Lucas? — preguntó, con tono tranquilo, pero con esa mirada tan característica de ella, que nunca dejaba de ser genuina y empática, al menos cuando se trataba de él.

— Es mi abuelo... no puedo más—dejó escapar un suspiro profundo, y sus ojos se perdieron en el vacío de la habitación— Siempre me hace sentir como si no fuera suficiente, como si estuviera destinado a fracasar en todo.

África lo miró fijamente, sin prisa por hablar. Se acercó un poco y colocó su mano sobre la suya, en un gesto que no necesitaba más palabras. Por un momento, el silencio entre ambos fue un alivio para Lucas, como si el simple hecho de compartir su carga con ella ya lo hiciera sentir un poco mejor.

— Todos tenemos momentos así, Lucas. Yo también lo paso mal a veces... —le sonrió, casi como si hablara más consigo misma que con él— Pero no estamos solos, ¿Sabes? Tienes a gente a tu alrededor que te quiere.

Lucas levantó la cabeza y la miró. La calidez de su mirada y la ternura con que lo miraba hizo que algo en su interior se moviera. Los años de amistad, de relación, los roces y las discusiones, todo parecía desvanecerse por un momento, y solo quedaba esa sensación de confort que solo África le brindaba.

— Gracias, Afri— murmuró él, sin saber muy bien cómo expresar lo que sentía.

Ella respondió con una sonrisa tímida, y fue como si todo el peso que ambos llevaban sobre los hombros se disipara con esa conexión tan silenciosa entre ellos.

En ese instante, sus rostros se acercaron de forma natural, sin palabras, sin necesidad de explicaciones. Fue un beso suave, tentativo, pero lleno de toda la tensión acumulada, de todo lo no dicho. La habitación, antes llena de luz suave, ahora parecía estar envuelta en una especie de calma, un silencio cómplice.

El beso se alargó, y Lucas sintió cómo su corazón latía con más fuerza. África, con sus manos en su cuello, se entregó al momento, con una vulnerabilidad que no había mostrado nunca antes.

Finalmente, se separaron, pero no dijeron nada. No era necesario.

A lo lejos, el reloj de la casa marcaba la hora avanzada, pero ni él ni ella parecían tener prisa por romper el momento.

La luz de la mañana se filtraba suavemente a través de las cortinas. África despertó lentamente, sintiendo una extraña mezcla de calma y nerviosismo en su interior. A su lado, Lucas seguía dormido, su respiración tranquila. Todo parecía en orden, pero algo dentro de ella sabía que ese momento no duraría mucho. No después de lo que había pasado.

Se incorporó lentamente, dejando que el silencio llenara la habitación. Sus pensamientos corrían a toda velocidad. ¿Por qué lo había hecho? ¿Qué significaba todo esto? Sabía que volver a estar con Lucas no era lo que necesitaba, no con todo lo que había pasado entre ellos.

Al sentir movimiento junto a ella, Lucas despertó. Sus ojos se abrieron lentamente, y cuando la vio a su lado, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Pero la sonrisa de África no fue tan espontánea. Se sentó en la cama, apartándose un poco de él.

—Afri— Lucas comenzó, con una voz aún algo somnolienta—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan callada?

África no pudo mirarlo directamente. Se sentía abrumada por la situación, por la cercanía de todo lo que había pasado la noche anterior.

— Necesito hablar— dijo con la voz baja, casi temerosa.

Lucas la miró, notando la seriedad en sus ojos. Se sentó junto a ella, sin decir nada. Solo la observaba, esperando que ella hablara.

—Lo de anoche... no significó nada para mí—finalmente lo dijo, aunque le costó más de lo que pensaba. Sus palabras salieron frías, casi como un golpe directo a su pecho—No deberíamos seguir esto. Ya sabes que volver a estar juntos no es una opción. Lo nuestro nunca ha funcionado.

Lucas se quedó en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. La decepción se reflejó claramente en su rostro, y su respiración se aceleró ligeramente.

—¿Qué? —preguntó, casi incrédulo—¿Y me lo dices justo después de acostarnos? ¿Es en serio África?

África sintió cómo su corazón se apretaba, pero no podía dejar que los sentimientos la cegaran. Sabía que no podía seguir con él, no después de todo lo que había pasado entre ellos. No después de la ruptura, las discusiones, y las heridas que todavía estaban frescas.

—Es lo mejor. No sigas insistiendo. No quiero estar contigo— dijo, esta vez con más firmeza, aunque su voz temblaba un poco.

Lucas la miró con rabia en los ojos. La frustración que sentía era palpable. No podía entenderlo. ¿Cómo podía ser que después de todo lo que habían pasado juntos, África simplemente pudiera dejarlo ir?

—¿Así que todo lo que pasó anoche no significó nada? —repitió, con el tono de voz cargado de furia contenida.

África no respondió, solo bajó la mirada, luchando por mantener el control. Pero las palabras de Lucas la alcanzaron.

Él se levantó de la cama, tomando sus cosas en silencio. África lo observaba desde el rincón de la habitación, viendo cómo su figura se alejaba.

Antes de salir por la ventana, Lucas se giró una última vez. Su rostro estaba tenso, y su mirada era de pura ira.

—No entiendo qué te pasa— dijo, su voz temblando de frustración—Pero si eso es lo que quieres, está bien. Yo me voy.

Y sin decir nada más, salió por la ventana, dejando atrás a África, quien se quedó sola en la habitación, sintiendo el peso de las palabras que acababa de pronunciar.

El día siguió avanzando y con ellos las clases, haciendo que todos, les gustara más o menos, estuvieran en el instituto.

— ¿Qué crees que le pasó a Siena? —preguntó Sarah mientras mordisqueaba su sándwich, sentada en la mesa habitual del grupo en la cafetería.

— No lo sé —contestó Landon con un suspiro, revolviendo su batido sin mucho interés. Se encogió de hombros, claramente desconcertado—Todo iba bien, o al menos eso creía. Pero de repente, se puso nerviosa, casi en pánico, y salió corriendo. Ni siquiera tuve tiempo de entender qué pasó.

África alzó una ceja, dejando su teléfono en la mesa.

—¿Dijiste algo raro? ¿Hiciste algo que pudiera incomodarla? —preguntó con curiosidad, pero sin mala intención.

Landon negó con la cabeza.

—No, lo juro. Ni siquiera llegué a contarle lo que significaba el mural. Quería que fuera especial, pero ni siquiera tuve la oportunidad de explicárselo. Simplemente... salió corriendo.

La conversación continuó, pero entre Lucas y África había una tensión palpable. Ambos evitaban mirarse directamente, sus palabras eran medidas y sus silencios, incómodos. Tyler no tardó en notarlo.

—¿Qué les pasa a ustedes dos? —preguntó Tyler, frunciendo el ceño mientras se recostaba en su silla—Parecen más raros de lo normal.

—Nada —respondieron al unísono, demasiado rápido. Esa reacción no hizo más que aumentar la sospecha.

Finalmente, la campana sonó, dispersando al grupo. Más tarde, cuando Landon, Tyler y Lucas quedaron solos en el campo deportivo, el ambiente se relajó un poco. Tyler no tardó en sacar el tema.

—Bien, ahora sí. ¿Qué demonios pasa entre tú y África? —preguntó, directo al grano, mientras lanzaba una pelota al aire y la atrapaba repetidamente.

Lucas suspiró, claramente incómodo. Sabía que no podía guardar lo que había pasado para sí mismo. Necesitaba desahogarse.

—Anoche fui a su casa —comenzó, mirando de reojo a Landon y Tyler para medir sus reacciones. Ambos se detuvieron, atentos—Discutí con mi abuelo y...acabé en su casa.

— ¿Y? —presionó Landon, cruzándose de brazos.

Lucas tomó aire antes de continuar.

—Hablamos, me consoló... y luego las cosas se salieron de control. Nos besamos, y... bueno, ya saben cómo terminan esas cosas.

Tyler soltó un silbido bajo, sorprendido.

—Así que... ¿Te acostaste con ella, otra vez?

Lucas asintió, su expresión una mezcla de arrepentimiento y confusión.

—Sí, pero esta mañana todo fue un desastre. Me dijo que no significaba nada, que no deberíamos haberlo hecho. Pero no puedo evitar seguir sintiendo algo por ella.

Landon lo observó en silencio durante unos segundos antes de hablar.

— ¿Y qué piensas hacer ahora? —preguntó, con tono serio.

—No lo sé —admitió, pasándose una mano por el cabello—Estoy harto de sentir que me da algo solo para quitármelo después. Pero al mismo tiempo, no puedo evitar volver.

Tyler negó con la cabeza.

—Bueno, amigo, más te vale aclarar tus sentimientos antes de que todo esto explote. Porque con África nada se queda tranquilo mucho tiempo.

Landon asintió, aunque su expresión reflejaba preocupación. Sabía que Lucas estaba más afectado de lo que quería admitir.

El silencio cayó entre los tres, solo roto por el sonido de la pelota golpeando el suelo.

Por la tarde al llegar al Ayuntamiento, Sarah y África caminaron juntas hacia la sala de entrevistas. Ambas iban revisando sus formularios y bromeando sobre las preguntas absurdas que podrían hacerles.

—¿Qué opinas de la paz mundial? —dijo Sarah con dramatismo, levantando una ceja y simulando una voz seria—Porque, ya sabes, es una pregunta súper importante para un concurso de belleza.

África soltó una risa ligera, relajándose un poco.

—Seguro que también te preguntan cuál es tu color favorito. Tal vez incluso si prefieres perros o gatos —añadió con sarcasmo.

Sin embargo, su conversación se detuvo abruptamente al entrar en la sala y encontrarse con una figura familiar: Siena Simons, sentada en una de las sillas de espera, revisando su formulario con atención. Al notar su presencia, Siena levantó la mirada, algo tímida, pero ofreció una sonrisa tenue.

—¿Siena? —preguntó Sarah, sorprendida.

— Hola —saludó Siena, algo incómoda—Supongo que no esperaban verme aquí.

—La verdad, no —admitió África, cruzando los brazos y estudiándola con atención—No parece tu estilo.

Siena se encogió de hombros, esquivando la mirada directa de África.

—Mi madre insistió. Dice que podría ser una buena forma de salir un poco más, ya sabes, después de todo... —dejó la frase en el aire, pero era evidente que se refería a la muerte de su hermano mellizo.

Sarah le sonrió con simpatía.

—Bueno, me alegra que estés aquí. Podría ser divertido.

— ¿Divertido? —África rodó los ojos—Este concurso es cualquier cosa menos divertido, es algo muy serio.

Siena bajó la mirada al suelo, claramente incómoda con el tono de África. La tensión se sentía en el aire.

Para romper el silencio, Sarah cambió de tema.

—¿Han escuchado algo nuevo sobre lo de Greta? —preguntó en voz baja, como si no quisiera que nadie más en el Ayuntamiento la escuchara.

Siena levantó la vista, sus ojos azules centelleando con un aire de misterio.

—Sólo lo que dicen los rumores. Que el asesino no ha terminado —respondió con un tono inquietante.

África frunció el ceño, cada vez más desconfiada.

—¿Cómo sabes eso?

Siena la miró fijamente, como si considerara qué responder.

—Es solo una sensación. Nadie se siente seguro últimamente. Y con razón—hizo una pausa, observando a África de forma penetrante—A veces, los secretos no se pueden esconder para siempre.

El comentario hizo que África se tensara, como si esas palabras estuvieran dirigidas específicamente a ella. Sarah, en cambio, no pareció captar el subtexto.

—Bueno, esperemos que todo se calme pronto —dijo Sarah, intentando aligerar el ambiente—Deberíamos almorzar juntas algún día, ¿No crees, Siena? Quizás mañana en el instituto, con el resto de los chicos.

Siena parpadeó, sorprendida por la invitación.

— ¿Estás segura?

—Claro, creo que mi hermano estaría feliz de verte —añadió con una sonrisa cálida.

África bufó suavemente, pero no dijo nada. Siena asintió con cautela.

—Está bien. Supongo que puedo ir.

Cuando salieron del Ayuntamiento, África se giró hacia Sarah, claramente irritada.

—¿Por qué la invitaste?

—Porque quiero ayudar a Landon —respondió con tranquilidad—Además, no veo el problema. Siena necesita compañía, y no tiene nada de malo incluirla.

África no respondió, pero una parte de ella sentía que Siena sabía más de lo que dejaba entrever. Su desconfianza hacia ella solo había crecido.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro