Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14.

Siena caminaba a través del bosque, el aire fresco le acaricia el rostro mientras sus pensamientos se entrelazan con las tensiones recientes en el pueblo. Algo la atrae, como si el bosque mismo estuviera guardando una pista más. De repente, ve algo brillando entre los arbustos. Se agacha para recogerlo y descubre un móvil, algo que definitivamente no pertenece a la zona. Un post-it amarillo se encuentra pegado a la pantalla con una simple instrucción: "Reprodúceme."

Con una sensación extraña de inquietud, Siena sigue las indicaciones y, al desbloquear el teléfono, encuentra un vídeo sin título. Al principio titubea, pero finalmente presiona "play", y lo que comienza a reproducirse la deja completamente en shock.

En el vídeo, se muestra un día oscuro, lluvioso y nublado en el que dos figuras se enfrentan. La cámara parece estar oculta, grabando a escondidas. En el centro de la imagen, aparecen Tyler y Jonas, discutendo, mientas África pedía calma. Las palabras no son claras, pero la tensión es palpable. La pelea, que parece un intercambio de palabras cargadas de rabia, se intensifica rápidamente. El vídeo muestra a Jonas empujando a Tyler con fuerza, y, en un momento de descontrol, Tyler, que no estaba preparado para tal agresividad, responde con un empujón que lo tira al suelo. El sonido de un cráneo golpeando contra el suelo resuena claramente.

Siena se queda petrificada, sus manos tiemblan mientras observa el vídeo. La escena que acaba de presenciar le da un giro a todo lo que pensaba saber sobre la muerte de su hermano. De repente, las piezas del rompecabezas encajan en su mente, pero la revelación es aún más dolorosa. El golpe que acabó con Jonas no fue un accidente, sino el resultado de una pelea que escaló demasiado rápido.

El móvil cae de sus manos, y Siena se queda inmóvil, procesando lo que acaba de ver. Su mente está llena de preguntas y, al mismo tiempo, de una creciente ira. La imagen de su hermano muerto, caída en el suelo de forma tan violenta, ahora está acompañada de la revelación de que su muerte fue causada por alguien que conocía y que había visto, desde entonces, todos los días en el instituto.

Con el corazón acelerado y los ojos llenos de lágrimas, Siena se levanta rápidamente. El teléfono permanece olvidado en el suelo mientras ella corre, sin rumbo, hasta que la oscuridad del bosque la engulle.

Al día siguiente, en el instituto, Siena estaba completamente decidida. A pesar de que las imágenes del vídeo seguían dándole vueltas en la cabeza, sabía que tenía que enfrentarse a Tyler y África. Algo dentro de ella le decía que necesitaba la verdad, por mucho que eso pudiera cambiar las cosas entre ellos.

Cuando vio a África y Tyler reunidos en los pasillos, se acercó con paso firme, pero su voz temblaba un poco. No iba a esperar más. Sabía que necesitaba respuestas.

—Necesito que me expliquen qué está pasando —dijo, sin rodeos, mirando a los dos—He visto un vídeo que demuestra, claramente, lo que de verdad pasó con mi hermano.

África se tensó al instante, ninguno sabía que existiera tal prueba, pero fue Tyler quien, con una mirada seria, dio el primer paso.

—Siena... —comenzó Tyler, sin saber muy bien cómo abordar la situación—Sabemos que lo que viste es... complicado.

África, respirando hondo, intervino.

—Lo siento, Siena. No queríamos que te enteraras así, pero... sí, lo que viste es real. Jonas... él murió en un accidente, pero no fue lo que piensas. Fue en defensa propia. Tyler no tuvo la culpa. Lo que ocurrió esa noche... no fue un asesinato, sino un accidente durante una pelea.

Siena parpadeó, el nudo en su estómago se hacía más fuerte. Las palabras que le llegaban parecían cada vez más imposibles de asimilar.

—¿Defensa propia? —preguntó, su voz un susurro—¿Tú... tú lo mataste? —Miró a Tyler, pero la mirada de él solo transmitía dolor y culpa.

Tyler asintió, su expresión llena de pesar.

—Sí, fue un accidente. Jonas se puso violento, y cuando cayó al suelo, golpeó su cabeza contra una piedra. Intenté ayudarlo, pero... no pude hacer nada.

África la miró a los ojos, sabiendo lo difícil que debía ser para Siena procesarlo.

—Lo hicimos para protegernos, para evitar que Jonas... nos hiciera más daño. Todo lo que pasó con él fue... horrible. Pero por favor, Siena, no pienses que lo que hicimos fue algo malo. No sabíamos qué más hacer.

Siena, con el corazón acelerado y el alma hecha trizas, no podía evitar sentirse traicionada y confundida.

—Lo siento... —dijo, mirando a África—No debería haberos juzgado tan rápido. Pero no sé si podré guardar esto... —sus palabras salían con dificultad. Estaba luchando por mantener las lágrimas a raya, pero era casi imposible.

Antes de que cualquiera de ellos pudiera decir algo más, Siena dio un paso atrás, sin mirarles a los ojos. No podía quedarse allí más tiempo. Necesitaba estar sola.

—Lo siento. No puedo seguir aquí ahora mismo. —y sin decir más, se alejó rápidamente, sin notar que algo más la esperaba.

Tan pronto como salió del instituto, Siena sacó su móvil, intentando calmarse un poco. Pero cuando vio la pantalla, se congeló. Un mensaje anónimo brillaba en su pantalla:

"Si hablas de lo que viste en el vídeo, tu familia será la siguiente. Obedece, o habrá consecuencias. Mi objetivo es que te acerques al grupo de Tyler y África. No sigas investigando."

El miedo la invadió de inmediato, y sus manos temblaron. Siena miró alrededor, buscando algo o a alguien, pero no había nadie cerca. El mensaje era claro: alguien más estaba vigilándola, y no dudaba en usar su familia como amenaza.

Esa tarde en el instituto, después de recibir el mensaje anónimo Siena caminaba por el pasillo con las manos temblorosas, el eco de un segundo mensaje resonando en su cabeza:

"Acércate al grupo. Si fallas, tu familia será la próxima."

No quería hacerlo. No quería obedecer, pero las imágenes del video, la amenaza y el peso de saber que su familia estaba en peligro la empujaban a seguir las órdenes. Se detuvo al ver a Landon hablando con Tyler junto a las taquillas. Se tomó un segundo para respirar profundamente, tratando de calmarse.

Cuando Tyler se alejó, Siena avanzó, con una sonrisa ensayada en el rostro.

—Hola, Landon.

Él giró hacia ella, su expresión pasando de neutral a cautelosa en un instante.

—Siena, ¿Cómo estás? —preguntó, intentando sonar relajado, pero claramente a la defensiva después del funeral y su extraña conversación previa.

—Quería... hablar contigo—ella jugueteó con el borde de su mochila, bajando la mirada antes de obligarse a mantener el contacto visual. Si iba a hacerlo, debía hacerlo bien.

Landon cruzó los brazos, como si intentara protegerse.

—¿Hablar de qué?

—Sobre nosotros. Bueno, no sé si hay un "nosotros", pero... —Siena dejó escapar una risa nerviosa y miró al suelo por un momento—Quiero intentarlo, Landon. No puedo dejar de pensar en ti, y creo que sería bueno que saliéramos.

Landon parpadeó, sorprendido. Él había estado intentando distanciarse por miedo a delatar a sus amigos, pero la súbita valentía de Siena lo tomó desprevenido.

—¿De verdad quieres eso?

—Sí, lo quiero—asintió con firmeza, aunque su corazón latía con fuerza por los nervios y la culpa.

Landon dudó por un momento. Sabía que las cosas entre ellos eran complicadas, pero también sentía algo genuino por ella. Finalmente, asintió.

—Está bien. ¿Te parece si cenamos esta noche?

Siena forzó una sonrisa, reprimiendo el nudo en su garganta.

—Perfecto.

Mientras Landon se alejaba, emocionado pero también algo confundido por el cambio de actitud de Siena, ella se quedó en su lugar, sintiendo el peso de la culpa hundiéndola más y más. Había cumplido con la orden, pero a qué precio.

Esa tarde, en un rincón tranquilo del parque cerca del instituto Tyler y Sarah caminaban en silencio, con el sonido de las hojas bajo sus pies llenando el vacío. Tyler no dejaba de mirarla de reojo, notando lo frágil que parecía a veces, aunque intentaba ocultarlo con su habitual energía y sarcasmo. Finalmente, se detuvo y tomó aire.

—Sarah, tengo que preguntarte algo, pero si no quieres responder, lo entenderé.

Ella se detuvo también y lo miró, algo desconcertada por su tono.

—¿De qué se trata?

Tyler bajó la mirada un momento antes de reunir el valor para continuar.

—Tus problemas con la comida... ¿Desde cuándo estás lidiando con eso?

Sarah sintió un nudo en la garganta, pero intentó mantener la compostura. Miró al suelo, pateando una piedra pequeña para ganar tiempo.

—Hace un par de años —respondió, su voz apenas un susurro. Tyler esperó pacientemente, sin presionarla, hasta que Sarah decidió continuar—Fue Susan—dejó escapar una risa amarga, cruzándose de brazos—Siempre me molestaba con algo, pero un día, en una fiesta, frente a todo el mundo, dijo que parecía una vaca con el vestido que llevaba puesto.

Tyler apretó los puños al escuchar aquello, la rabia burbujeando en su interior.

—¿Susan? —repitió, aunque ya sabía la respuesta.

Sarah asintió.

—Sí. Fue tan humillante. Y después de eso, cada vez que me veía, hacía algún comentario, aunque fuera pequeño. Pero no era solo ella... Me lo creí. Pensé que si cambiaba, todo sería mejor.

—Sarah, eso es una... —apretó los labios, tratando de controlar su tono—Susan era una basura. Eso no tenía nada que ver contigo, que si me lo permites decir, eres perfecta.

Sarah alzó la vista hacia él, con los ojos brillantes.

—Sé que está mal, Tyler. Lo sé. Pero, a veces, las palabras se quedan contigo. No importa cuán equivocadas estén.

Tyler dio un paso más cerca de ella, su mirada seria pero llena de compasión.

—No tienes que lidiar con esto sola, ¿Sabes? Estoy aquí para ayudarte.

Sarah dejó escapar un suspiro tembloroso, intentando contener las lágrimas.

—Gracias, Tyler. Eso significa mucho.

Tyler se inclinó ligeramente hacia ella, bajando el tono de su voz.

—Y quiero que sepas algo: no importa lo que Susan haya dicho, no importa lo que pienses... Eres increíble tal como eres, Sarah.

Ella dejó escapar una pequeña sonrisa, aunque sus ojos seguían cargados de tristeza.

—Tú también, Ty.

El momento quedó suspendido en el aire por un instante antes de que Tyler colocara una mano en su hombro, en un gesto reconfortante. Aunque no lo dijeran, ambos sabían que aquella conversación marcaba el inicio de algo más fuerte entre ellos.

Esa tarde, en un café discreto del pueblo África estaba sentada en una de las mesas junto a la ventana, jugando con la cucharilla de su capuchino. Había estado dándole vueltas a cómo decirle a Jared lo que tenía que decir. No quería hacerle daño, pero tampoco podía seguir engañándolo o engañándose a sí misma.

Cuando Jared llegó, con su habitual energía y una sonrisa que África sabía que no tardaría en desvanecerse, ella lo saludó con un gesto algo nervioso.

—Hey, ¿Todo bien? —preguntó él mientras tomaba asiento frente a ella, dejándose caer despreocupadamente.

—Sí, bueno... —ella no pudo evitar bajar la mirada, sintiendo un nudo en el estómago—Jared, quería hablar contigo de algo importante.

Él inclinó la cabeza, claramente intrigado pero sin perder el optimismo.

—Dime.

África tomó aire, fijando la vista en su taza antes de mirarlo directamente.

—Lo he estado pensando mucho y... no puedo seguir viéndote de esta manera. No es justo para ti ni para mí.

El brillo en los ojos de Jared se apagó lentamente, pero no dijo nada, dejándola continuar.

—Lucas y yo... —empezó, y vio cómo la mandíbula de Jared se tensaba al escuchar ese nombre—Hemos decidido intentarlo de nuevo.

Jared apartó la mirada, mordiéndose el labio inferior, visiblemente afectado. Se quedó en silencio un momento, procesando lo que ella acababa de decir. Finalmente, soltó una risa amarga.

—¿Lucas? ¿El mismo Lucas con el que has estado en esa montaña rusa durante dos años?

África se encogió un poco, pero mantuvo la calma.

—Lo sé. Sé cómo suena. Pero... hay algo entre nosotros que no puedo ignorar. Lo he intentado, Jared, contigo, y me hiciste sentir bien, pero...

—¿Pero no soy él? —completó, con una mezcla de tristeza y resignación en la voz.

África asintió lentamente.

—No quiero que pienses que no significaste nada. Eres un chico increíble, Jared, pero no sería justo para ti seguir algo que no puedo entregarte completamente.

Jared apretó los labios, asintiendo finalmente, aunque su expresión reflejaba el dolor que sentía.

—Está bien. Supongo que ya lo sabía. Siempre has tenido esa mirada cuando hablabas de él. África sintió un golpe de culpa al escuchar eso, pero Jared continuó antes de que pudiera decir algo—Mira, si eso es lo que quieres, te deseo lo mejor, de verdad. —se obligó a esbozar una pequeña sonrisa—Pero si algún día te cansas de las montañas rusas y quieres algo sano, algo real... estaré aquí.

Sus palabras la sorprendieron, llenándola de una mezcla de alivio y tristeza.

—Gracias, Jared. De verdad, gracias.

Él se levantó, dejando unos billetes para pagar el café. Antes de irse, se inclinó ligeramente hacia ella.

—Espero que él sepa lo afortunado que es.

Y con eso, Jared salió del café, dejando a África con un peso en el pecho y la certeza de que había tomado la decisión correcta, aunque no fuera la más fácil.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro