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Capítulo 11.

El ambiente en el campamento se había vuelto más tranquilo tras la fogata. La mayoría de los estudiantes dormía, pero algunos todavía charlaban en voz baja dentro de sus tiendas. Era una noche aparentemente pacífica, hasta que un grito desgarrador rompió el silencio.

Landon fue el primero en reaccionar. Saltó de su saco de dormir y corrió hacia el origen de los gritos. Al llegar, encontró a Siena acorralada contra un árbol por una figura encapuchada con una máscara de cerdo. El asesino blandía un cuchillo, listo para atacar.

—¡Eh, tú! —gritó Landon mientras tomaba una rama gruesa del suelo y corría hacia ellos. Sin pensarlo, embistió al atacante, haciendo que este retrocediera tambaleándose. La figura se giró para enfrentarlo, pero los pasos apresurados de otros estudiantes y profesores que acudían al lugar lo obligaron a huir hacia el bosque.

Siena cayó al suelo, temblando de miedo. Colin llegó rápidamente y se arrodilló junto a ella, abrazándola con fuerza.

—Tranquila, estoy aquí. Estás a salvo —susurró Colin, tratando de calmarla mientras le acariciaba el cabello.

Los demás se reunieron alrededor, formando un círculo. Landon estaba agitado, pero ileso. Lucas y Tyler llegaron segundos después y ayudaron a Siena a levantarse, mientras Sarah intentaba comprender lo que acababa de suceder.

—¿Qué demonios acaba de pasar? —preguntó Lucas, mirando a Landon, que aún sostenía la rama como arma improvisada.

—Alguien intentó... matar a Siena —dijo Landon, con la respiración agitada.

África, que había llegado más tarde, se quedó de pie al borde del círculo, observando la escena. Mientras los demás intentaban consolar a Siena, algo en su mente no cuadraba.

—Qué conveniente—susurró para sí misma, con una ceja arqueada.

Siena estaba demasiado alterada para hablar. Colin, con el rostro lleno de preocupación, no se separaba de su hermana.

—Esto no puede seguir así. Necesitamos regresar al pueblo ahora mismo —dijo Colin con firmeza, mirando a los profesores.

Mientras la situación se calmaba lentamente, África no podía dejar de observar a Siena. Todo parecía demasiado teatral, como si el ataque hubiese sido planeado para desviar sospechas. El rostro aterrorizado de Siena no la convencía del todo.

—¿Qué es lo que realmente quieres, Siena? —murmuró África para sí misma, con la mirada fija en ella.

Por otro lado, Landon se mantenía cerca de Siena, sin apartarse de su lado. Aunque no lo decía en voz alta, el susto de perderla lo había hecho darse cuenta de cuánto le importaba.

El grupo finalmente decidió pasar la noche con todos reunidos en una misma área, con los adultos montando guardia para protegerlos. Sin embargo, la atmósfera había cambiado por completo. Nadie se sentía seguro, y las dudas comenzaban a surgir en la mente de todos.

Esa noche, el pueblo parecía más tranquilo de lo habitual. Desde el ataque a Siena durante la excursión, la seguridad se había reforzado notablemente. Patrullas recorrían las calles y los rumores sobre el asesino comenzaban a disiparse. Sin embargo, el aire aún tenía un toque de tensión, como si todos supieran que la calma podía ser momentánea.

Landon estacionó su coche frente a la cafetería más acogedora del pueblo. Había planeado la cita con cuidado, queriendo que Siena se sintiera cómoda. Ella llegó puntual, con un vestido sencillo de color crema y una sonrisa tímida.

—¿Lista para nuestra cita? —preguntó Landon, abriendo la puerta para ella.

—Eso creo —respondió Siena, nerviosa pero emocionada.

Durante la cena, hablaron de cosas triviales: música, películas, las historias de sus compañeros del instituto. La conversación fluía de manera natural, y ambos parecían olvidar por un momento las sombras que los rodeaban.

Después de comer, Landon la llevó a un parque cercano. El lugar estaba iluminado por luces cálidas que creaban un ambiente íntimo y relajado. Se sentaron en un banco, y Siena parecía más tranquila, aunque aún había algo en su mirada que no terminaba de desaparecer.

—Gracias por esta noche —dijo ella, después de un rato en silencio—Creo que necesitaba esto.

—Siempre que necesites escapar un rato, aquí estoy —respondió con sinceridad.

Siena suspiró profundamente y bajó la mirada.

—A veces siento que llevo un peso enorme —dijo, su voz temblando un poco—Desde que murió Jonas... no he vuelto a ser la misma. Éramos tan unidos, él era mi otra mitad. Todo lo que hacía tenía sentido porque lo hacía con él. Y cuando lo perdí... simplemente dejé de sentirme completa.

Landon se quedó en silencio, dejando que ella hablara. Sabía que no era fácil para Siena abrirse de esa manera.

—Siempre pensé que tendría toda una vida con él —continuó, con los ojos brillando por las lágrimas contenidas—Pero en un instante, todo se fue. Y yo sigo aquí, intentando encontrar sentido a cosas que no lo tienen.

Landon la miró con empatía y, sin pensarlo demasiado, tomó su mano.

—Siena, no sé exactamente cómo te sientes, pero... puedo prometerte que no estás sola. Y no tienes que cargar con todo esto tú sola.

Ella lo miró, sorprendida por sus palabras, y sonrió levemente.

—Gracias, Landon. De verdad.

El momento parecía perfecto, y ambos lo sintieron. Sin decir nada más, Landon se inclinó hacia ella, y Siena hizo lo mismo. Sus labios se encontraron en un beso suave, lleno de emociones contenidas. Fue un instante que parecía detener el tiempo, como si el mundo a su alrededor dejara de existir.

Cuando se separaron, Siena rió con nerviosismo.

—Esto no estaba en mis planes.

—En los mejores momentos, nada está planeado —respondió él, sonriendo.

Se quedaron allí un rato más, disfrutando de la compañía mutua, sabiendo que algo especial estaba comenzando entre ellos.

La noche había caído, y el aire frío del pueblo se colaba por las calles. Jared caminaba hacia el lugar donde había quedado con Colin, cerca de la vieja fábrica abandonada en las afueras. En las últimas semanas, ambos habían desarrollado una amistad inesperada. Jared apreciaba lo sencillo que Colin parecía ser, y Colin había mostrado interés en los conocimientos de Jared sobre ordenadores, lo que les había llevado a quedar varias veces.

Al llegar, Colin ya lo estaba esperando, apoyado contra una pared, con una expresión que Jared no logró descifrar.

—Puntual. Me gusta —dijo Colin con una sonrisa, que, aunque no lo parecía, escondía algo más oscuro.

—Bueno, dijiste que querías mostrarme algo —respondió Jared con una mezcla de curiosidad y cautela.

Colin asintió y comenzó a caminar hacia el interior de la fábrica. Jared lo siguió, sintiendo cómo la atmósfera se volvía más pesada a cada paso. Una vez dentro, Colin se detuvo frente a una mesa donde había una laptop vieja y algunos papeles.

—Eres bueno con los ordenadores, ¿Verdad? —preguntó, sin mirarlo.

—Sí, se me dan bien... ¿Por qué?

Colin se giró hacia él, y la sonrisa que usualmente mostraba había desaparecido, reemplazada por una mirada fría e intimidante.

—Porque necesito tu ayuda y no puedo aceptar un "no" como respuesta.

Jared dio un paso atrás, confundido.

—¿Ayuda con qué?

Colin se acercó lentamente, su voz bajó, pero su tono era amenazador.

—Soy uno de los asesinos que tiene aterrorizado a este pueblo.

La revelación golpeó a Jared como un balde de agua fría. Su mente se quedó en blanco por unos segundos, intentando procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Q-qué estás diciendo? —balbuceó, retrocediendo un paso más.

Colin lo agarró por el brazo, su fuerza inesperada.

—Estoy diciendo que vas a trabajar para mí, Jared. Vas a usar esas habilidades tuyas con los ordenadores para ayudarme. Y no te atrevas a negarte.

—No... yo no puedo hacer eso. No quiero tener nada que ver con esto.

Colin soltó una risa amarga y soltó su brazo, pero su expresión se volvió aún más sombría.

—¿Sabes lo fácil que sería para mí encontrar a tus padres? O a tu hermana. Podría hacer que desaparecieran esta misma noche. ¿Quieres cargar con eso en tu conciencia?

Jared sintió un nudo en el estómago. La mención de su familia lo dejó paralizado.

—No... no les hagas daño.

—Entonces será mejor que hagas lo que te pido —dijo, inclinándose hacia él—Si colaboras, no les pasará nada. Pero si me traicionas... bueno, ya sabes lo que puedo hacer.

Jared asintió lentamente, con el miedo reflejado en sus ojos.

—Está bien... haré lo que digas.

Colin dio un paso atrás y volvió a sonreír, como si nada hubiera pasado.

—Sabía que eras inteligente, Jared. Vamos a hacer grandes cosas juntos.

Sin decir más, Colin le explicó lo que necesitaba: acceso a ciertas cámaras del pueblo, bloquear registros y borrar pruebas que pudieran vincularlo con sus crímenes. Jared escuchaba en silencio, su mente girando en un torbellino de terror y desesperación. Sabía que había quedado atrapado en algo mucho más grande de lo que podía manejar.

Cuando finalmente salió de la fábrica, Jared sentía que le costaba respirar. Sus pasos lo llevaron de regreso a casa, pero su mente no dejaba de repetirse una cosa: ¿Cómo voy a salir de esto?

Al día siguiente todos los alumnos volvían a clase, como un viernes cualquiera, pero el hallazgo del cadáver que todos encontraron en la entrada del instituto había convertido el tranquilo inicio de clases en un caos absoluto.

Los gritos de los estudiantes se mezclaban con las sirenas de las patrullas que rápidamente acordonaron la entrada del instituto.

El director, pálido y con voz temblorosa, tomó el micrófono del sistema de altavoces:

—Por favor, todos los alumnos deben dirigirse inmediatamente al auditorio. Nadie sale del edificio hasta nuevo aviso.

Tyler y África intercambiaron una mirada significativa mientras revisaban sus teléfonos. Ambos habían recibido un nuevo mensaje:

"El próximo podrías ser tú. Guarda el secreto."

—Esto no puede seguir así —murmuró África, con las manos temblando mientras cerraba el móvil.

—Tenemos que mantener la calma. Si alguien sospecha de nosotros... —Tyler no terminó la frase. Ambos sabían lo que estaba en juego.

En el auditorio los estudiantes murmuraban asustados mientras se acomodaban en las butacas del teatro. Nadie podía dejar de hablar del cadáver encontrado. Las autoridades habían decidido que sería más seguro mantener a todos en el edificio hasta que las investigaciones iniciales se completaran.

—¿Quién crees que fue? —susurró Sarah a Landon, quien no dejaba de mirar a Siena, preocupado por cómo estaba lidiando con todo.

—No lo sé, pero esto está empeorando—frunció el ceño y miró alrededor, evaluando cada rostro. Había aprendido a desconfiar de todos.

Por otro lado, Lucas, sentado al final de la fila junto a Chloe, parecía ausente. Su mente seguía repasando los últimos eventos, intentando conectar las piezas. No podía dejar de mirar a África desde lejos, quien estaba sentada con Jared.

El murmullo constante llenaba el auditorio mientras los estudiantes intentaban procesar lo sucedido. Siena, sentada al lado de Landon, no podía apartar la vista de África y Tyler, quienes discutían en voz baja cerca de la salida lateral. Se inclinó hacia él y habló en un susurro.

—¿No los ves? —dijo, señalando con la mirada a la pareja.

—¿Qué pasa con ellos? —preguntó el chico, arqueando una ceja.

Siena cruzó los brazos, nerviosa.

—Desde el comienzo de los ataques, África y Tyler han estado actuando raro. Siempre apartados, siempre murmurando cosas. Hoy parece que están al borde de un colapso. Algo ocultan, Landon.

Él dejó escapar una risa breve, incrédulo.

—Siena, eso no tiene sentido. Son mis amigos. Y África la conozco desde que éramos niños. No es el tipo de persona que haría algo malo.

Siena lo miró con seriedad, apretando los labios.

—No digo que sean culpables de algo horrible, pero están ocultando algo, y eso podría ser peligroso para todos. ¿No has notado cómo Tyler no para de mirar su teléfono? Y África... no es la misma desde hace semanas.

Landon negó con la cabeza.

—Estás viendo fantasmas donde no los hay. Mira, entiendo que después de todo lo que ha pasado estés más alerta, pero créeme, África y Tyler no tienen nada que ver con esto.

—Espero que tengas razón —respondió, suspirando y bajando la mirada—Pero algo no cuadra, Landon. Y lo que menos quiero es que tú o yo salgamos heridos por confiar en las personas equivocadas.

Landon la observó en silencio por un momento. Aunque quería quitarle la idea de la cabeza, había algo en la manera en que hablaba que lo inquietaba. Decidió no insistir más, pero no pudo evitar mirar de reojo a África y Tyler, preguntándose si Siena estaba viendo algo que él no.

Hace dos años:

Era una tarde lluviosa en el pueblo, las calles mojadas reflejaban la luz tenue de las farolas. Tyler había llegado al pueblo unas semanas antes, un lugar nuevo, un pueblo con más secretos de los que él podría haber imaginado. No conocía a nadie realmente, pero algo en él lo impulsaba a salir y explorar. No podía quedarse encerrado, no con tantas preguntas en su cabeza.

Al dar una vuelta por el centro del pueblo, decidió tomar un atajo, cruzando el bosque que conectaba la plaza principal con la zona más alejada del pueblo. Fue entonces cuando escuchó los gritos.

Al principio pensó que eran solo niños jugando, pero cuando giró la esquina del edificio y vio a un chico rodeando a una chica, su instinto lo hizo avanzar sin pensarlo.

África estaba en el centro, atrapada, intentando defenderse, pero el miedo en sus ojos era evidente. No la conocía, pero el impulso de intervenir era más fuerte que cualquier duda.

—¡Ey! —gritó Tyler, acercándose rápidamente a él. Jonas lo miró con desdén, al principio no se tomó en serio al recién llegado—¿Qué pasa aquí? —preguntó, mirándolo fijamente.

—Nada que te interese, novato —respondió uno con tono arrogante, pero sin animarse a seguir el enfrentamiento.

África, confundida, no entendía por qué un chico que no conocía se estaba poniendo en medio. Pero algo en él le dio una sensación de seguridad. El chico parecía decidido a interrumpir lo que estaba ocurriendo.

Tyler, notando que los chicos no se alejaban, dio un paso más hacia Jonas.

—Dije, ¿Qué pasa? —repitió con firmeza.

Actualidad:

Tyler se sentó frente a sus amigos, su expresión seria. Al igual que África, él sabía que era hora de contarles la verdad, aunque el peso de lo que iban a escuchar podría cambiarlos para siempre.

África, por su parte, también estaba lista para hablar. La tensión en el aire era palpable. Mientras todos se reunían alrededor, ella no pudo evitar recordar ese momento, la vez que Tyler la había salvado sin pensarlo. Ahora, con el paso de los años, la situación se había vuelto aún más compleja, pero la conexión entre ellos seguía siendo indiscutible.

Cuando comenzaron a hablar, los recuerdos de aquella tarde inundaron sus mentes, y sabían que era hora de enfrentar la verdad.

Las horas pasaban, el grupo se había juntado Landon, Sarah y Lucas se quedaron en silencio, procesando lo que acababan de escuchar. El aire en el teatro parecía denso, pesado, como si todo estuviera a punto de colapsar. Tyler y África no se miraban, ambos evitaban las miradas de sus amigos, temiendo el juicio que podría venir. Sabían que lo que iban a escuchar cambiaría todo, pero el asesino les había pedido expresamente que confesaran sus pecados a sus amigos.

Tyler, con voz grave, empezó a hablar.

—La verdad es que la muerte de Jonas... no fue un accidente—sus palabras cortaron el aire como un cuchillo afilado—Yo... yo estuve allí. Y África... ella estuvo conmigo. Fue un error, algo que nunca debió pasar.

Landon, que siempre había visto a Tyler como su amigo de confianza, estaba paralizado. No podía creer lo que estaba escuchando. Sus manos temblaban ligeramente, pero se esforzó por mantener la calma.

— ¿Entonces... tú fuiste...? —Lucas no pudo terminar la pregunta, su mente aún tratando de asimilar la revelación. El enigma de la muerte de Jonas había estado rondando durante tanto tiempo, y ahora las piezas encajaban de una manera inquietante.

África, con la mirada fija en el suelo, susurró:

—No fue algo planeado, si que fue un accidente, aunque no como todos pensaban, pero... sí, fuimos nosotros. Estuvimos cubriéndonos mutuamente estos dos años, porque sabíamos que si se enteraban, nuestras vidas cambiarían para siempre. No sabíamos cómo manejarlo.

Sarah, que había estado callada hasta ese momento, se acercó un paso más hacia sus amigos, su rostro expresaba una mezcla de incredulidad y tristeza. Ella los miró a ambos, primero a África y luego a Tyler, como si esperara ver algo más en sus rostros, algo que los redimiera, algo que los hiciera más humanos, menos culpables.

—No me lo puedo creer —dijo Sarah con una voz quebrada, pero en sus ojos había una pizca de comprensión. Sabía que las personas cometen errores, y aunque este era uno terrible, los conocía lo suficiente como para entender que no lo hicieron por maldad.

Landon se frotó la frente, como si de alguna forma intentara despejar la niebla que lo envolvía.

— ¿Pero por qué? —preguntó, buscando una explicación que pudiera darle sentido a todo esto. El dolor de la revelación era palpable en su voz—¿Por qué no nos lo dijiste? ¿Por qué no nos dejaste ayudar?

Tyler, con la mirada llena de remordimientos, respondió con honestidad, aunque con voz entrecortada:

—Estábamos asustados. Teníamos miedo de perderlo todo. No sabíamos si el pueblo nos aceptaría después de saber la verdad. No sabíamos cómo... cómo vivir con ello.

África levantó la cabeza por fin, con los ojos llenos de lágrimas que trató de ocultar. No quería que sus amigos la vieran débil, pero las palabras de Tyler la habían tocado profundamente.

—Hemos vivido con esta mentira durante tanto tiempo. Sé que no está bien, pero no sabíamos qué hacer.

El silencio se hizo más pesado. Los amigos miraban a sus compañeros, los sentimientos encontrados visibles en sus rostros. Al final, fue Lucas quien rompió el silencio.

—Esto es... mucho—lo dijo con un tono de voz calmado, aunque sus ojos reflejaban un dolor que no se podía ocultar—Pero... ¿Por qué seguir con esto? ¿Por qué ahora? ¿Por qué ahora lo cuentan?

África miró a Tyler, y fue él quien habló esta vez.

— Estamos siendo acosados por el asesino. El mismo que nos ha estado mandando mensajes... está apuntando a nosotros. A todos. A cada uno de nosotros y quería que les contáramos la verdad, por un motivo que desconocemos. El asesino está relacionado, de alguna manera, con Jonas Simons.

Antes de que alguien pudiera preguntar más, el teléfono de África vibró en su bolsillo. La tensión era tal que todos la miraron cuando ella sacó el dispositivo y vio el mensaje.

"Ahora el juego tiene tres jugadores nuevos."

África, temblando, miró a sus amigos. Los nervios se apoderaron de ella, y en su rostro se reflejaba una preocupación evidente.

—¿Qué significa esto? —preguntó Sarah, acercándose a África—¿Qué... qué está pasando?

África solo podía mirar el teléfono, sin saber cómo responder, sabiendo que algo mucho más grande y peligroso se estaba desarrollando.

Tyler fue el primero en reaccionar, con una mueca de preocupación en su rostro.

—Esto... esto no es solo sobre nosotros. El juego ha comenzado. Y no tenemos idea de quién está detrás de todo esto, pero necesitamos descubrirlo rápido. Si no, no sé qué más va a pasar.

El grupo, aún atónito por lo que acababan de escuchar, sabía que a partir de ese momento sus vidas nunca volverían a ser las mismas. El asesino con careta de cerdo estaba cada vez más cerca, y lo peor era que el grupo entero ahora se veía atrapado en un juego mucho más peligroso de lo que podían haber imaginado.

El tiempo se agotaba.

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