Capítulo 10.
África miraba nerviosa su reloj mientras esperaba en el parque desierto. Era pasada la medianoche, y el único sonido era el susurro del viento entre los árboles. Habían pasado dos semanas desde el concurso y los mensajes no habían parado. A cada día que pasaba, las palabras se volvían más amenazantes y personales. Necesitaba respuestas, y sabía que Tyler también las buscaba.
Unos pasos se acercaron por el sendero, y África giró la cabeza rápidamente. Era Tyler, con la capucha puesta y el ceño fruncido. Al verla, se relajó un poco, pero la tensión en sus hombros no desapareció.
—Creí que no vendrías —murmuró, mirando a su alrededor para asegurarse de que estaban solos.
—No podía ignorarlo más —respondió África, cruzándose de brazos—Esto nos está consumiendo, Tyler.
Ambos se sentaron en uno de los bancos más alejados, iluminados solo por la tenue luz de un farol cercano. Tyler sacó su teléfono del bolsillo y se lo mostró a África.
—Mira esto. "Tu tiempo se acaba. Lo que hiciste no quedará en secreto para siempre." —leyó ella en voz alta, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿Y a ti? ¿Qué te dicen? —preguntó Tyler, observándola fijamente.
África desvió la mirada antes de sacar su propio teléfono y enseñarle los mensajes que había recibido esa misma mañana.
"Sé lo que hiciste. La verdad siempre sale a la luz. No podrás huir para siempre."
—Es lo mismo, pero más personal —dijo ella en voz baja—Tyler, ¿Y si de verdad alguien sabe la verdad?
Él suspiró profundamente, apoyando los codos en las rodillas y frotándose el rostro con las manos.
—Han pasado dos años. Pensé que estábamos a salvo, que lo habíamos dejado atrás. Pero ahora... ahora ya no estoy tan seguro.
África tragó saliva y lo miró con seriedad.
—¿Estás pensando en confesar?
Tyler alzó la cabeza rápidamente, con los ojos encendidos.
—¿Estás loca? Si hablamos, nuestra vida está arruinada. Además, fue un accidente. ¡Tú lo sabes!
—Lo sé. Pero eso no cambia lo que pasó. Jonas está muerto por nuestra culpa.
El silencio se hizo pesado entre ellos. El nombre de Jonas siempre era como una cuchilla, cortante y afilada. África abrazó sus rodillas y desvió la mirada hacia la oscuridad del parque.
—Él intentó propasarse conmigo —murmuró, casi como si hablara consigo misma—Lo recuerdo como si fuera ayer. Grité, intenté empujarlo... Y luego tú apareciste.
Tyler cerró los ojos, como si quisiera borrar las imágenes que le vinieron a la mente.
—Solo quería detenerlo, protegerte. No quería... no quería que terminara así. Pero él cayó, África. Golpeó su cabeza, y todo pasó tan rápido...
Ambos recordaron el momento exacto: el cuerpo inmóvil de Jonas en el suelo, el pánico, la sangre. Cómo el sheriff había llegado, llamado por los gritos de África, y cómo les había prometido que lo arreglaría, que lo enterraría todo para protegerlos.
África se giró hacia Tyler, con los ojos llenos de una mezcla de miedo y determinación.
—Tenemos que descubrir quién nos está enviando esos mensajes. Si sabe la verdad, no nos queda mucho tiempo.
Tyler asintió, aunque sus manos temblaban ligeramente.
—Tienes razón. Pero si esto sale a la luz...
África no necesitó que terminara la frase. Ambos sabían lo que significaría: el fin de todo.
La excursión de octubre comenzó temprano, y los estudiantes llenaron los autobuses con una mezcla de emoción y cansancio. La tensión que se respiraba en el pueblo debido a los recientes asesinatos había llevado a los profesores a organizar el viaje a un pueblo vecino, más tranquilo y seguro, para darles a los jóvenes un respiro.
Entre los adultos responsables, Landon se sorprendió al ver a Colin Simons, quien se presentó al grupo con una sonrisa tranquila mientras daba las indicaciones generales.
—Así que... Él es el famoso hermano de Siena—murmuró Lucas, golpeando a Landon ligeramente en el hombro mientras se subían al autobús.
Landon frunció el ceño, sintiéndose un poco tonto. Había pasado semanas especulando sobre Colin, sintiendo celos irracionales cada vez que veía a Siena con alguien que no conocía.
—Supongo que me estaba montando películas innecesarias —admitió en voz baja, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas.
—No te preocupes. A todos nos pasa cuando nos gusta alguien —bromeó, antes de ir a sentarse al fondo.
Landon suspiró y ocupó un asiento cerca del medio del autobús, desde donde podía ver a Siena unas filas más adelante. Ella estaba sentada junto a Sarah, hablando en voz baja mientras miraba por la ventana. Landon sabía que si quería una oportunidad con ella, debía encontrar el momento adecuado.
Al llegar al pueblo vecino, el grupo se dividió en pequeños grupos para explorar. Landon no perdió tiempo; aprovechó el momento en que Siena se separó un poco de los demás para acercarse.
—Siena, ¿Puedes esperar un segundo?
Ella se giró rápidamente, sorprendida, pero no parecía molesta.
—¿Qué pasa? —preguntó, su voz contenida pero suave.
—Quería disculparme por lo de la cita. Sé que te presioné y que no debí hacerlo.
Siena pareció bajar un poco la guardia, aunque seguía algo tensa.
—No es tu culpa, Landon. Solo que... —hizo una pausa, mordiéndose el labio inferior mientras desviaba la mirada hacia el suelo—No es fácil para mí abrirme a alguien.
Landon asintió, intentando mostrarle que entendía.
—No quiero presionarte. De verdad. Pero... me importas, Siena. Y no voy a negar que me encantaría conocerte mejor, aunque sea como amigos.
Ella lo miró, y por un momento, Landon creyó ver un destello de emoción en sus ojos antes de que la máscara de nerviosismo volviera a cubrir su rostro.
—No sé si puedo, Landon. A veces siento que... que si dejo entrar a alguien, terminaré perdiéndolo.
Landon dio un paso más cerca, pero mantuvo su voz tranquila y sus movimientos cautelosos, como si no quisiera asustarla.
—No soy alguien que se rinde fácilmente, Siena. Y si me dejas intentarlo, prometo no irme.
Ella lo miró fijamente por unos segundos, como si estuviera librando una batalla interna. Finalmente, asintió lentamente.
—Está bien. Pero... por favor, no me presiones.
—Nunca lo haría.
Por primera vez en semanas, Landon sintió que había dado un paso adelante con Siena. Pero al mismo tiempo, podía percibir el miedo en ella, un temor que no entendía del todo pero que estaba dispuesto a enfrentar, con tal de ganarse su confianza.
La excursión avanzaba con un aire relajado, aunque algunos estudiantes todavía parecían tensos por todo lo ocurrido en el pueblo. Lucas caminaba junto a Tyler por un sendero lleno de árboles, disfrutando de la brisa fresca y del raro momento de tranquilidad que ofrecía el día.
Tyler, siempre más observador de lo que aparentaba, notó cómo una de las animadoras, una chica rubia con sonrisa brillante llamada Chloe, no dejaba de lanzar miradas hacia Lucas desde un grupo cercano.
—Eh, tío, creo que tienes una admiradora —comentó Tyler con una sonrisa ladeada, dándole un codazo a su amigo.
Lucas levantó la vista, siguiendo la dirección de la mirada de Tyler, y se encontró con los ojos de Chloe, que rápidamente desvió la vista, sonrojada.
Chloe es una chica de estatura media, con una figura atlética y bien proporcionada, que refleja su estilo de vida activo. Tiene el cabello largo y ondulado, de un tono castaño oscuro que resalta con los reflejos naturales del sol. Sus ojos son de un verde intenso, grandes y expresivos, con una mirada que puede ser tanto cautivadora como desafiante dependiendo de la situación. Su piel es clara, con un toque ligeramente bronceado por su exposición al sol. Chloe tiene una sonrisa cálida, pero también sabe cómo mostrar una actitud decidida cuando lo necesita, lo que le da una presencia que no pasa desapercibida. Suele vestir de manera cómoda pero a la moda, con prendas que resaltan su figura sin perder su estilo relajado.
—¿Qué? No creo que sea para tanto —respondió, encogiéndose de hombros.
—Por favor, es demasiado obvio. Además... —hizo una pausa, mirándolo con seriedad—Quizá sea hora de que empieces a pasar página.
Lucas frunció el ceño, sabiendo exactamente a qué se refería su amigo.
—No es tan fácil, Ty.
—No digo que lo sea, pero seguir atascado tampoco te hace ningún bien. Vamos, habla con ella. Lo peor que puede pasar es que diga que no.
Lucas soltó un suspiro pesado, pero después de un momento de duda, asintió.
—Está bien. Pero si esto sale mal, me lo vas a deber.
Tyler rió y le dio un empujón hacia el grupo donde estaba Chloe. Lucas avanzó con paso decidido, aunque con una ligera tensión en los hombros.
Mientras tanto, no muy lejos, África estaba en medio de un momento mucho más íntimo. Apoyada contra un árbol, con Jared cerca de ella, sus labios se encontraban en un beso apasionado. Jared había encontrado la manera de hacerla reír después de semanas de estrés, y aunque África aún tenía sus reservas, había decidido dejarse llevar por el momento.
Sin embargo, algo captó su atención desde el rabillo del ojo, algo que la hizo separarse levemente de Jared. Allí, a unos metros de distancia, vio a Lucas acercándose a Chloe, con esa sonrisa que una vez había sido solo para ella.
Los dedos de Jared rozaron su mejilla, devolviéndola al momento.
—¿Todo bien? —preguntó él con suavidad.
—Sí, claro —respondió rápidamente, forzando una sonrisa mientras volvía a besarlo, aunque ahora su mente estaba dividida.
Cada tanto, sus ojos se desviaban hacia Lucas y Chloe, viendo cómo él comenzaba a hablar con la animadora, que parecía más que feliz con la atención. África apretó los labios contra los de Jared, intentando concentrarse en lo que tenía frente a ella, pero no pudo evitar que una chispa de celos se encendiera en su pecho.
Lucas, por su parte, no estaba del todo cómodo en su conversación con Chloe. Aunque ella era simpática y claramente estaba interesada en él, no podía evitar que su mente divagara hacia los recuerdos de África. Sin embargo, se esforzó por mantenerse en el presente, intentando seguir el consejo de Tyler y darse una oportunidad para seguir adelante.
Desde la distancia, dos historias distintas se entrelazaban: la de un chico tratando de olvidar y la de una chica que se daba cuenta de que tal vez no quería que la olvidaran del todo.
La noche en la excursión estaba fresca, pero la fogata mantenía a todos reunidos, riendo y charlando entre amigos. Las llamas bailaban en la oscuridad, iluminando sus rostros y creando un ambiente relajado, aunque Sarah no podía evitar sentirse inquieta. Se sentó en silencio junto al grupo, mientras observaba a los demás con una sonrisa forzada, sin poder dejar de pensar en sus propios problemas.
Finalmente, no pudo más. Se levantó sin decir nada y caminó en dirección opuesta al grupo. El aire fresco la golpeó en la cara, pero no la tranquilizó. Al llegar a una pequeña zona apartada, se agachó y comenzó a vomitar, tratando de contener sus lágrimas mientras sentía que su cuerpo se rebelaba contra ella.
Cuando terminó, se quedó allí, respirando profundamente, tratando de calmarse. No se dio cuenta de que alguien la había seguido, hasta que escuchó una voz suave detrás de ella.
—Sarah... —la voz de Tyler, algo preocupada, la hizo girarse. Estaba allí, de pie, observándola con una expresión seria y sin juzgarla.
—No... no me sigas —dijo rápidamente, intentando mantener su distancia, pero la tristeza en su voz era evidente.
Tyler se acercó, sin apartar la mirada de ella. No necesitaba que le explicara; ya podía imaginarse lo que estaba pasando. Se sentó a su lado, manteniendo un espacio respetuoso, pero lo suficientemente cerca para mostrarle que no estaba sola.
—Sarah, tienes que hablar de esto. No estás sola, lo prometo —dijo, su tono tranquilo, casi protector.
Sarah lo miró con ojos llenos de vulnerabilidad, sintiendo que finalmente podía ser honesta con alguien. Las palabras salieron a duras penas, como si un peso muy grande se estuviera liberando.
—He estado luchando con mis problemas alimenticios. No sé por qué, simplemente, no puedo controlarlo—dijo, su voz quebrada, pero también aliviada por ser escuchada.
Tyler la miró, sin poder evitar sentir una mezcla de preocupación y compasión. Sabía que era un tema delicado, algo más grande que lo que ella estaba dejando ver. Pero lo que más le dolía era ver a Sarah así, tan frágil, tan rota.
—No tienes que pasar por esto sola. Te prometo que te voy a ayudar. Vamos a superarlo juntos, ¿Vale? —dijo, su voz firme, y su mirada llena de sinceridad.
Sarah lo miró, un atisbo de esperanza en sus ojos. Sabía que era una batalla larga y difícil, pero por primera vez sentía que tal vez podía salir adelante, con alguien a su lado.
Tyler, a pesar de sus propias advertencias internas, decidió ignorar las palabras del sheriff. No podía dejar a Sarah sola en esto.
—Gracias... —dijo Sarah, con una sonrisa débil, pero genuina.
Tyler asintió, apoyando su hombro contra el suyo de manera suave, ofreciendo la solidaridad que Sarah necesitaba, sin hacer más preguntas, simplemente estando allí.
Y aunque ambos sabían que la noche no estaba cerrando con facilidad, también comprendían que, al menos por ahora, tenían uno al otro.
Esa noche, después de las conversaciones en la fogata, África caminó junto a Jared hacia su tienda de campaña. El aire estaba fresco, y la luna llena iluminaba el campamento con una luz suave que hacía todo parecer más tranquilo de lo que realmente era. Ambos habían estado riendo y disfrutando de la compañía del otro, pero ahora, al llegar a la tienda de África, el ambiente se volvía más calmado, como si la cercanía y el silencio fuesen la manera perfecta de cerrar la noche.
—Bueno... —dijo África, deteniéndose frente a su tienda. Su voz era suave, aunque había algo en su tono que delataba la conexión que sentía con él—Gracias por hoy, Jared. Realmente necesitaba alguien con quien hablar.
Jared sonrió de manera sincera, sus ojos brillando bajo la luz de la luna.
—No tienes que darme las gracias —respondió, inclinándose levemente hacia ella—Me alegra haberte acompañado, y me alegra que me hayas dejado ser parte de tu noche.
África sintió una calidez en el pecho al escuchar sus palabras, algo que la hacía sentirse especial, aunque había un pequeño temor en su interior. Al final, ambos compartieron una mirada que decía más que mil palabras, y antes de separarse, Jared se inclinó ligeramente hacia ella, como si estuviera buscando una manera de decir adiós sin palabras.
África, sin poder evitarlo, sonrió y, casi como un reflejo, le dio un suave beso en la mejilla.
—Hasta mañana, Jared —dijo, su voz ahora un poco más baja.
Jared sonrió de vuelta, un brillo de sorpresa y alegría en sus ojos, antes de alejarse lentamente. Pero antes de que se apartara demasiado, se giró una última vez.
—Hasta mañana, África. Cuídate.
Y con eso, Jared se alejó, dejando a África sola frente a su tienda, con una sensación cálida en su interior que no podía evitar intentar comprender.
Al caminar hacia su tienda, Jared pasó junto a Colin, quien se encontraba cerca de la fogata, observando el campamento con una calma inquietante. Cuando sus miradas se cruzaron, Jared se detuvo, curioso.
—¿Colin, no? —preguntó Jared, tendiéndole la mano, intentando iniciar una conversación.
Colin lo miró por un momento, como si estuviera evaluando quién era realmente este chico, y luego estrechó su mano con una sonrisa enigmática.
—Sí, Colin —respondió, su voz tranquila, pero algo distante—¿Y tú eres...?
—Jared Williams—contestó, intentando hacer una pequeña broma para aligerar el ambiente—Creo que eres el hermano de Siena.
Colin asintió ligeramente, sin mucha expresión, como si la afirmación no fuera tan relevante, pero siguió observando a Jared con atención.
—Así es. Y tú pareces ser... —hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras correctas—Un tipo interesante.
Jared sonrió, sintiéndose un poco incómodo por la intensidad de la mirada de Colin, pero al mismo tiempo intrigado por la forma en que lo miraba.
—Gracias, creo—Jared se rió nervioso—Fui muy amigo de Jonas, antes de que bueno...no sé si me recuerdas.
Colin se encogió de hombros, casi como si estuviera diciendo "No hace falta explicaciones", pero luego su expresión se suavizó, como si estuviera dispuesto a dejar la charla fluir.
—Bueno, si alguna vez necesitas algo, sabes dónde encontrarme —dijo Colin, con un tono que, aunque no era precisamente amigable, sí transmitía cierta accesibilidad.
Jared, ahora más curioso que antes, asintió.
—Claro, lo tendré en cuenta.
Colin, con una mirada que no podía descifrar completamente, dio un paso atrás y se alejó lentamente, dejando a Jared con una sensación extraña. Algo en su actitud y en su presencia había dejado una huella en él, algo que no podría ignorar.
Y mientras Jared se alejaba, pensaba en cómo ese encuentro con Colin, aunque breve, había despertado una chispa de interés en él, como si Colin estuviera mucho más cerca de lo que dejaba ver.
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