MAS QUE UN HERMANO
Los sucesos narrados a continuación transcurrieron años atrás.
Loel y Jack siempre fueron dos hermanos que se llevaron bien; tenían 15 años de diferencia, pues la madre de ambos tuvo al primero a muy temprana edad. Este suceso siempre llamó mucho la atención del más joven, porque desde que nació siempre se le vio como el más pequeño por lejos, al menos en su casa, que era el lugar en el que más tiempo pasaba en sus primeros años de vida. Cuando llegó Loel a la vida, siempre fueron los tres solamente en su casa: su hermano mayor y su madre. Ellos siempre pasaban largas jornadas trabajando y, por las tardes, un Jack evidentemente cansado no faltaba en ayudar a su hermano y enseñarle todo lo que encontrara que le fuera a servir para la vida en el centro espacial. Le enseñó cómo funcionaban estos centros, llevándolo a largas caminatas por la ciudad, mostrándole su disposición y los lugares más concurridos.
Había una zona en donde se encontraban todas las casas, que no eran más que estructuras una al lado de la otra con forma redondeada, con ventanas redondeadas también, con la salvedad de que las puertas eran rectangulares. Estas zonas eran las que ocupaban la mayor cantidad de espacio en el centro espacial. Pero Jack no se limitaba solo a esto; luego de pedir confidencialidad a su hermano menor, lo llevaba, en estos casos, de la mano hacia las zonas más alejadas y abandonadas del centro. Le contaba a Loel intensas historias de batallas que se libraron en esos lugares abandonados, que eran los anteriores lugares donde solía vivir la mayoría de la población, sobre todo cuando el número de habitantes era mucho menor. Estas zonas fueron abandonadas, o al menos esa era la información oficial, pero para Jack siempre estaba en posición de decirle la verdad a su hermano: allí seguía viviendo gente. Aquellos que no tenían la posibilidad de adquirir un lugar propio para vivir o eran considerados una carga para la sociedad eran abandonados en esas zonas, y muchas veces había patrullas dirigiéndose hacia ese lugar, más que nada en busca de cadáveres, como si se preocuparan más por esa gente cuando ya estuvieran muertos, que en vida.
Siempre venía el comentario hacia Loel de que no debía olvidar que esa ciudad se encontraba flotando en el mismísimo espacio y que existían muchos más lugares como ese. Pero, según contaba el propio Jack, el centro espacial del Imperio del Sol era el más bello de todos, y por lejos. No faltaba en ningún lugar del centro, incluso en aquellos sectores abandonados, el exceso de vegetación, que para los foráneos parecía incluso excesivo. Muchos, inclusive dentro de sus casas, parecían vivir rodeados de grandes flores y árboles. Existía la salvedad de que aquellos árboles eran, de cierta manera, artificiales o modificados genéticamente, ya que no dependían de oxígeno para sobrevivir. Esto podría ser un problema, ya que al haber mucha vegetación, esta podría competir con la gente por el suministro de oxígeno. Otro tema importante: al vivir en el espacio, el oxígeno se había convertido en un bien muy cotizado. Para el bien de los jóvenes, en ese centro el oxígeno aún era considerado un aspecto básico a entregar a los habitantes y no debían pagar por ello.
Jack solía escaparse en las noches. Era un chico con una energía increíble; solía dormir solo de 3 a 4 horas, luego trabajaba durante casi todo el día, siempre encontrando trabajo en lo que fuera. En ese entonces, trabajaba repartiendo noticias en esferas, con un mecanismo muy interesante para transmitir la información. Cada persona podía tener acceso a estas esferas, que funcionaban con magnetismo, y al entrar en contacto con otras esferas, estas últimas entregaban la información que contenían. Luego, cada persona podía acceder a esta información conectándola a alguna televisión o radio. Este trabajo le permitió al hermano mayor de la familia tener contacto con personas misteriosas, quienes le daban ingresos extra si permitía que, mediante las esferas, se divulgara información falsa para la población. En un principio, esto a Jack parecía no importarle, pero con el tiempo dejó de hacerlo, por lo que debió dejar su empleo, ya que se percató de que todo el sistema de comunicación estaba corrompido. Esta situación lo desmotivó y lo llevó incluso a cuestionar sus propios actos a una temprana edad.
Pero no todo era trabajo. Luego de pasar las tardes enseñándole a su hermano, por las noches se escapaba de casa para reunirse con un grupo de jóvenes que pensaban como él. Las reuniones casi siempre eran muy tarde y desorganizadas, ya que la mayoría de los asistentes eran tan jóvenes como Jack y no podían evitar hablar todos a la vez. Sin embargo, Jack nunca dejó de insistir en la importancia de la organización e insistía siempre en los turnos para que todos pudieran expresarse. Poco a poco, fue ganándose la confianza de muchos de los jóvenes de allí, quienes con el tiempo eligieron a cinco jóvenes para que los representaran, en voz y en la toma de decisiones. Todos eran jóvenes muy rebeldes que estaban en total desacuerdo con cómo estaba organizado el mundo, aún sin saber que la gran mayoría de atrocidades cometidas en él escapaba de su comprensión.
Para Loel, su infancia fue muy buena. Durante el día, jugaba con chicos de su edad; principalmente, inventaban juegos en los que se dividían en grupos de buenos y malos. Los buenos debían encontrar a los malos, quienes, si lograban esconderse por un tiempo previamente establecido, eran los vencedores.
Por las tardes, todo cambiaba. Junto a su hermano Jack y sus paseos rutinarios, se sentía mayor de lo que era, pues su hermano siempre lo trató como un igual. Jamás intentó hacerle sentir que había cosas en el mundo que no podía comprender por su edad. Más bien, lo alentaba a que debía ser capaz de reconocer las verdades del mundo, aun cuando no las tuviera en sus narices; que debía ver el mundo con ojos abiertos y aprender a desconfiar sin que desconfíen de él, una virtud de la que gozaba Jack y de la que siempre intentaba imitar Loel. Este intento de imitación hacia su hermano mayor nunca le molestó a Jack; más bien, disfrutaba ver a su hermano utilizando sus mismas expresiones e, inclusive, su mismo corte de pelo característico: rapado a ambos lados y el resto del pelo largo, con la única salvedad de que el pelo de Jack era de un color marrón oscuro y el de Loel era totalmente negro, igual al de su madre.
Todo cambió para Loel el día en que Jack parecía más serio de lo normal, y esto duró semanas, en las que siempre parecía tener excusas para no poder llevar a Loel a sus viajes rutinarios por la ciudad. Estos viajes los continuó haciendo el hermano pequeño por su cuenta, pero para la madre, ambos hijos se la pasaban juntos en esas tardes. Lo que no le decían a la madre era que Jack se escapaba para pasar más tiempo junto a la pequeña sociedad que estaba formando con el grupo de jóvenes, situación que tanto Loel como su madre desconocían. El hermano menor siempre exaltaba a Jack, comentando lo bien que lo pasaban juntos e incluso inventando historias para su madre.
El cambio más abrupto para Loel ocurrió cuando Jack, de un día para otro y para sorpresa de su hermano pero no para su madre, comenzó a hablar a viva voz de sus planes de unirse a los navíos espaciales. Quería recorrer los otros centros espaciales y, en el camino, ayudar a los más desvalidos. La madre lo apoyó como siempre lo había hecho, pero Loel no lo entendía, ya que Jack siempre hablaba mal de los tripulantes de los navíos. Contaba historias de que eran flojos y que la gran mayoría solo estaba allí por comodidad y posición, y no por querer ayudar a los demás. Tema que, con el tiempo, Loel fue asimilando como propio, intentando luego seguir el mismo camino de su hermano, cosa que a Jack no le habría de sorprender para nada.
Pero la verdad es que el grupo de jóvenes al que pertenecía Jack había formado un plan para infiltrarse en las altas esferas de la sociedad, con el fin de recabar más información sobre las personas que pudieran querer hacer del mundo un lugar peor para los desvalidos. Un grupo de estos jóvenes intentó integrarse a algún navío espacial y así poder llegar o estar más cerca de los grandes líderes. En este grupo de jóvenes destacan tres: Jack, Abrus y Clara.
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