Esta sensación de calma, tal vez pueda acostumbrarme a ella. 

Una brisa muy helada me despierta; ya era la hora. La temperatura marcaba el momento en que debía levantarme, pero no había nadie más. Tal vez me había saltado una señal. Me vestí rápidamente y salí de mi habitación. Muchos pasillos y todos vacíos; casi había olvidado hacia qué dirección estaba el centro de reuniones. Recién comenzaba a salir del profundo sueño.

 De un momento a otro, las luces se cortan. Intenté encontrar la linterna dentro de mi habitación, pero el corte de luz me impedía volver a ella. Seguí el pasillo que creía me conduciría a los demás, con una mano tocando la pared para guiarme por el camino. Susurros, pasos y ruidos en las alcantarillas. Algo venía hacia mí. Luego volví a respirar y sentí calma nuevamente. Las luces volvieron y, qué casualidad, ya había llegado a mi destino.

Al comenzar la reunión, todos estaban muy tensos. Yo intentaba mantener la calma. Algunos culpaban al sistema galáctico internacional por las atrocidades vividas últimamente, y otra fracción los defendía, quizás por motivos personales. 

Yo siempre me mantenía al margen de estas discusiones. Pero no pude aguantar más hasta que uno de ellos soltó un exabrupto: "Al final, nos preocupamos en vano. ¿Quiénes somos nosotros para poner nuestra vida por debajo del resto? No tenemos por qué seguir dejando nuestra vida por defender a otros." No podía aguantar esas palabras; necesitaba decir algo, así que pedí la palabra, pero antes me dirigí al baño. Ya estaba por perder la compostura; estaba en ese límite cuando nuevamente se corta la luz y suena una alarma de emergencia. Guiado por la luz roja de la alarma, me dirigí a la zona de seguridad, pero donde se encontraban todos, nuevamente me encontré solo. Una alcantarilla detrás de mí salió volando y algo corriendo desde dentro que no pude divisar. Dentro de todo el susto que tenía, pensaba en todo lo que aún debía decir en la reunión, pero ya más calmado, decidí seguir buscando al grupo. En un momento, vuelve la luz y todos comienzan a actuar normalmente, como si nada hubiera pasado.

En medio de la discusión, empleé todos mis pensamientos sobre lo que creía era correcto respecto a nuestra posición para salvar a aquellos más desvalidos. Un peso se me cargó en uno de mis hombros; pensé que podría ser el gato que siempre solía hacer eso. Para mi sorpresa, no era así. Una figura, lo más parecida a una mancha flotante oscura, estaba posada en mis hombros. Grité de desesperación y corrí, pero no pude abrir las puertas. Nadie me ayudaba; todos parecían congelados en el tiempo, menos yo. Esta figura se me presentó en ese momento como un teggar, un ser de otra dimensión que se alimenta de la calma de las personas. Habitan entre nosotros, pero solo algunos pueden realmente tener contacto directo con uno. 

Me desmayé y volví a mí horas más tarde, recordando de a poco todo lo que había pasado. Estaba en la enfermería y todos estaban preocupados por lo que había sucedido. Aseguraban que, en medio de mi discurso, me desmayé y tuve convulsiones. Espero que todo lo que recuerde haya sido un sueño.