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CAPÍTULO 15.

Juliet.

Vuelve a inmovilizarme pero esta vez con ambos brazos mientras me besa con fuerza y se deshace de mi chaqueta. Intento forcejear pero es en vano, no puedo zafarme de su agarre. Mis ojos se inundan con las primeras lágrimas que quieren escapar.

Empieza a empujarme hasta que doy contra la cama a la cual me tira cayendo boca arriba. Se coloca encima mía a horcajadas, sus manos viajando por mi cuerpo hasta que decide deshacerse de mi top, hago todo lo posible para dificultar el trabajo pero un golpe en la mejilla hace que me paralice.

- Estate quietecita si no quieres que te dé otro.- Su sonrisa maliciosa me confirma que está disfrutando de esto.


Las primeras lágrimas escapan de mis ojos, empapando mis mejillas. Prefiero que me golpee hasta el cansancio antes de lo que realmente quiere hacer. Vuelvo a intentar zafarme de su agarre pero es en vano, inmoviliza mis manos y piernas y ya sé que está todo perdido. Una serie de sollozos abandonan mis labios.

- Por favor, para.- Ruego con los ojos cerrados con fuerza mientras más lágrimas vas cayendo. Mi voz suena tal cual me siento, rota.


Ya me ha quedado claro que por mucho que intente escapar no voy a poder. Jason no va a detenerse.

El peso que sentía encima mía se evapora, mi cuerpo tiembla producto del miedo y la adrenalina. Al abrir los ojos logro ver como Ángel arremete un puñetazo en el pómulo izquierdo de Jason, que ya tiene un hilito de sangre en la mandíbula.

Escucho voces de fondo pero mi mente no da a entender lo que dicen por mucho que intente concentrarme. Siento mi cuerpo tan pesado que pareciera estar metido en cemento, aun así hago acopio de toda fuerza que puedo conseguir para incorporarme en la cama.

En un rápido movimiento veo como Mark lo tira al suelo quedando encima de él. El primer puñetazo de mi amigo no tarda mucho en llegar.

Ángel me tiende mi top y mi chaqueta que me coloco lo más rápido que mi cuerpo me permite. Aun así el frío que siento no me abandona. Cuando lo he conseguido vuelvo a reunir fuerzas hasta lograr ponerme en pie.

Mi mente no deja de revivir una y otra vez lo sucedido momentos antes.

Si los chicos no hubieran llegado... Si tan solo hubieran tardado unos minutos más...

Siento unos brazos rodearme hasta dar con un torso bien definido, el aroma de Ángel inunda mis fosas nasales. Aspiro su aroma intentando concentrarme solo en él.

Veo como Mark sigue arremetiendo contra Jason sin descanso, con la mandíbula tan apretada que no me extrañaría que se partiera un diente. El segundo por otro lado intenta esquivar cada golpe protegiéndose con los brazos e intentando quitarse a su oponente de encima solo consiguiéndolo cuando Christian entra en escena, deteniendo y poniendo en pie a Mark.

Me fijo en la escena que ha quedado. Jason con la cara destrozada, la sangre le gotea de su labio inferior. Mismos labios que me han besado a la fuerza hace tan solo unos minutos. La ceja y el pómulo también destilan sangre, no quiero imaginar como ha queda el cuerpo allí donde Mark ha ido atinando. Este por otro lado, tiene los nudillos abiertos.

Ángel me guía a través de la casa sin soltarme en ningún momento hasta que llegamos donde habíamos dejado nuestros medios de transporte.

Las voces de los chicos me van llegando de forma lejana, poco a poco consigo entender lo que dicen. Un escalofrío me recorre la columna vertebral haciéndome estremecer. Ángel me aprieta contra su pecho con fuerza logrando así transmitirme su calor corporal, reconfortándome con ello.

- ¡Ah si! Me había olvidado por completo. Mientras estaba buscando a Juliet en la planta baja me he encontrado a Carla en el baño con Thiago. Estaba muy borracho. Carla me ha pedido que os diga que van a su casa ya que sus padres están de guardia, allí él podrá descansar. También quería que os dijera que llevéis a Juliet.- Ahora entiendo porque no estaba en la habitación siendo ella la que golpea a Jason hasta el cansancio.


Cuando se entere se va a sentir muy culpable por no haber estado conmigo, al igual que la primera vez.

¡Cuando se entere va a querer matarlo!

- No voy a separarme de Juliet.- Las palabras de Ángel me sacan de mis pensamientos. Habla convencido y sin dejar lugar a réplica.- Nos iremos a mi casa. Cuando llegue avisaré a Carla para que no se preocupe.


La idea de pasar la noche con Ángel nuevamente me reconforta. Es extraño que pese a toda la situación, con él me sienta tan protegida, como si nada pudiese hacerme daño. Ese es el poder de Ángel.

- Bien, toma las llaves de mi coche, yo me llevaré tu moto.- Mark mete la mano dentro del bolsillo delantero del pantalón sacando sus llaves. Ángel copia su acción y las intercambian.

- Tengo las llaves de la moto de Thiago, yo me la llevo.

- Nos vemos mañana en mi casa y hablamos de lo ocurrido.- Mark dice lo último más para mí que para los chicos. Como única respuesta doy un leve asentimiento de cabeza.


Posiblemente quiera saber en qué momento pasó todo, y no me extraña ya que él sabe sobre los mensajes, ha sido el que ha estado conmigo en todo momento, el que se ha preocupado.

Sin darme cuenta Mark se ha convertido en uno de mis mejores amigos.

Christian me da un abrazo de despedida seguido de Mark, el cual me atrae hacia él con fuerza.

Los chicos se despiden y Ángel vuelve a pasar su brazo por mi cintura, atrayéndome hacia él, para terminar guiándome hasta la puerta del copiloto donde abre la puerta para que yo me pueda subir. Con sumo cuidado coloca el cinturón de seguridad, como si en cualquier momento fuera a romperme. Y puede que así sea. La preocupación se nota en cada facción de su rostro, lo miro con un intento de sonrisa en el mío pero lo único que consigo es hacer una mueca. Termina depositando un beso en mi frente para cerrar la puerta, rodear el coche y montarse en el asiento del conductor.

Miro por la ventana mientras él conduce de camino a su casa. El coche está sumido en un silencio para nada incómodo aunque sé que quiere hablar de lo ocurrido y también sé que en algún momento tendré que hacerlo. Por el contrario, no sé si seré capaz.

Las casas pasan a nuestro lado, y las luces de las farolas son lo único que ilumina la calle.

No transcurre mucho tiempo hasta que Ángel aparca el coche al lado de una casa de fachada blanca. Apaga el motor del coche, desabrocha su cinturón y baja de este. Lo imito y antes de abrir mi puerta, él ya lo ha hecho por mí. Al salir, el frío aire de la noche me envuelve, y Ángel lo nota. Me envuelve en un abrazo mientras cierra la puerta, el sonido del cierre se hace sonar.

Con su brazo rodeando mis hombros, me guía hasta la casa. No tarda en sacar la llave del bolsillo delantero de sus pantalones.

Una vez dentro, me conduce a un pasillo en el que hay cuatro puertas, dos en el lado derecho, una en el izquierdo y la última al fondo de este. Entramos en la primera de la derecha. Cuando enciende la luz, tengo que parpadear varias veces para acostumbrarme al brillo repentino.

- Esta es mi habitación, siéntete como en casa.


Lo primero que veo es la cama situada al fondo de la habitación. Echo un vistazo rápido y noto a la izquierda un escritorio pulcramente organizado, junto a una estantería con fotografías y trofeos. A mi derecha, un armario de tres puertas, donde Ángel parece estar buscando algo.

Un suspiro escapa de mis labios. El ambiente es tranquilo y acogedor, pero mi mente sigue enredada en los acontecimientos de momentos atrás. Me esfuerzo por centrarme en el presente, intentando relajarme en la seguridad que Ángel me ofrece.

Me acerco a la estantería impulsada por la curiosidad. Echo un primer vistazo rápido hasta que una fotografía llama mi atención. Un hombre rubio de unos treinta y cinco años junto a un niño de unos diez años que lleva en brazos a otro más pequeño, con el mismo tono de rubio.

- Mi padre, Joe y yo.

- ¿Joe? .- Da un leve asentimiento con la cabeza.

- Mi hermano mayor.

- Nunca te he visto con él.

- Eso es porque lleva en la cárcel dos años.- Me mira directamente a los ojos mientras continúa.- Tenía varios cargos por posesión de drogas desde que tenía dieciséis. Siempre que lo pillaban mi padre lo solucionaba, contrataba al mejor abogado y al ser menor de edad siempre se terminaba salvando, hasta que lo cogieron vendiendo y ya al ser mayor de edad... no pudo ayudarlo.

- Lo siento...- Mi voz es apenas un susurro que él escucha bien.

- No te disculpes, tú no tienes la culpa de que él sea un descerebrado.- Guía su mirada de nuevo a la fotografía que estábamos admirando antes.- Esta la hicimos el día después de que mi madre nos abandonase. Y esta.- Señala otra que se encuentra en una balda superior. Los dos hermanos en la playa. Joe llevando a un Ángel sonriente sobre sus hombros.- Fue meses antes. Nuestras últimas vacaciones como una familia completa.


Llevo la mirada hacía Ángel que mira las fotografías con cierta melancolía. No sólo sufrió el abandono de su madre, sino también los problemas con las drogas de su hermano mayor.

No logro encontrar ninguna palabra para él, así que, haciendo referencia a las palabras de mi padre "si no tienes nada bueno que decir, es mejor no decir nada", y eso hago, mantengo el silencio volviendo a mirar las fotografías.

La siguiente que me llama la atención es una donde se encuentra Ángel de pequeño sentado en el regazo de un hombre mayor, con el pelo ya blanco.

- Era mi abuelo, el padre de mi padre. Él me regaló mi colgante.- Del cuello de su camiseta, saca el colgante del diente de lobo que tantas veces le he visto.- Era suyo y me lo dejó antes de morir.

- Ángel... yo... lo sien...

- Juls deja de disculparte, tú no has tenido la culpa de ninguna de esas cosas.

- Pero estoy haciendo que las revivas.

- Vivo con ellas a diario.- Me regala una cálida sonrisa.- Y revivirlas no tiene por qué ser malo. Mi abuelo fue quién nos sacó esta foto.- Señala la primera que vi.- Él fue quien me enseñó a montar en moto cuando tenía catorce y también quien me enseñó que por mucho que nos hagan daño, algún día dejará de doler.


Nunca lo había escuchado hablar con la emoción que cargan sus palabras. Hace que me dé cuenta que su abuelo fue una persona muy importante en su vida, de que quitando esa apariencia de "todo me importa una reverenda mierda" hay una persona que ha sufrido mucho desde muy pequeño y, también me percato, que me queda mucho por conocer de él.

- Toma, ten.



Estaba tan perdida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que se había movido de mi lado hasta que me habla tendiéndome varias prendas.

El desconcierto en mi rostro debe darle alguna pista puesto que comienza a explicarse.

- He supuesto que querrías darte una ducha y ponerte cómoda ya que pasarás la noche aquí.- Se rasca la nuca pudiendo así notar su nerviosismo, como si no quisiera decir las siguientes palabras y temiera mi posible respuesta.- Aunque si no quieres... siempre puedo llevarte a casa de Carla. O a cualquier otro sitio.

- No me gustaría estar en otro lugar ahora mismo.- Los ojos verdes de Ángel brillan de una forma que no me da tiempo descifrar puesto que me envuelve en un cálido abrazo.


Y es verdad, aquí, junto a él me siento segura, siempre lo hago cuando estoy con él. Es un sentimiento extraño que no logro comprender aún.

Deja un suave beso en mi pelo antes de separarse para volver a tenderme las prendas que esta vez sí acepto.

- Entonces no hay nada más que decir. Sígueme.


Me conduce fuera de su habitación hasta pararse en la puerta del fondo del pasillo. La abre y al encender la luz se aparta para dejarme ver un amplio cuarto de baño.

- Mi padre está en el hospital por lo tanto estaremos solos hasta mañana. Tómate todo el tiempo que quieras y si necesitas algo me avisas, estaré en mi habitación.

- Gracias.- Le doy la mejor sonrisa que puedo dar en estos momentos.

- No me agradezcas, nunca lo hagas.- Me devuelve esa sonrisa que trae loca a todas las chicas.


Con un asentimiento de cabeza de mi parte él se gira para entrar en su habitación y yo para el baño cerrando la puerta tras de mí.

Echo un vistazo a mi alrededor y por primera vez noto lo grande que es. Coloco la ropa en el mueble separando la toalla. Me acerco a la enorme bañera, donde cabrían perfectamente dos personas, y abro la llave del agua caliente para a continuación empezar a desnudarme mientras el agua se pone a una buena temperatura.

Dejo mi ropa cuidadosamente doblada junto a la que me ha dado Ángel y las botas a un lado del mueble. Busco en los cajones de este hasta dar con una esponja de baño nueva la cual saco de la bolsa. Vuelvo a la bañera para comprobar que el agua está en una temperatura perfecta antes de meterme bajo esta.

Aquí encerrada y sola, con el agua corriendo en cascadas por mi pelo, pasando por mi cuerpo hasta salir por el desagüe, empiezo a rememorar los acontecimientos de hace unas horas. Como Jason había conseguido que me paralizara con solo escuchar su horrible voz, su repugnante aliento en mi oreja, sus asquerosas manos tocando mi cuerpo...

Las primeras lágrimas no tardan en abandonar mis ojos mientras los sollozos son amortiguados por el ruido del agua. No aguanto más y me dejo caer de rodillas en la bañera.

¿Cómo ha podido pasar? ¿Porqué no he reaccionado al escucharlo y he echado a correr? ¿Era Jason quien me enviaba esos mensajes? ¿Por qué no le hice caso a Mark cuando me pidió que tuviera cuidado?

Vuelvo a recordar como me tocaba y la repulsión se hace presente. Agarro el bote de gel llenando la esponja de este y comienzo a frotar todo mi cuerpo hasta que este se encuentra enrojecido.

No puedo borrar las marcas que ese desgraciado ha dejado en mi cuerpo, que ha dejado en mí.

No sé cuánto tiempo he pasado debajo del agua, solo que la yema de los dedos se empiezan a arrugar.

Cierro la llave del agua y me incorporo para salir de la bañera.

Envuelta en la toalla limpio el espejo que está frente a mí que se ha empañado por el vapor del agua caliente.

El espejo me devuelve una imagen totalmente contraria a la de esta tarde. El pelo es un amasijo de nudos el cual envuelvo en una toalla más pequeña para secarlo un poco. El maquillaje tan perfecto que me había realizado Carla se ha ido por el desagüe quedando ya solo los restos que termino de limpiar con una toallita desechable y unas enormes ojeras producto de haber dormido poco y haber estado llorando minutos atrás.

Seco mi cuerpo para colocarme la ropa que me ha dejado Ángel y en unos minutos ya estoy vestida y terminando de secar el pelo ya desenredado.

Dejo todo igual de organizado que estaba cuando entré y agarrando mi ropa tomo una bocanada profunda de aire para armarme de fuerza y salir.

Con la mejor sonrisa que puedo poner entro a la habitación de Ángel, encontrándolo sentado en la cama, con los codos apoyados en las rodillas, las manos unidas y un semblante serio que mira a un punto inespecífico del suelo.

Levanta la mirada cuando se percata de mi presencia cambiando la seriedad de su rostro por la preocupación.

Puede que mi sonrisa no haya sido la mejor. Aun así, sin borrarla, me dirijo hacia el escritorio, dejo mi ropa en la silla y las botas a un lado en el suelo.

Cuando me giro para mirar a Ángel este ya se ha levantado y con tan solo unos pasos de su parte me encuentro entre sus brazos.

Me es imposible seguir manteniéndome intacta cuando la realidad es que me encuentro rota. Todos los sentimientos se agolpan en lo más profundo de mi garganta y terminan saliendo con el primer sollozo que escapa de mis labios mientras las lágrimas recorren mis mejillas.

- Tranquila, estoy aquí Juliet.- Empieza a acariciar mi espalda intentando tranquilizarme para que deje de temblar.

- No me sueltes.- Pido en apenas un susurro entre sollozos.

- Enana eso nunca.

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