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CAPÍTULO 12.

Juliet.

El aroma a lasaña casera a la boloñesa inundaba la estancia. Llevamos despiertos un par de horas a la espera de que se termine de cocinar el almuerzo. El primero en levantarse había sido Mark, el cual decidió prepararnos tal delicioso manjar.

Estamos todos sentados alrededor de la mesa de la cocina. Miro en dirección al horno como si así este se diese más prisa en terminar de hacer la comida. Mi estómago llevaba una larga media hora rugiendo como si de un león enjaulado se tratase mientras la cabeza me martilleaba en consecuencia de la borrachera de la noche anterior. Era la primera vez que bebía tanto, por ello no fui consciente de lo que venía luego hasta que hace unas horas me desperté con un tremendo dolor de cabeza, la boca seca y el cuerpo adormecido. ¿La parte buena? Recordaba todo o por lo menos el noventa por ciento de lo sucedido. Recuerdo los juegos de beber, las preguntas embarazosas, como me sentía agusto y en paz con mis amigos con los que pude divertirme sin temor a que me juzgaran. Como Thiago y yo habíamos tenido una batalla silenciosa por ver quién ponía el reto más difícil o hacia la pregunta más bochornosa de contestar. El beso entre Mark y Christian. Como Thiago besó el cuello de Carla. Y ¡DIOS! el beso que me dí con Ángel.

Cuando Carla había retado a Ángel a besarme nunca pensé que este lo fuera a hacer, apenas tardó unos segundo en afirmar que si yo no tenía problemas él tampoco. Cómo tomó mis manos con delicadeza para levantarnos y ponernos frente el uno del otro. En cuanto a mí, lo único que me preocupaba es que se pusieran las cosas incómodas entre nosotros pero nada más lejos de la realidad. Sentía confianza, estaba agusto con él. Ángel era capaz de llenarme de paz a la vez que hacía que mi corazón se acelerara como si estuviera corriendo una maldita maratón.

Fueron unos segundos en los que sus suaves y cálidos labios estuvieron en contraste con los míos. Un simple beso que no tenía nada de simple. Un beso por el cual cuando nos separamos sentía hormiguear los míos. Aún podía sentir el suave roce de sus labios.

Al separarnos sentí como mis mejillas se teñían de rojo. No podía mirarlo a la cara, la vergüenza me embargaba.

El recuerdo de como le pedí que durmiera conmigo. ¡Ay dios! ¿¡Cómo fui capaz de hacerlo!?

Claro, si no hubiera sido por el alcohol que había en mi organismo no lo habría hecho, no hubiese tenido tanto valor para hacerlo.

Al contrario de la primera vez que dormimos juntos, estaba más tranquila pese a que mi corazón latía tan rápido que parecía querer salirse de mi pecho y a la vez me sentía segura al lado de Ángel. Era un sentimiento tan raro que no sabría describirlo, ni yo misma lo entiendo. Por eso mismo no le pedí que pusiera la barrera de almohadas esta vez, aunque la vez anterior habían terminado en el suelo y nosotros durmiendo abrazados. Esa se podría decir que es la gran diferencia. Esta mañana cuando nos despertamos, ambos estábamos abrazados, como si en la madrugada nos hubiera hecho falta nuestra cercanía para poder descansar bien. Su brazo se encontraba por debajo de mi cuello, rodeando mi cuerpo para terminar descansando la mano en mi cadera mientras su otro brazo me rodeaba apoyando la mano en mi espalda. Con mi cabeza apoyada en su pecho podía escuchar sin ningún problema los latidos de su corazón al mismo tiempo que con mi mano podía apreciar su muy bien definido abdomen.

En otro momento y con otra persona me sentiría incómoda, seguramente nada más abrir los ojos habría salido corriendo. Pero no era el caso, me encontraba hundida en una profunda sensación de calma y protección. Porque si, me sentía totalmente protegida entre los brazos de Ángel, como si nada ni nadie pudiese hacerme daño.

Esa sensación de paz terminó en cuanto el rubio abrió los ojos y me encontró mirándolo fijamente mientras estábamos abrazados. A la vez que mis mejillas se tornaban de color carmesí él esbozaba una sonrisa lobuna para acto seguido plantar un tierno beso en mi frente.

Una vez duchados y vestidos con ropa cómoda habíamos bajado a la cocina. Ángel me había dado un vaso de agua con una pastilla para la resaca, lo cual agradecí enormemente, para acto seguido retirar la venda de mi muñeca y ponerme un paño con hielo en esta. Pocos minutos después procedió a colocar de nuevo la venda con mucho cuidado de no hacerme daño. Pensaba que cuando estuviéramos con nuestros amigos, todos pensarían que había pasado algo entre nosotros, como la vez pasada. Pero al parecer Carla no dijo nada acerca de que no habíamos dormido juntas. Eso o simplemente no le dieron mayor importancia. En cualquier caso lo agradecí.

Ninguno de los dos había hecho mención al beso aunque tampoco había nada que decir ¿no? Al fin y al cabo había sido un simple beso en un juego de beber.

- ¿En qué piensas tanto? ¿Aún te duele la cabeza? .- El rubio me saca de mis pensamientos a lo que niego levemente con la cabeza.

- Solo pensaba en el hambre que tengo. Y a tu segunda pregunta, ya apenas me duele. Solo necesito meter algo en el estómago.- En ese momento Mark llama la atención de todos.

- Bien, ya está lista la lasaña.


Con unos guantes de cocina la saca del horno para ponerla en una tabla de madera que hay en la mesa donde nos encontramos todos con ganas de dar el primer bocado. Con un cuchillo la corta para pasarla a los platos con ayuda de un tenedor. El olor se intensifica haciendo que mi estómago gruña. Pruebo el primer bocado y mis papilas gustativas se deleitan ante semejante manjar.

- ¡Está buenisimo! .- Grita Carla ante el primer bocado.

- Tío te has superado.- Lo halaga Ángel y todos asentimos de acuerdo con ellos.

- ¿Cómo es que se te da tan bien la cocina? .- Pregunto mirando al anfitrión que se encuentra encabezando la mesa.

- Bueno a mi madre le encanta cocinar. Cuando no está en unos de sus viajes de trabajo se mete en la cocina para relajarse así que cuando era pequeño venía con ella y veía como lo hacía. Cuando fui creciendo me iba enseñando a preparar diferentes recetas. Al día siguiente de venir de viaje siempre venimos y cocinamos juntos, se ha convertido en una especie de tradición.- Asiento a modo de respuesta.


Puedo imaginar a un pequeño, moreno de ojos azules, queriendo cocinar con su madre en esta misma cocina. Es realmente muy tierno el hecho de que aproveche esos pequeños momentos para pasarlos con su madre. Me he podido dar cuenta en este año que llevo conociendolos que Mark apenas ve a sus padres por ello los chicos están casi todo el tiempo aquí con él.

Terminamos de comer y nos repartimos las tareas de limpieza dejando a Mark fuera ya que él ha sido quien nos ha cocinado y todos, menos él, hemos estado de acuerdo con que no era justo que además limpiase.

Una vez hemos terminado los chicos querían jugar una partida de poker, el problema es que yo no tengo ni idea de cómo jugar.

- Tranquila Juliet, mientras ellos juegan yo te enseñaré.- Se ofrece Christian.- Aquí está la otra baraja.- Me enseña las cartas que saca de un cajón del mueble del televisor.


Nos sentamos en la mesa de la cocina ya que los demás están jugando en la mesa del comedor y empieza a explicarme como se juega. Al principio me cuesta aprender, sobretodo los términos, la cuestión es sacar parejas, doble parejas, full... es un juego de azar en el que también tiene que tener una estrategia. Mal vamos, no soy precisamente muy estratega ni que decir de mi suerte, por no mencionar que no puedes demostrar cómo de buena es tu mano.

***

Era domingo por la tarde, ya ha pasado todo el fin de semana y es hora de volver a casa. Estamos recogiendo nuestras pertenencias de la habitación cuando me llega un mensaje al teléfono.


Número desconocido

Voy a por ti.


Una sensación fría se apodera de mi cuerpo haciendo que se congele en el instante. Ya era el tercer mensaje que recibía a lo largo del día y todos eran parecidos. Amenazas. El primero me lo tomé como una equivocación.


Número desconocido

Sé quien eres.


Pero el segundo me empezó a poner nerviosa.


Número desconocido

Vas a caer.


Intenté que no me afectara delante de los chicos, estábamos pasándolo bien como para que mis dramas lo arruinen todo.

Una vez estaba todo ordenado y nuestras pertenencias guardadas en nuestras maletas nos encaminamos hacia la planta baja donde los chicos se encontraban en el salón. Como los padres de Mark aún estarían fuera un día más ellos se quedarían aquí hasta mañana.

- Estoy muerta, te juro que no volveré a beber alcohol.- Me dice Carla mientras terminamos de bajar las escaleras.

- ¿Debería creerte? .- Le lanzo una mirada con malicia.

- Mmm... no.- No podemos evitar reír ya que es de esperar que por muy mal que se encuentre para la próxima vez se le habrá olvidado. Y ambas lo sabíamos.

- ¿De qué os reís? .- Pregunta Thiago enarcando una ceja y vemos que todos nos están mirando expectantes.

- De nada.- Respondemos al unísono.

- Chica es tarde, os llevo a vuestras casas.


Nos despedimos de los chicos y seguimos a Mark hasta una puerta que da al garaje donde tiene aparcado su Audi A4. Abre el coche para montarse y nosotras lo seguimos quedando Carla de copiloto y yo en la parte de atrás. Acciona el mando que acciona la puerta del garaje para abrir la puerta, arrancando para comenzar la marcha.

- Llevo primero a Carla que vive más cerca y luego a ti Juliet ¿os parece bien?

- Si, gracias.- Contesta Carla.


Vamos en camino cuando mi amiga pone la radio y empieza a cantar a todo pulmón cada canción que sale hasta que diez minutos después Mark está aparcando frente a la puerta de la casa de Carla. Esta se despide de nosotros para luego salir. La vemos perderse al entrar por la puerta.

- Juliet pásate al asiento del copiloto, no me gusta sentirme como un taxista.


Me paso al asiento del copiloto. Mark arranca y toma dirección hacia mi casa, la cual en coche no está a más de cinco minutos.

- ¿Te has divertido estos días?

- Si, he podido desconectar de todo y recuperar energía. Aunque por fuera parezca que me han dado una paliza.- Se ríe ante mi último comentario. Pero es verdad, estos días hemos dormido poco y a pesar de no haber salido de casa no hemos parado de hacer cosas.- ¿Y tú?

- Ha sido diferente el teneros a vosotras a allí.

- ¿Diferente en el sentido bueno o en el malo? .- Giro un poco mi cuerpo para verlo de frente a la vez que enarco una ceja. Me devuelve la mirada por una fracción de segundo pero logro apreciar perfectamente su sonrisa ladeada.

- En el buen sentido por su puesto. No es por echarme flores pero he tenido una buena idea.

- Si que ha sido buena idea, para una que tienes hay que reconocerlo.

- ¡Oye! yo siempre tengo buenas ideas.


Reímos a la par sin poder evitarlo. El sonido del móvil avisando de un mensaje me pone en alerta, llevo varias horas sin recibir ningún mensaje del número desconocido pero aún así no sé qué pensar. Saco el teléfono del bolsillo de mi chaqueta y ahí está otra vez. Lo que leo hace que mi cuerpo se congele a niveles exorbitantes.


Número desconocido.

No puedes huir.


Mi corazón martillea en mi pecho queriendo salir. Apago la pantalla y le echo un vistazo a Mark que por suerte parece que no se ha percatado de nada. Disimulo lo más que puedo hasta intentar controlar mis latidos. Para cuando lo consigo ya hemos llegado. Con el coche ya estacionado sujeto mi mochila y abro la puerta.

- Muchas gracias por traerme y bueno, por todo en general.- Me despido con la mejor sonrisa que puedo fingir incorporándome para salir del coche.

- Espera Juliet.- Me sujeta del brazo sin presionar demasiado, lo suficiente para volver a sentarme en el asiento. Veo cómo se remueve el pelo nervioso.- ¿Qué sucede? Porque se nota que algo ha pasado.

- N-no... no es nada.- Maldigo en mi interior por mi tartamudeo.

- Me he podido dar cuenta de que te han llegado mensajes a lo largo del día que te han hecho sentir incómoda. Hace unos minutos te ha llegado otro ¿me equivoco? .- En ese instante noto como la máscara se quiebra queriendo sacar todo lo que guardo, queriendo explotar, gritar... Una lágrima traicionera rueda por mi mejilla.- Ven aquí.- Me atrae hacía él envolviendo me en un abrazo reconfortante. Cuando nos separamos, con los pulgares limpia más lágrimas que han ido saliendo.- Sabes que puedes contar con nosotros ¿verdad? Todos estaremos ahí para ti cuando nos necesites. ¿Quieres hablar de lo que está sucediendo?


Me lo pienso durante unos segundos. La realidad es que no quiero preocupar a ninguno de ellos, no merecen eso. Ni siquiera he querido que Carla lo supiera cuando entre nosotras no hay secretos.

- Juliet no es bueno guardarse las cosas dentro. Termina desgarrando el alma haciendo que nos perdamos dentro de nosotros mismo.


Pienso en lo que acaba de decir, tal vez Mark tenga razón. Si le hablo acerca de los mensajes seguramente diga que es una broma y no hay nada de qué preocuparse. Asiento con la cabeza en su dirección y este me regala una sonrisa que hace que me tranquilice.

- Entremos, ahora mismo mis padres están en la cafetería y podemos hablar tranquilos.- Afirma con la cabeza y nos bajamos. Antes de entrar en mi casa escucho el sonido del seguro del coche siendo activado.


Lo guio hasta llegar a mi habitación donde coloco a un lado la mochila con todas mis cosas. Me siento en la cama mientras lo veo inspeccionar esta.

Mi habitación no era tan grande como las de su casa. Al entrar encuentras una estantería donde tengo todos mis libros, a su lado la ventana que daba a la calle. Frente a la puerta está el armario de tres puertas y al lado izquierdo la cama. Arriba de esta varias fotografías decoran la pared, en su mayoría son con Carla aunque también hay algunas de cuando era pequeña con mis padres o con las que eran mis compañeras en la academia de baile junto con varias de los chicos de diferentes salidas que hemos hecho. Para terminar, a unos pasos a la izquierda de la entrada se encuentra la puerta del baño, el cual no comparto ya que la habitación de mis padres también tiene uno.

Una vez terminada la inspección se sienta a mi lado en la cama, me muevo un poco para poder quedar de frente.

- Me gusta tu habitación, tienes una colección de libros bastante extensa.- Su comentario me hace reír.

- Bueno, los libros hacen que me olvide de la realidad mientras los leo. Es mi método de escape cuando siento que las cosas me superan. Son puertas a otros mundos.- Digo con la vista puesta en mi estantería. Vuelvo mi vista a Mark el cual me está mirando con una sonrisa.

- Tienes razón. Voy a mandarle un mensaje a los chicos para avisarles que voy a tardar un poco más en volver.- Veo como saca su móvil y escribe un mensaje para volver a guardarlo en el bolsillo de sus pantalones.- Ahora... ¿Quieres hablar del tema de los mensajes? .- Suspiro porque en realidad no me gustaría tener que hacerlo.

- Está bien pero por favor no le cuentes nada de esto a los demás.- Saco mi móvil abriendo el chat del anónimo una vez que afirma con la cabeza y se lo paso para que pueda verlo.- Me ha enviado varios a lo largo del día. Supongo que será una broma de mal gusto.- Su semblante cambia a uno más serio y me lo devuelve.

- ¿No tienes idea de quién pueda ser? .- Lo pienso pero no se me viene nadie a la cabeza así que niego con esta.- ¿Y la pelirroja?


Mónica puede ser muchas cosas, puede odiarme de una manera más intensa incluso de lo que imagino pero aun así...

- Dudo mucho que vaya a perder el tiempo en mandarme mensajes para intentar asustarme.

- No sé Juliet, deberías tener cuidado con esto. Puede que como dices sea una broma de mal gusto y lo más probable es que lo sea pero no viene mal tener cuidado. De todas formas te repito que todos vamos a estar para ti cuando nos necesites, no dudes de ello.- Las palabras de Mark me reconfortan calentando mi corazón y nublando mi visión. Me envuelve en sus brazos. Cuando nos separamos vuelve a hablar.- Siento mucha intriga por saber porque te odia tanto ¿puedes contarme algo?

- Realmente no sé por qué me odia.- Fijo mi vista en un punto perdido.- Eramos amigas y de un día a otro ya me odiaba. Aunque todo fue a peor después de la fiesta de inicio de curso.- Lo último se escapa de mis labios en un susurro haciendo que me maldiga mentalmente.

- ¿Quieres contarme qué pasó en esa fiesta? .- Los recuerdos se amontonan en mi cabeza, cierro los ojos con fuerza intentando que desaparezcan pero sin conseguirlo. Mark me abraza aún más fuerte cuando empiezo a temblar sin poder controlarlo.- Hey tranquila, no hace falta que hables de ello si no estás preparada pero me gustaría saber si puedo hacer algo por ayudarte.


Entonces un sollozo escapa de mis labios y lágrimas abandonan mis ojos sin cesar.

¿Hablar de ello? ¿Cómo podría hacerlo si ninguna de las personas que consideraba mis amigos me habían creído? La única que me había escuchado, comprendido y apoyado había sido Carla y ella ni siquiera estaba en esa maldita fiesta.

- Nadie me creyó.- Mi voz es apenas un susurro. Mark hace que lo mire directo a los ojos agarrando con sus manos mis mejillas a la vez que con sus pulgares limpiaba mis lágrimas.

- Juliet yo si te creo.- Lo que me transmiten sus ojos es sinceridad pura.


Doy un leve movimiento de cabeza y me armo de valor antes de comenzar a narrar la peor noche de mi vida. Tal vez después de saber esto no quiera volver a verme, quizás se lo cuente a los chicos y todos me tengan asco.


Mark.

Casi una hora y media después estoy saliendo por la puerta de la casa de Juliet para montarme en mi coche y volver a casa. He podido tranquilizarla un poco antes de marcharme, aun así no me voy tranquilo. Noto como la sangre hierve dentro de mis venas. Conforme me iba narrando la fiesta, más crecían mis ganas de partirle la cara a todos y cada uno de esos hijos de puta.

¿Cómo pudieron hacerle eso? ¿Cómo no pudieron creerla?

Mi móvil vuelve a sonar avisando de la entrada de un mensaje. Es el sexto que recibo de Ángel desde que avisé al grupo de los chicos que iba a tardar un poco más en llegar porque estaba en casa de Juliet.

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