CAPÍTULO 1.
Me despierto por el insoportable ruido de la alarma. Saco el brazo de entre las sábanas echandolas a un lado y lo alargo hasta la mesilla de noche para coger el móvil, apagar la alarma y mirar la hora. Siete de la mañana.
Buah, si me quedo 5 minutos más no pasará nada.
Dejo el móvil a un lado, vuelvo a meter el brazo entre las sábanas y me giro tan calmada.
- ¡Juliet despierta! Volverás a llegar tarde a clase.- Grita a todo pulmón, abriendo las cortinas de la ventana de mi habitación.
- Mamá aún es temprano, déjame cinco minutos más.- Refunfuño metiendo la cabeza debajo de la almohada intentando proteger mis ojos de la maldita luz que entra por la ventana.
- ¿Temprano? ¿Has mirado siquiera la hora? Son las siete y media de la mañana, tienes treinta minutos para prepararte y llegar al instituto. Lo digo muy en serio, no puedes volver a quedarte hasta tan tarde despierta.
Abro los ojos de par en par. La luminosidad de la mañana golpea mis ojos haciéndome cerrarlos de golpe, intento acostumbrarme lo más rápido posible. ¿¡Cómo que las siete y media!? si solo he cerrado los ojos dos minutos. Busco el móvil y cuando lo consigo, veo que tiene razón. ¡Mierda! Otra vez no.
Pego un salto de la cama y corriendo me dirijo al armario mientras por el rabillo del ojo veo a mi madre salir de la habitación negando con la cabeza. Cojo unos pantalones vaqueros, una camiseta de manga corta y una sudadera. Vistiéndome a la velocidad de la luz. No puedo volver a llegar tarde, sería la tercera vez en el mes y eso significa que tendré que ir por la tarde a forma de castigo. Si amigos, así funciona mi instituto. Como si no fuese suficiente tortura tener que pasar toda la mañana ahí encerrada... Tener que ir también por la tarde. ¡Ni loca!
Salgo de mi habitación cuando ya estoy vestida, peinada, cara y dientes limpios. Diez minutos. Solo he tardado diez minutos. Un nuevo récord. Bajo las escaleras corriendo, saltando los escalones de dos en dos con los zapatos en la mano. Cuando he terminado de bajar corro a la cocina donde me encuentro a mi madre desayunando. Me pongo los zapatos mientras le doy un beso en la mejilla.
- Si te levantaras a la primera cuando suena el despertador te daría tiempo de desayunar y no irías corriendo como siempre.- Me dice a modo de despedida mientras me dirijo a la puerta que da a la calle.
- Yo también te quiero mamá.- Es lo único que le digo mientras cojo mi mochila de la entrada y salgo por la puerta.
No tardo en ver a lo lejos el gran edificio de ladrillos blanco (o lo que debería ser blanco), una superficie que muchos han usado para hacer graffitis. A un lado, alejado de la gente, visualizo una figura alta de cabellera rubia apoyada en la pared. Me voy acercando a él dándome el placer de detallar. Va vestido con unos pantalones de chandal negro, unos zapatos y una sudadera del mismo color. Vaya si le gusta el negro. Y como si sintiera mi presencia levanta la cabeza en mi dirección dejándome ver esos ojos verdes decorados con pequeñas motas doradas. Si, este chico se podría decir que es el sueño de cualquier chica con ojos.
- Hey.- Me saluda despegándose de la pared.
- Buenos días rubio.- Me acerco a él y me abraza como ya se me ha hecho una costumbre en nosotros.- ¿Vamos entrando?
- Vamos enana.- Le da la última calada al cigarrillo que se estaba fumando, lo tira, me pasa el brazo por encima de los hombros y nos ponemos en marcha para entrar al instituto.
- Oye ¿ Has visto a Carla? .- Conocí a Carla cuando éramos pequeñas en clase de baile y desde entonces hemos sido inseparables mientras que a Ángel lo conocí el año pasado cuando me cambié de instituto.
- Hoy tenemos una exposición a primera hora, seguramente haya llegado con tiempo suficiente para ponerse a repasar.- Me recuerda.
Nos adentramos entre la marea de estudiantes en dirección al ala donde se encuentran nuestras aulas.
Llegamos a la puerta de mi clase, deja un beso en mi cabeza y así se dirige a la suya. Como odio que no estemos los tres juntos como el año pasado, pero no hay nada que hacer.
Entro y mientras me dirijo a mi mesa veo que las chicas ya están sentadas, hablando entre ellas.
- Buenos días chicas.
- ¡Buenos días! .- Saludan las tres a la vez.
- Vale, ya enserio. ¿Qué tenéis pensado poneros?.- Pregunta Amalia, una chica de pelo castaño muy oscuro, ojos verdes intenso y piel morena que pareciera que siempre está bronceada.
Emma, rubia de ojos marrones, iba a contestar pero en ese momento se percata que la profesora está entrando.
- Buenos días clase.
Todos contestan un "buenos días" sin ánimo ninguno pero la profesora parece no percatarse de ello. Mientras yo miro extrañada a la morena que se sienta a mi derecha.
- ¿De qué hablaba Amalia?.
- De la fiesta que habrá dentro de unas semanas para dar la bienvenida al año escolar. La hará uno de los chicos de la otra clase en su casa. ¿Vendrás verdad? .- Me informa Cristina, la otra morena de ojos marrones, y se puede notar el entusiasmo que le provoca dicha fiesta.
- Mmm no sé, no creo. No soy mucho de fiestas.
- Bien, empecemos la clase.
Ya podría repartir un poco de su energía, es la primera clase y aún quedan otras cinco más.
Tres horas después estoy saliendo por la puerta de la clase cuando me llega un mensaje.
Carla 🦄:
Te espero fuera, junto a la fuente.
¡NO TARDES!
Yo:
No te desesperes, ya voy saliendo.
Nada más cruzar las puertas dobles de cristal la veo apoyada en la fuente. Carla tiene el pelo negro como el azabache que le llega casi por la cintura y los ojos color café, un par de centimetros más alta que yo, tal vez un metro setenta, delgada pero con curvas. ¿Y en personalidad? Bueno, digamos que somos la noche y el día.
- Mira ahí están Ángel y los chicos.- Los visualizo y empiezo a ponerme nerviosa hecho que parece que Carla no pasa desapercibido.- Vamos Juliet, ellos no son como los chicos de tu antiguo instituto. Ya los conoces. Además, ni Ángel ni yo dejaríamos que te hicieran nada, ya lo sabes.
Sé que tiene razón. Llevo un año en este instituto y ninguno de ellos me ha tratado mal, siempre han sido amables conmigo pero aún no termino de acostumbrarme. Una parte de mí espera a que empiecen a reírse de mí por mis gustos o por algún comentario que diga por eso prefiero quedarme callada o hablar lo menos posible. Nos acercamos y podemos escuchar como los chicos se hacen bromas entre ellos, parece que no les sientan mal ni se enfadan.
- Vamos zanahorio, parece que se te ha olvidado cómo acabaste el sábado pasado.- Habla Thiago mientras Mark hace gestos como si estuviera vomitando.
- Dejalo Thiago, si este sábado vuelve a emborracharse igual siempre podemos grabarlo para la posteridad.
- Se nota que luego no lo teneis que cuidar vosotros.- Christian pone los ojos en blanco y suelta un bufido antes de hablar.
- Ángel, hermano, ¿no vas a decir nada? .-
- Creo que el zanahorio es mayorcito para saber lo que tiene que hacer.- Contesta este.
- Anda mirad las chicas.- Christian es el primero en darse cuenta de que nos estamos acercando.- Por fin tendré alguien que me defienda, ¿verdad chicas, que me vais a defender de estos idiotas? .- Dice mientras nos echa los brazos por encima a Carla y a mí. Esta vez es el turno de Ángel de poner los ojos en blanco.
- Deja a las chicas idiota, ni siquiera saben de lo que estamos hablando.- El rubio se acerca y nos da un abrazo a cada una a modo de saludo.
Los chicos se van acercando uno a uno para abrazarnos. El primero en saludarme es Thiago, el moreno de ojos marrones y el segundo es Mark, otro moreno, de pelo rizado pero este de ojos azules. Luego está Christian, pelirrojo con miles de pequitas dispersas por la nariz y los pómulos de ojos verdes esmeralda. Es increíble el contraste de su pelo y su piel con sus ojos.
Aún me sigue sorprendiendo la forma tan cariñosa que tienen de saludar. El primer día que los conocí quise salir corriendo a esconderme en el baño, Carla, obviamente, lo notó y me explicó que ellos eran así.
- Es verdad, no lo sabemos pero nos lo podéis contar y así podremos opinar.- Ella tan cotilla como siempre.
- Estábamos hablando de la fiesta a la que fuimos el sábado.- Es Thiago el que le contesta mientras el nombrado le pone mala cara.- Al zanahorio no se le ocurrió otra cosa que beber hasta perder el conocimiento.
- Y luego tuvimos que ser nosotros quienes lo llevamos a casa y lo metimos en la cama.- Continúa contándonos Mark.
- ¡O vamos! Que solo ha sido una vez.- Parece que por mucho que se defienda Christian, los otros dos ya tienen la decisión tomada. Sea cual sea.- Además no fui el único que iba perjudicado, ¿eh Ángel?
- Tío a mí no me metas, no soy yo el que no recuerda cómo acabé en la cama.
- Osea que vosotros 3.- señala a los dos morenos y al rubio.- ¿Tuvisteis que llevar a un Christian borracho hasta su casa?
- Bueno... Más o menos, unos ayudamos más que otros.- Lo último lo dice como en un susurro para sí mismo.
Ambas nos quedamos mirando a Mark esperando a que continúe hasta que escuchamos como alguien carraspea.
- Más bien lo ayudamos a llegar a casa de Mark, allí nos quedamos a dormir después de la fiesta.- Esta vez es Ángel el que termina la explicación.
Siguen discutiendo cuando me doy cuenta que Ángel está a mi lado. Echa un brazo sobre mis hombros mientras me mira.
- ¿Juls, no vas a opinar? .- Ángel es el único que me llama así. Lo miro y nuestras miradas se cruzan.
Joder ¿Porque tendrá unos ojos tan jodidamente bonitos? Me quedo perdida entre el verde de sus ojos y la virutas doradas que hay en ellos hasta que me doy cuenta que me ha hecho una pregunta.
- ¿Yo? mmm... yo no soy quien para opinar.- Siento el calor que me sube por el cuello y se instala en mis mejillas.
Decido apartarle la mirada esperando que con la diferencia de altura, que no es poca, no se note que me he puesto roja. Aunque no creo que funcione ya que cuando lo miro de reojo veo que tiene una sonrisa ladina. El muy idiota sabe que me pone nerviosa.
Continuamos así hasta que el tiempo de descanso termina y tenemos que volver a clase. Carla se acerca a mí con una sonrisa y me abraza.
- ¿Juliet qué planes tienes para esta tarde?
- Mmm...- Me quedo pensativa un rato, creo que hoy tenía que ir a echarles una mano a papá y mamá.- Tengo que pasarme por la cafetería, creo que hoy tengo que echarles una mano.
- Si terminas temprano llamame y hacemos algo juntas.- Me da un beso en la mejilla y se despide para irse a su clase.
***
Cinco horas después he salido de clase, he terminado todos los deberes que han mandado en el día, me he duchado y estoy entrando por la puerta de la cafetería que tienen mis padres y en la cual ayudo algunos días.
- ¡Buenas tardes!- Saludo a papá y mamá que están anotando y preparando pedidos.
- Buenas tardes.- Saludan al unísono.
La cafetería está hasta arriba. Entro al cuarto de empleados que hay detrás de la barra y me cambio por el uniforme de trabajo. Este consiste en un pantalón negro y una camisa celeste con el logo de la cafetería bordado en el lateral superior izquierdo. Dejo todas mis cosas en mi taquilla y salgo una vez lista y empiezo a llevar a los clientes los pedidos que han ido preparando mis padres. Me cruzo con una de las camareras que trabajan aquí, una chica alta, morena de piel y pelo castaño rizado más oscuro que el mío. Entró aquí cuando empezó la universidad hace dos años y supongo que seguirá así hasta que termine la carrera.
- ¿Lista? .- Me pregunta Becky.
- Lista.
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