XXI
Había visto la gran sombra antes que nadie.
Más bien, había sido alertada de ella antes que nadie. La pulsera se aferró un poco más fuerte a su muñeca y el dije de cuerno empezó a brillar, para muchos un simple efecto de la luz, pero para la peliblanca... ella sabía que era un Akuma.
Entonces lo hizo, gritó a una frecuencia que sólo los perros escuchaban y todos salieron despavoridos, excepto ella. Ella ya sabía quien tenía el control. Así que sólo espero, y cuando se aseguró de que no había moros en la costa, la invocó.
Fue un ligero flash, pasaba inadvertido por una cámara o una linterna, su suéter negro cambió por una chaqueta de cuero apretada blanca y unos pantalones iguales. Usando su cinturón de estoperoles se creó un bello carcaj amarrado a la cintura y en su espalda se formó el arco. Las flechas aparecieron segundos después.
Tomó el fino artefacto en sus manos y se cambió de posición el carcaj, posicionándolo en su espalda. Sacó una flecha de éste y la apuntó hacia arriba, a una gárgola de un edificio. Tensó, fijó el objetivo y después, soltó.
El fino hilo de oro se creó enseguida, se encargó de asegurar el otro extremo —el que aún mantenía en su mano— firmemente a su lado de la azotea y después, brincó.
Era una sensación tan familiar, el colocarse en cuatro sobre las finas cuerdas que aparecían bajo ella, todas partiendo de una y extendiéndose bajo sus extremidades. Más que hilo parecían polvo, arena proporcionándole superficie sobre quince pisos de vacío hasta el suelo. Llegando al otro extremo tomó la flecha y la guardó nuevamente, el camino dorado se mantuvo ahí, en caso de que llegase a volver a necesitarlo. Le echó una última mirada a la terraza del Hôtel Plaza Athénée, una leve curva en la comisura de sus labios al acordarse de las personas con las que estaba conviviendo ahí, que salieron despavoridas tan pronto vieron a "Madame Pâtisserie".
Y, soltando una leve carcajada, volvió a colocar su mirada en la mujer, dispuesta para salir corriendo.
Podía escuchar unos leves susurros a su espalda, una sonrisa competitiva se formó en sus labios antes de apresurar el paso. Si se trataba de quien Abethabelle le había advertido, más le valía hacer esto divertido.
Y justo a tiempo, pudo escuchar un alarido. Un ladrido lo suficientemente fuerte como para romperle los tímpanos a alguien. Sus orejas de caballo se doblaron... era otro entonces.
—Gongju!—unos brazos la tomaron por la espalda, apretándola fuerte contra su cuerpo. Esa persona —fuera quien fuese— era mucho más fuerte que ella.— ¡Te estuve buscando!
«Recuerda que son varios, probablemente Oraculum me siga odiando, así que no cuentes con ella muy pronto... pero puedes tener por seguro que Agmong y Demón Rouge estarán ahí mucho antes de que tu lo estés...»
Las palabras de su kwami resonaron en sus oídos, cerró los ojos y chasqueó la lengua.
—Agmong, suéltame—ordenó con voz potente, y así le hizo—. Bien, ¡buen cachorrito!
Se volteó para encararlo, un chico castaño de heterocromía parcial verde a café y con mechas rojizas en las puntas. Su máscara estaba separada con líneas irregulares en todas partes, creando ondas en azul de Prusia y azul lavanda sobre sus ojos verde esmeralda con rayos de café. Su cabello estaba irregularmente cortado, cayendo más hacia la izquierda que a la derecha, y su traje parecía pintado por un niño pequeño, con manchas de color negro, azul índigo, de Prusia y lavanda por doquier.
El chico sonrió, haciendo una ligera reverencia. Celestabelle notó que tenían la misma altura.
—A sus servicios, señorita Celestabelle. Xeskízetai me ha contado mucho sobre usted—la peliblanca estiró la cabeza, pasando por alto la gargantilla plateada que el chico llevaba atada al cuello —la más fácil distracción por si intentaban quitarles sus Miraculous— y bajando directo hacia su muñeca. Las comisura de sus labios se estiraron más al notar el reloj tallado en Hierro Estigio.
—¿Así que tu kwami también te alerta del resto, eh?—colocó una mano en su cintura mientras que estiraba la otra al frente, esperando que se la estrechase—. Me alegra saber que Abethabelle no es la única que anda de Laura aquí.
El castaño se inclinó, tomando la mano de la chica y depositando un beso en el dedo que supuestamente debería llevar una anillo. La peliblanca se mordió el interior de la mejilla, ¿se suponía que así debería ser eso?
—Amore mio!—una voz un poco más grave pellizcó el aire, un cuerpo aterrizó al lado de ambos—. ¿Qué haces con ese hombre?
Un chico pelinegro, de mechas rojas en el pelo que hacían parecer a éste una bola de fuego se posó a su lado. Clavó sus intensos ojos azules con heterocromía parcial amarilla en los de la chica, cafés con heterocromía parcial azul. Sintió su corazón dar un vuelo dentro de su pecho.
—¿Qué hay con el pelo rojo?—preguntó, frunciendo el ceño—. Osea, ¿no encontraron otro tinte o qué pedo?
Ambos chicos intercambiaron miradas, frunciendo el ceño. El más alto se encogió de hombros.
—El mío es por Le Dessinateur—respondió, cruzándose de brazos.
—Y el mío por Jonathan—sonrió tímido ante las miradas expectantes—. Es... de Hotel Transilvania.
—Par de inmaduros—soltó una risa y señaló su propio cabello—. Gerard Way en Welcome To The Black Parade.
Los tres se miraron un par de segundos antes de explotar en carcajadas, realmente eran todos unos idiotas.
—Ya, ya, párenle—la sonrisa seguía pintada en su rostro—. ¿Cómo es que estamos todos aquí? ¿Debemos culpar a los kwamis o fue sólo una coincidencia?
—Es algo que pasa, ya sabes. Como la heterocromía, fusión de nuestro color de ojos natural con el de nuestros kwamis, o el hecho de que perdemos rasgos físicos que nos harían más fácil identificarnos en la calle, como las pecas y las cicatrices—se encogió de hombros, sabiendo exactamente que su kwami lo había guiado hasta ella—. Son cosas que pasan, no hay pedo, la vida sigue.
El castaño asintió, como dándole la razón. Tomó su arma entre las manos y cerró los ojos con fuerza.
—Es decir, podrías ser mi prima y podría no saberlo—los abrió nuevamente—. Aunque no lo creo, mi prima no es una loca de cabello blanco.
Una sonrisa traviesa se formó en los labios de la chica, que estaba a punto de responder cuando una figura escarlata pasó a toda velocidad a su lado. Se detuvo en seco.
—Era Ladybug—confirmó, tomando su arco con fuerza—. Eso significa que el Akuma ha de estar cerca.
—¿Y qué hacemos?—preguntó Demón Rouge, empuñando su espada.
—Agmong se va a con ella—encaró al ojiverde—. Ha de tener un plan, siempre tiene uno. Sea el que sea, asegúrate de que se realice sin inconvenientes. Relaciónate con ella—después cambió su mirada al demonio—. Tú y yo nos vamos con Chat Noir, ha de estar solo y quiero pensar que no puede hacerlo.
Se colocó en posición y salió corriendo hacia el frente sin esperar confirmación, los dos portadores restantes simplemente se encogieron de hombros con una mueca antes de seguir las instrucciones que la líder les había dado.
Había algo encantador en por fin poder dominar el mundo de esa manera.
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¿Alguno de ustedes conoce a un buen artista que no tenga nada que hacer con su vida y me acepte un pedido sin cobrar porque soy pobre? ¿No? ¿Nadie?
Bien.... es que necesito alguien que ilustre a los nuevos portadores. Ya saben, para que ustedes puedan distinguirlos más fácil. Kdcirt, llevan muchos accesorios y quiero darles una referencia visual... pero dibujo como mierda.
En fin, pasando eso... 7w7r Salseo mamús. ¿Qué opinan? Kwami unicornio, kwami cerbero y kwami demonio. \(OuO)/ ¡Esto va a estar bueno!
Oraculum es el kwami del óraculo, pero esa no sale sino hasta más adelante, No se preocupen por ella... todavía.
eue ¿Ya descubrieron la llave? Es difícil, ¿a qué no? :3
Besos robóticos congelados:
—Valery
P.S. Yidc
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