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Introducción

Las mudanzas son un fastidio, debes meter todo en cajas, clasificarlas, etiquetarlas y transportarlas. Desempacar es lo peor de todo, tienes que ver dónde vas a poner cada cosa que antes tenían su lugar, pero bueno, a mí me ha tocado tener que irme de mi ciudad a otra porque tengo dieciséis años, por lo que a donde vayan mis padres, debo ir yo también.

Mi madre es la que trabaja más, por así decirlo, y mi padre es el que se encarga más del hogar. A ella le dieron una gran oferta de empleo para ser la gerente de una de las sucursales del negocio de sus tíos, ubicada en la ciudad a la que estamos yendo justo ahora mientras mi padre conduce.
Mamá es experta en la administración y también en mecánica, ayudaba a sus tíos en su taller, sabe arreglar todo tipo de vehículos, aunque su especialidad son las motocicletas.

—Uy, no había notado que tu nueva escuela tiene una piscina, vas a poder practicar natación —mencionó mi madre leyendo otra vez los folletos del nuevo instituto al que asistiré—. ¿Tendrán equipo del deporte?

—Sí, tienen uno, Amanda nos lo comentó —respondió mi padre, a lo que mamá recordó eso—. ¿Te vas a unir, Trevor?

—Tal vez —respondí bostezando, habíamos salido muy temprano por la madrugada.

En mi antigua escuela participaba en un equipo de natación, me gusta tanto pasar tiempo en el agua que mis amigos y compañeros me llamaron a Trivor, una combinación de mi nombre y tritón.
Sí, muy originales no son, pero igual me divertía eso.
Va a ser un fastidio comenzar como el chico nuevo, aunque lo que me va a ayudar en la transición es Amanda, mi prima. Es hija de la melliza de mi madre, pero las vemos a ellas y a su padre en todas las vacaciones, también hablamos por chats o videollamadas.

Ayer cuando hablamos dijo que me iba a mostrar cada cosa de la ciudad y la escuela, pues asistiremos juntos en el mismo salón, me alegra e irrita al mismo tiempo. La desgraciada se la pasaba buscándome pareja, dice que voy a morir solo y ahogado, además es muy parlanchina.

—¿Quieren pasar por algo de comer? —preguntó mi padre doblando despacio una esquina.

—¡Sí! Mataría por una puta hamburguesa —respondió mi madre apretando los puños y haciendo una mueca de estar saboreando una.

—Mi amor, el lenguaje.

—Aliméntame.

—A sus órdenes, mi reina.

Reí en mis adentros dibujando una sonrisa de lado. Ellos son así, mi padre es más educado, mi madre más suelta de lengua.
Papá siempre la reprende por eso porque dice que no debía decir malas palabras frente a mí cuando era niño. Y bueno, es que una vez los llamaron porque solté groserías en el preescolar. Pero papá jamás se enoja realmente, y siempre le dice Mi reina.

Paramos en un restaurante familiar, pedimos nuestras hamburguesas, papas fritas y refrescos. Comimos entre risas, algunas burlas y bromas, también planeamos próximos eventos familiares con Amanda y sus padres, como ir de compras, remodelar algunas partes de la casa, e incluso hacer picnics.

—Deberíamos tomar una foto —propuso mi padre alegre—. Trevor, trae mi cámara.

—Sí —me levanté para ir al auto a buscar lo que me pidió.

Él también es fotógrafo profesional, sus trabajos son maravillosos. Ama retratar a mamá, sobretodo lo hizo en su juventud, hay cientos de fotos de cuando eran jóvenes. Siempre me cuentan de cómo se conocieron, ríen mucho cuando lo recuerdan porque dice que en primera instancia eso le asustó, creyó que estaba en peligro de muerte.

—¿A dónde vas? ¿Eh? —escuché eso a un lado, provenía de un callejón colindante al restaurante— Vamos, di algo —sonaba amenazante y burlón.

No es mi problema…, [suspiro] pero igual me adentré para ver que había tres chicos rodeando a una muchacha un poco más baja que ellos.
Ella parece realmente desesperada y esos idiotas solo la hostigan mas. Dejé la cámara de nuevo en el auto y tomé otra cosa del maletero para ponerme frente a esos tarados.

—Lárgate, este no es tu problema.

—Ahora lo es, déjenla en paz.

—¿O qué harás? ¿Eh? —vaya, el típico malote con sus lacayos.

—No sé, quizá —las almas de esos tipos se salieron de sus cuerpos cuando miraron el arma en mi mano—, podríamos resolverlo de alguna manera —sonreí malicioso, indiqué con la punta de la pistola a que se fueran, cosa que hicieron sin chistar.

Bufé con irritado mirando el semblante aterrado de la chica, así que me acerqué y apunté a su frente.

Jalé el gatillo.

—No es de verdad —dije sonriente viendo su incredulidad y el chorro de agua escurrir por su cara—. Es una pistola de agua, muy real ¿no? —reí recibiendo un reproche de sus ojos avellanas— Vi que hay una estación de policías cerca, deberías ir a delatarlos porque por lo que veo, no es la primera vez que te molestan. Yo seré tu testigo.

Ella negó con la cabeza secando su cara con las mangas de su blusa beige, también vi que usa una falda magenta, y zapatos tipo sandalias.
Agradeció con una reverencia de cabeza e intentaba irse. Seré sincero, eso me molestó porque no me gustan las personas que agreden y tampoco las que se dejan.

—Haz algo, no dejes que esos tipos hagan lo que quieran —negó—. Tienes que defenderte, habla —al parecer eso le enojó, pues frunció el ceño y se dio la vuelta para irse—. ¿Eres cobarde acaso? ¿Ni siquiera vas a contestarme algo? —la seguí y tomé su muñeca— ¡Hey! No puedes dejar que esto se quede así, habla —apartó su mano con rabia para luego enseñarme el dedo medio e irse de una vez—. Tonta —musité para dejar el juguete y ahora sí tomar la cámara de mi padre entrando al restaurante.

La van a seguir molestando, eso es un hecho, pero ella debe valerse por sí misma, enfrentarlos.

Rayos.

El resto del día me la pasé pensando en lo que pasó hoy con esa chica, y el haber llegado a la nueva casa a desempacar las pocas cosas que traíamos en el auto solo me irritaba más.
Mis padres también lo notaron y preguntaron, no me quedó de otra que contarles lo ocurrido, me dijeron que hice bien en ayudarla, pero mi madre dijo que fui un pendejo por acusarla de cobarde cuando no sé nada de ella.
Y tiene razón, debí tratarla con delicadeza, pero tampoco sé tratar a las personas, no me relaciono mucho con los demás que digamos, siempre estoy más tiempo en una playa o en una piscina que en tierra.

Resoplé molesto conmigo mismo porque tiendo a ser un bruto a veces.
Tal vez debí preguntar la razón por la que no quería hablar o tratar de llevarla con mis padres por eso.
En fin, si tengo oportunidad de verla una vez más, le pediré perdón y ofreceré ayuda de una manera más correcta.

—¡Trevor! —gritó mi muy amada prima Amanda en la puerta de la casa.

—Amanda, tan energética en una mañana, nunca cambias —reímos cómplices, iremos caminando a la escuela, ya que soy nuevo me enseñará el camino.

Ella es rubia de ojos azules, más parecida a su madre, yo soy pelinegro de ojos marrones, como mamá.
Amanda y yo tenemos un parecido debido no solo por ser familia, sino porque como mencioné antes, nuestras madres son mellizas, si no fuera porque sus colores de cabellos y ojos son diferentes, serían exactamente dos gotas de agua.

Llegamos al instituto donde pasaré mis dos años de prisión.
Vale, también soy exagerado, pero es que ¿a quién le gusta la escuela?

Por suerte no usamos uniformes, podemos venir casuales, eso me agrada porque no tendré que preocuparme por faltar al reglamento de vestimenta.
Las instalaciones son grandes y se ven bien cuidadas y limpias, el aula, pues normal diría yo, con pupitres parecidas a pequeñas mesas.
Amanda me indicó que me sentaría atrás de ella, también me dijo que estaba muy emocionada por presentarme a una amiga suya.

Si es igual de habladora que ella me voy a tirar del cuarto piso en el que estamos.

Estaba escuchando a mi prima y a su exuberante amor por los frappé de una tienda en especial, cuando mis ojos captaron a aquella chica que conocí en ese callejón siendo molestada.
Ambos nos dirigimos la mirada, pero ella cambió su sorpresa por molestia.

—¡Melody! —Amanda se paró feliz a abrazarla y traerla tomada de la mano— Mira, él es mi primo Trevor —ella ladeó su cabeza sin dejar de sonreír—. ¿Pasa algo? —la chica cruzó sus brazos fulminándome con la mirada.

—Oye, lo siento ¿sí? Es que me molesta que agredan a los demás, deberías defenderte —frunció más el entrecejo—. No me mires así, si tienes un problema conmigo, dímelo —le dio un tic a su ojo derecho mostrando lo hastiada que se puso, y a mí me ponía así.

—Trevor… —Amanda intentó decir algo, pero claro, mi voz tenía que ser más rápida.

—¿Cuál es tu problema? Habla.

—¡Trevor! —miré a mi prima, está enfadada conmigo, y también apenada. Los pocos alumnos que había nos voltearon a ver.

Yo tenía una libreta y un lapicero sobre mi pupitre, esa chica los tomó y empezó a escribir algo, luego lo dejó apuntando a la página.
Yo sólo la miraba ella estando confuso, creo que eso la exasperó porque recostó una mano en mi mesa empezando a señalar enojada la hoja.

No entendía a qué venía eso, pero hice caso leyendo lo que puso, sólo me confundió más y no supe a qué se refería con «No puedo complacerte con algo que no puedo hacer»
Luego se fue a sentar al lugar al lado de mi prima a ponerse sus audífonos.

—Trevor —Amanda me miró preocupada—. Ella es muda.




























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Uhm~ Huele a nuevo. Holis~ ¿Qué tal el capítulo? (≧▽≦)

Aquí hay cameo (◕ᴗ◕✿) ¿Lo notaron?

Si no...

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Pues ¿qué esperan para leerse mi historia de Un camino juntos?

Nos leemos luego (。•̀ᴗ-)✧

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