Capítulo 2: Foto
Las risas y diversión nos bombardeaba al escuchar el monólogo de Amanda mientras caminamos por la acera del vecindario rumbo a la casa de Melody. La calle es ancha con un diseño de octágonos como simulando ser panal de abejas, la acera con líneas horizontales muy juntas, sus orillas de color amarillo, la mayoría de las casas tienen un diseño similar a la estructura de cabaña rodeada de cercas, hay árboles que otorgan sombra al pasar dejando poco tramo de que nos toque el sol, a pesar de ello Melody trae un paraguas que usa —tapando a mi prima, pero que Amanda carga ya que le facilita a Melody usar su lenguaje de señas— desde que dejamos la institución hasta que llegamos a esta sección.
Además estos árboles dan flores logrando agregarle más encanto a la calle.
Melody también es muy vivaracha a la hora de comunicarse, aunque no entienda lo que dice. Tengo que pedirle a Amanda que me enseñe.
Melody tiene un estilo dulce e inocente en su forma de vestir, pues usa blusa que si bien no es ceñida, tampoco es holgada, de color lila con un estampado de arcoíris cuyos extremos se conectan a nubes blancas, una falda roja arriba de las rodillas con las orillas doradas, zapatillas de piso color melón con un moño y botón negro en el centro.
Sus accesorios tampoco son la excepción, su mochila es básicamente la cabeza de un gato negro, usa pulseras de cuentas transparentes y brillantes, su cabello castaño oscuro lo tiene recogido en una cola de caballo dejando su largo un poco más arriba de su cadera, tiene flequillo que se parte por la mitad y en cada uno está usando pinzas pequeñas para sostenerlo, las cuales tiene una decoración de estrellas fugases.
Hizo señas a mi prima.
—No, no, sólo es bruto —alcé una ceja. ¿Habló de mí?
—¿Qué dijo?
—Que la pones nerviosa por estarla observando mucho.
Me disculpé por eso y traté de mirar al frente para ya no incomodarla, pero seguía observándola de reojo lo poco que podía.
Una de las razones por las que no me relaciono mucho con las personas —aparte de que paso más tiempo en el agua que en tierra—, es porque tiendo a observar cada detalle y sé cuánto eso les incomoda.
Digamos que es una manía que adquirí de mis padres porque papá tenía un estudio en la casa anterior para su trabajo de fotografía. Él acomodaba las cosas siendo meticuloso para lograr la toma especial, lo llama así porque según él nada es perfecto, sino que quiere captar la único de cada persona, cosa o situación, siempre usando como ejemplo a mi madre.
Y con mamá es algo parecido, pero con los motores y esas cosas de cada vehículo, ya fuera cualquier clase de auto y motocicleta, pone atención a cada detalle de su construcción, tanto interno como el acabado de las decoraciones que lo hiciera ver, y cito, de puta madre.
Mis padres simplemente ponen atención a cada cosa y por supuesto, a las personas, como conmigo, saben leerme como si fuera un libro abierto sabiendo cuándo algo me molesta, me sienta mal o alegra. No me hostigan, me dan mi tiempo para hablar, pero sé cuando ellos lo saben. Es algo loco.
Cuando llegamos a la casa de Melody ella se despidió agitando la mano con rapidez y alegría. Nosotros hicimos lo mismo —mas bien lo hizo Amanda porque yo sólo levanté la mano— para continuar nuestro camino a mi casa, donde una vez llegamos encontramos a nuestras madres reunidas en la sala.
Como les dije, ellas son mellizas, son como esos avatares donde lo único que cambia es el color de cabello, ojos y ropa, y lo demás es prácticamente igual.
—¡Niños! ¡Bienvenidos! —mi tía se paró a abrazarnos, ella me asfixia con tanta emoción— Trevor, cómo has crecido, y estás más guapo —jaló mis mejillas.
—Noss vimoss antess de mudarnoss por videoshamada —mamá rió por mi acento de serpiente, mi tía soltó mis cachetes, creo que los dejó algo rojos por la presión, la abuela Verónica es más suave al hacer eso—. Me da gusto verte también, tía Lisbeth —pasamos a sentarnos en la sala.
Comenzamos —Amanda en realidad fue la que habló mientras yo me degustaba un zumo de naranja— a contar cómo me fue en el primer día, por suerte ella guardó el secreto de que le exigí a alguien mudo hablar.
—Uy —mi tía habló con picardía—, así que nuestro Romeo salió matador.
Rió fuerte junto a ellas, y es que mi madre le contó por teléfono como fue que conocí a Melody, con todo y el rollo de la pistola de agua, sonreí porque me dio gracia recordarlo.
—No cabe duda de que es tu hijo, esa manera de conocer a alguien haciéndole creer que van a morir, es de familia —reían escandalosas por recordar esa historia que siempre nos cuenta de cómo mis padres se conocieron.
Esa tarde pasó siendo una diversión total a la vez que Amanda y yo hacíamos nuestros deberes de la escuela en la cocina, luego mi tío Héctor pasó a recoger a mi tía y prima en auto.
Una vez se fueron noté que la sombrilla de Melody estaba al lado de la puerta, no se la devolvimos y nos la trajimos, supongo que se la llevaré mañana.
Incluso en esto tiene un gusto lindo, la tela tiene dibujos de flores y mariposas.
Dejé el objeto ahí para subir a mi habitación a tirarme en mi cama, observando por un lado las cajas en la esquina que ya debería haber desempacado, pero qué pereza me da —mi teléfono sonó con el tono de notificación—. Amanda me mandó las fotos que tomó con su celular en la escuela, son siete en total, una de ella y yo, otra de ella y Melody, una más de Melody y yo, otra de los tres juntos y las últimas tres son una de cada uno solo.
Me concentré en ver la foto donde aparezco con Melody y donde está ella sola. Su sonrisa es risueña, usa maquillaje que casi no se nota, pendientes de helado. ¿Uhm? Hay algo que no puedo notar bien en su cuello por el ángulo. Subí mis ojos a los de ella, ese color avellana, tan claro…
—Es bonita.
—¡Mamá! —espeté ocultando mi teléfono en el pecho cuando susurró a mi oído por la espalda.
—¿Qué? No me digas que estabas de pervertido.
—¡Por Dios mamá! —carcajeó tras avergonzarme— ¿Por qué entras sin tocar?
—Dejaste la puerta bien abierta —bueno, es verdad—. Como sea, la cena está lista y tu padre llegó.
—B-Bajo enseguida —creo que estoy sonrojado.
—Bien, ¿y cómo dijiste que se llama? —se sentó a mi lado, me encogí de hombros sin querer cruzar nuestras miradas, sé que ella me está sonriendo burlona mientras entrecierra sus ojos.
—Melody –casi susurro.
Claro que a ella no pude ocultarle todo lo que pasó, así que terminé confesando lo que aconteció sobre mi error al exigirle que hablara cuando era muda.
—Que bruto eres.
—Ya lo sé.
—Bien, pero le pediste disculpas, la defendiste y ahora la apoyas, así que todo bien, todo correcto —me despeinó el cabello divertida.
—Ja, ja, ja, basta mamá.
—Baja mi Sirenito, que tu padre trajo un flan de café para el postre.
Asentí viendo como se iba, me quedé mirando un poco más a esa foto de Melody, pues sí, es bonita. Le guardaré una ración de postre.
×~×~×~×~×
Se me antojó un flan de café.
☞ ̄ᴥ ̄☞
Los pendientes de helado de Melody
En fin.
Nos leemos luego.
(☞゚ヮ゚)☞
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