Capítulo 11: Es especial
La fiesta continuó en armonía, me alegra y da esperanza ver que nuestros compañeros de clases la recibieron con abrazos y palabras de apoyo. Melody es muy querida, después de todo es amable y alegre con cualquiera, demasiado tierna y risueña, también testaruda y aguerrida, no deja y se molesta si la tratan diferente.
No soy especial. Es lo que siempre dice para mostrar que puede valerse por su cuenta, y sé que puede, pero yo no puedo evitar querer ayudarla en algo, como el pasarle cosas que ella podría agarrar.
Me miró mal cuando le ofrecí su vaso que estaba en la mesa porque noté que quería tomarlo. Ese ceño fruncido me da tanta terneza. Igual lo tomó y bebió, eso me hizo sonreír a mí.
Agradeció devolviéndome su bebida para tomar su violín interpretando la misma melodía que me mostró a mí. Creo que es su forma de decir que está lista para no ocultar algo que le gusta y desea compartir con todos.
Por otro lado Amanda está que echa humo por enterarse de que ese chico, Franco, al que Melody echó de aquí, hizo o dijo algo para hacerla llorar, pero a la vez se relaja y goza al igual que todos por verla feliz nuevamente.
Le pregunté sobre ese muchacho, al parecer ellas dos eran amigas de Diana y Franco, pero después del accidente de Melody se alejaron e hicieron a los demás alejarse. Eso no lo entendí del todo ya que no me comentó más.
Los aplausos de todos me sacaron de mis pensamientos para ver a una chica feliz y sonrojada por ese aprecio que se le tiene.
Estoy en casa, en mi habitación sentado dentro de mi cama, veo el reloj de la pared siendo casi las una de la madrugada, no tengo sueño y parece que no vendrá en un buen rato.
Al terminar la fiesta de Melody, Amanda, Brandon y yo nos quedamos a limpiar, fueron casi las diez cuando acabamos todo y al salir de la casa para irnos vimos a su padre durmiendo en el auto. Él se quedó todo el tiempo ahí estacionado fuera del garaje para cualquier incidente, pero no se percató de lo ese tonto.
Le despertamos, estaba un poco avergonzado de haberse quedado dormido. Nos hizo el favor de llevar a Amanda a casa para que Brandon yo fuéramos a la nuestra.
Me costó dejar de mirar a Melody mientras nos íbamos, su sonrisa es pura dulzura y sus ojos tan tiernos, un osito azucarado.
¿Pastelito u osito azucarado? Decídete Trevor. Me regaño en mi subconsciente y mi mente divaga en más apodos. Cerecita, ojitos de chocolate, dulcecito, terroncito… Tomo mi cabeza con ambas manos alborotando mi cabello.
Mamá me advirtió de esto, dijo que cuando me enamorara esto me iba a pasar.
Solo tenía seis años y juraba que las novias eran monstruos disfrazados de niñas que querían comerse mis piruletas, o a mí. También me advirtió de otra cosa que más vale cumpla porque no quiero que ella lo haga con su amenaza de vestirme de Aquaman, así que primero iré con el padre de Melody y luego con ella.
Mañana de domingo. Me levanté temprano, es que ni siquiera pude pegar bien el ojo en toda la noche. Me la pasé mirando las fotos y vídeos que tomamos en la fiesta, también revisé las que a escondidas le tomé a Melody. Imágenes de ella comiendo pastel, palomitas, las brochetas, bebiendo, platicando, distraída, riendo…
—¡Soy un acosador! —cubrí de inmediato mi boca con pena.
Ahora sí me siento pervertido. Pensé mirando de nuevo las fotos. Sacudí la cabeza desechando esa idea, no soy un enfermo, le tomé muchas fotos, sí, pero no he hecho nada morboso.
Bufé mirándome al espejo decidido a hacer lo que quiero. Así que con toda valentía salí de mi habitación sin hacerle caso a Brandon, le dije que después le atendería y bajé hasta la cochera a tomar mi motocicleta hasta llegar a casa de Melody. Toqué la puerta y el señor abrió sorprendiéndose de verme.
—Mely salió con Amanda —dio un sorbo a su café con la leyenda en la taza de: El mejor papá del mundo.
—Lo sé, señor, he venido a verlo a usted —el asombro se asomó más, le pedí poder conversar dándome permiso de entrar hasta su sala donde me ofreció café, el cual acepté—. Gracias.
—Entonces ¿de qué quieres hablar?
—Mis padres siempre me han dicho que debo ser un hombre cuando se trata de la chica especial —enarcó las cejas ante mis palabras—, mi madre especialmente me dijo que debo pedir permiso para co-co… —¡no tartamudees! Me regañé— para cortejar a quien quiero.
—De acuerdo…, y tú quieres a mi hija —tragué nervioso por su mirada seria y su boca que se torció en una mueca.
—Sí, señor, Melody me gusta.
Mueve los ojos por los alrededores a la vez que rasca con el dedo el puente de su nariz, para después observarme a los ojos mientras recuesta sus codos en las piernas y entrelaza las manos.
—¿Y si te dijera que no estoy de acuerdo? —me tomó por sorpresa. Como padre eso es normal sobretodo si es su única hija, incluso mis padres celaban un poco cuando alguna chica se me acercaba.
—Lo haré igual mientras trato de ganarme su aprobación —mucha seriedad, una aplastante. Luego sonrió y rió un poco que se transformó en carcajada.
—Debo admitir que esta clase de —hizo una pausa analizando sus palabras— presentación no se ve a menudo y menos en un muchacho de tu edad —bebió su café—. ¿Puedo preguntar qué es lo que te ha hecho fijarte en mi hija?
—Es tierna —contesté en el instante—, su forma de ser es lo que me gusta.
—Bien, debes saber que ella para mí siempre será especial, y no hablo de su condición ¿has entendido?
—Por supuesto, claro que entiendo.
—Bien, entonces tienes mi permiso –carcajeó de nuevo haciéndome sentir apenado— para cortejarla— dio otro sorbo a su bebida caliente, su permiso me hizo sentir aliviado—. ¿Y hay otra cosa que quieras decirme?
Supuse que preguntó porque no me movía, y la verdad es que sí, había algo que deseaba saber.
—¿Se… enteró de que pasó en la fiesta? —tenía mis dudas, pero es mejor ponerlo al tanto.
—Sobre Franco y Diana, sí, Mely me lo contó —suspiró molesto—, y yo dormido.
—No fue su culpa —inclinó un poco la cabeza en señal de un gracias por el comentario—. ¿Qué tienen que ver esos dos con Melody?
Su sonrisa apareció con tristeza llevando una mano a que recostara su cabeza en ella, sus ojos parecían recordar algo que se dibuja frente a él —Mi hija podía hablar—. Esas palabras fueron una impresión grande, antes que tuviera oportunidad de preguntar, el hombre continuó —Cuando ella tenía siete años tuvo un accidente mientras iba en el auto con su madre, mi esposa. Iba en el asiento trasero con las correas de seguridad, eso evitó que el daño fuera fatal, pero algunos fragmentos de vidrio se le incrustación en el cuello. Los doctores dijeron que fue un milagro que no la haya matado, pero, bueno, ya ves como está ahora.
—Por eso sus cicatrices en el cuello —pensé al hacer memoria—. ¿Su madre? —negó moviendo con suavidad la cabeza un par de veces.
—Muerte instantánea. Ellas volvían del parque de diversiones cuando un idiota que salió ileso las embistió. Ebrio más encima. Mely no supo nada hasta que despertó.
—¿No hay forma de que se pueda…? —me interrumpió con su mirada y sonrisa amable, no pude terminar la frase. Claro que no pueden hacer que vuelva a hablar, sino ya lo hubieran intentado.
—Fue un proceso de recuperación largo y riguroso, Mely llevó terapia para superar su experiencia, yo también por supuesto para llevar mi luto. Ese violín representa mucho para ella porque su madre tocaba, le enseñó, eso le ayudó, y con el tiempo y el apoyo de Amanda ella aprendió a ser como es. Toda una guerrera como su madre.
—Disculpe, pero ¿qué tiene que ver con ese tal Franco?
—Discúlpame tú a mí por mis palabras, pero a veces las personas son una mierda —a pesar de que sonríe, se nota la molestia que tiene—. Algunos niños en su escuela se burlaban por hacer uso de su lenguaje de señas, Diana y Franco fueron los primeros, y Amanda una vez se lio a golpes con ellos por eso. Desde entonces llevan una enemistad. Se ofendió cuando utilizaron ese apodo para burlarse, porque ella misma se lo había puesto a Mely de manera inocente.
Bufé, irritado no, hastiado, enfadado, hasta iracundo. Cómo puede haber personas así, que creen que pueden mofarse de alguien más como si no sintiera nada.
Crucé los brazos sabiendo lo más especial que es Mely aunque diga lo contrario, porque tiene confianza en ella misma y va por la vida sonriendo. Ella es especial.
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