Recuperarlo
El oído está siempre en funcionamiento.
Cuando dormimos, el cerebro inhibe los sonidos que nos rodean y, solo cuando se produce un ruido diferente y más intenso, es cuando el oído reacciona como mecanismo de defensa para poder actuar rápidamente.
Pov Omnisciente
—Ukyo, ¿Entiendes lo que tienes que hacer?
Desde su trono, Tsukasa espero una pronta confirmación de su subordinado, misma órden que llegó a cada uno de los oídos de los presentes en la caverna. Ninguno se atrevió a emitir palabra —o rechazarla— pese a lo desconcertante que resultó para ellos lo dicho.
—Investigar la zona y regresar lo antes posible si es que descubro algo útil —complemento antes de retirarse sin más.
Estudiando la situación desde atrás de la multitud, el bicolor, se mantuvo impasible. Al menos en el exterior. Su mente era un caos casi incontenible. Después de haber salido tantas veces en la televisión difícilmente sucumbiría a los nervios fácilmente, aunque esconder su estado de shock sí que requirió toda su fuerza mental. ¡¿Pues cómo habría adivinado que el líder del imperio ya estaba al tanto de la existencia militar?! Ni una sola vez desde que lo despetrifico, mencionó o dio un indicio de estar al tanto de la extraña existencia que era Sachenka.
Encima, todo pasaba demasiado rápido. Recién acabo de emplearlo para disipar sus preocupaciones acerca de Senku y ahora mandó al arquero para cerciorarse sobre otro potencial obstáculo. Una elección sabia a su modo, debía de admitir. Con las habilidades de Ukyo, recopilar información y protegerse de cualquier sorpresa con ese super oído no sería probé. Además, según sabía, con su experiencia en la Marina, tal vez se le facilite lidiar con otro militante.
—Gen.
—¿Si? —la voz de Tsukasa lo tomó desprevenido pero su ensimismamiento se desvaneció al instante.
—Mientras estuviste fuera, ¿Viste o escuchaste algo fuera de lo común? Sé que eres la clase de hombre que se fija en los detalles —dictaminó. Mirándose directamente una severa calma fue palpable en los ojos del castaño posados sobre los suyos.
Lastima que no iba a cantar las palabras que quería, sino las mentiras que más le convenía.
—¿Fuera de lo común? Veamos... —como si en realidad indagara en su memoria, sujeto su mentón con un gesto ni muy serio ni muy ligero. Exceptuando el hecho de que una mujer super fuerte lo secuestró, metió las manos en su ropa y le mordió, lo demás transcurre con suma normalidad hasta su llegada a la aldea. Pero decir que todo fue sobre ruedas no sería para nada creíble—. Poco después de partir me tope con un ciervo muerto al lado del sendero. Pensé que fue obra de los nuestros pero si, ahora que lo mencionas, es bastante inusual que dejarán una excelente presa sin reclamar.
El primate más fuerte analizo cada palabra salida de su boca.
—Y de casualidad, ¿No viste alguna huella o señal peculiar cerca de aquel animal? —ante su firme clara insistencia Gen volvió a negar, alegando que tenía más prisa por investigar antes de que se ocultara el sol—. Ya veo.
—¡Bien, si eso es todo lo que tenías que preguntar, paso a retirarme! Sigo adolorido por lo ocurrido en la aldea.
Tsukasa ya le había dado un descanso por cumplir su tarea, sin embargo, su cuerpo se puso rígido al instante en que Shishio arrojó tras sus espaldas algo que no esperaba.
—Los muchachos encontraron esto un poco más allá de los terrenos de caza —Debía mostrarse sorprendido para despistar pero realmente lo estaba al ver de nuevo la carpa de pieles que Sachenka empleaba en su refugio, tirados en sus pies —. Esto no fue hecho por los nuestros. Yuzuriha confesó no reconocerlo del tiempo de cuando viajaban en grupo, y juzgando por la ubicación, dudo que fuera obra de alguien de esa aldea que se arriesgara a ir tan lejos ¿Me equivocó? —antes de que le diera tiempo de responder con cautela, este siguió con una curiosa pregunta entre manos—. Es curioso, sabes. Poco antes de revivir a los que hoy ves presentes, en el tiempo que pase seleccionando minuciosamente a cada uno me tope con diferentes bestias. Nada que no pudiera manejar pero hubo una que llamó mi atención en especial.
Gen no permitió que ni la mínima gota de sudor apareciera en su rostro. Presentía hacia donde él quería llevar esta conversación pero no iba a mostrarse ansioso. Simplemente siguió la corriente de la conversación.
—La que más llamó mi atención fue un mono y hay una razón más o menos especial del porqué.
Los ojos del mentalista se agrandaron levemente sin que este pudiera evitarlo. Fue inevitable.
—En el momento en que se alejó del grupo, vi que traía esto entre sus dientes —declaró, ganados varias exclamaciones de asombro al mostrar lo que en su palma guardaba.
—¡¿Una bala?!
—No, ¿Es real?
—Imposible...
Para ser exactos era un casquillo usado entre los dedos de su líder. Murmullos de incredulidad se oyeron en cada rincón. Tal muestra solo género más preguntas que respuestas, pero no para Gen, quien ya estaba al tanto de lo que sucedía en las entrañas de la salvaje jungla. Sin excusas para negar la realidad continuamente tuvo que optar por hacer lo contrario.
El pelilargo escudriñó su rostro con aquella irregular marca de petrificación, pendiente de cualquier tipo de reacción, y este, con un ligero temblor en sus manos, agarró con incredulidad las pieles entre sus manos
—Tsukasa-chan, si te soy sincero... el presentimiento que mencionaste tener sobre que alguien por ahí tiene en su poder armas de fuego me pareció delirante. ¡Una completa locura! —dijo en un modo que parecía expresar lo que nadie se atrevía a hablar en voz alta—. Sin embargo, realmente tienes motivos para creerlo, pruebas físicas que lo demuestran y no solo sospechas. Estoy sin palabras... por primera vez.
Y mentalmente, aparte de pensar que Sachan le debía una grande, se felicitaba por su espléndida actuación.
—Espera un segundo... ¡Si es verdad, ¿Ukyo-chan no está en peligro?! ¡¿No deberías decirle que abandone la búsqueda y vuelva?!
—¿Crees que lo mandé sin considerar lo que puede suceder en el peor de los casos? —espetó con seriedad—. Nuestras armas no se pueden comparar en cuanto a potencia, es un hecho del que soy consciente —suspiro—, por eso mismo le ordene que bajo ninguna circunstancia se acercara y mucho menos entrara en combate a menos que la situación requiera que se defienda. Lo único que necesito es que haga un seguimiento de sus pasos.
—Espionaje, eh. Entonces...—el interior de su boca de pronto se secó—. ¡Tsukasa-chan, no me digas que estás planeando...!
—¿De alguna forma capturarlo y ponerlo de mi lado? No, aún no es momento de tomar acciones en su contra. Hay otras prioridades en las que enfocarnos—aplastó aún más el casquillo en su puño—. Y aunque prefiero eliminar las posibles amenazas cuando aún son pequeñas, estoy seguro que por ahora no nos significara mayor problema —expuso firme y terminante—. Tan pronto Ukyo obtenga alguna pista que nos ayude a rastrearlo y dar con actual escondite, actuaremos.
—Tenderle una emboscada y esas cosas me imagino.
Tsukasa no negó ni afirmó nada. Siendo un tema al que le venía dando vueltas desde esa fatídico día, no se precipitaba tomar acción enseguida. Alguien con armamento avanzado significaba grandes problemas, incluso para él, que aún siendo terriblemente fuerte, un disparo podría acabarlo a cualquiera en un instante. No obstante, algo también le decía que no tendría que lidiar con algo tan problemático como las municiones, porque si aun las poseyera, ese misterioso tirador, ya hubiera actuado en vez de saltar de un lugar a otro como si temiera ser hallado.
Una vez que la amenaza pareció irse para no volver, todos pudieron volver a respirar. Pero la calma no era algo que pudieran recuperar después de lo que vieron y vivieron.
Y aunque Senku no participó en el intento de suprimir al invasor, no significó que no estuviera inmerso en ello. Su cerebro no dejaba de carburar en busca de una respuesta y aun mejor, una pronta respuesta al caótico suceso.
—¿A qué clase de extraño has traído? —Kinrou se puso de pie sujetando su costado adolorido. Por el rabillo del ojo observo con clara desconfianza a Senku—. Sabía que los forasteros traerían la mala suerte a la aldea.
El ojirojo le regresó la mirada. No lo culpaba por tener desconfianza hacia él pero en estos momentos lo menos que necesitaba era que hubiera más grietas en el grupo.
—Temo decirte que no lo invite yo. El único amigó belicista que tengo es Tsukasa.
—¡Así es, no es como si Senku lo hubiera invitado!
—¡Aun así...! —enseguida bajó su tono y respiro. Era estupido ponerse a buscar culpables cuando el perpetrador seguía suelto—. Al menos explicanos que sucedió y si tienes alguna idea de cómo prevenirlo si es que vuelva a aparecer.
—A mí también me gustaría tener una idea más clara sobre a quién nos enfrentamos —desenterró el cuchillo que quedó incrustado en la corteza de un árbol—. Nunca había visto un arma con este aspecto pero con solo sostenerla puedo decir lo mortífera que es.
Empezó a maniobrar con él, simulando pelear. La empuñadura y el peso le daban la impresión de una gran precisión a la hora de cortar.
—¡No! ¡Ni hablar! —Ginrou gritó en una clara protesta, ocultando el deje de dolor en su parte baja—. ¡No puedo creer que después de lo que pasó ahora tengan ganas de ir a buscarlo!
—Tiene un buen punto —admitió su hermano—. Nuestras armas se rompieron sin hacerle un rasguño. Lo golpeé con todas mis fuerzas en un punto vital y ni siquiera sangro... —formó un puño. Aun costandole pedir ayuda a algo tan poco aceptado como la ciencia, sería aún más temerario decir que podría hacerle frente solo—. Senku. Necesito que nos digas todo lo que sabes. Quien es y de que es capaz.
—Tengo una idea aproximada sobre quien podría tratarse, pero respecto a de lo que es capaz... —comentó, ganándose su completa atención—. Básicamente, lucharon contra un soldado de mi época. La razón por la que sus armas no surtieron efecto fue en parte por el equipo táctico que le protegía el cuerpo. Un chaleco antibalas para ser precisos. Tal grado de resistencia se debe a un polímero que se caracteriza por ser más duro que el acero y a la vez más elástico que la fibra de carbono. Y ni hablemos de las balas.
—¿Qué es una bala? —Suika tiró de la ropa de Senku al llamarle.
—Es un recipiente metálico con forma cilíndrica—dio en ejemplo del tamaño aproximado con sus dedos—. La parte exterior es el cartucho que se divide en dos partes. En la superior se coloca el proyectil y en la inferior el material explosivo, conocido como casquillo. El tamaño es pequeño pero es un objeto terriblemente potente.
—Osea que las balas son... ¿Malas? —perdiéndose a mitad de la explicación, Ginrou pretendió entender aunque fue obvio para Senku que no. Y de no saberlo sería aún más riesgoso.
—Multiplica el dolor de ser golpeado por una roca 10 mil millones de veces al punto que es capaz de perforar el cuerpo. A eso equivale una sola bala —el rostro de Ginrou perdió los llamativos colores ante esa estimación—. El daño mayormente depende del lugar al que te disparen y el calibre del arma. Pero por lo que logré ver, el fusil que llevaba en su espalda me hace suponer que se trató de un francotirador. Uno experimentado.
Al decirlo en voz alta cobró mucho sentido para lo que sucedió ese día en la montaña y quien fue el perpetrador de aquellos disparos que se oyeron aunque aún no podía determinar cuáles fueron sus intenciones en aquel momento.
—¿Hablas de esa cosa negra y alargada? —llegó a inquirir la ojiazul. El chico de puntas verdes asintió.
—Es un arma de fuego de alta precisión que se usa para disparar al objetivo a cientos de kilómetros —Sonrió a la vez que arrugaba el espacio entre sus cejas.
¿De dónde salió? o ¿Cómo consiguió tal armamento cuando se supone que todo lo moderno está hecho polvo?
Era uno de esos enigmas en los que no se sabía si la respuesta sería peor que el mismo misterio, y ahora depende de él averiguarlo.
—Entiendo que es artefacto de tu época, pero Senku...—la curiosidad innata del castaño salió a flote— si es tan poderosa como dices, ¿Por qué no se molestó en usarla ni una sola vez?
Pregunta que, a diferencia del resto, no lo tomó desprevenido. Desde hace tiempo que venía conjeturando sobre el asunto.
—Porque no pretendía hacernos daño, es obvio.
Cosa que indignó a Ginrou, replicando si es que no recordaba la despiadada manera en que casi acabó con su futura descendencia. Más de uno parecía discordar con él. Y percibiendo aquella duda en sus ojos continuó explicando.
—Suponiendo, tenía los recursos y las habilidades, de haberlo querido pudo habernos matado desde la comodidad de un lejano escondite —esclareció. Ellos se miraron entre sí, cayendo en cuenta de su lógica—. En el remoto caso de que estuviera aliado con Tsukasa mi cabeza hubiera sido el objetivo real pero durante toda la pelea ni siquiera miró por acá. No es enemigo pero tampoco un aliado. ¡Sin embargo, algo puedo asegurarles y eso es que si hizo todo el camino hasta aquí es porque hay algo que le interesa y eso solo puede ser la ciencia que hemos logrado!
Kohaku le lanzó una aguda mirada. Lo conocía bien al punto de anticipar cuándo pondría una sus caras de malvado cuando traía un plan entre manos.
—Senku, no me digas que tu...
—Kukuku, ¿No sería genial tener a un mercenario a nuestra disposición? Todos se harán del susto solo de verlo.
Declaración que incluso para Chrome, quien lo apoya en cada paso del proceso experimental, resultó impactante.
—Senku... —depósito la mano sobre el hombro del nombrado. Aparentaba ser una muestra de mutua confianza, antes de sacudirlo bruscamente—. ¡¡¿Has enloquecido?!! ¡Si quieres morir hay formas menos dolorosas de hacerlo, de verdad! ¿Cómo se supone que vamos a convencer a ese super gorila de unirsenos?
—Para empezar, ¿Quién está hablando de morir? —con hastío se quitó de encima las manos de este deteniendo tremenda sacudida. Arrebató el cuchillo de las manos de Kohaku antes de que éste se encariñara de más, con una sonrisa que delató sus intenciones—. Solo iremos a devolverle amablemente a "Momotaro" lo que olvidó.
—No creo que necesite repetir esto, pero no formare parte de ningún plan que ponga en peligro a la aldea. Sin importar que —aseguró, empuñando con más fuerza su lanza.
—¡Y-yo tampoco! —dijo seguidamente de su hermano, pero con una tiesa sonrisa nada similar a la convicción del otro—. ¡Sin importar que!
—Me importa un milímetro si vienen o no, solo prepárense mentalmente porque pronto van a estar conviviendo muy de cerca —se dio la vuelta danda grandes zancadas, como si se jactara de ya tener un plan elaborado—. ¡Me emociono de solo pensar en lo que haríamos con semejante mano de obra, quizás hasta me sobraría tiempo para hacer un par de brillantes lanzas!
Aparentando que lo decía para sí mismo, alzó la voz con toda la intención de que Kinrou y Ginrou lo oyeran como si fuese una asegurada promesa. Hablando seriamente, prefería no involucrar a más gente en una misión con altas posibilidades de que no los reciba con los brazos abiertos pero, contradiciéndose a sí mismo, por el mismo nivel de riesgo que implicaba, es que más ayuda se requería.
Por eso cada acción de ahora en adelante contra aquel combatiente moderno, debía ser determinante y con el mínimo margen de error.
—¡¡¡Mi cuchillooooo de acero negroooo...!!! —lamentando la pérdida de valiosa herramienta, más porque estaba guardaba un valor sentimental, permaneció de rodillas mientras sus lágrimas humedecen la tierra.
Interiormente se alegraba de que la pequeña del casco saliera ilesa de ese accidente, incluyéndose obviamente. Logró adentrarse ilegalmente en un territorio ya ocupado y ver un montón de cosas interesantes, por no decir las más modernas que ha visto. A causa de cómo terminó su visita, no vio probable que regresara pronto. Obligada a reconocer el nivel de aquellos tres puesto que superó sus expectativas, supo que no habría tiempo para descansar ahora que estaban al tanto de su presencia.
—Entonces el chico de cabello puntiagudo era Senku —murmuró para sí, haciendo un gesto con los labios típico de cuando se adentra en sus pensamientos.
Más que una simple valoración estaba convencida de que era el rumoreado, debido a que fue el único que no se precipitó y advirtió sobre el peligro como si ya conociera el alcance de sus armas. Soltó un perezoso suspiro al caer en cuenta de que la ilusión de las municiones formulaba como su única ventaja en estos momentos. Su tobillo palpitaba por el mal aterrizaje que tuvo al saltar pero esa pequeña lesión por sí sola ya significaba problemas en un lugar lleno de animales salvajes que olfatean cuando otro está herido. Aun habiendo buen sol y pero decido regresar a su cueva lo antes posible a tener ese sueño reparador que mucha falta le hacía.
Ya mañana lidiará con las complicaciones de su imprudencia.
O eso creía. Si no fuera por la certeza de que en algún sitio, entre la espesura, desde un sitio no muy lejano, algo u alguien, la observaba... tensando de una cuerda lista para disparar.
—¿Y ahora qué?
Después de la tormenta y de varias explicaciones a la gente que desconoce los peligros que implican el pasado, nuestro científico se embarca en una nueva tarea para la preservación del reino de la ciencia.
Pero no solo él corre contra el reloj de arena.
¿Quien logrará atrapar a Sachenka primero?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro