La sandía
Sandía
Las sandía es técnicamente una fruta y un vegetal.
Pov Sachenka
Luego de ayudar a Gen a levantarse e indicarle por dónde pisar para que no arruinara otra de mis amadas trampas. Tome un rumbo distinto y trepe a la cima de un árbol. Una vez acomodada arriba relaje los músculos. No estaba exhausta por la escalada sino más bien por todo lo que Gen se esmeró en explicar. Suena ridículo que el futuro parezca prehistoria y que esta selvática tierra sea el mismo Japón que visité con mamá.
—¡Te extraño mami! —grite sabiendo que nadie me oirá—. ¡Tus abrazos! ¡Tus gritos! ¡Los golpes que me dabas en la cabeza por repetir las groserías que decías!
Puedo intentar regresar a esa playa donde nos llevamos un buen susto, ¿Recuerdas? Siempre quise regresar por eso que paso, pero si tú no estás aquí. No tiene sentido...
Todo está de las estatuas y los bandos que formaron los humanos que salieron de su prisión de piedra. Hace que me de vueltas la cabeza. Aunque, es más irreal que yo esté aquí. Especialmente en Asia y en este país. Si es que aún puede considerarse uno con una población compuesta 99.9% por monos.
Repasando. Mi último recuerdo es de mi primer día de vacaciones con papá y el tío Dimitri en la base principal de la flota del Pacífico.
Tengo vagos recuerdos de lo que pasó en la base pero no de lo que sucedió después de que llegamos y convivimos. Solo que me dirigía... a algún lado por un pasillo demasiado silencioso... ¡Tal vez al WC! Y entonces ¡Y entonces...! ¿Y ya?
Revolví mi cabello con ambas manos en un intento de liberar la frustración causada por la amnesia que había estado ignorando. Me quiero convencer de que la petrificación o como le llamen tuvo que ver con estas lagunas mentales. Como un efecto secundario. Tendré que meditar a profundidad más tarde sobre ello o de lo contrario no me podré quitar esta inquietante sensación de no poder hallar la última pieza del rompecabezas sabiendo que debe estar por ahí tirada.
Justo ahora surge otro gran problema. Entre los bandos que se han formado ¿A cual irle? Aunque también me cuestiono aún más si es que debería unirme a alguno. Estar en grupo en situaciones de esta magnitud apocalíptica es naturalmente la opción idónea. Gracias a Gen, no tengo qué cuestionarme demasiadas cosas. Tsukasa es un rotundo no. Por mucho que me tiente la idea de conocerlo —y a sus musculosos musculos— si está tan en contra de la tecnología y las armas. Seguro yo también me volveré su objetivo.
Porque un mundo sin armas... es un mundo donde no quiero vivir. Niego vehemente esa opción. Ni siquiera intentar acercarse a su territorio sería seguro teniendo en cuenta que su ejército crece cada que una botella se llena. Con eso de que sigue determinado a encontrar el cadáver del tal Senku. Significa que está todo paranoico y agresivo.
En cuanto al supuesto desvivido. La verdad estoy bastante intrigada. Cálculo milenios solamente contando segundos. Halló la fórmula para revertir el estado de la piedra con lo que tenía a la mano e hizo pólvora prácticamente desde cero.
Un científico a fin de cuentas.
—Ciencia, ¿Eh? —murmure.
Si es tan listo como lo describen seguro logró burlar a la muerte. Y es lo que Gen vino a comprobar.
Pero para simplificar. O escojo al dictador loco o al científico loco. O espero a que se destruyan entre sí ¡Y yo emerjo en medio del caos como un tercer poder listo para gobernar a los sobrevivientes!
—...Pero es mucho trabajo liderar una desorganizada sociedad post apocalíptica ¿No crees? —le dije al gorrión que llegó a posarse sobre mi cabeza.
Supongo que tarde o temprano tendré que mudarme.
Desmonte la mirilla y espíe los alrededores para localizar un espacio adecuado para un segundo refugio. Me siento cómoda en el actual pero hay que tener siempre un plan de respaldo. Y porque en caso de que la cosa se ponga peligrosa... solo me quedan tres municiones.
¡También he estado paranoica por aquella charla y digamos que me dió por disparar ante el mínimo ruido!
Decidí guardar las pocas municiones que me quedan y haré uso del regalo de mi doceavo cumpleaños: la daga de oscuro revestimiento que me entregó el tío Dimitri. Siempre la llevo conmigo e incluso desperté con ella en este confuso mundo.
¡Gracias por regalarme armas blancas en vez de muñecas y zapatillas!
Solté un largo suspiro que asustó al pajarito. Quiero verlo. Abrazarlo. Abrazarlos todos. Pero se que debo enfocarme en esta guerra primero antes de luchar otra.
Las palabras de papá son como una bofetada que me quita de encima toda esa melancolía.
"No debes morir antes que nosotros. No lo tienes permitido".
Gracias por ser contundente cuando más lo necesito. Y por hacerme todos mis vestidos de cumpleaños.
Con eso en mente, definitivamente no me fío de permanecer en un solo sitio. No puedo ignorar que recientemente algunas estatuas han desaparecido del sitio donde juré haberlas visto. Varias huellas humanas y marcas de arrastré fueron la prueba que habló por sí sola; Shishio Tsukasa está expandiendo su terreno.
En otras circunstancias me alegraría saber que hay más personas si no fuera por lo que escuche de Gen.
"Tsukasa-chan planea reunir a los humanos más fuertes y crear un ejército".
Baje del árbol de un salto y me dirijo a un nuevo destino. Borrando en el trayecto lo más que pude de mis huellas para que nada o nadie... pudiera ser guiado por su curiosidad hacia mí.
—~♪¿Cuántas canciones todavía quedan sin componer?
Cuéntame, cuco, cántame.
¿Tengo que vivir en la ciudad o en un pueblo?
¿Plantarme como una piedra o arder como una estrella?
Estrella♪~
Continúe guiada por dónde las hojas eran más verdes y frescas. Segura de que por ese rumbo hay un cuerpo de agua que espera que me meta en el. Ese sería el sitio adecuado para descansar un rato y si el terreno es nivelado, tal vez improvisar otro hogar.
—~♪¿Quién andará por la huella solitaria?
Los fuertes y los valientes
Dejaron sus cabezas en el campo, en la batalla.
Pocos quedaron en los recuerdos lúcidos,
Con la mente despejada y con la mano firme en las filas,
En las filas♪~
Continué cantando con animosidad pero paré de hacerlo en seco al instante en que note un descuido de mi parte.
¡Debí avisarle a Gen que me mudaría!
Él ya sabía dónde encontrarme —el golpe que se dio al caer no se olvida fácil— pero dado que ya no es un escondite seguro... ¡No! ¡Estará bien! Es inteligente y está al tanto de los movimientos de Shishio Tsukasa así que si no me encuentra no tardará en deducir el motivo.
Pero... ¡¿Y si se enoja porque piensa que traicione sus palabras de advertencias?! ¡Y ya no me trae aperitivos!
Finalize la canción abruptamente por aquellos pensamientos. A punto de rogarle de rodillas a los dioses cibernéticos en un desesperado intento de que se restaure el wi-fi para así mandarle un correo y aclarar el malentendido un creciente crujido de la maleza me distrajo de mis oraciones.
No se escuchaban como pasos comunes. Demasiado fuertes para ser de un pequeño mamífero y demasiado tenues para ser el de un humano.
Mantuve el cuchillo entre mis impacientes dedos. Aguardando a qué se hiciera presente lo que sea que se oculta en lo selvático.
Observé atentamente cada rincón del que una criatura pudiera saltar y sin percibirlo a tiempo sentí algo chocar contra mi talón. Baje la mirada en busca de aquello que se burló de mi guardia y vi... ¡A una sandía!
¿Una sandía?
En vez de sentirme insultada porque una fruta me hizo ponerme así de ansiosa, me ví tentada a agarrarla. Deseosa de saborear su dulce interior note que esta empezó a temblar como si tuviera miedo.
Me encogí de hombros sin más. Si hay sandías cuadradas porque no habría sandías que se asusten.
A punto de abalanzarme sobre ella —puesto que no me importaba incluso si termino comiendo la cáscara— un cuerpecito emergió desde dentro de la verdosa corteza.
Hasta donde sé... no hay un protocolo para esto.
Pero de lo que estoy segura es que se trata de un pequeñín. Dudo que alguien que no lo sea tenga la complexión adecuada para encogerse de tal forma. E instintivamente supe que para bajar su miedo habría que mostrarle que todo estaba bien. Intenté sonreír pero ya me había acostumbrado a la máscara que olvidé que aun la tengo puesta.
No tenía un espejo a la mano para confirmar pero supongo que desde su ángulo no tenía una agradable vista ya que dejó de temblar y en su lugar queda con semejante palidez que la sangre pareció esfumarse de su cuerpo.
Pov Omnisciente
El clima de hoy resultó ser más que perfecto para ir a dar un paseo y jugar entre las flores, eso fue lo que un principio la pequeña Suika pensó. Tomar un corto descanso bien merecido por aportar su ayuda al reino de la ciencia. Iría a estirar las piernas —o mejor dicho a rodar— no muy lejos como le advirtió Kohaku.
Acompañada de su perrito y una rama de mijo para no aburrirse en el trayecto.
Rodó de forma despreocupada dejándose llevar por los senderos trazados por los múltiples niveles del suelo. Eso hasta que un sonido sin precedentes, algo que nunca había escuchado antes y que no se comparaba al sonido de ningún animal que hubiera aprendido a identificar, llegó a sus curiosos oídos. Aunque desconocido, no sentía ningún temor al acercarse más y más a este. Era demasiado dulce y más melódico que los cantos de aves que creció oyendo. Misteriosamente la melodía desapareció cuando estaba tan cerca de encontrarla pero eso no la detuvo de ir tras lo que lo producía con el ansioso palpitar que le produce ir tras lo desconocido. Al perder movilidad de repente, los nervios subieron. Supo que chocó contra algo. Primero intuyo que fue una roca pero proyectaba demasiada sombra para serlo puesto que según su memoria no había ninguna tan grande como para hacer que oscureciera de repente.
Temerosa de haberse tropezado con un animal salvaje, creyó vislumbrar la oscura silueta de un humano y por reflejo, abandonó su redondo escondite. Tuvo suerte de que no se tratara de una bestia pero resultó ser igual o más aterrador que una.
De apariencia sombría e imponente como árbol, ojos fríos y penetrantes. Fijándose bien, también poseía brazos musculosos y manos duras y maltratadas. Cubierto de mucho rojo.
Lo que ella veía le resultaba similar al color de la sangre, y con mucha razón ya que Gen se había esmerado en darle realismo a su farsa.
Dado a su apenas existente conocimiento de las épocas antes de la petrificación, frente a sus órbitas ocultas dentro de la cáscara, la máscara contra gases venenosos no era diferente a enormes colmillos.
Inquitandole de igual manera los alargados objetos negros de los que disponía en su espalda y hombros. Se congeló en su sitio, incapaz de hacer un solo ruido. Luego de conocer a Senku creyó que conocer a otro humano sería también muy divertido pero solo se sentía aterrada. Siempre le enseñaron a huir ante la primera señal de peligro, es lo que todos los aldeanos entendían como la base de la supervivencia.
Sus piernas no hicieron más que sucumbir al miedo y la adrenalina que este provocaba. En el segundo en que Sachenka —que únicamente trató de poner su cara más amistosa— hizo el amago de tocar su cabeza, Suika ejecuto su maniobra especial. Se metió dentro de su propio casco y se desplazó a una velocidad que le arrebató las palabras de la boca a Sachenka.
La pequeña detective regresó a la afueras de su hogar ancestral con una agitación y un espanto nunca antes sentida que todos notaron en ella cuando tropezó y no hizo el esfuerzo por pararse.
—Suika ¿Qué te pasa? Estás muy exaltada —la rubia de inmediato fue con ella al percatarse de su palidez.
—¡Y-yo... Yo lo vi...!
—¿Lo viste? ¿A qué te refieres? —enarco una ceja, sin entender—. ¿A un jabalí? ¿Un oso?
Espero paciente a que Suika recuperara el aliento para averiguar y saber si debía alertar a los otros pobladores de no acercarse solos a esa zona.
—¡No! ¡Algo peor! —Kohaku se sorprendió. Aquellas criaturas figuraban como los mayores peligros para un niño y hasta para un adulto. Sin poder calmarse completamente Suika continuó—. ¡Tiene enormes dientes negros, pies enormes, una cosa extraña saliendo de su espalda, y estaba cubierto sangre!
—¿Alguna vez te topaste con esa clase de animal? —cuestionó Chrome a su rubia, empezando a inquietarse por las palabras de la más joven. Siendo esta una experta en el ámbito de la cacería, espero que tuviera una respuesta.
—Jamás —dijo, muy segura y hasta sintiéndose afortunada de no haber tenido contacto con la criatura de pesadilla que era descrita.
—Tal vez ibas rodando tan rápido que confundiste a un animal común y lo asimilas con dichas características, Suika —interviniendo por fin puesto que para nada convencido de la existencia de semejante quimera, Senku se unió a la conversación viendo que demoran y el tiempo haciendo ciencia es oro—. Te aseguro que ni siquiera en mi epoca has registros de una bestia asi, aunque seria interesante si se tratare de una especie mutante.
Sus compañeros lo miraron desconfiados puesto que lo dijo poniendo esa sonrisa que solo ponía cuando surgen sus planes más disparatados, y esto sí que no querían ver que se volviera realidad.
—No es que dudemos de ti Suika pero estoy de acuerdo con Senku —habló la veloz.
—Yo creo que debemos seguir escuchándola —sugirió del castaño a su intelectual amigo—. Se que no te suena a algo convincente pero yo también he visto cosas muy extrañas cuando salgo a buscar materiales. ¡Como esa vez que talla una señal en un árbol para no perderme y este comenzó a moverse como si estuviera vivo! ¡Fue tan malote que casi me hago del susto!
—No me digas que los de la aldea le creyeron esa historia —le preguntó Senku a la chica. Eso sonaba incluso más fantasioso que la quimera de Suika.
—Le creo que lo haya visto —susurro—, porque según descubrimos después se comió unos extraños hongos que encontró por ahí. Tuvo mucha suerte de que no fueran venenosos.
—Ciertamente la tuvo.
—¡Como sea, ¿Recuerdas otra cosa de como lucía?! —sin perder la esperanza de descubrir algo nuevo y sin importarle los murmullos de los otros, Chrome interrogó a Suika con una gran sonrisa—. ¡Quizás se trate de una nueva especie y nosotros podemos ser los primeros en descubrirla!
La sandía asintió repetidas veces.
—¡Así es! —por un momento se mostró dudosa—. La verdad es que se veía como una persona pero... su piel y también cabello eran demasiado blancos y lo que tenía puesto se confundía con las plantas. Era muy extraño.
Una descripción que les hizo inquietarse. Senku mantuvo una postura pensativa y ante esto Kohaku se vio obligada a verbalizar lo que los tres temían.
—Senku, ¿Y si se trata del enemigo que finalmente decidió venir por ti?
El nombrado bufó.
—Hay posibilidad pero no es probable —admitió sin borrar su incertidumbre. Siendo dudable que el mismísimo Shishio Tsukasa se dignara a visitarlos en persona, supo que no debía descartar tan rápido—. ¿Para qué gastaría valioso tiempo persiguiendo a un fantasma? Suena más lógico que haya enviado a algunos de sus hombres.
Todos callaron ante su hipótesis. Y al instante, la aldeana se percató de algo basándose en lo dicho.
—¡Significa que...!
Kohaku posó sus azules con una en el forastero que hoy piso a su aldea sin siquiera molestarse en esconder que lo hizo bajo las órdenes de ese hombre. Él, miraba a cierta distancia con interés su repentina discusión, masajeando sus brazos que quedaron adoloridos luego de bombear tanto. Nunca se fío de él por su por lo que podía entender de su personalidad. De una ágil embestida, la rubia lo derribó y estando encima, rozó su manzana de adam con una de sus rudimentarias dagas.
—¡Espera, kohaku! —grito Senku, quien entendía más que nada lo que pasaría si Gen dejaba de respirar.
—¡Eres un maldito! ¡Fuiste tú quién guío a los lacayos del hombre de cabello largo hasta la aldea! —vociferó—. ¡Responde inmediatamente!
Aun recordando lo feroz que era ese hombre al que se enfrentó, comparable a un león, entró en pánico, sabiendo que cualquier persona que el reclute no sería menos que eso. Y no se iba a ablandar ante un desconocido si eso ponía en peligro a los aldeanos, incluyendo a su hermana.
—¡Espera, espera! Hablemos civilizadamente—. No comprendía por el repentino cambio de humor, pero concluyó que debía ser algo relacionado al imperio. Aparte de tener un arma tan cerca le generó un deja vu—. Tsukasa-chan confío en mí para ésto, no enviaría a nadie a seguirme. Lo habría notado.
—Trabajas bajo sus órdenes. ¿Cómo podemos confiar en ti aun sabiéndolo?
—No tengo nada que ocultar ni nadie a quién cubrir —repitió totalmente calmado. De alguna forma no era tan aterradora como quien casi le pone una pistola en la cabeza—. Una operación en cubierto perdería toda su sutileza si vinieran diez tipos atrás de mi.
—Vamos, tomemos esto con calma antes de que alguien se corte un dedo —apartó a ambos—. Su argumento no carece de sentido aunque sus intenciones no sean las más confiables. Si tuviera más compañía a sus espaldas ya habría sucedido algo violento—. Cierto o no, primero Suika debe contarnos más a fondo lo ocurrido y luego decidiremos las medidas a tomar.
Y supo que para alejar a cualquier enemigo potencial, Gen debía permanecer ileso.
—Lo ves, hasta Senku-chan lo creé —la chica guardó sus armas a regañadientes—. Así que, Suika-chan, ¿Porque no me cuentas más sobre esa mística criatura? ¡Quizás mis conocimientos mágicos ayuden!
Al considerarlo, Suika se acercó y él se agacho para poder oír con claridad lo que le susurraba. Lo poco que oyó bastó para casi romper su practicada sonrisa. Siendo realistas, no descartó que alguien pudiera vigilarlo de cerca. Considerando lo precavido y desconfiado que se volvió el primate más fuerte, bien pudo mandar a uno de los neandertales para comprobar su lealtad. Pero —lamentablemente en esta situación si existe otro pero— bien podría ser cierta personita con un enorme rifle.
Y por su descripción... ¡Lo era! ¿Por qué tenía que ser ella? ¡¿Que dijo que se mantendrá oculta?!
—¿Y bien? ¿Qué te dicen tus poderes mágicos? —preguntó Senku con un claro sarcasmo.
—Sinceramente, no soy capaz de decir si reconozco al sujeto o no —estiro aun mas su sonrisa—. Tsukasa-chan ha estado reviviendo a tantos fortachones que me es difícil memorizar tantas caras duras. Bien puede ser algún otro humano que recién despierto y anda vagando por ahí desorientado y cubierto de hojas.
Ninguno fue capaz de fiarse al cien por ciento de lo que decía, sin embargo, hasta ahora no mostró una intención que fuera verdaderamente hostil, sino todo lo contrario. Incluso se rompió el lomo como una forma de pago por el ramen que comió.
—Tal vez deban posponer este misterio para después —indicó felizmente—. Puedes ir a investigar o puedes emplear el tiempo que gastarías en ello haciendo ciencia. Lo digo porque parece que va a llover.
Aunque su credibilidad no fuera la mejor, el mentalista no lograba quitarse de encima el mal presentimiento que todo este asunto le generó. No era tan cínico para no saber que esto le pasaba en parte por jugar tres bandos por lo que solamente le resta tener esperanza en que la rusa no actuara imprudentemente. Si una mujer armada hasta los dientes apareciera de la nada frente a unos pobladores territoriales...sería un desastre total.
Pov Sachenka
—¡Atchiuu! —arranque una hoja para limpiar ese estornudo. No he parado de estornudar desde que aquella sandía con pies se dio a la fuga—. Ojalá y no se trate de un resfriado. Mamá me regañara por no usar suéter.
El primer contacto entre los pobladores y la antigua chica militar.
La cuál, posiblemente también esté en la mira de Tsukasa.
Y mientras ella se retira estratégicamente, sin advertencia va acercándose descuidadamente a lo que cree... Su destino.
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