En la trampa
Oso polar
los osos polares tienen una mordida más fuerte que el gran tiburón blanco, el tigre de Bengala y el león africano.
Pov Omnisciente
Concéntrate...
Que tu paciencia nunca flaquee...
Emplea las matemáticas más que tu instinto...
Jamás dejes de ser tenaz...
¡Cepillate los dientes antes de dormir!
Las palabras de su abuelo volaron a sus oídos como el susurro del lejano recuerdo de aquellos días en que le entrenó como un francotirador. Aunque la última fue más bien un recuerdo al azar. Pero volviéndose a poner seria. Eran las cosas que todo francotirador debía aprender y dominar para dar en el blanco. Y en esta ocasión, cuando el mundo se transformó, no eran la excepción.
Para ella la comida era de lo más indispensable, más prioritaria. Y si llegase a aumentar a un nivel catastrófico, nada ni nadie se salvaría de su voracidad.
Quieta como las estatuas, camuflándose entre las ramas y la verdosidad, mantuvo los orbes fijos en el río, esperando, hasta que la manada de ciervos reapareció para beber de sus aguas.
Examinó minuciosamente al agrupamiento. Al robusto macho de amenazantes cuernas, a la hembra de pelaje más claro y las indefensas crías de estos dos. Aguardó a que uno de los cervatillos se apartara del resto siendo esta su oportunidad de conseguir a la presa más fácil. Aunque normalmente iba tras el trofeo el más grande, en gran parte por la excitación que le traía luchar contra el más grande, pero, prefirió abstenerse y enfocarse en una cacería rápida y simple.
Luego de los eventos que presenció, deseaba mantenerse aún más oculta. Al menos hasta obtener más información de lo que sucedió al entorno. Ya tenía presente que había más humanos moviéndose por ahí, y que no todos eran amigables.
Titubeo en jalar el gatillo, luego de enternecerse con la imagen de la madre acicalando a su bebe. Pero de manera consecuente, la imagen de su propia madre borró toda duda. Si le dejaba vivir, ella moriría. Y aun no estaba dispuesta a dejarse.
—Desayuno. Conseguido.
(....)
—¿Los leones se pueden comer? —se preguntó a sí mismo al chuparse los dedos luego de pasar el último trozo de esa carne. Eructo, complacida con los regalos de la selva—. Ay, perdón.
Daba gracias por las proteínas que pudo consumir, sin embargo no le bastaba con solo pequeñas presas, ni con simples pescados y pequeños pájaros para saciarse. Aún sentía el persistente hueco en el estómago que trato de ignorar, de calmar sus ganas de más carne relajándose con los sonidos de la naturaleza de fondo.
Casi funcionó. Pero de un salto despegó su espalda del árbol en el que eligió recargarse y rápidamente echó tierra a la fogata para extinguir las llamas y que el humo de esta no pusiera al descubierto su ubicación.
No ahora que había encontrado un lugar decente para levantar su campamento. A pesar de que no estaba acostumbrada al clima tan cálido y tropical, pensó que era una bendición comparado con las condiciones en las que despertó. Una oportunidad que no debía desaprovechar.
Cargó sus armas adentrándose en el frondoso laberinto que era la jungla. traspasando arbustos, saltando rocas, por el sendero que solo ella conocía llegó a un claro donde sobre un árbol mediano estableció su refugio. Una casita del árbol, por decir que lo era ya que solamente armó una estructura de lo más sencillo en caso de tener que cambiarse a otra zona. Trepó de un salto. Acomodo su rifle y demás a un lado, tirándose sobre su capa.
—¿Quién habrá hecho la otra señal de humo? — reflexiono con la vista clavada en el ramificado techo. La respuesta a eso rondo por su mente poco después de que huyó de la escena.
Podría perseguir su rastro y dar con quien lo provocó, sin embargo dudaba al no saber las posibilidades de peligro de qué o quiénes se encontraría. Lo único que tenía claro es que no podía subestimar a nadie. No hay forma de que una señal tan clara y coincidente haya sido accidental.
Y de momento, de lo único que tenía ganas era de darse un baño. Siguió el tenue sonido del agua corriendo y caminó contra hasta el río más cercano a su refugio. Empezó a despojarse de las rodilleras, las bolsas de equipo táctico, el chaleco antibalas, el uniforme de camuflaje negro, las botas. O bien lo que quedaba del mismo luego de casi un año de desgaste. Las depositó bien dobladas sobre una roca, junto con las municiones restantes cerca. En caso de emergencia.
Hundió la mitad de su cuerpo, gozando de la frescura del agua al librar su piel de toda mugre y rastro de sudor. Lavar su blanca cabellera terminó siendo una sensación inmensamente relajante, aunque tal vez sería mucho pedir shampoo y acondicionador. Inexplicablemente ya tenía pistolas y cuchillos. Así que en vez de quejarse se limitó a agradecer que ningún mono rondaba a esas horas el río irrumpiendo su privacidad. La abrumadora sensación de tranquilidad la hizo bajar la guardia al punto en que se sintió lo suficientemente cómoda para tararear una dulce melodía sin nombre.
Hace mucho que no sentía tantas ganas de cantar. Ojala pudiera estar así por más tiempo pero corría el peligro de arrugarse como pasa. Salió de las templadas aguas sacudiéndose como lo haría un animalito para secarse. Se vistió rápidamente, y mientras exprimía sus puntas el foco sobre su cabeza se encendió.
Se reprochaba mentalmente por no haberlo pensado antes. ¡Primero obtener los materiales y después, ponerse manos a la obra con el método de fabricación de cuerdas!
—¡Hoy! ¡Cenaré en grande! —apretó la correa del rifle y con la otra mano revisó el número de cartuchos a disposición.
Esa preocupación que solo se hacía más latente conforme pasaban los días, ya uno de estos... se le acabarían.
Tardó más de lo que creyó en completarlo por la minuciosidad del proceso, pero el resultado fue bastante decente, aunque sea ella quien lo diga. Una vez probada la resistencia de las cuerdas se dispuso a montar los distintos tipos de trampas que conocía. Principalmente en las ramas de los árboles amarró con fuertes nudos los extremos para que uno sirviera de soporte y el otro fuera la parte que capturará a la bestia.
También cavó fosas de las cuales sería difícil escapar por la altura y las tapó con hojas y ramas. Indetectables para el ojo de un novato. Concluida esa labor se ocultó entre los arbustos, utilizando la pigmentación de su traje a su favor. Mimetizada perfectamente, aguardo acechante a su víctima. El silencio a la espera parecía eterno, no fue hasta que, el crujir de la hojarasca se volvió más y más cercano. La chica apretó el mango del cuchillo de campismo, el regalo que siempre traía consigo como un amuleto.
Y que también formaba parte del misterio de la cueva de la que salió.
Al momento en que el mecanismo fue activado y las cuerdas se movieron con la velocidad del azote de un látigo, grito se escuchó casi simultáneamente, ella abandonó su escondite de un veloz salto con la intención de dar el golpe de gracia para terminar rápido con el sufrimiento de la criatura.
La cálida sangre hubiera salpicado la tierra de no ser porque lo que quedó en la trampilla no fue un animal cualquiera y logró detenerse a centímetros de su carótida al darse cuenta.
Con los ojos como plato, contempló al humano en sus redes. Un joven de llamativo cabello blanco y negro con una notoria cicatriz en el lado izquierdo de su cara.
Asimismo, este, suspendido a más de un metro del suelo, le miró con igual o más incredulidad.
Por primera vez en mucho tiempo, se quedó sin hablar.
¿Y quien no lo haría? Caminaba por el bosque sin molestar a nadie —con el propósito de cumplir con cierta tarea que le fue encomendada— y de repente, es capturado por un raro ser de aspecto militar/apocalíptico.
Pero lo que en verdad lo dejó mudó y sin poder procesar los hechos por completo, fue fijarse en las armas de fuego que cargaba. En un mundo donde la tecnología se volvió una mito, no debería ser posible tener algo así. ¡Ni en sueños!
Con el cuchillo peligrosamente cerca de su piel, analizó las posibilidades que tenía de salir lastimado y las de escapar ileso. Si su habilidad del convencimiento era la única salida, habría que usarla como nunca.
Iba a articular cuando, la francotiradora le arrebató la palabra.
—Что это за место?! Почему здесь так много человеческих статуй?! Сколько там людей кроме тебя?! Кто ты?!
La confusión se plasmó en las facciones del colgado. ¡Si antes sudaba, ahora sudaba a mares! A menos que pudieran entenderse verbalmente, sus métodos de manipulación perdían completa efectividad.
—¡¿Huh!? Lo siento... pero yo no... ¡Inglés! ¡¿Sabes inglés, no?! —dijo tratando de sonar confiado aunque los nervios casi arruinaron su sonrisa—. Hello, good afternoon! Do you speak English, sir?
La contraria parpadeo, poniéndose seria de nuevo.
—...Así que eres japonés, eh. Que sorpresa. Y qué extraño —rasco su cabeza—. Muy bien, aquí va de nuevo. —quedó sorprendido y sobre todo agradecido de que hablara tan bien su idioma. Se preparó para oír—. ¿Qué lugar es éste? ¿Por qué hay tantas estatuas humanas? ¿Cuántas personas hay aparte de ti? ¿Quién eres?
Afilo la mirada ante esta última cuestión. Para Gen responder a todo aquello era fácil y complicado de explicar a la vez. Debía ser cauteloso al articular o creería que lo está timando.
Este tipo tan raro no parece inofensivo, sin embargo, sí se molestó primero en preguntar y no usar fuerza sin sentido, debe tener algo de racionalidad aunque su apariencia grite lo contrario. Si eso es lo que quiere tendré que dárselo por las buenas antes de que empiece a exigir por las malas, pero a cambio...
—Contestaré a todas tus preguntas sin excepción, es solo que... mis extremidades empiezan a doler —apelo a un modo en el que pudiera entablar una conversación civilizada sin parecer demandante—. Si no es molestia, ¿Podrías... Bajarme? Será incómodo para ambos conversar así, ¿No te parece?
Desprendió un aura rosa de amor y paz, cosa que no ablandó el corazón de su captor.
—Niet —tan áspera como una lija, contestó.
—Concuerdo que será una molestia y una pena deshacer estos nudos tan magníficos. Al segundo que me atraparon, pensé, ¡Vaya, quien quiera que las haya puesto debe ser el mejor maestro cazador de esta tierra! —Adulación y luego, el anzuelo—. Sinceramente, también me encantaría hablar contigo. Otros humanos que he conocido no han sido precisamente, eruditos, si tú me entiendes.
—Aja.
La verdad no entiendo porque parlotea tanto. ¡Pero se siente bonito recibir halagos!
—Permíteme presentarme. Soy Asagiri Gen, ¿Y tú?
Extendió su única mano libre a ella en un intento de saludarla —aunque ni de chiste la estrechará estando colgado a esa distancia. Ella se quedó un momento en silencio, reacia. El pánico le volvió cuando le vio empuñar el cuchillo de nuevo. Su mente se apresuró en formular una nueva estrategia de distracción, suponiendo que falló en su objetivo de disuadir. Cerró los ojos con fuerza cuando hizo el amago de lanzar el arma.
Para su fortuna, el navajazo no iba dirigido a su persona, sino a las cuerdas, que al ser cortadas lo soltaron para caer justo entre sus brazos.
—Sachenka. Sachenka Ivannova Morozov —correspondió a su peculiar modo—. Sigo teniendo mis dudas sobre ti.
Entre líneas, que ni soñara que lo liberaría tan fácil.
—¿Sobre mí? Si ya me atrapaste dos veces, no tengo cara para mentir —le regaló un tono despreocupado, casi auténticamente alegré—. Soy algo así como un novato en este mundo y no entiendo muy bien todo este asunto de la petrificación pero te garantizo darte toda la información que quieras.
—¿Así de fácil? —enarco una ceja—. ¿No tengo que sacartela a golpes?
Gen trago saliva.
—¡S-sobre eso... promete que no me harás daño! ¡De ningún tipo! Estoy en medio de una misión para descubrir más a fondo ese misterio y si me matas, ambos nos quedaremos sin descubrirlo.
Y dudo que Tsukasa-chan sea aún más paciente conmigo.
—¿Qué dices, Sachan? ¿Tenemos un trato?
Le lanzó muy buenas razones para conservarlo intacto, además de que capturó aún más su interés al mencionar más presencias humanas. Solo debía asegurarse de una cosa.
—¿Cómo sé que no vas a huir después?
—Puedes atarme si quieres. En una posición cómoda de preferencia —dijo a modo cooperativo. Como si de verdad no tuviera intenciones de huir tontamente—. Entonces~, ¿Aceptás?
—Jorosho. Es un trato.
Y lo siguiente que supo es que era cargado como un costal en dirección opuesta a donde originalmente debía de ir Él quiso protestar, principalmente porque desconocía hacia donde lo llevaba pero aceptó sin mayores quejas, con tal de no ser apuñalado.
—Oye, ¿Puedo hacerte una pequeña preguntita? ¡Sin intención de ofender claro está!
—¿Nani? —contexto más apacible de lo que creyó, debido a la siguiente cuestión que le haría. Un detalle que casi se le escapa al concentrarse en priorizar su seguridad.
—De casualidad, ¿Eres... mujer?
Sachenka se detuvo abruptamente.
—¡No lo tomes a mal! Es que tú fuerza es admirable, pero tu voz es sorprendentemente suave. E-el uniforme es engañoso así que...
—Si. Soy mujer. Creí que era obvio —respondió con normalidad. Él no hizo más comentarios. Por su bien.
Si que le impresionó encontrarse con una combinación tan extraña, pero, ¿Que era normal en un mundo tan caótico? Ninguno habló innecesariamente en lo que llegaron al refugio de Sachen. Subieron —bueno ella lo subió— y una vez estando en la seguridad del interior, retiró su máscara.
—Que linda cas... —trago cada letra que un inicio planea verbalizar. Dada la impresión que dejaba ese sucio uniforme militar, las toscas botas y ya ni mencionar el amenazante rifle vuela cabezas, dio por sentado que debajo de aquella máscara anti gas y ese chaleco antibalas sólo habría cicatrices de balas y más cortes, no obstante, la cara que vio era únicamente tersura rosada y juvenil que no concordaba con todo ese metal—. Linda... ¡Linda casita del árbol, es lo que trataba de decir!
Se quitó el rifle de la espalda pero no se separó de él al sentarse.
—Bien, comenzaré con... —pero antes de que pudiera proceder ella se aproximó haciéndolo retroceder, dejándolo acorralado. Quedó atónito, puesto que ella no tardó y adentro sus manos en la ropa.
Trato de no moverse aunque le causaba cosquillas y que casi lo desviste. A punto de pedirle que se detuviera, sacó de su túnica aquello que buscaba.
—¿Qué es esto? —inquirir al mostrarle el paquete hecho de hojas con el que dio—. ¡¿Comida?!
—Técnicamente es comestible pero... —sin esperar a que acabará, lo mordió y al instante la empapo de un líquido color rojo— era una bolsa de sangre falsa que preparé. ¿Demasiada hambre?
—...Si —confesó con desánimo al tratar de secarse.
—¿Hace cuánto que no comes?
No es que le interesara mucho pero si lograba ganarse un poco de su confianza al volverse cercanos, a futuro le sería provechoso.
—Hace tres...
—¡¿Tres días?!
—¡Treinta minutos!
Tal vez para él sonaba ridículo pero para ella era un completo martirio estar sin masticar nada durante ese lapso. El vacío creciente en su estómago se volvió insoportable, ¡Terrible! Incluso dejó de importarle el propósito por el que lo trajo aquí, su cuerpo demandaba ser llenado a rugidos. Término abalanzándose sobre él, quien soltó un agudo grito por el susto y el dolor que le propinó al darle un mordisco en la mejilla
(....)
—Y eso es todo lo que se —le arrojó otro fruto seco, una de las provisiones que consiguió para sí viendo la competitividad que había para hacerse de un solo trozo de carne bajo el mando de Tsukasa. Sachenka atrapó con la boca. De haber sabido que con eso bastaba para amansar a la fiera, lo habría hecho desde un principio y así ahorrarse la hinchazón que le dejó a su cara—. Tal parece que toda la humanidad ha sido convertida en piedra durante más de 3,000 años. Lo que en consecuencia llevó a la pérdida de todo vestigio de la civilización que conocemos.
Eso y más le contó, aparte de la historia de cómo Tsukasa construyó Tsukasalandia y, el porqué.
Pese a que se volvio de lo mas docil, atrapando los bocaditos que le arrojaba, comprendió al fin el motivo tras el asesinato que llevó a cabo en la cima del volcán y más importante, a quien mato. La persona de nombre Senku, quien creó el elixir de petrificador. Y agregando que fue él quien dedujo la cantidad de años que pasaron contando los segundos.
Su nombre... Me suena...
—Ese es todo mi conocimiento acerca de lo que ocurre actualmente. Cumplí con mi parte del trato, Sachan... ¿Sachan? —anticipó la alteración violenta y brusca que esperaba de alguien con pinta de mercenario pero en cambio, obtuvo una penosa vista de cómo se aferraba a su fusil en posición fetal —. Ah... Tierra llamando a Rambo.
Para Sachenka, actuar así, fue lo más obvio y de sentido común. Un momento estaba de "vacaciones" viajando con su padre a visitar a su tío en la base naval de Vladivostok y al otro se entera de que el mundo entero se fosilizó sin aviso alguno.
La tercera guerra mundial sonaba más creíble. Pero no, en vez de una confiable bomba nuclear, vino un extraño rayo verde que congeló el tiempo de la especie humana, y de las golondrinas.
Pensar que pasaron cien o doscientos años habría sido demasiado, pero que transcurrieron ¡3,700 años y fracción! Era una brecha excesiva que no podía manejar.
—Mamá... papá... —oculto la cabeza con la capa, enroscándose, temblando debido al miedo que de repente le provocó comprender las repercusiones que pudieron haberle acontecido a toda su familia durante más de tres milenios—. Mi hermanita...
Gen suspiro, llegando a sentir hasta culpa por soltar todo de golpe. Todos reaccionaron de forma distinta, mayormente de mala manera así que asume que con ella no sería diferente.
—Sé por experiencia lo desconcertante que es todo esto —palmeo su espalda buscando tranquilizarla antes de que su ataque de pánico empeore—. Tú misma has visto todas esas estatuas regadas por ahí, dando esa escalofriante sensación de que están vivas. Sin embargo, no necesitas forzarte a asimilarlo de una vez, es mejor si te tomas tu tiempo para pensarlo. O para maldecir si quieres. ¡Es lo que yo hice cuando creí que mi manager me había metido en uno de esos realities de supervivencia al desnudo!
En el fondo lo entendía, lo aceptaba, aunque le doliera. Y le enojara.
—Ya puedes irte —se recompuso una vez más calmada. Ya no veía motivo para retenerlo, pero necesitaba saber una cosa antes de separarse—. Gen. Dime. ¿A qué lado te vas a unir? Alguien que esta cien por ciento comprometido con una causa no revela nada ni a base de tortura.
—¿No es obvio, Sachan? —estando de espaldas, guardó silencio para que el suspenso aumentará—. Me unire a la persona que más me beneficie. Ya sea, Senku-chan o Tsukasa-chan.
A sí mismo, era una cuestión que a él le interesaba de sobremanera.
—¿Qué hay de ti?, Yo en realidad no tengo interés alguno en su confrontación o los ideales por los que luchen. Lo que quiero es tener el máximo del mejor lado. Sin embargo, debe ser distinto para ti. Ser neutral o no, es una decisión que seguramente has aplazado tomar. Primero necesitas tener pleno conocimiento de la situación, ¿O no?
La peliblanca asintió sin resistencia pues él ya había explicado sus primeras intenciones.
Si se unía al primate más fuerte, la inminente guerrilla, terminaría fácilmente en una masacre liderada por Tsukasa, por su ideal de destruir el progreso y todo lo que se le oponga. Él era extremadamente fuerte de forma individual y ya estaba reuniendo un ejército de soldados descomunales. Las armas de fuego, romperían la balanza a su favor.
Y el otro lado que luchaba por revivir ese mismo progreso, si es que el científico seguía vivo, les sería una gran fuerza de ataque y defensa contra los obstáculos que les surja. Ni siquiera el que ha matado a un león con las manos desnudas, le podría hacer frente a las municiones con sus puños.
—No lo sé. No quiero quedarme sentada pero tampoco quiero arruinar las cosas con mi intromisión. Planeaba esperar el momento justo para intervenir.
—¡Bueno, queda en ti y en tu criterio decidir! —siendo sincero al menos consigo mismo, en el fondo, también esperaba que esto no se volviera más caótico—. Como lo prometí, no delataré tu presencia y más importante, no olvidaré traerte algo rico de comer. ¡Pero no te escondas muy bien o terminaré dándole de comer a un arbusto en su lugar!
Se despidió y ella se despidió con la mano de forma más resignada. Cuando apenas sujeto su rifle para ir a revisar si alguna otra cosa cayó en sus otras trampillas, un familiar grito resonó en sus oídos. Sachenka intuyo lo que sucedió y salió a asomarse.
—Ten cuidado al bajar.
¿Se le olvidó que estamos en un árbol?
Aqui el nuevo capitulo, editado y con los nuevos banners que creo me quedaron mucho mejor que los anteriores. Espero poder publicar de forma mas contante los siguientes caputulos que son muchos mas que en mis otros fanfics y hay que meterle prisa.
Un personaje clave a aparecido y con ello Sachenka por fin comenzara a moverse.
El bando que elija lo decidira casi todo, pero aun hay mucho que descubrir y el paradero de su familia es uno de ellos, asi que no se pierdan los siguientes que poco a poco se ira desvelando su complicado pasado y su aun mas extraño despertar.
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