Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3: ¿Sabes que haces aquí?

La noche está profundamente en silencio, solo interrumpido por el ocasional crujir de la madera y el susurro lejano del viento. Me encuentro sola en la pequeña habitación que me ha sido asignada, la luz de las antorchas apenas alcanza a iluminar las sombras que se alargan sobre las paredes. No puedo dormir. Cada vez que cierro los ojos, mi mente se inunda con preguntas sin respuesta sobre la prueba, sobre lo que realmente significan las palabras de la ceremonia y las advertencias de los demás.

Me levanto, incapaz de quedarme quieta. El aire está frío en el pasillo, y camino en silencio, sin un destino fijo. Solo necesito despejar la mente, aunque sé que es imposible escapar de las tensiones que se sienten a cada paso. Cada uno de nosotros está aquí por una razón, y esa razón siempre está susurrando en los rincones de mi mente.

Al doblar una esquina, casi me tropiezo con alguien. Un cuerpo sólido y frío se interpone en mi camino, y, por un momento, mi corazón da un vuelco. Levanto la mirada, y ahí está Kael, parado en medio del pasillo, tan imponente como siempre. Su presencia parece absorber la luz a su alrededor, y aunque está quieto, algo en su postura sugiere que está siempre en movimiento, siempre alerta.

—¿No puedes dormir? —dice Kael, su voz profunda y tranquila, como si la pregunta fuera casi un desafío. No parece sorprenderse de encontrarme aquí, a esta hora, en un lugar tan apartado.

Intento mantener la calma, aunque el nerviosismo me consume. No sé por qué, pero algo en su presencia hace que mis palabras se queden atrapadas en mi garganta.

—No... no, no puedo —respondo, tratando de sonar más confiada de lo que me siento. Me doy cuenta de lo tonta que suena mi respuesta, pero no puedo evitarlo. El simple hecho de estar cerca de él ya me desarma.

Kael no dice nada al principio. Simplemente me observa, sus ojos fríos como el hielo, pero también atentos, como si estuviera analizando cada uno de mis movimientos, cada palabra que digo. Es como si siempre estuviera calculando, pensando más allá de lo evidente. No me gusta esa sensación, pero no puedo evitarla.

—¿Tienes miedo? —me pregunta finalmente, su tono bajo y cargado de una curiosidad sutil, como si estuviera tanteando el terreno. La pregunta es tan directa, tan inesperada, que me deja sin palabras por un momento.

Frunzo el ceño, pero mi mirada se encuentra con la suya, desafiante, aunque dentro de mí sienta un torbellino de inseguridad. ¿Miedo? Claro que lo tengo. ¿Quién no lo tendría? Pero no puedo permitirme mostrar debilidad, no aquí, no frente a él.

—No... —comienzo, pero las palabras me suenan vacías. La verdad es que sí tengo miedo, miedo de lo que está por venir, miedo de la Sombra, miedo de lo que pueda sucederme, miedo de no ser lo suficientemente fuerte. Pero, sobre todo, miedo de no estar preparada.

Kael observa mi lucha interna con una expresión impasible. No sé si lo hace a propósito o si realmente le importa, pero hay algo en su forma de mirarme que me hace sentir como si ya me hubiera desnudado por completo. Como si supiera exactamente lo que pasa por mi mente. No me gusta esa sensación.

—El miedo es útil, ¿sabías eso? —dice, su voz tranquila, pero con una intensidad que me pone tensa. —Te hace estar alerta. Te obliga a pensar. A veces, el miedo es lo único que te mantiene con vida.

Sus palabras flotan en el aire, y por un momento, el silencio entre nosotros es pesado. Mi respiración se hace más lenta, más profunda, mientras intento comprender lo que acaba de decir. El miedo... lo conozco bien. Pero lo que dice tiene sentido, de alguna forma extraña. ¿Será que está hablando de las pruebas? ¿O de la Sombra? ¿O de algo más profundo que ni siquiera yo entiendo?

—¿Tú no tienes miedo? —pregunto, y me doy cuenta de que, aunque la pregunta es simple, en realidad estoy buscando algo más que una respuesta. Quiero entender a Kael, saber qué lo hace tan... impenetrable. Si está tan preparado para lo que sea que venga, ¿por qué está aquí, como todos nosotros?

Kael no responde de inmediato. En cambio, da un paso hacia mí, lento pero seguro, como si quisiera acortar la distancia entre nosotros. Mis ojos se fijan en él, pero su expresión sigue siendo un enigma. Por un momento, sus ojos parecen vacíos, como si estuviera mirando algo más allá de mí, más allá de esta habitación y de todo lo que nos rodea.

—El miedo no tiene poder sobre mí —dice al fin, su voz bajando aún más, como si cada palabra estuviera cargada de una verdad que no puedo comprender. —El miedo es para los débiles. Los que sobreviven a esto no son los que tienen miedo. Son los que lo enfrentan y lo controlan.

Me quedo en silencio, tratando de procesar sus palabras. Algo en su tono me hace sentir pequeña, como si toda mi vida hubiera sido una preparación para algo mucho más grande, mucho más oscuro, que ahora está justo frente a mí.

—Tienes una ventaja sobre los demás —continúa Kael, su mirada fija en mí ahora. —Vas a tener que aprender a usarla.

Mis pensamientos se agolpan en mi cabeza, y no puedo evitar preguntar, aunque no estoy segura de querer saber la respuesta.

—¿Qué ventaja? —murmuro, sintiendo que la conversación toma un giro que no esperaba.

Kael sonríe, pero no es una sonrisa amable. Es una sonrisa fría, calculadora. Es como si me estuviera dando una pista sin decirme nada concreto, como si jugara un juego que solo él entiende.

—Lo descubrirás, Lira. Lo descubrirás cuando sea el momento adecuado.

Con esas palabras, se da la vuelta y se aleja, sus pasos firmes y decididos, como si ya supiera lo que está por venir. Yo me quedo allí, mirando su figura desvanecerse en la oscuridad, con un nudo en el estómago y un montón de preguntas sin responder.

Algo ha cambiado. Las palabras de Kael, su cercanía, han dejado una huella en mí. Hay algo en él, algo oscuro y atrayente, que me hace querer saber más, aunque sé que no debo. Pero no puedo evitarlo. Kael tiene algo que ninguno de los demás tiene. Algo que podría ser la clave para sobrevivir a lo que está por venir. Y, por alguna razón, siento que mi destino está irremediablemente ligado al suyo.

La noche avanza, y el peso de sus palabras sigue resonando en mi mente. El miedo puede ser útil... y puede que, para sobrevivir a esto, tenga que aprender a controlarlo como él lo hace.

Al día siguiente, la luz de la mañana entra por las rendijas de las gruesas paredes de piedra que componen el dormitorio común. El sonido de los pasos apresurados de los demás participantes que se preparan para la prueba se mezcla con el crujir de las camas al ser abandonadas. A lo lejos, las voces de algunos compañeros resuenan, nerviosas y tensas, mientras el aire cargado de incertidumbre llena cada rincón. Me estiro en la cama, tratando de despertar del todo, pero el peso del sueño y del miedo aún se apoderan de mí.

El silencio es abrumador, y aunque no quiero admitirlo, siento una inquietud profunda en mi estómago. Todo está a punto de cambiar. Las palabras de Nia de la noche anterior retumban en mi mente. Esta prueba es solo el comienzo, y no importa cuán fuerte lo intente, lo único que me queda es seguir adelante, porque no tengo otra opción.

Me levanto de la cama, el cuerpo aún pesado por la falta de descanso. El día anterior había sido un torbellino de emociones y pensamientos que no pude ordenar. No era solo el miedo al dolor físico lo que me atenazaba, sino el hecho de que, al final, esto no era solo una lucha por sobrevivir. Era una lucha por algo más. Algo mucho más grande que yo.

Miro mi reflejo en el espejo. Mis ojos están cansados, pero trato de no dejar que se me note. Me aprieto la muñeca, donde la Marca sigue ardiendo como un recordatorio constante de que mi destino ya está sellado. ¿Qué estoy haciendo aquí? Me pregunto, pero la respuesta se escapa de mi mente.

El sonido de pasos acercándose me saca de mis pensamientos. Levanto la mirada y ahí está Nia, ya vestida con su traje negro de entrenamiento, con la mirada fija en mí. No sé bien cómo, pero en esta extraña situación, ella es una de las pocas personas con las que no me siento completamente fuera de lugar.

—¿Estás lista para esto?— me pregunta sin rodeos, como si ya supiera que no hay marcha atrás.

La miro con una mezcla de cansancio y determinación. 

—No tengo más opción— respondo, y mi voz suena más firme de lo que me siento por dentro.

Nia suelta una risa breve, no burlona, sino como si le pareciera un hecho conocido. 

—Eso es cierto. No hay marcha atrás. Aunque, si me preguntas, lo que viene no es tan terrible si sabes cómo jugar las cartas.

—¿Jugar las cartas?—repito, confundida.

Nia ajusta una de las correas de su equipo, su rostro inexpresivo.

 —En este lugar, hay dos tipos de personas: las que saben que todo es un juego de poder y las que piensan que es una lucha por sobrevivir. Tú decides quien quieres ser.

No sé qué responder. Me siento como si no estuviera en el mismo nivel que ella, como si Nia ya supiera cómo moverse en este mundo mientras yo sigo dando tropiezos. Pero, al mismo tiempo, en lo más profundo de mi ser, siento que debo seguir adelante. No me queda otra.

Antes de que pueda decir algo más, Nia lanza una mirada hacia la puerta, donde un pequeño grupo de participantes comienza a reunirse. 

—Es hora.— dice, y su tono es tan definitivo que no hay espacio para dudas. —Vamos.—

La acompaño hacia el patio central. El aire es fresco, pero el ambiente está cargado de una tensión palpable. Todos parecen estar en silencio, observándose los unos a los otros, buscando señales de debilidad, buscando alianzas o tal vez una oportunidad para traicionar. Yo sigo a Nia, sintiéndome más ajena que nunca.

Las voces de los demás se mezclan con el sonido de las armaduras ajustándose, las armas deslizándose por los cinturones, los murmullos que se convierten en un telón de fondo inquietante. Cada uno de ellos parece preparado, seguro de lo que está por venir. Algunos hablan entre ellos, intercambiando miradas complicidades; otros están callados, concentrados en lo que les espera.

Pero, de repente, me doy cuenta de que no todos los ojos están en el suelo o en el grupo frente a nosotros. Unos pasos detrás de mí me hacen girar lentamente, y ahí está Kael.

Kael. Siempre tan tranquilo, tan imponente, como si todo este lugar no significara nada para él. Está parado cerca de la fila, observando a todos con esa calma suya que nunca me deja indiferente. Es como si su mirada pudiera atravesarme, leer cada pensamiento, cada duda.

Nuestros ojos se cruzan. Un instante que se estira, como si el tiempo se hubiera detenido solo para nosotros. No dice nada, pero hay algo en su postura, en la forma en que me observa, que me hace sentir como si estuviera esperando una respuesta de mí. Como si, en algún lugar lejano, nuestros destinos estuvieran conectados de alguna manera.

—¿Nerviosa?— pregunta, su voz es tan baja que solo yo puedo oírla, y sin embargo, se siente como si todos estuvieran escuchando.

Me sorprende la pregunta, y mi primer impulso es decirle que no, que no estoy nerviosa, que soy más fuerte que eso. Pero la verdad es que no estoy tan segura. En todo este caos, en toda esta locura, no tengo ni idea de qué hacer.

—No,—respondo finalmente, y mi voz suena más firme de lo que me siento. —Solo... preguntándome qué diablos estamos haciendo aquí.

Kael la observa un momento, y luego, como si no me sorprendiera, su mirada se suaviza solo ligeramente. 

—Lo que estamos haciendo aquí,— dice despacio, —es sobrevivir. Y si no te adaptas rápido, será tu último día.

Sus palabras caen sobre mí como un golpe seco, y por un segundo, siento que la oscuridad de este lugar me rodea más de lo que esperaba. Algo en él, algo en su mirada, me hace sentir que hay mucho más detrás de esas palabras, algo que me está advirtiendo, algo que no me está dejando completamente tranquila.

Pero antes de que pueda responder, las campanas de las torres suenan de nuevo, resonando en el aire con fuerza, y todos nos alineamos para lo que está por venir. Nia me hace un gesto con la cabeza, indicándome que me prepare. No hay tiempo para más palabras.

Sobrevivir, me repito en mi mente mientras me alisto para lo que venga. Kael, Nia... todos aquí parecen estar ya preparados. Yo solo tengo que seguir adelante. No hay otra opción.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro