FINAL
Estábamos en el estudio de la mansión Russo, Alana se habían ido a visitar a sus padres con Ángelo, quien no se llevaba bien con ninguna niñera y solo aceptaba ser atendido por nosotros. Naturalmente algo fácil en otras circunstancias, pero imposible ante el hecho que ambos teníamos ocupaciones en todo el día.
Sin embargo, nos la arreglábamos para estar en casa a tiempo para las comidas, hasta ahora todo transcurría bien. El tiempo ha pasado y se ha llevado consigo los grandes problemas o eso creía al entrar en la casa de mi niñez horas antes.
Alana estaba embarazada del tercer mes y le estaba yendo fatal, mareos y vómitos matutinos, Ángelo de siete años estaba contrariado. Aún no le decíamos que la enfermedad de su mamá, no era otra más que un hermanito y no sabía cómo iba a tomar esa noticia.
Han pasado casi cuatro años desde lo sucedido en el astillero y las investigaciones cesaron súbitamente a los pocos meses. Intenté hacer que siguieran, quería llegar al fondo de quienes transportaban a mujeres dentro de mis yates y cruceros. No era de los que me rendía fácilmente fue tanta mi insistencia que terminaron dándome una explicación del porqué. El capitán Jules, me pidió hablar con mi padre quien tenía las respuestas a mis inquietudes.
Fui llamado ese domingo pues querían hablar sobre el traslado de mi familia a la mansión, mis padres se irían a Italia de manera definitiva y la mansión era segura. Aproveche para hacer mis preguntas y me estoy enterando de toda la verdad.
Fue mi padre quien organizó la redada que llevó a la captura de quienes transportaban a esas chicas. El grupo en consenso había decidido "colaborar" con la justicia, en la entrega de varios traficantes. Una cortina de humo, entre policía y mafia, pues lo único que se quería era alejarlos de ellos los señalamientos.
Durante mi secuestro escuché en muchas oportunidades la frase, "Filippo Russo era Camorra misma". Ingenuamente pensé que se referían a sus amistades y nexos con esos grupos, jamás que era la cabeza visible.
Cierro los ojos y me sostengo con fuerza de la silla, no puedo creer que mi padre esté implicado en esto. El trasporte ilegal de mujeres hacia otros países, droga, crudo, armas. Son tantas cosas ilícitas y narradas como si estuviera hablando de negocio legal.
Tengo a mi madre a mi lado que intenta tomar mis manos y me alejo de ese acto. Fui engañado, esta empresa creció gracias al dinero de prostitución, droga, extorsiones y Dios sabe que otras cosas más.
¿Viví en una burbuja? Tenía conocimiento de sus vínculos con esa gente, jamás que a ese grado. El silencio es denso y no se escucha más que el latir de mi corazón y las respiraciones pesadas de mis padres. Un matrimonio arreglado, un trato más de negocios para unir a dos grandes grupos y alejar a la policía de mis padres. Unificar fuerzas para ser así indestructibles, crear alianza con poderes lisitos y hasta con gobiernos.
Axel Russo, fue solo una extensión al contrato original que Filippo Russo y Agnes Conti, hicieron. Elaborado a espaldas de sus "Socios", convirtiéndome al nacer en un jodido problema para la mafia al que tenían que eliminar o agregar a sus filas.
—Supongo que debo agradecerles que no permitieran mi ingreso a esas filas —hablo al fin.
Me incorporo al sentir las manos de mamá de nuevo en mis manos, pero ese contacto me quema. La decepción de saber que nuestra empresa no era limpia y sin problemas legales. Me molesta al punto de no querer verlos a ellos nunca más, alejar a mi esposa e hijos lejos de esta mierda. Toda la vida viviría con el miedo a una retaliación de parte de alguien contra mis padres.
Me niego a ser parte de algo de esta naturaleza, cuando hay vidas humanas de por medio, yo viví ese infierno, mi esposa estuvo a punto de estarlo. Tenía hijos, amigas, trabajadoras.
¡Nací del vientre de una mujer! parece gritar mi mente, no puedo hacer algo de esta naturaleza. Dejar el camino libre para que ellos sigan traficando con los sueños e ilusiones de mujeres que viajan en búsqueda de un mejor futuro. No cimentaré mi fortuna con esos sueños, porque no podré vivir tranquilo.
—No hablaré contigo de mis errores, te recuerdo que los tuyos también son grandes. —comenta papá con voz firme y lo miro sin emoción alguna. —no te digo esto para que me entiendas, me importa muy poco tu opinión o las de los demás. —golpea con el puño cerrado el escritorio.
Alzo la palma de mi mano al aire en búsqueda de una pared invisible que pueda calmar el calor de mi sangre. Siento que es lava pura la que circula por mis venas y observo el decorado de esa habitación. Cada rincón de esa mansión encierra una historia, de mis antepasados, constantemente me decían que tenía que controlar mis impulsos, llevaba un apellido al que le debía respeto.
Mi padre pisoteo todos esos consejos, pero de ninguna manera yo seguiría haciéndolo, mis hijos o los hijos de mis hijos.
—No se trata de quien hizo la cagada más grande—respondo cuando el calor ha bajado, porque iniciar una disputa con mi padre no es mi idea de iniciar un domingo en familia —se trata de todas las cosas que me has ocultado, las bases de esta empresa.
—Russo no tiene que ver aquí...
—Eso espero —interrumpo señalándolo a cada uno —porque no mancharé mi apellido o seguiré tu legado —le digo y aprieta las manos en un puño —esto acaba aquí y ahora.
—Jamás te pediríamos algo asi —mi madre habla por primera vez, se acomoda su chaqueta y se cubre del frío de esa hora de la mañana. Mientras yo solo deseo que todo esto sea una pesadilla —no sabes lo orgulloso que estamos de ti y que estés ante nosotros defendiendo el legado familiar.
Mi padre sigue sentado en la silla detrás de su escritorio, con el porte recio de siempre y como si no me hubiera dicho horas antes que era un vulgar delincuente. Giro en dirección a mamá porque por lo menos ella no me mentiría.
—¿Caitin no era la adecuada porque habían hecho trato con el papá se Salomé?
—Caitin no te quería, acosaba como loca a Liam, lo perseguía y le hizo escándalos a su novia —la voz de papá adquiere un tinte alto, pero no le asusta.
Estaban confesando cosas, nunca tendría una oportunidad igual y yo quería enterrar todo eso ese día y no volverlo a tocar nunca más.
—No fue lo que pregunté —insisto mirando a uno y a otro, pero guardan silencio —eso imaginé. ¿No se les ocurrió nunca decirme ese negocio?
—¿Lo hubieras aceptado?
No, pero sin duda algo se me hubiera ocurrido para salirle al paso. Muevo las llaves del vehículo para calmarme un poco. Me doy cuenta que no llegaré a ningún lado, porque Filippo Russo no tiene como pecado sus nexos con la mafia y se siente orgulloso de pertenecer a esa elite.
Salgo del despacho y me recibe el enorme salón. Odiaba la idea de vivir en ese lugar, un sitio en donde para hablar con mi esposa que se encontrara al otro lado de la mansión, tenía que tomar el teléfono o llamar al timbre. Si quería ver a mi hijo, había que subir un piso y pasar tres habitaciones.
La inmensidad del lugar hacia que los miembros muchas veces no se vieran, yo lo recordaba. Rara vez comía con mis padres, salvo un domingo o un día en especial. Algunas veces solo dejaban una tarjeta de cumpleaños pegadas a un auto último modelo o una tarjeta sin límites para alguna tienda de ropa masculina.
En la casa de los Milani, podía hablar en la sala y escucharse en la cocina. Tirar las llaves en el sillón, llamar a mi familia y ser escuchado en cada rincón de la casa. Existía calor de hogar, en ese sitio tristemente no existía algo así. Diez habitaciones y tres plantas, ático y sótano, una monstruosidad realizada siglo medio atrás por un Russo, cuya familia era extensa.
—Axel, hijo por favor, no es la idea que tenía de despedida —ruega mamá y sigo con la mirada puesta en las escaleras marrones, salones de baile y los costosos cuadros. —intenta comprender a tu padre...
—Tengo que hablar con Alana sobre vivir aquí —es mi respuesta.
Escucho los pasos de mi padre y niego porque si bien, yo quería dejar todo así, mi padre no.
—No necesitas pedirle permiso. —aprieto con fuerza las llaves y me contengo en responder, lo siguiente que dice me hace imposible no reaccionar — ya envié a los encargados de la mudanza. Hoy mismo estarán aquí —giro sobre mis talones y es mi madre quien me detiene.
—No controlas mi vida papá, mi mujer y mi hijo, tienen derecho a decidir sobre donde vivir.
—Papá tu sembraste en la panza de mamá un bebé —Ángelo entra en mi campo de visión, viene con un auto de juguete y por lo que puedo deducir, esta cabreado.
Camina hacia mí y se instala cerca cruza sus manos y me observa serio en espera de una respuesta. Sonrió intentando acercarme y retrocede enojado, ese acto me recuerda al que acabo de hacerle a mamá dos veces y lanzo un quejido frustrado.
—¿Pensé que estaban con el general? — pregunto a Alana que viene detrás de él ignorando lo que acaba de decir mi hijo. —¿Te encuentras bien? —asiente y se abraza a mí.
Se ve fatal, aunque no se lo diré en voz alta. Detrás de ella llegan sus padres, Liam, Pilar y Jr.
—Tus padres invitaron a los míos aquí, un almuerzo de despedida —sonríe besa a mi madre y extiende una mano en dirección a mi padre. —Solo acepto por qué si bien, la casa de Pilar es hermosa, pero tiene fallas de seguridad. No tengo problema en vivir aquí señor Russo, siempre y cuando sea la última decisión en la que nos impidan opinar. Tendremos todos los hijos que deseamos y los educaremos como se nos dé la gana.
Su padre sonríe orgulloso, mamá mueve sus manos en dirección a su rostro nerviosa, mientras que su cuñada y hermano se mantienen en silencio, eso sí ambos con una sonrisa en sus labios. No puedo más que sentirme orgulloso de la mujer que tengo por esposa.
—Me ha quedado claro la primera vez que lo dijiste Jovencita...
—¡Papá! —habla fuerte mi hijo, porque no le estoy prestando la atención que desea y lo observo con una ceja alzada —debes hacer que mi hermano salga ya.
Me sorprende la autoridad con la que habla, las risas de todos lo hacen mirar a cada uno en búsqueda de lo gracioso. De mi parte, yo intento encontrar las palabras adecuadas para explicarle, que no puedo hacer lo que desea.
—No puedo hacer eso.
—¿Por qué no? Tu sembraste a mi hermano allí. —esta vez no puedo aguantar más y río con ganas, la frase suena extraña pero bastante acertada e imagino que fue su tío en un acto inocente de hacerle entender. —dile que salga, mamá está enferma por él.
—Fue mala idea ese nombre, tienes todas las cosas de tu padrino —se queja su tío y todos ríen menos él.
—Me place saber que tendrás un hijo tan o más incontrolable que tu —Papá lo observa y se acerca a él. Ya se da con mi padre un poco más, sin embargo, su preferido es el abuelo Justin, cosa que me alivia un poco —¿Quieres ver que cuarto tendrás?
—El de papá. —responde tomando las manos de su abuelo y mirando a Liam—te mostraré mi cuarto.
Acompañó al grupo al jardín trasero, la casa tiene playa y puerto privado. Terrenos alrededor bastante custodiados, soy consciente que el mejor lugar para mi familia, lo que me enoja es que sea impuesto.
Alana camina conmigo en silencio, a lo largo de estos años he visto en ella tristeza, extraña a sus amigos, Colín y Amaury le llaman de vez en cuando, aunque ya no como antes. Pilar vive en América y llega a la isla cada semestre, Liam quiere que el pequeño cree vínculo con sus padres y tía.
Sin embargo, sigue estando sola, su grupo de amigos físicos solo lo conformaban dos personas, Emily y Paola. Es decir, su asistente y la mía. Ambas mujeres adoraban a mi esposa y no la culpaba, mi mujer se hacía querer, como decia Perxi.
—¿Has sabido algo de Kai? —pregunta su hermano, su cuerpo se tenga ante ese nombre y la aprieto aún más hacia mí.
—Aiko se ha complicado —responde y todos callamos —no hay muchas esperanzas, salvo un donante. Aika está realmente afectada.
—Lo imagino, ese niño es su motor de vida. —si no es que su vida misma.
Lo cierto es que desde lo que sucedió en nuestro primer aniversario yo no volví a hablar con ellos o a mencionarlos, para mí los Kanoe habían muerto. La noticia que Kai era el padre del hijo de su prima tomó a todos por sorpresa, menos a mí. Después de lo que hizo a Lena, para mí era capaz de cualquier cosa.
—¿Qué órgano necesita? —pregunta mi madre sentándose a nuestro lado.
—Corazón. —responde y entrelazo su mano al ver que tiemblan — se culpa dice que de no estar en esa vida su hijo no estuviera sufriendo. Aiko es un niño adorable, es cruel por lo que están pasando.
—¿No hay ninguna posibilidad? —pregunta su hermano y ella niega.
—Es trágico, ella ha sufrido mucho con él—Pilar tiene razón, el día en que me llevó a ese lugar, pude notar el lazo que había entre ambos.
No necesitaban hablar o decirse nada y ella adoraba a ese niño.
(...)
Me alejo del grupo y me acerco a la playa, mis padres se habían ido hace un par de horas. Liam y su familia nadaban en el mar entre juegos y risas, Alana hablaba con sus padres feliz y Ángelo acariciaba el vientre de su madre. En mi interior seguía el miedo a ser parte de esto, papá decía que todo estaba controlado, pero tenía mis dudas.
—¿No disfruta la velada? —niego a Perxi y sigo contemplando la vista del sol oponerse ante mí —¿A que le teme?
—Creo que es obvio—respondo y el hombre sonríe instalándose a mi lado.
—Si es cuestión de buscar un bando, no es necesario pensarlo mucho ¿Me equivoco? —pregunta y lo observo un instante —el hombre se ganó su confianza, es su amigo antes de ser un ladrón. —se alza de hombros antes de continuar y sonríe —si fuera mi esposa e hijos, yo no lo durara, Hermes es el mejor en esto y no durara en proveer lo mejor. Nos amenazó a todos cuando la señora estuvo en ese fuego cruzado, otra de esa naturaleza y estábamos muertos.
Sonrío porque es muy de él y Perxi se aleja al recibir una llamada. Una pequeña mano apoyada en mi dedo me hace bajar la vista y me encuentro con mi hijo sonriente.
—¿Ya me perdonaste?
—No, pero eres mi papá —dice encogiéndose de hombros lo que me hace alzarlo en brazos y besarle —¿Sabes que te quiero?
La pregunta me inquieta, pero asiento en búsqueda que se explique y guarda silencio un instante.
—Yo no te quiero, —le digo y me mira a los ojos confundido —te amo ... mi amor por ti es más grande que toda el agua de mundo.
—¿Te iras algún día como el abuelo?
—No ¿Por qué dices eso? —toma el cuello de mi camisa y juega con ella, al tiempo que se muerde los labios —puedes decirme lo que sea, no me voy a enojar.
—El abuelo me dijo que algún día tú te iras como se fue él...
Lo entiendo, hablaba de todas las cosas que se esperaba que hiciera un Russo. No obstante, como la cabeza visible que era hoy día, podía cambiar algunas cosas o mentirle. Faltaba demasiado para eso, ahora le aterraba la idea de estar solo otra vez, pero sabía que de grande adoraría tener el control de todo.
—Jamás me iré de ti, tu abuelo tampoco se va del todo. Lo volveremos a ver —mis palabras le calman y se abraza a mi cuello con fuerza.
No ha vuelto a mencionar a Rose y tampoco se la he recordado, desconozco si es una buena idea o no. Pero tenemos la firme intención que jamás sepa su procedencia, había estado averiguando y su madre no tenía otra familia más que su hermana y estaba en prisión.
—¿Me cuentas una historia? —pregunta y mira el sol oponerse y a la luna empezar a emerger.
Su mamá suele contarle siempre historias locas sobre las novelas que aún sigue leyendo. Nunca me ha pedido algo de esa naturaleza y que lo haga hoy, de alguna manera me llena de emoción. Tengo algunos cuentos en mi librería, aquellos que mi madre solía leerme y me digo que empezaré por uno de esos.
—¿Te parece si al dormir? —pregunto con cautela y tras pensarlo un instante asiente. —Bien porque ahora tenemos que atender a la familia.
Alana
Axel había llevado al niño a dormir hace media hora, yo estaba respondiendo unos emails antes de subir a la habitación. El silencio de la casa me causa escalofríos y me digo que no me voy a acostumbrar a ella con facilidad. Le doy enviar al último plano, espero unos minutos y luego cierro todas las ventanas.
Mi embarazo sería una maravilla si siempre estuviera como en las noches. Mamá y la señora Agnes me han calmado diciéndome que solo me falta un mes, que después del cuarto mes todo es más fácil. Dejo la Laptop en el escritorio, me levanto asegurándome que todo esté en su lugar, burlándome de mi misma al limpiar todo a mi paso.
—Eres la señora Russo ¡Tonta! Y por ende la dueña de esta horrorosa mansión —me reprendo y salgo de la habitación.
Diez empleados a quienes debo recordar el nombre, la misma cantidad de habitaciones, porque como no, los Russo siempre tiene que ser exagerados en todo, dos jardines, playa y puerto privado. En conclusión, un palacio que ni en mis mejores sueños me imaginé.
Subo las escaleras y al llegar al último escalón resoplo, no puedo creer que tenga que subir todos los días esta cantidad de escalones para ver a mi hijo. escucho la voz del pequeño decirle a su padre, que no quiere esos cuentos, quiere otro.
—Mamá ya me los ha leído todos papá —me asomo en la puerta y lo veo con las manos abiertas y señalando a todos los libros —me estresan esos cuentos.
Niego divertida y su padre ríe igual, lo alza en brazos y acomoda en la cama. Lo cubre con la cobija a la altura de sus hombros y se sienta a su lado.
—Bien, te contaré una historia que a tu mamá le gustaba cuando era joven —dice y sonríe.
Muy seguramente sabe que lo estoy mirando, pero verlo en ese acto con su hijo me llena de felicidad. Nos ha costado crear vínculos con él y hoy podríamos disfrutar de Ángelo sin complicaciones, de lo único que podríamos quejarnos es de su mal genio.
—El amor y la verdad eran dos personas que nunca se habían conocido, el amor era una chica, disfrutaba de la noche, amaba contemplar la luna y todos sus estamos, la verdad, por el contrario, gustaba el sol y toda la fuerza que despedía el poderoso astro. Una noche la verdad, tenía que pastorear el rebaño de ovejas e iba todos enojado porque fue obligado a hacerlo en la noche. La oscuridad se prestaba para que la gente no fuera sincera y el odiaba la mentira —apoyo la cabeza en el marco de la puerta embelesada al verle como mueve sus brazos y hace los gestos con su rostro es como verlo a mis quince años. —coincidieron ambos ese día en la cima de la montaña bastante grande, tan grande que podían incluso con solo alzar sus manos, tocar a la luna.
—¿En serio? —el rostro de mi hijo se ilumina ante eso.
Me temo que alguien tendrá problemas la próxima luna llena.
—Claro que sí, en ese sitio se podía —y el querría llegar a ese lugar, pienso divertida —se enamoraron con solo verse, les bastó solo una noche para saber que serían felices por siempre. La verdad pidió disculpas por ser prejuicioso y el amor, —dice golpeando su nariz —hizo lo propio, por considerar que el día no era nada romántico. Duraron viéndo meses, antes que el pueblo empezara a murmurar, la verdad era novio del amor. Se juraron amor eterno y dijeron que nada, ni nadie podría separarlos.
A ella no le gustaba el día, tanto como a él odiaba las noches, pero ambos se las arreglaron para amar la otra parte del otro. Tan totalmente distintos que se complementaron uno con otro, eran como esas piezas de rompecabezas que unes unas con otras y dan una imagen magnifica. Todo estaba resultado según lo planeado, sus padres estuvieron de acuerdo, ambas partes coincidían en que eran la pareja perfecta.
Llegó la tan anhelada boda y con ello la emoción que vivirían por siempre juntos. Casi todos estaban invitados, la esperanza, la duda, la vejez, los sueños, pero a la verdad no quiso invitar a la mentira, a la calumnia y tampoco a la ira. Todos se reunieron esa noche, planeando como separar al nuevo matrimonio. Pero juntos eran poderosos, los invitados a la boda le habían dotado de todo lo necesario para ser felices. Tuvieron muchos hijos, tantos como estrellas tiene el cielo, llegó la vejez y con ello las despedidas.
Ella murió una luna llena, cuando tenían muchos años, hijos, nietos y una gran dinastía. Todos sabían que era cuestión de tiempo para que la verdad también muriera, sin su amor no podría vivir. Fue tanto el llanto de la verdad, por la pérdida de su amada, que el universo se compadeció de su dolor.
—A ella lo convirtió en luna y doce horas después cuando el murió, en sol. —sonríe al ver a sus hijos con los ojos abiertos y expectante en el desenlace.
Se dice que si vez a la luna fijamente, veras al amor tejer la capa para poder estar cerca su amada sin quemarse. Desde entonces y cada cierto tiempo, el universo les permite verse para perpetuar su amor hasta la eternidad.
—Asi nace el eclipse, cuando ambos amantes tienen la tan anhelada cita —dice narrando las últimas palabras a su hijo que para ese entonces sus ojos ya se cierran, pero es necio, se niega a hacerlo sin saber el final —cada estrella que hay en el cielo, es una promesa de amor hecha por esos amantes cada que están juntos.
—¿Cómo se llama la historia?
—Eclipse de amor —digo entrando a la habitación y sonriendo —has cambiado algunas cosas.
—Hay detalles que aún no necesita saber —asiento divertida y nos turnamos para besar su cabeza.
—¿Mañana sacas al bebé? —esto lo dice ya casi dormido y ambos sonreímos al ver que se ha quedado dormido.
—¿Quieres dar un paseo? —pregunta y niego no podré bajar esas escaleras.
—Moriría por ello, pero esas escaleras son infinitas —me lamento y sonríe tomándome en brazos.
—Hablé con Ángelo para el grupo de seguridad, Perxi seguirá de líder del grupo. —asiento en silencio y lo observo serio —¿Tienes problemas con ello?
—Ninguno ¿Por qué debería? Es nuestra seguridad, es el mismo infierno, solo que este diablo es conocido —sonríe y baja las escaleras sin dificultad.
He perdido cuatro kilos estos tres meses y solo deseo no seguir así o me voy a desaparecer. Me comenta que Ángelo no puede venir, porque tiene un problema personal que solucionar. Vendrá por él, Noah quien se encargará de presentar al nuevo grupo y de buscar algunos en la isla para la parte externa.
—¿Es por la muerte de su abuela?
—No, dijo que era algo más delicado que no podía decir por teléfono. —responde una vez llegamos al primer piso—pidió que te dijera que seguir tu ejemplo lo metió en problemas.
Intento recordar algún consejo dicho por mí y solo recuerdo uno, el de ser el antes de presentarse como un criminal. No llegamos muy lejos esa noche, el niño dormía y si despertaba podría perderse en esa enorme casa.
(...)
—Papá mírame —gritaba el pequeño desde la playa y ambos sonríen al verlo nadar.
—¿No le hará daño? —pregunto a su padre y este niega.
—Jamás me hizo daño a mí, déjalo disfrutar. —señala al hombre que está a unos metros y luego a sus hijos —no lo pierda de vista.
—Como ordene.
Me toma de la mano y avanzamos por la playa, he llegado a mi sexto mes, nos han dicho que es un varón. Mi mayor felicidad es que se llame como su padre, Axel no quiere, dice que hay muchos nombres hermosos para llamar a su hijo al igual que él. Además, que podría crear problemas de celos con Ángelo y no desea eso, tampoco yo sinceramente.
—Dasha Russo Parissi —murmura y alzo la vista a verle —¿Te gusta?
—Dasha —repito y sonrío. —Dasha.
—Significa regalo de Dios. —pronuncia aquello con tanta ceremonia que sonrío —el nombre me lo dio Ángelo, quien por cierto tiene problemas con una chica que se le escurrió.
—Una mujer muy inteligente —le digo y me abraza a él sonriente.
—La está pasando fatal, tiene una manera de canalizar la ira espeluznante. A veces creo que encontrar a esa mujer, no sería bueno... para ella. —ante eso sonrío divertida.
Si la está buscando es porque le gusta por lo menos un poco, y mi amado me dice que cree la mujer se fue embarazada de él.
—Le llegó el amor al demonio con nombre de dios griego —murmuro y Axel sonríe —debe estar tan loca como él... asi como tú y yo.
—Mi deseo más grande es levarme un día y decirte: Mira como han pasado los años y aun te sigo queriendo igual ...—señala al mar y veo a uno de sus cruceros.
No es cualquier crucero, es mi crucero. No puedo creer que lo tenga ante mí, es perfecto, tal cual lo recuerdo y lo deseo.
—Si envejeces conmigo, te aseguro que lo mejor está por llegar —dice y me quedo en pie sin saber que decir. —feliz aniversario cariño.
Escuchamos los gritos de Ángelo diciendo que hay un barco igual al que tiene en miniatura y reímos divertidos al verle correr hacia nosotros. Faltan muchísimos años para que el entienda la prueba de amor que me ha dado su padre el día de hoy. Un gran telón blanco se despliega ante nosotros y leo el nombre del yate sin poder contener mis lágrimas.
—Mi amada Idara —leo y suelto un sollozo.
—Todo tuyo cariño, tan tuyo como este miserable que no soporta un mundo en donde tú no estés. —toma en brazos a nuestro pequeño sin importar que este mojado y los tres miramos las luces encenderse junto con los fuegos artificiales.
—Es... perfecto Axel —digo con un nudo en la garganta. —Es demasiado...
—Nada es demasiado Cara, nunca lo es cuando se trata de hacerte feliz ¿Quieres verlo por dentro? —asiento con la emoción transitando todo mi cuerpo.
Prometí amarlo con todas las fuerzas de mi ser y con mis mejores intenciones hacer lo posible para ser felices cada día de nuestra vida. Axel era la respuesta a todas mis plegarias y quiero creer que yo era la suya. Sin importar las dificultades que se nos presentaran en el camino, nos teníamos uno al otro para apoyarnos.
Nota del autor
Muchísimas gracias a todos por acompañarme en esta aventura.
A las de siempre a mis hermanas de otra madre, Mary, Dilcia, Veca, Katy, Lau. Los amigos son la familia que Dios te permite escoger y estoy agradecida eternamente con ustedes. Sin ustedes nada de esto sería posible.
A Belu Martínez por ser la primera en darme apoyo, no sabes lo que significo ese comentario para mí. Mil gracias.
Gracias a todos por cada estrella y cariño hacia esta historia
De esta historia saldrán...
Luna de Oriente (Aika)
Perfecta Luna (Perxi)
Mil gracias.
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