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6. Palomitas dulces

No sé en qué momento se me ocurrió pedirle a Nancy Wheeler ir al cine. Y tampoco en que momento pensé en mentirle a Steve sobre el tema.

—Así que...¿Vas a ir al cine con esa amiga tuya en vez de conmigo?

—Se llama...— miré a mi alrededor—Leia, eso.

Estaba acabada, me iba a pillar.

—Leia...oh, como la de Star Wars, es un nombre bonito.

—¿A qué sí?

Parecía que Steve se lo había creído. Tendría que explicarle que voy a ir al cine con Nancy, pero es difícil explicarle algo que yo tampoco tengo muy claro. No sabía por qué la había invitado ni tampoco por qué me había puesto nerviosa.

—¿Y seguro qué solo es una amiga?

—Claro, Steve— dije yo desviando la mirada ante su repentina pregunta.

—Estás nerviosa, y antes he visto que te habías comprado un perfume de cereza.

No sabía cómo había acabado comprándome el perfume, estaba en la tienda y me acordé de Nancy.

—Te lo prometo Steve, sabes que te lo diría.

Quería decírselo, pero algo me lo impedía. No podía explicarlo. Me apetecía ir con Nancy al cine, solas, eso es lo que sentía. Sin embargo, prefería no darle vueltas.

—Está bien.

Él asintió y me dedicó una sonrisa. Ese día fue muy tranquilo hasta que los mini amigos de Steve entraron a la tienda, pero para mi sorpresa solo Mike Wheeler se acercó.

—Steve ¿Podemos hablar?

Yo prestaba atención a la escena, soy una persona bastante curiosa, así que quería saber que estaba pasando.

—De hombre a hombre— Steve sonrió y Mike me miró de reojo.

Asentí alejándome de ellos. Obviamente, seguía pudiendo escuchar perfectamente, llevaba trabajado bastante en la tienda y sabía en qué lugares podía situarme.

—¿Qué ocurre?— preguntó Steve algo desconcertado.

—Es por Nancy.

Mi boca se abrió un poco, me preocupé al instante.

—¿Le ha pasado algo?— notaba un tono de preocupación en su voz.

—No es eso, es que creo que se está viendo con algún chico ¿Tú sabes algo?

—¿Por qué crees eso?

—Se está arreglando más, ya no pregunta por Jonathan...¡No deja de ponerse perfume de vainilla!

—Oh...No puede ser.

Ambos miramos a Steve con una mueca de desconcierto.

—Nancy ha comenzado a venir cada día a la tienda y más arreglada, alquila películas solo para venir aquí porque...

Notaba que el corazón me iba a salir del pecho en cualquier momento.

Una sonrisa se posó en mis labios, pero luego desapareció al instante. Nancy no podía venir aquí por mí, era demasiado irreal.

—¿Por qué?— preguntó Mike.

—Porque vuelve a estar enamorada de mí— dijo Steve.

Ambos nos sorprendimos. Una punzada atravesó mi corazón en ese momento. A Nancy no le podía gustar Steve, ella...

—¿De qué estás hablando?

Mike parecía igual de desconcertado que yo.

—Todo tiene sentido Mike. El que venga a la tienda, alquile películas, que venga arreglada...que use ese perfume de vainilla que tanto me gustaba...

—No sé Steve, recuerda que ella rompió contigo— dijo Mike no muy convencido.

—Tengo un presentimiento.

—Pensaba que a ti te gustaba Robin.

—Me gustaba, pero imagínate que Nancy y yo volvemos a salir y a recuperar lo que teníamos ¿No sería genial?— notaba esperanza en su voz.

—Si tú lo dices...Le preguntaré.

—Ya me dirás qué te dice— sonrió de oreja a oreja Steve.

Mike se alejó de él y todos se despidieron saliendo de la tienda, me coloqué en mi puesto de trabajo y Steve se dirigió hacia mí.

—Robin, tengo una noticia maravillosa.

—¿Por fin te has aprendido el abecedario?— bromeé disimulando un poco.

—Sabes que nunca me acuerdo de la segunda parte...— susurró él—¡No es eso!

—¿Entonces?

—Creo que le gusto a Nancy.

Tuve que fingir la mejor sonrisa que pude en ese momento. Antes me hubiera alegrado por él, pero ahora no podía, simplemente no podía, y no sabía exactamente el por qué.

—No lo ves muy ¿Raro? No lo sé Steve...

Su cara de felicidad cambió a una de decepción.

—Pensaba que te alegrarías por mí.

—¡Claro que me alegro por ti!

Sonreí de oreja a oreja, lo máximo que pude.

—Podría invitarla al cine aprovechando que hoy es viernes— sugirió él.

—Eh...

Me había quedado sin palabras, no sabía qué decir.

—¿No lo ves un poco justo? Seguramente ya tendrá planes.

Me sentía muy mal al hacerle esto a Steve. Pero no me sentía capaz de decirle la verdad hasta que yo misma me aclarara.

—Tienes razón, pensaré otra cosa. Gracias por apoyarme, Robin.

Sin precio aviso me abrazó, yo le seguí el abrazo con un nudo en la garganta.

—Bueno, me voy a mi puesto— se separó del abrazo y se fue a atender a unos clientes.

Suspiré.

El día fue un poco más largo de lo normal, Steve me llevó a casa como siempre y nos despedimos.

Cuando terminé de prepararme salí de casa y me dirigí al autobús que me llevaría directa al cine. Este no tardé en llegar y esperé a Nancy en la puerta.

En ese momento fue cuando el miedo empezó a fluir por mis venas. Por un momento pensé que no vendría.

—¿Estás bien, Robin?

La voz de Nancy y su perfume de vainilla hicieron que casi me diera un ataque al corazón. La miré, sin decir nada, llevaba el pelo suelto con pequeñas ondulaciones al final y un poco de maquillaje en las pestañas y en los labios. También una blusa de color azul claro y unos pantalones largos de color negro, por último unos zapatos con un poco de tacón, haciéndola ver un poco más alta. Estaba preciosa.

—¿Robin?— había empezado a preocuparse.

—Perdona, estaba en mi mundo...¡Vamos!— sonreí de oreja a oreja, a lo que ella también lo hizo algo desconcertada.

Ambas nos dirigimos hacia la taquilla.

—¿Quieres palomitas?— me preguntó mirando en dirección a un pequeño puesto al lado del cine.

—¿Dulces?

—Pensaba que era la única a la que le gustaban las palomitas dulces— sonrió ella con un toque de emoción.

—Pues parece que ahora somos dos, iré a comprarlas— sonreí.

—No, no, yo invito.

—¿Segura?

—¡Pues claro!— insistió ella alejándose hacia el puesto de palomitas.

Sonreí. Hacía años que nadie me invitaba a nada. Pocos minutos después volvió con un cubo de palomitas de colores y dos refrescos. Ambas nos dirigimos a la sala de cine donde nos situamos en unas butacas del medio.

—¿Ya me dirás cómo se llama la película?— suplicó Nancy haciendo un pequeño puchero con los labios.

Sonreí, decidí decirle ya el nombre de la película. La primera película que ambas veríamos juntas.

—Eclipse azulado, así se llama la película.

—Es un nombre precioso— una sonrisa se dibujó en sus labios.

En ese momento pensé que ella era preciosa.

Mis pensamientos hablaban por si solos. Yo no quería creerlo, solo sabía que me gustaba mucho pasar tiempo con Nancy, había descubierto que era una persona fantástica.

Al pasar varios minutos ambas nos sumergimos en la película, la cual empezó minutos más tarde de nuestra llegada. Estar con Nancy fue tranquilo y agradable, ambas reíamos y mirábamos la pantalla mientras nos llenamos la boca de palomitas dulces, y de vez en cuando sonreímos a causa de algún pequeño roce accidentado al coger el maíz de colores.

Fue en esa sala de cine donde me empecé a dar cuenta de que me estaba empezando a gustar Nancy Wheeler.

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