11. Cicatrices
La primera chica me miró frunciendo el ceño, quería intimidarme.
Sin embargo, no lo iba a conseguir. A veces era algo miedosa, no iba a negarlo, tenía muchos miedos. No obstante, en ese momento no tuve miedo y quise ayudar a esa chica con todas mis fuerzas.
—No te metas— se quejó.
Ambas dejaron de mirarme e iban a volver a molestar a la chica. Al ver que me estaban ignorando las empujé con todas mis fuerzas alejándolas de Jessica.
—¿Pero qué haces?
—Seguro que eres como ella, sois una puta plaga.
Su comentario me enfadó aún más, Jessica observaba la escena y la primera chica se acercó a mi de forma amenazante.
—Seré lesbiana, pero mejor eso a ser una imbécil sin cerebro.
La segunda chica dirigió su puño contra mí, cerré los ojos, no lo había visto venir. Los abrí al ver que no lo había recibido, Jessica se había puesto en medio y lo había recibido en mi lugar.
—Márchate, Robin— ella me miró.
Me sorprendí al ver que sabía quién era. Negué con la cabeza, no podía hacer nada contra ellas, así que pensé en otra escapatoria. Correr no se me daba muy bien, pero era la mejor opción.
—Venga Jessica ¿Quieres otro moratón en tu cara de zorra?
—Sois unas cobardes— respondió ella ante su insulto—A mí me podéis pegar, pero a ella dejadla en paz.
Ambas chicas no iban a ceder, así que cogí su mano y empecé a correr junto a ella.
—¡Mierda! ¡Hay que seguirlas!
Ambas corrimos sin parar, giré de golpe y ambas nos pegamos contra una pared cercana donde ambas chicas no nos vieron y pasaron de largo. Suspiré aliviada.
—¿Estás bien?— le pregunté.
Ella me miró, tenía los ojos llorosos, la cara llena de heridas y un pequeño corte en el labio.
—Gracias por salvarme...— me dedicó una pequeña sonrisa.
Era la primera vez que me sonreía, aunque la había visto muchas veces en el instituto. Había ido unos años con ella a algunas clases.
—No importa. Son unas imbéciles, es horrible lo que te han hecho solo por...— preferí no seguir la frase, no quería entrometerme más.
—Solo porque me gustan las chicas— suspiró ella mirándome—Toda mi vida he fingido ser alguien que no era por miedo, miedo de que pensaran de mí. Soy una cobarde.
Negué rápidamente con la cabeza.
—Les has plantado cara, y me has defendido, eso no es ser una cobarde Jessica.
Ella me miró, se había sincerado conmigo y también parecía tener algunas preguntas.
—Robin ¿Podría ir a tu casa o a algún sitio? Necesito lavarme la cara y beber algo—suspiró—No me va bien ir a casa en estos momentos y no sé adónde más puedo ir.
Asentí sin pensármelo dos veces, era una persona muy empática y me podía imaginar por lo que estaba pasando, así que sentía la necesidad de ayudarla.
Cogimos el autobús evitando las miradas de la gente y pronto llegamos, mi padre no estaba, así ella no se sentiría incómoda. Ambas fuimos a mi habitación y Jessica la observó con curiosidad.
—Antes voy a buscar unas cosas para curarte las heridas.
—Gracias, Robin.
Ella sonrió, salí al cuarto de baño donde cogí toallitas, algunas pastillas básicas, vendas y algo para desinfectar las heridas. Aproveché para llamar a Nancy, pero no contestó, estaba preocupada.
Al volver ella miró en mi dirección.
—Robin ¿Tú...?
—A mí también me gustan las chicas— dije adivinando su pregunta.
Comencé a ponerle un líquido en las heridas para poder desinfectarlas. Le dolía, pero no sé quejó ni dijo nada al respecto.
—¿Te han rechazado alguna vez por eso?
—Sí, mi mejor amiga, fue hace tiempo—respondí colocándole tiritas o vendas, dependiendo de la herida.
Ella agachó la mirada y suspiró. Al terminar hizo una mueca de dolor cuando le rocé la espalda sin querer.
Jessica asintió al ver mi cara de indecisión, levanté un poco su camiseta para curarle algunas heridas de la espalda que no había visto. La piel se me puso de gallina al ver varias cicatrices en esta. Parecían antiguas y preferí no preguntar, por lo menos no ahora.
—Listo.
Ella se giró hacía mi dejándome de dar la espalda.
—Estoy hecha un cuadro— rió un poco apenada.
—No te sientan mal ¿Eh?
Ella agradeció mis ánimos.
—Siento todo esto, ni siquiera habíamos hablado nunca. Debes de pensar que soy una...
—Oye, no importa— sonreí—Deja de fijarte en que pensarán los demás de ti.
Asintió mirándose las uñas, sabía que tenía razón.
—¿Cómo sabías mi nombre? No mucha gente lo hace.
—Fuimos juntas en algunas clases, me pareciste diferente a las demás, así que me acordé de tu nombre— sonrió.
Me sorprendí ante sus palabras.
—¿Cómo lo supieron las chicas que te estaban pegando?
Le sorprendió mi pregunta, pero contestó enseguida.
—Eran amigas mías, me vieron besándome con otra chica. Al día siguiente me dijeron de quedar para ir de compras, pero me llevaron a un callejón sin salida. Me obligaron a decirles todo. Ya sabes lo siguiente.
Parecía disgustada, sus propias amigas le habían hecho eso.
—¿Estás saliendo con alguien?— pregunté curiosa.
—Es la delegada de nuestro curso, Skylar. No he ido a su casa porque no quería decirle nada de esto, no quiero que se preocupe.
Por sus palabras noté el gran amor que le tenía a Skylar. No había hablado nunca con ella, pero siempre la había escuchado hablar en las reuniones por ser la delegada del curso.
—Te entiendo, yo estoy teniendo algo con Nancy.
—¿Nancy Wheeler?— se sorprendió—Perdona, es que no me lo esperaba.
—Tranquila— sonreí—Estaba conmigo cuando lo del callejón, pero salió corriendo. La he llamado, pero no me contesta.
—Habrá tenido algo de pánico, pero seguro que sé soluciona. Entiendo la situación. Yo antes hacía como Nancy— ella me sonrió colocando su mano sobre mi hombro.
—Gracias— sonreí. Ella tenía razón.
Aunque sonriera sabía que no estaba del todo bien y era normal. Siempre la había visto como una chica con una buena vida. Eso es lo que quería aparentar, pero no lo era. Era una chica agradable y con problemas.
—Robin ¿Te importa que haga una llamada? Es para que Skylar venga a recogerme. Le contaré lo que ha pasado, no quiero causarte más molestias.
—Claro— ella hizo ademán de levantarse—Jessica, si necesitas algo siempre puedes hablar conmigo.
—Gracias, lo mismo digo— se levantó saliendo de la habitación.
Ambas nos habíamos transmitido cierta confianza, quién iba a decir que algo así me pasaría hoy. Cuando acabó de llamar a Skylar ambas salimos de casa y esperamos en la entrada.
Un coche de color grisáceo se acercó y de ella bajó la delegada del curso. Pelo color plateado y ondulado, y ojos grisáceos. Ella se acercó preocupada a Jessica, decidí alejarme y darles privacidad, vi que ambas hablaban hasta que Skylar la abrazó con fuerzas para después acariciar su mejilla. Cuando parecía que habían acabado se acercaron a mí.
—Muchas gracias Robin, si no fuera por ti no sé que habría pasado.
—No pienses en lo peor, Sky.
Sonreí mirando a ambas.
—No agradezcas nada, hay que ponerle límites a la gente así, algún día acabarán aceptándolo.
Ellas asintieron, las esperanzas estaban presentes. Aunque lo importante era que nos habíamos aceptado a nosotras mismas.
—Una cosa más ¿Podríais llevarme a casa de los Wheeler?
Había estado distraída. Pero estaba realmente preocupada por Nancy. Ella se había ido, podía entender que tuviera miedo, claro que lo entendía ¿Pero acaso había pensado en mí?
—Claro, eso no se pregunta.
Nos subimos al coche, Skylar conducía y Jessica iba a su lado, yo en el asiento de atrás. Fue un trayecto agradable, al llegar ambas se despidieron de mí. Alargué mi mano para picar en la puerta de los Wheeler y ver a mi persona favorita.
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