CAPÍTULO XI
Las calles se convirtieron en un borroso manchón a su alrededor. El único sonido que podía escuchar era el de su agitada respiración mientras corría tan rápido como si huyera de un enemigo que amenazara con acabar con su vida en el momento en el que intentara detenerse.
La voz del albino pidiéndole que se marchara se repetía una y otra vez como si se tratara de una grabación interminable. El dolor que le causaron sus palabras y la confirmación de su presentimiento provocaron que el pelirrosa aumentara la velocidad de sus pasos. Su mente iba tan de prisa como su propio cuerpo que sin rumbo alguno recorría las calles a gran velocidad.
Después de varios minutos, no supo exactamente cuántos, terminó sentando agitado y sudoroso en una banca frente a un lago permitiéndose finalmente reflexionar; era consciente de que además de su profundo desconsuelo, también tenía responsabilidad en todo lo ocurrido. Su reacción impulsiva alimentada por sus inseguridades lograron tomar pleno control de su sentir. Sin embargo la confirmación de sus sospechas lo había vuelto completamente loco...
—¿Cómo pude decir eso? —soltó con frustración hacia sí mismo. Se llevó las manos al rostro cubriéndoselo con ellas por completo. Sintió su aliento cálido esparcirse por su nariz y mejillas. Poco a poco la culpa fue ganando terreno, y no pudo evitar pensar en la foto que destruyó momentos antes de que todo terminara en este desastre.
Habia sido un completo idiota.
Su celular sonó y de inmediato buscó en el bolsillo de su pantalón. Una esperanza de que fuera Satoru lo invadió de pronto pero al vislumbrar la pantalla vio que se trataba de Kugisaki. Su emoción murió tan rápido cómo un latido de corazón, no obstante decidió responder la llamada.
—¿En donde demonios estás metido, Itadori? —La mujer casi gritó cuando escuchó la respuesta en el teléfono —. Fui hace poco al departamento del idiota de Gojo y me dijo que habían tenido una discusión y no tenía idea de donde estabas. ¡Dímelo ahora mismo, ni siquiera ha pasado un día desde que ocurrió todo el drama con la estúpida Oscuridad!
Yuuji observó a su alrededor, no tenía ni la más remota idea de dónde se encontraba. Lo único que pudo divisar que quizás le ayudaría a conocer su ubicación actual, era un cartel informativo situado a unos cuantos metros.
—Yo... —El pelirrosa caminó hacia el lugar y al levantar la vista a través del río contempló los árboles de cerezo adornando cada lado del pequeño lago. La vista era un verdadero deleite y por un momento sintió su consternada cabeza calmarse ante la visión.
—¿Sigues ahí? —inquirió la castaña al otro lado de la línea con un tono de hartazgo bastante importante —. No tengo todo el día...
—Sí, disculpa —Se apresuró y leyó el nombre del lugar —. Estoy en el parque Chidorigafuchi¹
—¿Qué? ¿Pero cómo demonios llegaste allí tan rápido?
Yuuji pareció confundido también, él sencillamente corrió a toda velocidad sin detenerse, jamás se planteó un lugar específico al cual dirigirse. Se rascó la cabeza aún desconcertado y regresó a la banca en la cual se había sentado previamente sin dejar de observar el paisaje.
—No lo sé, solo corrí hasta aquí... acabo de darme cuenta del lugar en dónde estoy.
—Escucha, no sé qué sucedió entre tú y Satoru pero más te vale que te des prisa en regresar, tu cuerpo no debe estar en buena condición ahora. No creo que hayas corrido hasta allí, es... imposible.
Hasta el momento ignoraba cómo había llegado a una distancia tan lejana en tan poco tiempo, ni siquiera recordaba haberse detenido... la rabia y el dolor se habían apoderado de él por completo. Su mente no estaba pensando en el cansancio, sino en el constante repiqueteo de las palabras de Satoru en su cabeza. Su voz se había convertido en un instrumento punzante que se hundía sobre su corazón sin rastro alguno de compasión.
Sabía que de no haber dicho una sola palabra ahora mismo estaría en los brazos del albino disfrutando de su presencia y sus comentarios divertidos. Él mismo había causado la discusión por permitir dar rienda libre a sus inseguridades, pero... ¿Cómo podría fingir que no había sentido ese enorme vacío cuando el oji-azul lo había besado?
Ahora, además de su preocupación por lo sucedido con su novio, se añadió el misterio de su extraña resistencia. No había ni un gramo de fatiga en su cuerpo, y no podía explicarse el por qué si básicamente había corrido alrededor de casi siete kilómetros.
—Escucha, si no vas a hablarme te juro que vas a arrepentirte —Amenazó la voz de la chica.
Yuuji pareció salir de su ensimismamiento y recordó que su amiga se encontraba en línea.
—Descuida, mi cuerpo se encuentra bien, no sé cómo llegué aquí, te lo juro... yo solo... —Hizo una pausa intentando poner su mente en orden —. Soy un idiota, Kugisaki.
—No me digas que justo ahora te das cuenta de ello —Casi pudo imaginar el semblante altivo de su amiga al pronunciar esas palabras. Estaba seguro de que había cierto dejo de reproche en ella, pero quizás fuera simplemente imaginación suya.
—Déjame quedarme contigo... —La suplica en la voz del mas joven logró disipar la irritación de la castaña. Había algo en la manera en la que lo dijo que pareció ceñirse en su interior y emanar en ella un fuerte sentimiento de protección. Yuuji sonaba como un gatito abandonado en medio de una lluvia torrencial.
—Bien, supongo que vendrás a toda prisa si es que corres tan rápido... —El hecho de que Yuuji no mostrara signos de cansancio era extraño en si mismo; sin embargo quería que se apresurara ya que su preocupación como amiga era totalmente genuina —. Solo recuerda que estoy en compañía de Megumi.
—¿Megumi y tú están saliendo?
—¿¡Qué!? ¡Por supuesto que no! ¡No hay nadie más aburrido que él en el mundo!
El pelirrosa sonrió. Aquellos comentarios triviales parecían desatar un poco el nudo sobre su corazón.
—Nos vemos pronto.
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La mirada azul cielo del albino ahora lucía más cómo un mar tormentoso. Estaba inquieto desde que Yuuji se había marchado y a pesar de que podía seguirlo usando su energía como guía, ahora mismo le resultaba una idea desagradable. Su orgullo lo mantenía distante y su cabeza no dejaba de repetir: "No amas a nadie más que a ti mismo"
Su cólera aumentaba al recordarlo; ¿Cómo era posible que después de todo lo que había hecho por Yuuji, escuchara esas palabras de reproche precisamente de él, la persona con la que menos egoísta había sido? Le caló tan hondo que no podía dejar de retorcer latas de refrescos con su energía maldita en un intento infructuoso por dejar de pensar.
Observó las llaves de su departamento y decidió que reunirse con Suguro era lo mejor que podría hacer en ese momento. La decepción, dolor y rabia le estaban resultando difíciles de sobrellevar y aquello también le causaba molestia. ¿En qué clase de ser humano se había convertido?
Saberse vulnerable en cualquier situación era algo que Satoru no conocía, pero desde que se había enamorado de Itadori parecía que ser frágil se había convertido en su nuevo estado permanente.
Lo odiaba.
Fue inevitable pensarlo pero... ¿Si se hubiera enamorado de Geto, se sentiría de la misma manera? ¿El amor era igual para todos? ¿O quizás sólo a él le hacía sentirse más "humano"?
Se duchó distraídamente dejando que el agua caliente sobre su piel apartara su mente del rostro de Yuuji enojado, gritándole que era un egoísta. Quería dejar de repetir aquella escena, pero le estaba costando bastante.
No supo cuánto tiempo estuvo bajo el agua completamente perdido en sus pensamientos. De repente la idea de visitar a su mejor amigo se tornó lejana, todo era errático e inconstante, incluso su relación. Lidiar con tus propios miedos era una cosa, enfrentar los temores ajenos era aún más complejo.
Satoru se había abierto a un mundo completamente nuevo para él, y ahora mismo no sabía cómo actuar. Quizás Geto supiera qué hacer... después de todo él era el más sensible y sensato de los dos.
Después de secarse envolvió una toalla alrededor de su cadera y observó su teléfono celular. Su mejor amigo le había enviado un mensaje alrededor de media hora atrás.
"¿Qué hacen Yuuji y Megumi en el mercado? ¿Acaso no estaba contigo?"
Vio a continuación una imagen en la que Yuuji abrazaba a Megumi por los hombros. Ambos se veían bastante cómodos el uno con el otro. Su pelirrosa incluso sonreía cómo si nada malo hubiera sucedido... Simplemente estaba allí con su brazo tras el hombro del pelo-negro y en la otra sosteniendo una bolsa de compras,
Apretó su teléfono con fuerza, ningún pensamiento agradable pasando por su cabeza en aquel momento. Él había estado perdido en su dolor mientras Yuuji se lo pasaba bien con su amigo...
¿Amigo? ¿Era realmente su amigo? ¿En verdad le importaba a Yuuji su relación?
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¹ Parque Chidorigafuchi: Sí, existe y se encuentra en Japón. Se encuentra ubicado al noroeste del palacio imperial en Tokio y es un parque supremamente bello lleno de cerezos en flor. 🌸
Gracias por leerme y por la paciencia 🫶🏻🥰 ¡Nos vemos pronto!
© Créditos de la imagen a quien corresponda.
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