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4th PLATE: NEVER SAY NEVER

OST: So High School by Taylor Swift from TTPD, Nothin’ on You by Bruno Mars

🍽EAST FLAVOR 🍽

Todos tenemos una rutina, desde cepillarse los dientes en las mañanas hasta preparar un café negro para despertar neuronas y desentumecer músculos.

Todos tenemos alguna historia propia que contarle a la almohada mientras nos devanamos los sesos en justificaciones para comprender lo simple de la vida. A veces sería más hermoso ser como las flores, creciendo para desvanecernos en semillas y hojarasca al finalizar la primavera.

Una sabia enseñanza de estos seres maravillosos es precisamente la verosimilitud de ser prescindible. Las flores están seguras de entregar su belleza sin egoísmo porque de esa forma el recuerdo de la rosa puede ser más preciado que el perfume de sus pétalos.

Park Jimin es una extraña rosa azul, encerrada en el rincón de sus recuerdos mientras las luces del amanecer lo encuentran en la terraza del penhouse. Se estaba haciendo una costumbre detestable esperar la primera imagen del día pensando en la vida que le arrancaron las responsabilidades.

Todos están listos para juzgarte mientras respires. Todos están prestos a criticarte y ver la historia a través de tus ojos sin importar cuánta sangre pudieran drenar de ti. Existen tareas en las que somos excelentes y otras en las que nos manejamos con torpeza.

Para este hombre estigmatizado como la antítesis de la superficialidad, la idea de reconstruir aquellos fragmentos que se ha obligado a sacar a patadas de su mente es algo más complejo que el mismo reflejo del sol en Pensilvania para que Kim Taehyung y Min Yoongi se encuentren en la cocina del omega de cabellos azabache y mirada color mar.

Siento que el chef Min está buscando excusas para llegar tarde a su primer día. Yoon… aprecio tu preocupación pero ya estoy crecidito para preparar el desayuno y atender a mis cachorras.

El mohín caprichoso del omega solo amplió la sonrisa de rosáceas encías en el alfa.

—Por eso mismo insisto. Sé que eres muy meticuloso con las nenas pero te olvidas por completo de ti, además… necesito distraerme…

Taehyung iba a ser directo. La distracción de Yoongi lo había sumido en una noche entera consultando catálogos de comida gourmet. Limpiando el departamento que compartían, consumiendo café como un loco y por supuesto pensando en el innombrable, Park Jimin.

—Dilo ya… desde aquí puedo ver cómo se mueven las neuronas en tu cabeza. Pero independientemente del beso de ayer, solo estoy deseando impresionar a mi jefe.

—¿Qué?

La expresión del omega valía millones y Yoongi se sentía en la luna por tener el control de la conversación nuevamente.

—Come con la boca cerrada, Tae. Sé un ejemplo para tus hijas.

La pequeña Ji Soo balbuceó en dirección a la cucharada de papilla que Yoongi le tendía. Ji Sung no tardó en pucherrearle para obtener la atención del alfa. Sin dudas, las hijas de Taehyung tenían debilidad por el pálido, rey de los traidores, embaucador por excelencia.

Después que el omega pudo tragar correctamente la última ración de huevos benedictinos que preparara Yoongi, reunió valor para administrarle una palmada en la espalda que hizo al alfa casi saltar en el lugar.

—¡Por la Divina Diosa! Ya no me compadeceré de ti por soportar a Park. En estos momentos recurriré a lo que se llama solidaridad de la casta. Que las almas más inocentes se apiaden de él porque tú andas en modo alfa cachondo.

—¡TAEHYUNG!

—Yo no fui el que ocultó información confidencial. De hecho, te encargo la colada cuando regreses con nuevos chismes... Jugosos chismes que no debes ocultarle a tu confesor... o sea yo.

Yoongi boqueó pero ya era tarde cuando el omega le quitaba el bol de papilla y se dedicaba a tararear para sus cachorritas. El alfa sonrió antes de devolverle el gesto de antes, solo que no fue una palmada, sino una mano revolviendo el lacio cabello del más joven.

—Aun así no está de más que me desees suerte. Después de todo es mi primer día en tierras enemigas. Consultaré las noticias en el coche. Cuídenme a su appa mientras estoy fuera.

Yoongi se despidió de la nenas con sendos besos en sus cabezas mientras el buen humor parecía mantenerse en su recorrido hacia el BMW color platino estacionado en la cochera de Kim.

No pasaban las siete de la mañana pero se moría de ganas por repasar el surtido de productos y las ideas para el menú de ese soleado domingo en la Costa Este.

El murmullo de la carretera y el olor a salitre del asentamiento costero más cercano le infundió aún más esperanza mientras tamborileaba sobre el tablero del coche.

Más que descubrir nuevos sabores que hicieran explotar el paladar de las personas, el recuerdo de un matiz más adictivo aun seguía en sus labios y era inevitable repasar con un dedo la huella donde había estado la boca de cierto omega gruñón.

Bonjour, douce pêche

Se atrevió a llamar al rubio como por años había aclamado en sus memorias teñidas de aquel delicioso aroma a durazno. De esa manera, como si fuera el amo y señor de su destino, la fachada de EAST FLAVOR centelleó ensalzando la visión de un oasis en medio del desierto.

No iba a pedir por el milagro de encontrar al destinatario de sus atenciones antes del horario de apertura del local. De hecho, había comprobado que el rostro elegante del omega más cuestionado de la aristocracia en la Costa Este estuviera en las primicias de ese día, apostando por creer en las palabras de la prensa amarillista de que Jimin trasnochaba por visitar las camas de los empresarios más congratulados del rubro.

Sin embargo, aquellas lenguas venenosas estaban bien lejos de la verdad cuando un flamante Audi en rojo se estacionó al lado del BMW.

Marcas alemanas, becas en Francia, sueños perdidos y la nueva americana ondeando como la promesa del pecado cuando lo vio salir del coche y la brisa del Atlántico se encargó de despeinar la dorada melena, arrancándole el característico efluvio que acompañaba a Park Jimin.

Por unos instantes Yoongi se quedó suspendido en el aura de trabajador mañanero que atraía Park, cuando el traje de negocios de la última noche, aquel de encajes tersos y sensuales que había luchado por no arrancar con los dientes había sido sustituido por unos pantalones cortos hasta las rodillas, sandalias de la marca Dior y una camisa con la simpleza de la elegancia bajo las letras de Elle.

El sombrero veraniego que ahora cubría la melena del chico completaba su insistencia de encargarse del control de los activos que estarían pronto en su bodega. Yoongi sacudió la cabeza antes de tomar el surtido de café y huevos benedictinos que había preparado esa mañana recordando una tradición que bien podría justificar la delgadez del omega a solo unos metros.

Cuando pudo salir del auto y alcanzar la entrada trasera del restaurante, la voz de su jefe le recibió para completar la cálida visión de que quizás no era demasiado tarde para olvidar su venganza y enamorarse otra vez de Park.

Eso si ya no lo estaba hasta los tuétanos. No, mejor era disfrazar la calidez en su pecho con el incendio de la lujuria y mirarle el trasero como se haría con algún postre mientras el omega reparaba en su presencia.

Señor Min, por lo visto se tomó muy a pecho lo de trabajar más duro que nadie. Quite esa cara de estúpido y revise la cocina. Felix está allí desde hace dos horas.

El señorito mandón estaba de vuelta. Aunque detrás de la expresión iracunda una sosnrisa intentaba filtrarse y Yoongi no lo pensó dos veces para dirigirse al repartidor del camión de verduras que estaba hablando con Jimin antes de su llegada.

—Buenos días, como el señor Park ha hecho notar seré el nuevo chef ejecutivo a cargo de la cocina de EAST FLAVOR. Un gusto, Min Yoon Gi.

Una pálida mano se extendió en dirección al señor de complexión robusta y pronunciadas entradas que observaba a alfa y omega con algo más que curiosidad.

—Muchacho, no puede ser que no me reconozcas. Ustedes dos... pequeños embusteros. Soy Choi Jae Jun, el antiguo jardinero de los Park.

El rubor subió a las mejillas de Yoongi al recordar vagamente al hombre que corriera la madre de Jimin solo por no plantar el color de rosas que quería en su jardín. Por lo visto el omega estaba repartiendo lecciones de humanidad ese día.

El chef se recuperó cambiando el gesto educado por un abrazo caluroso mientras se llevaba al hombre a la cocina y dejaban a Jimin atrás... O eso pensaba el omega cuando Yoongi regresó para tirar de su mano.

—Vamos a desayunar con el señor Choi, preparé demasiados huevos benedictinos como para recibir un no, Peach

El apodo que hacía honor al aroma de su omega solo acentuó el sonrojo de Jimin y se hubiera decantado por darle un manotazo a Yoongi si la sonrisa del señor Choi no estuviera allí para confundirlo.

No, no, no, por qué mirar a un Yoongi luciendo ridículamente juvenil en una sudadera y pantalones holgados le arrebataba las feromonas como si tuviera quince otra vez.

Sentimiento de preparatoria, caramelos y palomitas de maíz, chocolate, lluvia primaveral y café de mañana.

Jimin no aceptó su mano pero lo siguió. Qué la Diosa lo salvara porque estaba seguro que no podría soportar mucho tiempo antes de pretender a Yoongi como había jurado jamás volver hacer.

A media hora del restaurante una casa de suaves líneas y pórticos semejantes a los asentamientos de los colonos en el continente se llenaba de los acordes de un olvidado piano.

Jia Park tecleaba una y otra vez las notas Mariage d’ Amour, la canción que había escogido en lugar de la marcha nupcial para inmortalizar su matrimonio fallido.

Park Chanyeol, aquel magnate sin seso que había heredado una compañía solo deseaba una esposa florero sin voz ni voto. Recordaba cómo le repugnaba aquel hombre incluso cuando al inicio de la relación se vio interesado en ella. Por esas fecha Jia tenía diecinueve años años, su cabello rubio y ojos aguamarina unidos a una cuna de oro era dote suficiente para creerla encantadora cuando prefería unirse a la fila de traiciones que su esposo protagonizaba, y concebir un heredero fruto de los tantos escarceos que podía tolerar la aristocracia fue la solución.

Luego fue fácil hacerle la vida imposible a Min Hye Kyo, la pobre chica que había enviudado a los veinte años con un cachorro frágil y escuálido del que su hijo tenía que prendarse como un tonto.

El violento latido sobre las teclas del piano se detiene de golpe y el vaso con coñac sobre el mueble del instrumento se hace añicos. Jia grita y no puede moverse a pesar de las maldiciones cuando ha sido diagnosticada con Esclerosis Lateral Amiotrófica hace un año.

Sus sirvientes corren ayudarla cuando sus ojos desenfocados en azul púrpureo muy similar al de Jimin se apagan producto del acceso de ira.

El mayordomo inglés que responde al nombre de Aaron sabe a quién debe llamar y para su buena suerte el señorito Park está pensando en lo mismo cuando la pantalla de su móvil se ilumina con el tono de Ballade para Adeline dos veces. Jimin frunce el ceño y rechaza la llamada.

Está acostumbrado a los intentos de chantaje emocional de su madre. No lo culpen por ser un mal hijo, le basta con ser el único con la suficiente fuerza emocional como para enfrentar el rencor de Jia contra un mundo que la ha apartado por dejar de aplicarse a lo que debe ser el estándar.

Sufrir por una marca perdida se unió a la lista de una omega que actualmente estaba en silla de ruedas rodeada por los jardines de su ego.

Jimin mira a Yoongi mientras el señor Choi le comenta que la selección de verduras para la jornada es de máxima calidad. No ha tocado el desayuno que les ofreciera el pálido aun cuando haya insistido en comprobar la cava de vinos del restaurante junto a Felix y sus asistentes.

Park Jimin es demasiado codicioso para perderse en otra cosa que no sea el perfil del pálido y el punto de que a Yoongi siempre le han amado de una forma u otra.

—Deberías contestar, puede ser importante, Peach… Puedo encargarme de la cocina perfectamente.

Le comenta sin rebajar la sonrisa amable en dirección a Choi y Jimin como un tonto bajo el hechizo del otro obedece. Es el tercer tono y descubre que no es su madre sino el número de Lee Taemin.

Su compañero de universidad y con quien Jia intentó comprometerlo con un método que rayaba lo bajo, pero que afortunadamente consiguieron burlar. La voz del chico llenó la línea y por unos instantes Jimin volvió a tener dieciocho y el mundo se le cayó a pedazos.

—Es Jia… sufrió un ataque y se descompensó. Estoy en el hospital, sé que estás ocupado pero…

—Ya entiendo. Voy para allá y… Taeminnie… Gracias por ocuparte mientras… ya sabes cómo es.

Del otro lado de la línea se escucha el suspiro y las quejas del alfa pelinegro diciéndole que es su deber como el hermano menor que siempre le hubiera gustado tener. Sin embargo, Jimin está más ocupado impidiendo que las lágrimas resbalen por su rostro mientras vocifera órdenes y regresa a su coche bajo la tensión de la adrenalina.

Cree que puede abrir la puerta cuando alguien tira de su codo. Yoongi frunce el ceño porque evidentemente nota las feromonas ácidas en el omega que conoce de toda la vida. Aun si se quedara sin olfato podría saberlo. Park Jimin es un libro abierto que cuando sonríe te enamora.

Sin embargo, cuando está triste tiene el don de hacerse el fuerte y llorar a escondidas, por eso sabe que no le puede dejar solo, no cuando tiene el aspecto de cargar el peso del mundo en sus hombros ahora.

—No puedes ir a ningún lado así. Te llevaré al hospital.

Una risa carente de humor se escapa de su cuerpo mientras empuja al alfa. Solo ganándose que esos brazos y el aroma a lluvia lo encierren contra el capó de su coche.

—Adelante, finge que te importa mi madre. En el fondo la odias más que yo…

—No es el momento para eso… Soy perfectamente capaz de llevarte y volver al restaurante después. Deja de dibujarme cómo ese infame ser para el que no califico.

—No quiero deberte nada. No te necesito. Taeminnie ya se hizo cargo.

Intenta separarse de los brazos del alfa, pero este último es más testarudo.

—Puedo amarrarte al asiento del copiloto de mi coche y amordazarte si es preciso, pero no vas a detenerme. Me da igual al que tengas justo ahora para soportar tu soberbia... tu lobo necesita al mío, aunque el humano sea un asco con las relaciones.

Tenía razón. Su omega se había acurrucado buscando con desesperación el olor de Yoongi. Jimin dejó de luchar aún cuando sabía que estaba cavando su propia tumba. Solo rezaba internamente por su madre, por mantener su cordura y sobre todo por no volver a decir la palabra nunca cuando estuviera cerca de su nuevo chef ejecutivo.

🍴EAST FLAVOR🍴

Notas:

Bonjour, douce pêche: Buen día, dulce durazno.

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