
XVIII
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Allí se encontraban ambos, rey y mago, dentro de una habitación secreta que los reyes conocían muy bien, pues de niños siempre iban allí cada vez que se querían escapar de sus obligaciones como pequeños herederos. Absolutamente nadie podía saber lo que estaban por hacer en breve, es por eso que decidieron hacerlo ahí, para asegurarse de que nadie los viera.
Kihyun estaba terminando de dibujar el círculo con los distintos jeroglíficos y el tetragramaton* en su interior mientras Namjoon encendía las velas en cada extremo de la mágica estrella. Al rededor del círculo había pequeñas ramas de roble morado con sus florecillas de dicho color. Esta especie de árbol crecía en la frontera norte, muy cerca del castillo y servía para evitar que diversos entes malignos ingresen al círculo e intenten invadir el mundo espiritual, lugar en el que las almas de los antiguos magos y reyes del reino descansaban en paz por toda la eternidad.
Cuando todo estuvo listo para comenzar con el ritual, ambos se miraron a los ojos y Namjoon le dijo:
—Recuerda que tienes 15 minutos para regresar, sino entraré yo a sacarte de allí.
—Ya lo sé, ahora déjame comenzar —dijo el pelinaranja mientras se quitaba la camisa, dejando al descubierto su torso junto con sus marcas. Namjoon procuró tomar distancia antes de que su amigo se metiera en el centro de la estrella.
Kihyun se sentó en el centro de dicha estrella en posición de loto, unió las palmas de sus manos a la altura del pecho, cerró sus ojos y comenzó a pronunciar el conjuro en latín, la antigua lengua de los cuatro reinos que con el paso del tiempo fue quedando en el olvido.
El círculo, junto con la estrella y los símbolos, comenzaron a brillar de un intenso color verde y de allí se elevaron pequeñas rocas que giraban entorno al mago mientras este continuaba hablando. Estas iban tomando cada vez más velocidad a la vez que las marcas en su cuerpo brillaban intensamente.
Al abrir nuevamente sus ojos, Kihyun se encontraba de pie en medio de un pequeño lago del que sabía que no debía salir, rodeado de un frondoso bosque celeste y un cielo tan blanco como la nieve.
—¿Qué haces aquí, Kihyun? Aún no ha llegado tu hora —dijo un hombre de mediana edad con una larga túnica blanca y cabello naranja. Su padre.
—No vine a visitarte si eso es lo que piensas, solo vine a buscar algo de información, Yeonseok.
—Entonces dime qué quieres saber.
Kihyun le contó a su padre todo lo que estaba sucediendo con el escudo que protegía al reino. El hombre lo escuchó atentamente y al finalizar soltó un gran suspiro.
—Nunca había oído de algo como eso, así que no puedo ayudarte, hijo.
—Entonces ve a preguntarle al abuelo, es muy importante saber de qué se trata esto y cómo puedo resolverlo.
Yeonseok lo miró por unos segundos y luego fue a buscar a su padre con una gran sonrisa de felicidad plasmada en su rostro. Su segundo hijo al fin había puesto en marcha el plan que con tantos años se esmeró en armar para vengar la muerte de su amada Ara.
Minutos después, Yeonseok regresó al lago acompañado de su padre, un hombre de piel pálida y muy arrugada, su cabello era blanco con ligeros matices de naranja y en sus ojos se podía notar la sabiduría que fue ganando con el pasar de los años.
—En el camino ya le dije todo —dijo Yeonseok a su hijo.
—Abuelo Yoo, ¿sabes qué es lo que ocurre?
—Hace muchos años, durante el corto reinado de Kim Seonho, sucedió exactamente lo mismo. Cuando la mancha morada cubrió en su totalidad el escudo, este se rompió como si fuera un cristal y cayó sobre el reino. Gracias al Tejón Topo ya era de noche y las personas estaban en sus respectivos hogares, de no ser así podrían haber habido muchos heridos ya que los trozos cortaban como filosas cuchillas —dijo el hombre con una voz ronca y temblorosa. Hablaba muy bajo y despacio, pero su nieto pudo escucharlo a la perfección gracias al gran silencio del lugar.
—¿Cómo ocurrió todo eso? —inquirió Kihyun.
—Con una poción. El príncipe de Flames armó una tropa de cien hombres y quiso invadir Earth, pero el escudo lo impedía, así que creó una pócima para destruirlo y poder lograr su cometido. Cuando el escudo cayó, él se dirigió al castillo, pero desde la lejanía lo habíamos visto, así que estábamos preparados para su llegada. La batalla fue muy breve debido a que su tropa no se comparaba con las nuestras, aunque el joven rey murió en ella. Al finalizar, lo enviamos devuelta con su hermano, el rey de Flames.
—Durante todo ese tiempo en el que la mancha crecía, ¿intentaste encontrar alguna solución al problema?
—Por supuesto que sí, pero lamentablemente no encontré nada. Intenté crear alguna pócima para ello o un hechizo, pero nada resultó. También recurrí a mis ancestros a buscar respuestas, pero nadie sabía nada respecto a eso —respondió el anciano con una mirada cargada de pena y lástima hacia su nieto.
—Entiendo, gracias abuelo —dijo Kihyun antes de que el hombre se retirara y los deja solos a él y a su padre.
—Espero que te sirva de algo esa información, hijo —dijo el mayor.
—No me llames así —dijo entre dientes el menor.
—Pero si eso es lo que eres, mi hijo.
—¿Y recién ahora que estás muerto te das cuenta que soy tu hijo? No me hagas reír, Yeonseok.
—Siempre fuiste mi hijo y yo siempre seré tu padre.
—Creo que nuestros conceptos de lo que es un padre son muy distintos. Un padre jamás abandonaría a su hijo de solo 6 años en el templo sagrado del Tejón Topo prometiendo regresar por él, pero nunca más aparecer en su vida —dijo Kihyun para luego desaparecer de allí y regresar a su mundo.
Allí Namjoon lo estaba esperando con los brazos cruzados. Al ver el semblante enojado de su amigo pudo imaginarse lo que había sucedido allí, pero por ahora eso no era lo importante.
—¿Pudiste averiguar algo? —inquirió el castaño.
—Sí, vamos a tu despacho para poder hablar en privado.
Ambos se dirigieron al despacho del menor y allí Kihyun le contó todo lo que su abuelo le había dicho. Namjoon quedó boquiabierto al escuchar a su amigo. Nada de eso podía ser posible.
—¿Cómo es posible que eso no haya estado documentado en un pergamino? —inquirió anonadado el menor.
—Supongo que creyeron que no era nada importante, no lo se, no le pregunté eso —respondió el pelinaranja.
—Pero según la ley, debe documentarse todo lo que suceda en el reino, principalmente los intentos de invasión por más pequeños que sean. Eso me parece muy extraño.
—Tienes razón. Hay dos opciones: uno, el documento nunca se escribió porque no lo consideraron importante o estaban muy ocupados con la muerte del rey; dos, el documento sí se redactó, pero alguien lo robó.
—Si alguien lo robó debió haber sido parte del castillo, ya sea de la servidumbre o algún lord, y cercano al rey, de otra manera no habría podido lograrlo, ya que esos pergaminos tan importantes y secretos se almacenan en un lugar que solo el rey y aquellas personas cercanas a él saben.
—Es decir, en la habitación subterránea que se encuentra debajo de las catacumbas reales —dijo Kihyun.
—Aunque tampoco es fácil llegar a ellas y están selladas con tierra-control, por ende debió haber sido alguien con ciertos poderes.
Seokjin no paraba de acariciar dulcemente su vientre que poco a poco iba creciendo. Estaba muy feliz de poder tener un bebé con el amor de su vida, aunque este no lo esté. La felicidad que sentía era tan grande que no existían palabras para describir con exactitud semejante sentimiento.
Desde hace una semana que se encontraba postrado en la cama todo el día, a excepción de cuando se escapaba de sus amigos por las tardes o iba al baño. Esto debido a ciertos dolores en la parte baja de su espalda y de cabeza.
Cuando llamaron al médico, este lo revisó y le ordenó que hiciera reposo absoluto, ya que el estrés por el que estaba pasando desde que regresó al castillo estaba afectando a su cuerpo y eso podía ser perjudicial para el bebé. Le recetó unos medicamentos caseros que no le harían daño al pequeño y lo ayudarían a calmar los dolores.
Durante todo ese tiempo, Ryujin y Bambam siguieron al pie de la letra las indicaciones del médico y no le permitían salir de la habitación. La peliazul incluso quería encerrarlo allí con llave para asegurarse de que no saliera cuando ellos no estén.
Aún no se había anunciado su embarazo al reino, Namjoon no le había dicho nada respecto a eso, en realidad ni siquiera le dirigía la palabra más de lo necesario. Si no debían hablar de algo relacionado con el reino, el castaño no le dirigía la palabra.
Desde esa tarde en el despacho del mayor, las cosas estaban muy tensas entre ellos y cada uno prefería mantener su distancia, principalmente el doncel, que intentaba no hacerce falsas ilusiones solamente porque el castaño fue cariñoso con él una vez.
Esa noche, Seokjin mandó a llamar a su esposo para hablar acerca del pequeño que llevaba en su vientre. Cuando este entró a la habitación lo vió con la ropa que usaba dentro del castillo, así que supuso que aún no se iba a dormir.
—¿Qué es lo que quieres Seokjin? —dijo Namjoon medio tosco. En su voz se podía percibir claramente el cansancio que sentía y las ojeras debajo de sus ojos delataban las pocas horas de sueño que podía conciliar.
—¿Cuando anunciaremos mi embarazo al reino?
—Cuando me presentes pruebas de que esa cosa es mía.
—¿Qué es lo que estás tratando de insinuar?
—Que hay probabilidades de que ese bebé no sea mío. Si estuviste con el bibliotecario pudiste estar con cualquier otro hombre —dijo Namjoon.
Al escuchar tales palabras, el doncel se puso de pie, se le acercó rápidamente y le dió una bofetada tan fuerte a su esposo que su mano ardió y la mejilla del castaño quedó con una gran marca en ella.
—En tu vida vuelvas a insinuar que soy una zorra necesitada y que me embarazo de cualquier hombre. Yo no soy Hyejin. No voy a permitir que me faltes el respeto de esa manera nunca más —dijo Seokjin con un rostro que reflejaba todo el enojo que esas palabras ocasionaron.
—Pero si decir la verdad no es una falta de respeto, es más, es algo bueno. Siempre me enseñaron que está mal mentir y que debo decir la completa verdad —dijo Namjoon con una sonrisa burlona en su rostro.
—Eres un gran idiota y sé que ya lo sabes, pero no está demás recordártelo —dijo Seokjin con una falsa sonrisa en sus labios—. Está bien, ya que no le crees a tu esposo que lo conoces de toda la vida prácticamente, pero sí a una ramera que conociste hace dos años, vamos a esperar a su nacimiento. Si nace con la marca real y ojos miel sabrás que es tuyo y deberás pedirme disculpas por el resto de tu vida hasta que a mí se me de la gana perdonarte todos y cada uno de tus errores. Durante ese tiempo, no te dejaré tocar a mi bebé, solo podrás verlo y saber de él, nada más —propuso Seokjin con una mirada seria y decidida. Sabía que ganaría esta vez.
—Pero si no tiene nada que pruebe que es mi hijo, será desterrado de las tierras del reino y tú no podrás verlo ni saber algo de él jamás —agregó el castaño con los brazos cruzados delante de su pecho.
—Está bien. Pero sabes que tendremos que anunciar el embarazo igual, no vamos a poder ocultarlo por tantos meses —aceptó el pelinegro con una sonrisa en sus labios.
—No voy a anunciar algo que no es seguro que sea mío.
—Entonces dejemos que el rumor se esparza por todo el reino y la gente saque sus propias conclusiones.
—Claro que no.
—Entonces hay que anunciarlo y si no lo haces tú, lo haré yo. No dejaré que por tu estupidez decaiga la reputación de la familia real o que la gente empiece a dudar de nosotros.
Namjoon se quedó en silencio, le costaba admitir que su esposo tenía razón y que debía ceder a su petición.
—Está decidido, lo anunciaré en una semana —dijo Seokjin con una gran sonrisa en su rostro—. Ya puedes irte, Kim.
El mayor salió de la habitación, dejando al doncel totalmente feliz y emocionado por anunciar al pueblo la noticia de su embarazo y por saber que le ganaría a Kim Namjoon.
Se lanzó a su cama pensando en cómo sería su bebé al nacer, imaginando su pequeño cuerpo, su suave piel, sus rellenitos labios, sus hermosos ojos miel y la marca real abarcando su espalda. También se imaginó la satisfacción que sentirá al ver a su esposo darle la razón a él.
Ya quería que el bebé nazca para poder ver rogar a Namjoon por su perdón. Sabía que no sería nada fácil para él debido a su gran orgullo de rey que nunca le pide perdón a nadie y que siempre está en lo cierto. Esa era una imagen que jamás se borraría de su cabeza.
Ansiaba que ese gran día llegara
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*tetragramaton: es una estrella de cinco puntas que se usaba en la antigüedad como amuleto o talismán para atraer la guía divina y la sabiduría de la vida, proporcionando protección total a su portador. También se consideraba como un conductor para controlar las energías relacionadas al Aire, Agua, Fuego y Tierra.
También tiene un significado relacionado con Dios y la iglesia, pero eso no es relevante en esta historia así que no lo explicaré.
(Lo único que dibujó Kihyun fue la estrella y lo que está escrito dentro de ella)
Espero que este capítulo les haya gustado, que dejen sus hermosos comentarios y esas lindas estrellitas 💙
Los quiero mucho 💜
⭐Chaer⭐
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