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𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟗.

Midoriya observó como el rubio corría a grandes pisadas, se notaba que a pesar del aparente estado físico que llevaba el rubio, estaba en forma pues iba mucho más rápido que él y eso era decir mucho, pues en su anterior ciudad siempre fue uno de los primeros en la categoría de atletismo. Pero tratando de ignorar sus recuerdos, debido a la desventaja que iba con el cenizo y dándose cuenta de que no lograría alcanzarlo, gritó:

—¡Kacchan, espera por favor! —vociferó el chico de pecas con preocupación en sus ojos.

Este tras escuchar la voz aguda del pecoso, aumentó su velocidad intentando alejarse lo más que podía de este, fue entonces cuándo Midoriya decidido, lanzó las mochilas al aire sin tener muy en cuenta donde cayeran y corriendo con mas rapidez logró estar a pocos centímetros de este.

Fijándose en que el cenizo tenía pensado virar en una esquina y perder de vista al peliverde, tomó impulso y se lanzó contra el cuerpo del cenizo, observando como por el impulso Bakugo cayó sorprendido al suelo haciendo que ambos cuerpos rodarán por la cera, sin embargo el pecoso no sintió golpe alguno en ningún momento.

Ambos respiraban con agitación, el cuerpo del más bajo estaba sobre el cenizo y este por inercia abrazaba al pecoso para protegerlo de que se golpeara, involuntariamente. Midoriya recobró la compostura y apoyándose en el suelo a los laterales del cuerpo contrario, se sentó con rapidez aun cuando se encontraba mareado por el exceso de movimientos.

El cenizo removía con dolor su cabeza pues se había dado un golpe algo brusco en ella al chocar con el suelo, jamás podría haber imaginado que en aquel intento de huir, alguien y sobre todo aquel chico se lanzaría contra él buscando detenerlo.

El ceniza se fijo en la rapidez con la que se sentaba al frente suyo y lo miraba intensamente, de modo que acariciando su cabeza, se sentó con lentitud, dándose cuenta de como el peliverde se encontraba entre sus piernas aún.

Abrió algo despacio sus párpados al estar de nuevo sentado, mientras dejaba de acariciarse la cabeza. El pecoso lo miraba intensamente y por alguna razón aquello no incomodaba al rubio.

—¿Kacchan estás bien? —preguntó con un notable sonrojo en sus mejillas el de cabello verdoso.

Katsuki asintió con rudeza y seguido le dijo. —¿Se puede saber por qué mierdas te has lanzado contra mí? —Midoriya negó con la cabeza, dándose cuenta de que la cercanía entre ambos era bastante corta.

—Eso no importa Kacchan, ¿¡Por qué has golpeado así a...Kirishima, qué pasó para que te pusieras de esa forma?! 

Este negó con la cabeza y miró el suelo fijándose en las pequeñas manos del contrario, recordó lo que dijo el rojizo y no pudo evitar que sus ojos se llenasen de lágrimas. No quería que el peliverde viera de nuevo aquella debilidad, aquello hería su orgullo pero no podía evitarlo, no podía retenerlo más, sentía que estaba apunto de explotar.

El cenizo suspiró con fuerza. —Odio ser tan débil, ¿sabes? Es algo que no soportó de mí, me siento tan culpable Deku, nada de esto está bien, nada lo está desde que se fue. —terminó para apretar sus manos con rabia.

Midoriya elevó una de sus pequeñas manos y acarició la mejilla del rubio para así poder cruzar mirada con aquellos rubíes llenos de lágrimas de los cuáles se sorprendió. —Kacchan, no te sientas culpable por aquellos que se fueron, jamás querrían que te sintieras de esta manera, aquella persona seguro te quería demasiado y no desearía verte así. —terminó sonriendo con suavidad.

Bakugo abrió sus ojos con sorpresa, sin siquiera saber nada le había ofrecido un consejo tan sincero y tan profundo que hizo que sintiera dos punzadas muchos más profundas en su corazón. Pero no podía evitar que las palabras de su amigo hubieran herido su corazón, era inevitable, y fue cuando recordó en aquella sonrisa del peliverde, la primera vez que vio sonreír a su ex-novio.

En sus recuerdos su cabello bicolor se removía con la brisa y sus ojos irradiaban felicidad con aquella sonrisa resplandeciente, fue entonces cuando Bakugo se dio cuenta de que estaba destapando sus memorias y era lo que menos quería hacer, no quería desenterrarlo, quería mantenerlo oculto por el resto de los tiempos, consigo siempre.

El sabía que sí lo sacaba de su corazón podría olvidarle y era lo que menos deseaba, así que sintiendo una profunda tristeza negó y respondió. —¡Nunca lo entenderás Deku, yo simplemente no puedo olvidarle, yo no puedo ser feliz, no lo merezco! ¡Él nunca lo fue y no es justo que lo sea ahora yo! —le respondió mordiendo su mejilla con fuerza. 

Midoriya le observó con angustia, por lo que Katsuki ignorando su mirada continuó hablando.—¡Deku jamás volveré a ser feliz, entiéndelo de una vez, no es tan sencillo, incluso sí lo superó tengo muchos otros problemas que jamás me dejarán avanzar, me tienen atados a esta miserable vida, aveces me gustaría que todo acabará! —le decía gritando el de ojos rubíes. —¡A veces desearía m... —sin embargo no terminó la frase pues tras ir hablando observó como la expresión de Midoriya se volvía indescifrable y de repente un golpe llegó a su rostro, el pecoso le había dando una cachetada y él ni siquiera tuvo tiempo de inmutarse.

Midoriya se arrepintió de golpear al cenizo, sin embargo el rumbo que tomaban sus palabras no le gustaba, y vio realmente necesario hacerlo pues se dio cuenta de que el cenizo estaba apunto de decir que quería acabar con su vida.

Bakugo no podía salir de su trance, se acarició la mejilla algo rojiza por el golpe y miró sorprendido al de ojos verdes cuyo seguía con su expresión de preocupación.

Los orbes de Midoriya comenzaron a llenarse de lágrimas, al estar a punto de escuchar tales palabras y saber que era lo que más deseaba aquel joven le rompía el corazón, así que sin dudarlo le respondió.

—¿¡Por qué tienes que decir tales cosas¡? ¡No creo que esa p-persona quiera que mueras, entiéndelo Kacchan! ¡Tampoco nos conocemos de mucho pero... —le miro fijamente con un sonrojo muy notable y sus ojos desbordantes de lágrimas.— ¡Yo tampoco quiero que mueras Kacchan!

Bakugo abrió aún más sus ojos y sintió como sí un balde de agua fría se lo hubieran lanzado al rostro, "¿Por que él no quería ni buscaba su muerte? ¿Por qué estaba llorando por algo que no debía importarle?"

Y sintió como las lágrimas caían por sus mejillas pálidas, y seguido como un calor se acumulaba en sus mejillas, debido a la vergüenza de estar llorando nuevamente frente al peliverde. Este acudió a su llamado de tristeza y lo abrazó con fuerza, las lágrimas de Midoriya habían cesado ya pero su corazón seguía doliendo por las palabras de Katsuki.

Bakugo no objeto nada al sentir como el pecoso lo abrazaba pues lo necesitaba más que ninguna otra cosa en el mundo, pese a que sabía que su orgullo lo obligaba a separase y alejarse con violencia como acostumbraba, esta vez lo dejo pasar.

Katsuki tragó saliva con fuerza y apoyado en el cuello del verdoso le dijo. —Me siento tan decepcionado de mí Deku...

Este mordió sus labios y apretó aún más fuerte al cenizo. —No tienes por qué Kacchan, con lo poco que te conozco me has parecido increíble y alguien a quien admirar. Yo estoy orgulloso de ti, y este sentimiento es de verdad. —le susurró el pecoso cerca de la oreja del cenizo.

Este sonrió aún con lágrimas y se dejó estar allí por un rato más, de alguna manera era bastante agradable su compañía aunque no quisiera admitirlo.

—Quiero...que seas feliz Kacchan y te voy a ayudar en eso. —admitió el de ojos verdes sonriendo y acariciando con mayor suavidad la espalda ancha del cenizo.

¿Por qué? 

¿Por qué quieres ayudar a alguien tan inservible como yo?

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Hola, mis bichitos, aquí les dejo un capítulo de esta maravillosa historia, siento la tardanza pero me quede estancada con una parte y no podía continuar, de todos modos aquí la traigo y espero la disfruten.

¡Nos vemos en la próxima!

¡Plus Ultra!

All the love,

Ella.

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