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𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟖.

El día amaneció algo nublado y desolado, las masas de cristales de hielo y agua suspendidas en la atmósfera ocultaban a aquella gran estrella de sobrenombre "Sol".

El joven cenizo que muchos ya conocían se levantaba con los restos de dolor de la pasada noche aún implantados en su corazón, se removió intranquilo y apretó su brazo izquierdo al sentirse algo solo.

Y haciendo una mueca de amargura se levantó finalmente, corrió a hacer sus quehaceres con rapidez mientras trataba de distraerse de la soledad tan inmensa que le rodeaba.

Cuándo entró al baño dispuesto a asearse, se observó en el espejo y por primera vez se asustó de lo que estaba viendo. Su rostro poseía aún los restos de las heridas por su padre, su mejilla se estaba poniendo de un color morado al igual que su labio inferior.

Bajo sus ojos habían unas manchas algo oscuras y, esta vez se fijo en que había algo nuevo en él, había bajado de peso y eso le sorprendió en demasía por lo que decidió ducharse y sin desayunar marchó a las clases, verse de aquella manera le había quitado el apetito y sinceramente las ganas de todo.

Necesitaba despejarse, necesitaba salir de aquellas paredes envueltas en silencio, necesitaba a aquel enano para que lo distrajese, sin embargo al caminar a paso lento hacia su escuela recordó que le había dicho que fueran nuevamente desconocidos por lo que sus esperanzas de sentirse más animado decayeron.

No entendía por que siempre quería alejar al peliverde, y por que a momentos necesitaba que estuviera junto a él cuando apenas lo conocía, supuso que se debía a que lo había ayudado cuando más lo necesito sin nada a cambio, y eso por mucho que lo negará hizo que se arrepintiera del trato que llevaba con él desde que lo conoció.

Llegó a su clase con tranquilidad como sí fuera un día cualquiera, como sí fuera otro día más en su cotidiana y aburrida vida, aunque el mismo sabía que no era así después de todo lo que había pasado. 

También sabía que no iba a ningún lado sumiéndose en aquella depresión y oscuridad pero de alguna manera sentía que no estaba tan solo en ella, por lo menos estaba metido en algo y no absorto en la nada.

Se sentó como era costumbre en su asiento y apoyó su brazo en la mesa para sujetar su cabeza y observar a aquellos tardones que entraban por la puerta; muchas de las continuas caras entraban sonriendo y felices junto a sus amigos, lo que le hizo pensar que él jamás volvería a tener aquello.

Y fue cuando sin esperarlo observó como el peliverde con un leve sonrojo entraba sin mirar a nadie por la clase, sin embargo en un momento cruzó su mirada con la propia rubí del cenizo y se sonrojo aún más. "¿Por qué se sonrojaba sí lo había tratado tan mal? ¿a lo mejor se debía a la vergüenza que le hizo pasar?" Pensó el cenizo algo decaído, dándose cuenta de que, de alguna manera el pecoso solo intentaba ayudarlo, solo intentaba ser su amigo, pero él como siempre la había fastidiado.

De modo que el ceniza cortó la conexión de miradas y bajo su mirada; no, se equivocaba, aquel chico no buscaba su amistad, solo lo ayudó por que se vio obligado a hacerlo en aquello situación, no por que quisiera con el corazón, además su presencia le molestaba al pecoso y lo tenía más que seguro, después de como lo trato jamás querría ser amigo suyo, o nada en específico. Pensaba el ceniza, contradiciendo lo que momentos antes había surcado su mente.

Empero parecía que el mundo lo quería ayudar aunque él pensara que iba en su contra pues el peliverde tragó grueso y sentándose detrás del rubio tocó su hombro y este algo extrañado se giró cruzando de nuevo miradas. 

—K-kacchan...B-buenos días. —le dijo sonriendo con un notable sonrojo el de ojos verdes.

Bakugo aún con su ceño fruncido, abrió sus ojos sorprendido y aún que quisiera, le costó responder. "¿Por qué lo estaba saludando sí lo trató tan mal y le obligó a no hablarle? ¿Qué demonios ocurría con este chico, acaso no tenía algo de orgullo?" Así que tragándose el suyo propio por una vez, le respondió.

—Hola, Deku. —dijo con altanería para ver como esos mirares verdosos brillaban al haberle respondido y por ende su corazón dio un vuelco.

De modo que el ceniza se dio la vuelta intentando concentrarse en el maestro que comenzaba la clase pero de alguna manera no podía. "¿Por qué alguien querría hablarle después de todo? ¿Por qué el le había respondido con algo de felicidad en su corazón? Sé, de propia mano que antes quería verlo pero...únicamente se debía a que me sentía solo...no por que quisiese ser su amigo. ¡Ya sé! Solo me habrá saludado por educación y nada más...será eso. No le hablaré más, sé que el tampoco quiere...lo mejor será que me alejé como imaginé desde un principio." Pensó el rubio con rapidez.

Así que asumiendo que no hablaría más con él miro al frente y se centró en la clase de Aritmética que tenía; sentía una presión en su corazón por haber tomado esa decisión pero tenía que hacerlo, no quería meterlo en aquel mundo en el que estaba, no quería...herir a aquel pecoso.

Mientras por otro lado, Midoriya sentía que el calor no abandonaba sus mejillas, después de todo lo ocurrido el día anterior había pensado en dejar de intentar ser su amigo pero justamente al entrar por la puerta y sentir como su propio ser se iluminaba al verlo, no podía negarse a hablar con él, aunque este no quisiese tenía que insistir, tenía que ignorar todo lo que pensó de alejarse e insistir.

Sabía que en algún momento el cenizo le gritaría por haberlo saludado pero a cambio recibió un saludo agradable con aquel apodo que aún utilizaban ambos, y eso hizo a su corazón dar un vuelco. "¿Había conseguido que lo saludará amigablemente aunque ayer lo había tratado como mal y de alguna manera había herido sus sentimientos? Era un paso, ¿debía tomarlo o dejarlo?"

Y sintiendo un revoltijo de sentimientos se dejó llevar, hablaría con él más tarde y arreglarían las cosas seguramente, así que sonriendo tomo su bolígrafo y comenzó a apuntar.

La hora pasó con rapidez y según tenían entendido los alumnos, el maestro de la siguiente clase estaba ausente, cuyo era el profesor Toshinori, así que ignorando esto, los alumnos salieron al patio a distraerse un rato; tenían un profesor de guardia cuyo era el de la biblioteca y sin saber que hacer con los jóvenes los sacó a fuera para que hiciesen lo que quisieran.

Con rapidez Bakugo marchó hacia las gradas, tirando su mochila y reposando su cabeza en ella, se recostó sobre la piedra fría, sintiendo la calidez del sol sobre su rostro tan demacrado; seguido Kirishima, uno de sus buenos amigos se acercó corriendo y le preguntó.

—Bakugo, ¿vienes a jugar al fútbol? —le preguntó con su sonrisa característica y su voz gruesa.

Este negó con la cabeza. —Vete a la mierda pelo-pincho, no tengo ganas de jugar a esas estupideces. —admitió y este sonriendo le dijo que descansara para seguido marcharse a jugar con su novio Denki y otros de sus compañeros.

Bakugo observó como Kirishima se acercaba corriendo a Denki y lo sujetaba por la cintura en una abrazo algo fuerte, ambos reían y sus compañeros reían con ellos. Él ya no estaba para esas cosas, ya no había ganas en su cuerpo ni en su corazón.

Todos se habían dado cuenta de los moratones de golpes o restos de ellos en el rostro del rubio, incluso el pelirrojo pero, no decían nada como siempre, no decían nada por que no era su problema, sin embargo la mirada preocupada que a ratos le dirigía Kirishima denotaba otra cosa.

Katsuki evadió la mirada de la pareja y observó como Midoriya se encontraba al fondo de las gradas, solo, apuntando algo en una libreta; aún habiendo decidido alejarse de él, verlo solo le recordó a él mismo, la diferencia es que el por lo menos tenía al rojizo y el cargador con patas, así que haciendo una mueca se levantó y cogiendo su mochila se acercó a él, se lo debía por lo de su madre, al menos le daría algo de compañía pues recordó que era nuevo y no tenía amigos.

Midoriya estaba tan ensimismado en sus cosas que no notó como el cenizo se acercaba, hasta que este escuchó como una mochila caía cerca suyo y alguien más grande que él, se sentaba a su lado.

El pecoso se sorprendió por eso y dando un leve y casi imperceptible respingo, observó con determinación a su contrario, formando así un conexión que a ambos los mantuvo varios segundos simplemente observándose.

Kirishima los veía desde lejos, nuevamente, y algo extrañado supo que Bakugo había encontrado un nuevo amigo, así que sonriendo pasó la pelota.

Bakugo suspiró apartando y cortando la conexión de miradas para seguido decirle. —Mira voy a ser claro y conciso, soy alguien difícil, a veces me gusta estar con la gente pero hay otras donde los puedo mandar a la mierda por muchas cosas buenas que hayan hecho por mí, y bueno...eso es lo que pasó contigo. Sé que me he comportado como un gilipollas contigo, sabiendo que me has ayudado. —le dijo el ceniza tragando su orgullo. —No es justo contigo pues no me has hecho nada malo por el momento así que...yendo al grano, te permitiría intentar y sí me agradas, ser mi amigo.

Le dijo para volver a mirarlo intensamente con sus rubíes ojos, mientras el verdoso, tenía unas inmensas ganas de abrazarlo por tanta sinceridad e incluso ganas de llorar pero se tranquilizó y con una sonrisa le respondió. —De alguna manera también me comporté mal contigo pues te acusé de mentir y después de lo visto, se ve que decías la verdad así que me disculpo por eso. —sonrió con nerviosismo. —También te permitiría ser mi amigo de nuevo, sí me agradas. —le dijo esta vez con algo de picardía el peliverde, lo cual hizo a Bakugo sonrojarse por su contestación.

Este giró su rostro, aquella contestación le había hecho sentirse nervioso, jamás le habían contestado de la misma manera y con la misma astucia con la que él decía las cosas y eso...le gustó.

Midoriya recordó algo bastante importante y sacando su celular, acomodó su cabello y le dijo. —Ya que empezamos de nuevo, ¿me das tu número?

Bakugo lo observó atento y aún teniendo ese rostro algo demacrado Midoriya observó un ser perfecto ante sus ojos al verlo sonreír. —Claro bastardo. —tomó el celular del verdoso rozando ambos sus manos y apuntó su número pasándoselo de nuevo.

El rubio se fijo en el movimiento de los dedos del verdoso al escribir y se dio cuenta de que lo agregaba con el sobrenombre: "Kacchan!" Eso hizo que su corazón latiera un poco más rápido. —Escríbeme para agregarte. —acción que llevó a cabo. —después te contestó.

Midoriya suspiró algo nervioso, le había costado mucho aquello, era el primer número aparte de las chicas que guardaba y eso le hacía ponerse ansioso.

Midoriya se movía nervioso y eso el ceniza lo notó, por ende quisó tranquilizarlo sin embargo no hizo nada, no estaba en sus manos hacerlo. Lo que le llevo a pensar también que a lo mejor estaba nervioso por que no le agradaba o incomodaba su compañía y eso le hizo algo de daño.

Midoriya sin embargo estaba algo nervioso por su compañía, pues era su primer amigo en aquella escuela, pero no todo era por eso, en su hogar había sucedido algo extraño.

Cuando despertó en la mañana y se acercó a saludar a su madre está estaba llorando en el suelo, eso le asustó y tras haberle preguntado ella negó con la cabeza y se adentró en el cuarto.

Dado que el verdoso estaba pensando en esto no se dio cuenta de que sus ojos se habían inundado de lágrimas. "¿Su madre ya no confiaba en él?". 

Katsuki observó como una lágrima descendía por la piel pecosa del más bajo y sin controlarse, su brazo se elevó y retiró aquella lágrima con suavidad, y al tocar aquella piel tan suave, dejó su mano posada allí haciendo que Midoriya reaccionará y girará su rostro para verlo fijamente.

Nuevamente aquellos ojos verdes llenos de lágrimas chocaron con los rubíes, cuando el verdoso notó la mano fría del rubio limpiando sus lágrimas se ruborizó y despertó de su trance, se había dejado llevar por sus sentimientos y ahora se encontraba así, no podía evitarlo.

No sabía la razón de la tristeza de su madre y que no se lo confesará le dolía pues ella era su mejor amiga,siempre se lo contaban todo y verla de aquella manera, hirió su corazón; de modo que con algo de timidez acarició la mano del rubio que aún se encontraba en su mejilla y sintió como se calmaba su tristeza, no se había dado cuenta pero era lo que más había necesitado en todo el día, un apoyo y por eso una sutil sonrisa apareció en sus labios.

Katsuki se sorprendió por sus actos sin embargo no quería apartar su mano y tras sentir la calidez de la mano del pecoso sobre la suya, supo de alguna manera que le gustaba aquello.

Midoriya limpió las lágrimas restantes y lamiendo sus labios le dijo. —Siento que hayas tenido que verme de esta manera, he tenido un extraña situación con mi madre y aunque intenté que no me doliera, lo ha hecho. Ella es mi mejor amiga y sí le pasará algo me rompería en mil pedazos. —le confesó el pecoso al rubio de intensa mirada.

Este no sabía que decir, nunca había sabido consolar a nadie y todo esto ya era muy extraño para él; siempre había sabido tomar actuar y apoyar con sus acciones, pero no estaba muy seguro de sí debía abrazarlo, así que simplemente retiró la mano de la mejilla del verdoso y tomo la mano del contrario entre las suyas para acariciarla. No sabía sí podría incomodarlo, pero necesitaba calmarlo.

—No te preocupes mierdecilla, ya verás como se arreglarán las cosas. —le dijo el ceniza intentando consolarlo de alguna manera, al menos lo intentaba, y eso ya era mucho.

Midoriya miró su pequeña mano entre las grandes del ceniza y los colores le subieron al rostro, se sentía tan protegido; alguien lo estaba escuchando, le estaba aconsejando de alguna manera y eso le agradaba, le hacía olvidar sus males y eso le gustaba, le gustaba la compañía del rubio.

—G-gracias Kacchan. —le dijo el peliverde sonriendo con dulzura y en un acto involuntario soltó las manos del rubio y le regaló un abrazo agradecido y cariñoso.

Bakugo se quedó estático y algo tenso, hacia mucho nadie le daba un abrazo y se sentía extraño, como sí fuera muy lejano así que fue incapaz de corresponderlo, pero sí sentía como su corazón palpitaba con fuerza y como la calidez del otro se adhería al suyo.

Los amigos del rubio habían dejado de jugar y se estaban acercando a él cuando observaron como el peliverde lo abrazaba y este no lo apartaba de un empujón, por lo que se extrañaron demasiado.

Denki observó extrañado a su novio de cabello rojizo y acercándose a los jóvenes que se abrazaban dijo: —B-bakugo, ¿todo bien por aquí? —preguntó el de dientes afilados.

En aquel momento el rubio ceniza sintió algo extraño en su interior y como sí de su trance hubiera despertado apartó de un empujón algo brusco al peliverde y se levantó alejándose un poco del pecoso, cuyo sintió un pinchazo en su corazón y aquello se reflejo en sus mirares verdosos.

—Nada de lo que tengas que preocuparte cargador con patas. —respondió Bakugo evadiendo la mirada del rubio pues estaba algo sonrojado.

Este negó con la cabeza, su compañero de cabello rojizo miró al pecoso con amabilidad. —Creo que no nos hemos presentado, soy Eijiro Kirishima encantado y este,—dijo atrayendo al rubio a sus brazos. —Es mi novio Kaminari Denki.

Midoriya se sorprendió por la pareja y por la amable presentación que le habían dedicado, eran los primeros estudiantes que le dirigían la palabra y eso le alegró. —I-igualmente, soy Izuku Midoriya. —dijo sonriendo con ligero rubor en sus mejillas, aún cuando en su corazón palpitaba con algo de tristeza por el empujón anterior.

Katsuki observó de reojo la sonrisa del pecoso y de alguna manera sintió una calidez en su corazón bastante grata, por lo que sonrió discretamente, acto que su amigo rojizo no pasó desapercibido. —Oye Bakugo, ven un momento a hablar conmigo.

Este chistó y comenzó a caminar alejándose del grupo, Kirishima le dijo a su novio que hiciera buenas migas con el pecoso y se despidió de un beso para avanzar corriendo hacia el rubio, Midoriya observaba atento las acciones de la pareja y de lo cuál se sintió algo cohibido siendo observado atentamente por el ceniza.

—¿Qué quieres? Habla rápido joder, no quiero escucharte irte por las ramas. —admitió el ceniza.

Kirishima rodó los ojos y le dijo. —Pues con...Midoriya—recordó—, no parecía importarte que se fuera de largas, más bien parecía que te agradaba. —dijo sonriendo con altanería.

Bakugo frunció su ceño. —¡No sé de donde mierda habrás sacado eso pero estas jodidamente equivocado! Además, ¿qué hacías fijándote en lo que hago o dejo de hacer, ¿no tienes un novio del cuál ocuparte?

Kirishima negó con la cabeza. —Me preocupas Bakugo y solo quiero saber sí te estás acercando a buenas personas, no quiero que te haga daño, eres como mi hermano.

Bakugo apretó sus puños y chistó de nuevo algo más cabreado. —Ya te lo he dicho, no necesito que se preocupen por mí, además ese Deku no tiene ni una pizca de maldad, sé bien como escoger a las personas que están a mi alrededor.

—Significa eso, ¿qué es tu amigo?

—Algo así. —le respondió el ceniza algo hastiado.

El rojizo pensó detenidamente sus palabras. —¿Y qué significaba ese abrazo? —un silencio apareció por el otro lado.

—¿Bakugo?

— Tsk. Estaba mal y necesitaba un consuelo, solo deje que me abrazará, nada más. —dijo algo sonrojado.

—¿Te gusta? —preguntó Kirishima apuntándole con el dedo y con una sonrisa surcando sus labios.

—¿¡Qué? ¡No! ¡Estás mal si piensas eso, jamás me sentiré atraído por nadie de nuevo!

Kirishima lo sujetó de los hombros con fuerza y una expresión preocupada se reflejó en su rostro, lo cuál confundió al ceniza. —¡Tienes que olvidarte del pasado, tienes que avanzar y olvidar todo maldita sea, me preocupó por ti!

Le gritó con todas sus fuerzas el de dientes afilados, apretando los hombros del cenizo el cuál no podía con aquello así que apartando de un golpe los brazos del rojizo, le enfrentó con el rostro encolerizado. —¡Tú no eres nada para decirme de quien debo olvidarme, ni que hacer maldita sea, no he pedido tu opinión! ¡Me da igual sí te preocupas por mí, no lo he pedido!

Kirishima negó y apretando sus puños respondió. —¡Bakugo llevo tiempo pensándolo y lo he hablado incluso con Denki, pareces un muerto viviente, ya no tienes vida Bakugo, ya no eres aquel compañero que todos quisimos alguna vez! ¡Mírate, ni tú te reconoces maldita sea, olvídate de Todoroki de una jodida vez y vuelve a ser como eras! —le gritó el rojizo esta vez con algo de dolor en su voz y con unas lágrimas abarcando su mirada.

Aquello sí, aquello sí que daño en pedazos lo último que quedaba del rubio, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas, evadió la mirada y lanzó un golpe al rostro de su mejor amigo cuyo cayó al suelo por la dureza y frialdad del puño del rubio.

Al elevar la vista de nuevo el rojizo, adolorido por el golpe, pudo ver el dolor en la expresión del rubio y se dio cuenta de que había escogido mal las palabras para decirle aquello.

—¡Me importa una mierda lo que piensen ustedes, este es mi nuevo yo y sí no les gusta pueden irse a la mierda! ¡Jamás entenderás como me siento, jamás entenderás como me siento al saber que Todoroki ya no estará de nuevo conmigo, así que no tienes ningún derecho a decir nada de él! ¡Te odio! —gritó finalmente Katsuki para mirar a su alrededor y ver como todos lo miraban con horror, pues habían montado un alboroto y de nuevo ya era el centro de atención.

Así que sintiendo rabia y dolor en su corazón, observó a todos aquellos ojos expectantes de la continuación y tras ver como unos orbes verdes como las esmeraldas lo miraban preocupado, echó a correr lejos de allí.

Todos se miraban y sin embargo no decían nada, no estaban en sus manos arreglar todo aquello que le ocurriese a su compañero, era al menos lo que pensaban. Kirishima sintió como las lágrimas salían sin control, había herido a su amigo y aquello no había estado nada bien, no estaba estado nada bien hablar de aquella manera de alguien que alguna vez fue su amigo.

Un pequeño joven tomó en aquella situación dos mochilas en sus manos, y tras los ojos de todos, no se quedó quieto sin hacer nada, esperando que todo pasase y no hacer nada; aquel chico no era como ellos y sin pensarlo salió detrás del rubio en busca de protegerlo como una vez se prometió en aquel pasillo del hospital cuando lo sostenía desmayado en su regazo.

Midoriya no era como ellos, él era diferente, él quería cambiar las cosas, y tras fijarse en como aquella clase no hacía nada por detenerlos, se dio cuenta de que habían muchas cosas que cambiar y él era el único que podía hacerlo.



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¡Nuevo capítulo, lamento la tardanza, pero he tenido muchos borradores de este capítulo y por fin me decidí por este, espero y les guste, con todo mi love! ¡Disfruten!

Es más largo que los anteriores pero lo hice así por que me tarde mucho xd.

¿Qué sucederá en el siguiente capítulo? Katsuki y Midoriya han decido ser amigos, aún con las dudas y de repente sucede esto, ¿Cómo creen que solucionará el débil corazón del rubio, este pecoso que solo intenta entenderlo?

Todo en el siguiente capítulo, ahora que estamos en cuarentena, tendré más tiempo para actualizar y creo que la terminaré en estos 15 días; por fin se tocó de nuevo el tema de Todoroki, pronto sabrán su historia.

¡Plus Ultra!

Bye Bye,

All the love,

Ella.



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