Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟕.

Pasaron el rato así, hablando sobre sus cosas o bueno, el que hablaba era el de ojos verdes y Bakugo tan solo se limitaba a asentir o responder con cortas frases, sin embargo al pecoso no le importaba ser el único que hablaba.

Pues después de todo, de vez en cuando era satisfactorio ver como alguien te escuchaba con verdadera atención y eso aunque no quieras, te agrada de alguna manera.

Midoriya le explicó que había sido trasferido allí por cuestiones de trabajo de su madre, que muy tristemente se tuvo que despedir de unos cuantos amigos de la anterior ciudad y que esperaba que esta nueva ciudad fuera algo...diferente; sin embargo no le dijo que todavía no tenía amigos y que estaba deseando que este cenizo fuera el primero pues era muy vergonzoso de decir.

Tras Midoriya sonreír al terminar de contar su relato gracioso, donde al traspasarse a su nueva casa una de sus cajas se cayó por las escaleras y el de alguna manera se fue tras ella y acabó con la cabeza dentro, se alegraba de que solo hubieran toallas en ella.

Escuchó como el rubio pareció soltar una especie de risa y eso alegró mucho su corazón; También le habló sobre una tienda que había recién abierto su madre donde vendían mucho tipo de cosas y que la ayudaba cada que podía, fue entonces cuando Bakugo pensó que a lo mejor se trataría de aquella tienda a la que entró días atrás y pensó también que aquella mujer de cabello verde sería su madre pero no estaba muy seguro.

Había varias veces en las que el pecoso por la gran emoción que sentía al hablar de sus cosas con alguien nuevo, se trababa o tartamudeaba y por ende se sonrojaba, todas aquellas veces Bakugo pensó que era adorable.

Katsuki se sentía en paz al poder distraerse de alguna manera con los relatos del pecoso y así, evadir sus pensamientos sobre lo que haría al regresar a su hogar, sobre su madre y sobre todo lo demás relacionado con su padre.

Después de un rato donde Midoriya calló al ya no saber que más contar que no fuera tan personal, se miraron fijamente y aún dudando, el pecoso decidió preguntar sobre aquella mentira antes dicha por el rubio

—Kacchan, ¿por qué me has mentido? —preguntó el de ojos verdes mientras movía sus manos nerviosamente, este se sorprendió por la pregunta y frunció más su ceño.

—¿A qué te refieres? —preguntó el cenizo al sentir que de alguna manera lo estaba acusando de mentir.

Esa voz hizo erizar la piel del pecoso y mordiendo su labios continuo hablando. —Me dijiste que fue un atraco lo que sucedió con tu madre...pero noté que estabas mintiendo...a lo mejor soy yo quien se equivoca p... —y calló al ser interrumpido por una mueca de disgusto del rubio.

—Sí, te mentí, pero no debe importarte lo que pasó en verdad, son cosas que no entenderías y que tampoco quiero que entiendas. No te preocupes, no necesito ayuda y sí la necesitara no la pediría a alguien como tú. —respondió el cenizo con total indiferencia, se había molestado de que lo acusarán y aunque fuera cierto que mintió, supo que sus palabras no fueron las correctas al ver el rostro del pecoso algo afligido, aun así no se arrepintió de lo dicho o al menos era lo que intentaba creer.

Midoriya observó como sus manos comenzaban a sudar por los nervios y por que de alguna manera, aquello le había afectado, aunque intentará convencerse de que no era así.

—Lo siento, Kacchan, no debí haber preguntado, pero ya no me meteré más donde no me llaman. —le dijo para levantarse y salir con rapidez del cuarto bajo la intensa mirada del rubio.

Este se acomodó en la cama mientras sentía como los vendajes comenzaban a picar, observó el cielo a través de la ventana y ligeramente, se sintió mal por el pecoso.

Este de pecas al salir de la habitación se apoyó en la pared contraria a la puerta del cenizo y respirando con fuerza trató de contenerse; él era una persona realmente sensible y aquellas palabras se había referido a él de cierta forma que hirió sus sentimientos.

"Eres tan insignificante que nadie te necesita. Nadie quiere estar cerca de ti, aunque hagas cosas buenas no recibirás nada a cambio, ¿Qué esperas? Ríndete." Pensó interiormente recordando las palabras que una vez escuchó hacia su persona.

Aunque realmente el pecoso no entendía por qué le afectaban de aquella manera las palabras del rubio y menos, haciendo que recordase todo aquello que vivió en su pasado.

"¿Ya lo había tratado mal varias veces desde que lo conoció, así que por qué seguía empeñándose en caerle bien? ¿Es necesario realmente?"

Y removiendo sus recuerdos e ignorando todo eso, observó cómo el médico encargado del rubio se acercaba a él y este desocupo sus pensamientos para escuchar al joven médico.

—Disculpen joven, ya que está aquí me podría hacer un gran favor puesto no tengo mucho tiempo y hay muchos más pacientes que necesitan de mí, por favor avisé al joven Bakugo y dígale que entrará una enfermera dispuesto a revisarlo y sí todo esta correcto, podrá irse. —le explico el médico acomodando sus gafas y cabello azulado a un lado. 

Midoriya asintió como respuesta y este con una gran sonrisa se marchó, sin embargo Midoriya no quería entrar y avisar a aquel cenizo que momentos antes le había herido sus sentimientos por lo que se mantuvo en aquel pasillo algo vacío, esperando a la enfermera y que ella misma le avisará.

Varios minutos después observó como una joven de cabello castaño, con una etiqueta en su uniforme que decía: "Sasha", entraba por la puerta; supuso el joven verdoso que era la enfermera y tranquilo esperó a que esta saliera.

Un rato después vio como la enfermera salía con una enorme y brillante sonrisa, lo que significaba que todo había salido bien por lo que le daría el alta, y tras esperar un rato después decidió entrar con una mirada determinada tratando de evadir aquellos recuerdos oscuros.

Al abrir la puerta con cautela observó como el rubio se encontraba de pie, poniendo sobre su pálida piel una camisa oscura, ocultando aquellos vendajes que cubrían sus heridas, seguido Midoriya cerró la puerta con suavidad y tomando aire decidió hablar.

—Veo que ya estás mejor. Supongo que te han dado el alta. —le dijo observando como el rubio se terminaba de poner con rapidez su camisa y tras eso se giraba mirándolo fijamente con sus rubíes que tenía por ojos, haciendo que desapareciese toda seguridad en el verdoso.

Bakugo lo observó de arriba a abajo, detallando con cuidado cada parte de este, observó cómo sujetaba sus mangas con fuerza escondiendo sus manos, y como sus ojos brillaban pero evadían su mirada, mostrando que estaba algo cohibido y bastante alejado de él.

"Es normal que ya no quiera ni acercarse a ti, ni tan solo mirarte, lo incómodas, lo asustas, y creo que es lo mejor ahora mismo enano." Pensó el cenizo con un montón de sentimientos extraños en su corazón al ver como este se alejaba de él.

Por ende suspiro sonoramente y le contestó con su voz algo rasposa por el poco uso, mientras sujetaba su abrigo en sus manos y se acercaba a él hasta dejar tan solo unos centímetros de espacio.

—Sí, me voy a casa, mi madre está algo más débil por lo que mañana, seguramente, le darán el alta, pero yo debo irme para dejar libre la habitación así que también te puedes ir, no es necesario que estés más aquí. —le dijo observando como el pecoso seguía sin verlo.

Midoriya mordió su mejilla mientras seguía mirando al piso, no podía mirarlo, "¿Por qué no podía mirarlo? Lo que le había dicho no era tan fuerte...pero él era tan débil que con cualquier cosa se afectaba." Pensó mientras sentía su mirada sobre él.

Sintió de repente como éste se alejó, dejando entrar una suave brisa sobre el calor que habían formado ambos cuerpos juntos haciendo que temblara levemente; este tras acercarse a la puerta, rodeándolo, se giró apenas y le dijo: —Gracias Deku, pero te pediré algo que seguramente no te importe, que nadie sepa lo que ha ocurrido aquí, que nadie sepa que hemos hablado y menos que me ayudaste, volvamos a ser aquellos desconocidos antes de cualquier palabra que se hubieran dirigido. —le dijo tras echarle un vistazo rápido a la pequeña espalda del pecoso y sin esperar respuesta, cerró y se marchó.

Ahí fue cuando Midoriya sintió que podía soltar el aire, y tras girarse para ver la puerta cerrada sintió como unas lágrimas se asomaban por sus ojos. "¿Por qué tienes que ser tan débil? ¿Por qué no le das esa confianza para que hable contigo? ¿Por qué a pesar de que parecía que se estaban llevado bien volvía todo al inicio? ¿Por qué, maldita sea, ni siquiera le has mirado?" Pensó el verdoso.

Y tras esperar unos minutos, suspiro sonoramente, recogió sus cosas y se marchó por la puerta de la que antes el cenizo había pasado. Decidió dejar de intentar forzar las cosas, sí alguien no quería estar cerca suyo no tenía por que obligarlo, seguramente, conseguiría tener algún amigo antes de terminar esa semana y sí no, ya había estado solo mucho tiempo así que podía seguir haciéndolo.

Las únicas que eran sus amigas eran la castaña de cabello corto, Uraraka y su amiga Tsuyu, con la que había hablado pocas veces apenas, podría acostumbrarse a estar con ellas, el problema es que ellas eran mejores amigas de la infancia y él sonaba como un mal tercio en aquella dulce amistad, por eso quería sus propios amigos pero cada vez era más difícil intentarlo una y otra vez.

Rato después se encontraba Midoriya mirando por la ventana del auto de su madre, está le había recogido como bien habían acordado por mensaje, su madre no dejó de insistir que le explicase con claridad lo sucedido pero el simplemente lo evadió con un "estoy cansado" y se recostó en el asiento esperando que su madre lo dejará tranquilo, y así sucedió.

No podía encontrar una razón por la cual el cenizo no dejará su mente en paz, ni siquiera para poder conversar con su madre tranquilo, "¿A lo mejor el verlo tan indefenso y triste conmovió su corazón y por eso quiere saber de él?"

Negó con rapidez y se acomodó con mayor tranquilidad en el asiento, sintiendo como la brisa de la calefacción quemaba contra su mejilla cayó en un suave sueño del que no quería despertar después de un largo tiempo.

Mientras Katsuki regresaba a su hogar con algo de pesadez, tomo las llaves guardadas en su abrigo y dudando levemente entró. Tenía que arreglar todo el desastre para la vuelta de su madre así que dejando sus cosas, tomo los artefactos para limpiar y tras dejarlo todo como nuevo, se adentro en su cuarto donde cerró con llave.

El tan solo pensar en como había limpiado los restos de sangre, alcohol y restos de cristales y demás destrozos, muchas preguntas rondaron su cabeza y algunas de las que se arrepintió bastante.

Permaneció allí acostado sobre su cama, con otras de miles de preguntas que fueron invadidos con rapidez por los recuerdos de aquella noche, de sus golpes, de como su cuerpo era incapaz de reaccionar, de los sentimientos de odio que habían fluido por su cuerpo, del dolor y de la rabia que sentía por su madre, por su padre y sobre todo, por él mismo.

Aquel momento marcó algo aún más profundo en la herida latente del corazón del rubio que por ningún motivo sería jamás curada; y sumido en aquel dolor pensó que se lo merecía, pensó que se lo merecía por ser un cobarde y traidor.

Y sonriendo falsamente sintió como las lágrimas circulaban por sus mejillas, clavándose en su cuerpo, quemando la piel y haciendo sus ojos arder, se golpeó nuevamente al sentir un gran y profundo odio por el mismo; golpeando de nuevo en aquellas heridas hechas por su padre pero esta vez, convirtiéndolas en suyas.

Sus heridas, no de él, su dolor, no de él y su odio por el mismo y no por él, aquel hombre no se merecía odio sino algo mucho peor que eso, afirmaba aquella mente herida y corazón golpeado.

No sabía como demonios expresar todo su dolor, no sabía que más hacer, se sentía desesperado, solo quería que aquellos brazos que una vez lo amaron tanto volvieran a abrazarle y alejarlo de todo aquel mundo.

Y cuándo sintió que ya no podía respirar correctamente, dejó de auto-golpearse finalmente dejándose sumir por los brazos de Morfeo; habló de nuevo y por última vez en aquel día. 

—Te extraño...bastardo mitad y mitad.


||

No hay más que decir, aquí expreso todo mi dolor de alguna manera.

Los quiero y lamento no tener las suficientes ganas para despedirme como es debido, igual los quiero, que tengan un bonito día. :D








Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro