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𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟏𝟕.

—¿Qué es lo qué estás haciendo...papá? —preguntaba un niño pequeño hacia un hombre que consideraba alguien amado para su corazón. Esta vez ya no lo veía con aquellos ojos llenos de amor, cuando jugaban juntos, esta vez, veía una mirada oscura. Llena de rabia, mientras sujetaba a su querida madre del cabello y ella lloraba desconsoladamente.

—¡Hitoshi! ¡Basta, no le hagas nada! ¡Todo está bien cariño, vete a tu cuarto! —le decía la mujer llena de heridas en su rostro, con lágrimas recorriendo sus mejillas sin control.

El niño sostenía en sus manos su peluche de héroe, resultaba ser que en aquella época, él era tan fanático de ellos que soñaba con ser capaz de ayudar a todo el mundo, cuando llegase a ser grande. 

Aquel hombre de cabello blanquecino, soltó a la mujer herida y vio al pequeño con rabia, el pequeño rubito, apretaba con sus manitas el peluche, viendo todas las botellas regadas en el suelo, por inercia comenzó a alejarse, cuando aquel hombre lo persiguió y lo sujetó por el cuello, mientras el niño gritaba pidiendo ayuda.

De repente, todo se desvaneció en sombras quedando el niño en una plena oscuridad, una completamente absoluta, solo con la compañía de su muñeco. Sostuvo este con fuerza, y se arrodilló a llorar queriendo ayuda, con la misma rapidez, aquel cuerpo cambió, y era mayor. 

Con aquellas ojeras marcadas y aquel cuerpo demacrado, delgado y casi como un cadáver; las lágrimas continuaban saliendo de sus ojos en aquella oscuridad, y se hizo una pequeña luz, casi insignificante, que trató de alcanzar con su mano, y de alguna forma la sostuvo en ella. Era como una pequeña mota de polvo, pero al verla, lo llenaba de calor.

Abrió sus ojos, sintiendo lágrimas y algunas cayendo por su nariz. Sus rubíes se iluminaron con la luz del nuevo día, parecía ser más tarde de lo que acostumbraba a dormir pues sentía que había descansado mucho. Se giró encontrándose con un joven de pecas y cabello verde, viéndolo con una sonrisa, y como si fuera al instante, este limpió sus lágrimas y añadió. —Buenos días, Kacchan.

Katsuki aún serio, se sintió bien, acompañado y le gustaba la sensación de verlo a su lado. —¿D-Deku? —dijo con la voz algo aún adormilada, este rió correspondiéndole.

Y fue cuando recordó la noche en la madrugada, la noche en la que habían hablado y él lo había confesado todo. Recordó instantáneamente la luz de su sueño, y pudo asemejarla con el chico de pecas frente a él. —No sabía si era bueno ir a clases hoy, después de, bueno, lo de ayer. Así que preferí no levantarte, ¿Quieres desayunar? Aunque, ya sea casi medio día.

Katsuki seguía observándolo en aquella luz, sentía que estaban muy distanciados el uno del otro, pero aquella calidez en la mano del contrario, lo hacía sentir seguro. —¿Te has quedado...conmigo? —preguntó casi en un susurro.

—Me quedaré para siempre. —respondió el pecoso sonriendo sutilmente. 

Katsuki sintió un calor en sus mejillas y en su pecho, siendo este no de vergüenza sino más bien de felicidad. Nada estaba planeado, él jamás imaginó que alguien como este chico podría estar ahora a su lado, escuchándolo, viendo a través de su alma, sin importarle su pasado, lo que llevaba encima, sin importarle lo que había hecho, simplemente estaba ahí, y quería estar ahí para siempre.

Cada que veía esas pecas, sentía que su corazón ardía, ya fuera de felicidad, sin embargo, sentía que esa especie de cariño al pecoso cada vez iba en más aumento. "¿Hasta el punto de recurrir a él cuando no tenía a dónde ir?"

Tenía miedo, tenía miedo de lo que comenzaba a sentir. No quería traicionar su amor por el bicolor, y aún cuando en el fondo, sentía que quería volver a empezar, temía porque este pecoso, rechazará sus sentimientos aún desconocidos. "¿Qué pasaría entonces?"

Su corazón quería librarse de esas cadenas cuando veía aquellas esmeraldas brillar al verlo, pero estaba inseguro. "¿Qué opinaría el pecoso sobre él? ¿Alguien arriesgaría tanto por un simple compañero de clase?"

El rubio aún con su sonrojo sonrió con sinceridad, viendo al pequeño frente a él. —Gracias, Deku. 

Midoriya se sonrojó, y evitando su mirada tímidamente, sintiendo su corazón asfixiante y se levantó de la cama. —Espérame aquí, traigo el desayuno. —y este salió sin esperar respuesta tras eso.

El ceniza apoyado en sus antebrazos sobre la cama, suspiró con tranquilidad, mientras el pecoso bajaba las escaleras sujetando sus mejillas algo calientes, sentía su corazón acelerado y sus manos se movían nerviosamente en su rostro. 

"¿Qué le ocurría? ¿Por qué no podía olvidar esa sonrisa que le había regalado el rubio?" Recordaba sus ojitos rubíes achinarse con leve tranquilidad, y tras haberlo visto llorar y gritar tan desconsoladamente, pensar en esa sonrisa hacía que su corazón diera vueltas.

Recordó las palabras de su madre la pasada tarde, cuando preguntó sobre como sentía ella, las primeras emociones al enamorarse. 

"No pensé que preguntarías esto Izuku, es bastante extraño y aún no siendo tu mejor opción para saber esto, pues solo conocí a tu padre, yo podría explicarlo como...un corazón sin control al ver a esa persona, una necesidad de darle protección, de darle un hogar al que llegar de alguna forma. Es un sentimiento agradable, que te llena y aunque sientas nervios o hagas estupideces, quieres más de eso, de esa persona. "

Es verdad que él pensó en darle ese hogar al rubio. "¿Pero...eso era amor? ¿Aquello que sentía al ver al rubio...se podría definir como amor? "Jamás se había enamorado, y bien no entendía aquello. Muchas preguntas rondaban su mente, mientras tomaba la bandeja del desayuno que dejó lista, para dirigirse al cuarto nuevamente.

"¿Eso significaba que se estaba enamorando de Katsuki? ¿Y de un chico?" Pensó fugazmente; siempre había respetado el amor dirigido a quien fuera, pero él ni siquiera había sentido alguna vez en su vida amor por un chica, o alguien en específico. 

Perdido en sus pensamientos pudo recordar como en su anterior pueblo, conoció a un chico que siempre había llamado su atención, y con ello se dio cuenta de que jamás le había llamado la atención una chica. "Mierda"

Sabía que el rubio, no le importaba estar en una relación con un chico. "Pero...¿Y él mismo? ¿Su madre lo apoyaría? ¿Sabía realmente lo que sentía por este? " Pensó deliberadamente. 

Entró, y vio al rubio acomodarse su cabello viendo aquel cielo a través de la ventana, y sintió agrado de aquella vista, queriendo que fuera eterna. —Kacchan, aquí tienes. —le dijo, viendo como se giraba con aquellos rubíes algo tristes.

—Veo, que tu moratón del ojo está algo mejor. Volví a enfriar el filete, ahora que desayunes te lo traigo de nuevo, ¿Te duele algo? —preguntó el pecoso algo nervioso, dejando la bandeja cerca del rubio.

Este vio aquellos huevos fritos, con unas salchichas cortadas en forma de pulpo y un jugo de naranja, pareciéndole adorable aquella imagen. Tomó el tenedor en sus manos, escuchando hablar al pecoso con tranquilidad. —Bueno. —dijo rascando su mejillas. —Me duele el ojo un poco. —siendo visto por el pecoso, aquel color violeta enmarcado.

—Cuando termines, aquí tienes agua con la pastilla para calmar eso, s-si ves que te duele algo más grave, podemos ir al hospital. —decía el pecoso nervioso tras ser visto de nuevo con tenacidad por aquellos rubíes.

—Gracias, pero no creo que haga falta...Esto no es como la de aquella vez. —soltó suavemente, comenzando a desayunar. —¿No vas a comer también?

El pecoso rió y añadió. —No, ya lo hice con mi madre, a la que tuve que explicarle todo el alboroto. —decía con tranquilidad y viendo como Katsuki chocó el utensilio con la bandeja, explicó rápidamente. —N-no dije nada, sobre lo que te pasó. Le expliqué que necesitabas dormir esta noche fuera de casa, y ella lo comprendió fácilmente. No se dio cuenta de que usamos el botiquín ni nada. —dijo algo nervioso.

—Entiendo. —soltó secamente, tras sentirse aliviado de que la madre de este no lo supiera. —La verdad no sé como sentirme al saber...bueno, que sabes eso. —dijo el ceniza, terminando aquel desayuno con rapidez. Tomó el jugo entre sus manos, hacía bastante que no sentía tanta atención.

—Kacchan, todo estará bien. No quiero que pienses, que es raro o está mal habérmelo dicho, lo necesitabas y, no pienso irme. Esto que sé, no cambiará mi forma de verte, somos amigos, Kacchan. —soltó el pecoso sonriendo.

Aún cuando el rubio se sintió feliz de sus palabras, aquel "amigos" lo hizo sentir extraño. —Aún no sé si fue lo correcto. —susurró el rubio, tomando la pastilla. —Pero, quería hacerlo y debo creer en lo que dicta mi corazón.

El pecoso sonrió y posó su mano en la rodilla del rubio con cariño. —Fue lo correcto, estamos en esto juntos.

El rubio observó la pequeña mano, y sin pensarlo mucho acarició la del pecoso con la suya, con suavidad y lentitud, haciendo que su piel supiera que aquello era real. —Quiero disculparme contigo, por todo el mal comportamiento que tuve hacia ti, espero lo entiendas. —soltó el rubio viendo fijamente al pecoso. 

Este le regresó la mirada, y parecieron unirse aquellas esmeraldas y rubíes en aquel silencio grato y cómodo, el pecoso sonrió con un leve rubor. —Está bien, Kacchan, no hay nada que disculpar.

Aún viéndose, Midoriya suavemente giro su palma y con timidez entrelazó su mano con el contrario, con delicadeza, sintiendo como este aprisionaba su mano entre la suya, confirmando como aquel roce era aceptado, y sin separar sus miradas, sonrió el pecoso nervioso, bajo el rostro serio del rubio. En aquel instante, ambos querían perderse en los ojos del contrario, hasta el punto en el que ambos podían verse reflejados.

Sin embargo, el pecoso rompió la conexión al ver que en un momento comenzó a fijarse en los labios del rubio, acto que el contrario no se dio cuenta, y tragando grueso, separó su mano con delicadeza. No quería incomodar al rubio y sabía que lo que estaba sintiendo no estaba sucediendo en el momento correcto, lo que el rubio necesitaba era un amigo, nada más. Alguien en quien apoyarse, y después de lo sucedido con el bicolor, él no buscaría nada más que amistad.

Katsuki se extrañó de aquella reacción, sobre todo al fijarse en como el verdoso se separó con rapidez, y no sabía como sentirse respecto a eso, aún cuando su corazón latía con fuerza.

—Puedes utilizar la ducha si quieres. —regresó a decirle el pecoso sin verlo directamente. —Y cuando salgas, puedo mostrarte mis colecciones. —dijo viendo con alegría las estanterías.

El rubio sonrió ladinamente, apartando aquel sentimiento de rechazo y asintió. Tomó ropa de cambio de su mochila, y sin pensarlo dos veces fue al baño a asearse. Mientras el pecoso tras ver como se iba al cuarto de baño, se arrulló en forma fetal al sentirse de nuevo tan extraño. "¿Qué estás haciendo Izuku? No sientas esto, no quiero que se aparte de mi lado pensando que quiero aprovecharme. "

Mientras en aquella ducha, Katsuki había lavado sus dientes con rapidez, y al sentir el agua caliente caer en su piel, sintió arder levemente sus heridas, pero se sentía tan lleno de amor que aquello le importaba poco. Su mente era un caos acerca del pecoso, de todo lo que había sucedido y de lo que sucedería tras aquello en su hogar, sabía que tenía que regresar para velar por la seguridad de su madre, pero por el momento no estaba entre sus planes.

Su mente de alguna manera estaba confundida, no comprendía lo bien que se sentía cerca del pecoso, recordaba bajo las gotas calientes en su piel todo lo que pasó con el bicolor, en un triste y amargo recuerdo, abrazándose con melancolía. Después de haberse liberado con Deku, sentía que buscaba liberar su alma de todo con lo que había estado cargando en su vida, y dolía su corazón, dolía su pecho de lo mal que lo había tratado el mundo, y ahora que recibía algo distinto al odio, era tan extraño para él.

Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas, y en la soledad con el agua dejó que estas recorrieran un cuerpo de sentimientos.  Por primera vez se daba cuenta de lo mal que estaba, de todo el dolor y sufrimiento que cargaba en sus hombros, sabía que no quería estar así, pero había perdido la esperanza hacía mucho ya. Midoriya al notar que el rubio estaba tardando más de lo necesario, se acercó a la puerta y lo escuchó sollozar, algo que estrujó su corazón.

Le dolía tanto sentir la pena tan amarga que llevaba el corazón contrario, y lo dejó desahogarse el tiempo que necesitase. Se sentó en su cama y sintió como las lágrimas también acariciaban sus pecas, quería definitivamente salvarle de toda la oscuridad en la que estaba.

Tuvo una idea fugaz, por lo que corrió, limpiando sus lágrimas hacia su escritorio buscando aquella tarjeta que recordaba haber guardado. Su madre le había permitido quedarse aquel día junto a Katsuki, pues él le explicó, que necesitaban un día libre ambos a causa de los excesivos exámenes y tareas, algo en lo que no mentía pero había dejado de prestar tanta atención a sus responsabilidades, tras conocerle.

Tomó la tarjeta en sus manos y sonrió algo nervioso, él tenía la idea de sanar al rubio y lo iba a conseguir, de una manera u otra, con el tiempo. Apretando aquel papel, con la dirección, esperaba ansioso la salida de este y poder comentarle su idea, aunque bien sabía que probablemente el ceniza necesitaría un día de amigos, sin embargo, era lo mejor, ahora que se estaba liberando y antes de que se negase, era sanar algo que llevaba arraigado en su corazón, aprovechar la oportunidad y poder sanar más de una piel herida.

Delineó el nombre que venía en la portada de la tarjeta, era una extraña manera de llamar una floristería, pero aquellas palabras, le gustaban, parecían ir acorde con la situación vivida con el ceniza y lo que parecía aún quedar por vivir. 

"¿Es el final? " 

Decía aquella pequeña tarjeta, de flores incrustadas, cuya en el revés llevaba la dirección, así que, tomándose de valor, escuchó el pestillo del baño y la puerta abrirse, por lo que enfrentando al ceniza, con un semblante fuerte, añadió.

—Vamos a ir a la floristería de Rei Todoroki. —dijo el de cabello verdoso, determinado, bajo el mirar de aquellas piedras tan rojas como la sangre.


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Bueno, bueno, aquí tenemos la continuación de lo visto en el anterior capítulo. Siento mucho la tardanza, de verdad, pero ya saben que trabajo mucho en estas historias para poder cumplir con sus y mis expectativas.

Esta historia es distinta a las demás, como muchas veces lo he dicho, es mi forma de expresar quien soy yo, reflejándome en los personajes, especialmente Kat. Gracias a todxs por el apoyo, de verdad, de verdad, espero que les guste, aún queda un poco, pero tampoco está muy lejos del final, y aaa, lloro.

Es la primera vez que integró el nombre de la obra, en la misma historia y de verdad, no podría haber quedado mejor que en otro sitio, justo en la madre de Todoroki, cuya tuvo que superar tanto en esta historia. Tengo muchos nervios del siguiente, y además he pensando integrar dibujitos que yo misma haré, así que espero, que cuando los integré, les gusten.

¡Gracias!

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