𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟏𝟓
Midoriya notaba como aquellos ojos rojizos lo veían con tristeza. "¿Por qué llevaba ese aura tan melancólica? Entendía que fuera por la perdida de la persona que él más amaba, ¿Pero por qué le parecía que se estuviera acomodando a aquel sentimiento?" Pensaba rápidamente.
Acarició la mano del rubio sobre su mejilla, y tomando el atrevimiento se acercó el pecoso a su frente y le dio un beso, cálido y suave. De alguna manera sentía que era algo que necesitaba hacer, y que él necesitaba recibir; para seguido sonreír frente a él, y mirarlo a pocos centímetros del rostro del contrario.
—Kacchan, quiero salvarte. —le repitió en un suave susurro el pecoso para acomodarse de nuevo en el respaldo del sofá, sabía que antes había tomado el atrevimiento de tocarle sus ojeras, pero en aquel instante sentía que quería cuidar y acariciar todo lo que era el.
Katsuki en aquel momento se sintió paralizado, no creía haber escuchado que antes le dijese esas palabras a la cara. "¿Qué significa realmente salvar? ¿Por qué quería hacerlo? ¿No merezco morir? ¿Valgo la pena de alguna forma?" Pensó, para apretar seguido su mano; sentía que aquel beso en la frente se había marcado a fuego en su piel, quemaba y le dolía el corazón.
Se levantó con rapidez tras ver fijamente aquellos verdosos ojos mirarle y tomando su bolso, añadió. —Deku, debería irme. Se me está haciendo tarde y-
El contrario se levantó sorprendido. "¿Me he pasado?" Pensó nerviosamente, removió sus manos inquieto y le respondió. —No, no te vayas. Lo siento, todavía...¿No quieres seguir hablando?
Katsuki apretó la correa de su bolso. —He hablado demasiado. Esto...esto no está bien, lo siento. —dijo para girar sobre sus talones sintiendo como quemaba su pecho y cruzó el salón con rapidez.
—¡No, espera! —le gritó Deku, para seguido perseguirle por el pasillo, ambos corriendo en calcetines. —¡Siento sí me he pasado, de verdad que lo siento! P-podemos hacer otra cosa, si no estás aún listo. ¡No te vayas, Kacchan! —gritó el verdoso corriendo tras él y tomando su brazo, haciendo que el bolso del rubio cayese al suelo.
Katsuki mordió su labio, no estaba preparado para hablar aún, él quería, lo necesitaba, pero no era el momento. No era lo correcto, ese era su castigo; simplemente no puedes conocer a alguien y directamente te descargas y lo usas como tu pañuelo de lágrimas.
"No quiero...dañar a este chico con la historia de alguien que no importa." —pensó. Sé quedó quieto, al sentir el agarre del más bajo, sintiendo su respiración agitarse. —¡Suéltame, Deku! ¡Esto no está bien! ¡Este es mi castigo, yo no importó una mierda! —gritó queriendo que todo acabase, pues su dolor era parte de él ahora.
Midoriya mostró un rostro afligido y se posicionó delante del rubio, aún sujetándolo. —¡Kacchan, no vuelvas a decir eso nunca más! Puede que me haya pasado con las preguntas o mis acciones, pero, ¡Necesitas hablar, déjame ayudarte!
Katsuki le vio a los ojos con tristeza y apretó la mandíbula. —¡Nadie puede ayudarme! —soltó, para seguido quitar de un manotazo la mano del contrario. —¡Así estoy bien! ¡Así es como tengo que ser!
Midoriya sobó su mano tras el golpe, y en un momento de coraje, cogió al rubio del cuello de la camisa y lo acercó a su rostro. —Escúchame bien, Kacchan. No voy a dejar que te vayas así como así, cuando es tremendamente obvio que no estás en condiciones; creo que llevamos conociéndonos lo suficiente para saber que no podemos estar discutiendo todo el tiempo. ¡Así que deja de atarte a ese dolor, no es tu castigo! ¡No es tu culpa lo que le pasó a Shoto! —le gritó bastante cerca a su rostro sintiendo sus ojos verdes brillar.
Katsuki sujetó las manos del verdoso tratando de zafarse, entendía sus palabras, sabía que las intenciones del pecoso eran buenas, pero no quería lastimarlo; Sin embargo se daba cuenta de lo cabezota que era el verdoso. —¡Deku! ¡Sé que quieres salvarme, pero no puedes salvar a alguien que ya está muerto!
Midoriya al sentir como estaba forcejeando, lo soltó rápidamente y dio un pequeño salto para abrazarlo por el cuello, aprisionando los brazos del rubio entre ambos cuerpos. —¡No quiero que te vayas, sé que cuando me hablas de tus cosas, tus ojos aún brillan! ¡Quieres ser salvado, Kacchan! Aunque sea en el fondo. —diciendo lo último casi a susurros.
Katsuki sintió sus ojos llenarse de lágrimas, de alguna forma eran posibles aquellas palabras por lo que sintió su corazón aguarse. Había esperado tanto tiempo que alguien le dijese algo que tanto trataba de ocultar. —Deku...no malgastes tu tiempo en mí, no lo vale... —le dijo sintiendo como su voz se rompía.
Midoriya acarició el cabello del rubio, y aún de puntillas, sintió como el rubio se agachaba, y lo abrazaba con sus brazos, que antes sacó de ambos cuerpos. —Yo decidiré que hacer con mi tiempo, y todo el que tengo, quiero usarlo en ti. Quiero escucharte, hablar de tu dolor, como si es de Todoroki durante horas, de lo que amas y odias, quiero escuchar y aprender todo de ti.
Soltó con facilidad el pecoso, sintiendo como se arremolinaba un calor en sus mejillas y corazón. Katsuki sintió una presión en su pecho, abrazando aún más fuerte al más bajo, quien ya pisaba del todo el suelo al haberse agachado al completo. —¿Por qué? ¿Por qué yo? —dijo en susurros el ceniza.
Midoriya sonrió y separándose levemente, vio a esos rubíes que tenía por ojos, para sonreír con tristeza. —Solo sé que quiero salvarte a ti y solo a ti, Kacchan. Así que por favor, confía en mí.
Katsuki sintió su cabeza dar un leve mareo, y comenzó a ver borroso al sentir que sus lágrimas amenazaban en salir. —No merezco que estés conmigo. Nadie se ha esforzado nunca por querer entenderme y menos con mi mal humor y con lo cabezota que soy. —soltó con suavidad.
—Ya era hora de que alguien lo hiciera. —le dijo el más bajo acariciando su mejilla y sonriendo.
Se miraron infinitamente, de una manera que no lo hacen los amigos, la familia o incluso las parejas; es como si de alguna forma vieran sus almas y estuvieran unidas por algo más fuerte que el destino.
El rubio arrugó la nariz evadiendo las lágrimas y sintió un calor muy grande en su pecho. —Deku, yo...tengo algo muy grande que contarte, pero...no quiero que pienses mal de mí.
Midoriya sonrió y le acarició las mejillas, viendo la imagen tan tierna que le mostraba. —Jamás te miraré con otros ojos que no sean estos.
Katsuki sonrió con dulzura, una sonrisa tímida de alguna forma, y mirando esos ojos verdes brillantes, aquellas pecas dibujadas con sutileza en sus pómulos, aquella nariz sonrosada o aquellos labios rosados, sintió que ese era su lugar, de alguna forma, junto a él.
El corazón palpitante del rubio se sentía vivo cuando estaba con el pecoso, jamás imaginó que alguien después del bicolor le volvería a hacer sentir así. Le gustaba el sentimiento, pero también tenía miedo; le gustaba que esos ojos solo lo viesen a él, y aunque no parecía, le encantaba que lo acariciase o le dijese todo eso, y solo a él.
Sobre todo comenzaba a tener miedo de lo que su corazón en el fondo comenzaba a sentir, sabía que miraba muchas veces al verdoso en las clases, le gustaba verlo murmurar cosas sin sentido, o cuando estaban en gimnasia, él siempre trataba de dar lo mejor de sí mismo; fue en ese momento que se dio cuenta de lo mucho que se fijaba en él, y tenía miedo porque no era justo para el verdoso.
Tampoco era bueno para él mismo, no podía creer de nuevo en el amor. No quería que el verdoso fuera a sentir algo por él, no estaba bien; ni siquiera sabía si se estaba enamorando o si al menos estaba sintiendo algo.
Era bastante improbable que el pecoso tuviera sentimientos más allá de la amistad, ciertamente, se le veía muy unido a la cara redonda; entendía que a lo mejor era solo un amigo para él, y por eso también tenía miedo de llegar a sentir algo por este pecoso, no quería ser rechazado. Tampoco sabía la razón por la que comenzó a pensar en todas esas cosas.
Cuando Katsuki acarició la cintura del pecoso inconscientemente, el verdoso dio un respingo y se puso colorado para separarse rápidamente del ceniza, sujetando sus mejillas nervioso. Katsuki sintió rechazo y posiblemente fuese por aquel tacto, segundos más tarde, cuando el verdoso estaba más tranquilo para hablar, se oyó una llave en la cerradura y una señora entrando por esta.
Katsuki se sorprendió y tomando el bolso del suelo, lo colgó en su hombro al ver como la señora los observaba expectante al encontrárselos a ambos justo frente a la puerta, y con tranquilidad saludó. —¡Hola! Soy Inko, la madre de Izuku, me da alegría ver que ya tiene amigos nuevos en la ciudad. —soltó para cerrar la puerta.
Katsuki sonrió con amabilidad. —Encantado, soy Katsuki.
Midoriya estaba en shock, no esperaba ver a su madre tan temprano, y probablemente no podría seguir su conversación con el ceniza a menos que fueran a su cuarto. De repente vio como su madre paso al pasillo con las bolsas, y como el rubio se agachó para colocarse sus zapatos rápido.
—Debo irme, encantado de conocerla. Gracias, Deku, por todo, hablamos mañana. —soltó rápido el rubio, abriendo y saliendo de la casa con la misma rapidez con la que había hablado.
De alguna forma el ceniza sabía que había escapado de seguir hablando con el verdoso, su mente estaba pensando más de lo normal y necesitaba un tiempo a solas. Midoriya no pudo hacer más que mirar, el rubio se le había escapado y por ende, maldijo en silencio.
Inko se quedó expectante al ver al rubio salir con rapidez y con una sonrisa dijo. —¿Es bastante guapo, no? —dijo con suavidad.
Midoriya se sonrojó por completo tras recibir aquella mirada analizadora de su madre. —¡Mamá! —gritó el pecoso avergonzado.
Este quiso salir por la puerta para perseguir al rubio, pero entendía que necesitaba su espacio, y se lo daría. Prometió no forzarlo, pero realmente sentía tanto en su corazón que quería salvarlo, quería estar junto a él y quería ayudarlo, y darle amor.
Fue en ese instante que Midoriya sintió un escalofrío subirle por la columna, sus manos comenzaron a sudar y apretó su pecho al sentirlo nevioso, además de la nueva rojez en sus mejillas. "¿Darle amor? No puede ser...¿Qué es lo que me estás haciendo Kacchan?" Pensó sintiendo que se hacia más pequeño en aquel pasillo por el que había estado el contrario.
Caminó tras su madre y corrió hacia ella, ayudándola con las bolsas. —Mamá, ¿puedo preguntarte algo?
Ella asintió, viendo los platos en la sala del comedor y la televisión que reproducía música algo...romántica. —Por supuesto, mi Izuku.
—¿Cómo definirías comenzar a enamorarse? —preguntó a secas bajo la mirada expectante de su madre, esta hizo un gesto de sorpresa y sonrió con dulzura, para comenzar a contarle lo que ella suponía.
Katsuki caminaba sin rumbo fijo, definitivamente no quería llegar a su casa. En el hogar del verdoso se sentía bien y acompañado por él; había sido un idiota al haber huido de la intensa mirada del pecoso y de la fragante esencia de una verdadera madre, al ver aquellos ojos verdes mirar con amor a su hijo, rápidamente se sintió fuera de lugar.
Quiso pensar que se había marchado porque no quería enfrentar lo que comenzaba a sentir por el pecoso, pero, se equivocaba. Ese lugar estaba lleno de amor, en cada rincón se podía apreciar el detalle, en cada foto puesta en la repisa junto a las figuras de héroes del más bajo, en la cocina, en el pasillo, incluso en el color de las paredes, llenas de vida; muy diferentes al de su casa, con tonos pálidos y fríos, incluso las flores del jardín que en antaño tanto cuidaban ahora se morían como el alma del ceniza.
Las únicas que eran cambiadas y tratadas cada cierto tiempo, eran las que él poseía en su cuarto en el altar del bicolor. Definitivamente no quería enfrentar lo bien que se sentía con el pecoso, sentía que era un insulto para su anterior pareja. ¿Pero realmente debía permanecer con aquella triste vida cuando alguien quería salvarlo y sacarlo de aquel agujero tan profundo como el mismo Tártaro de los dioses? ¿Quería seguir hundiéndose en aquella pena o salir en busca de una nueva luz de una tez verde y pecosa?
Mientras más y más pensamientos salían, termino frente al porche de su casa, y pese siendo el lugar que más aborrecía en la tierra, no tenía otra sitio en el que estar o en el que poder ahogar sus penas. Introdujo la llave, y entró con cansancio a la casa, probablemente eran más de las siete, inconscientemente había tomado una ruta más larga para tardar más; quitándose sus zapatos, caminó con pesadez.
Había algo en el ambiente que no le daba buena espina, y fue cuando vio a su madre con los ojos hinchados y marcas rosadas, y otras amarillentas en su rostro. Estaba parada en el pasillo, cuando lo vio comenzó a pedirle disculpas una y otra vez, él no entendió al principio y tras ignorarla caminó hacia su cuarto, el cual estaba abierto, algo extraño para él pues siempre cerraba con llave.
Vio el enmarque de la puerta roto, y con temor por lo más preciado que había allí, soltó el bolso tras los ojos expectantes de su madre, pateó la puerta y comprendió la situación. Observó el cuadro con la foto de Todoroki tirado en el suelo, con los cristales a pedazos, el jarrón de flores a trozos, y las rosas aplastadas. Aparte todo estaba hecho un desastre, y algunas fotos que poseía enmarcadas junto a él también estaban en el suelo, él se reflejó en los cristales, lleno de rabia.
Entendía que aquel hombre, había entrado a su cuarto, rompiendo la cerradura y al haber visto aquel altar, lo rompió. La ira quemaba en sus venas, sentía lágrimas en sus ojos con el inmenso dolor remarcado en su cuerpo, tomó la foto en sus manos haciendo que varios trozos afilados del cristal cayesen y miró aquel rostro que tanto añoraba.
Su cuerpo se tensó al escuchar un grito proveniente del salón y de una voz grave, había estado tan distraído con aquel incidente que se olvido de una de sus costumbres principales, revisar si él estaba allí. Giró asustado, y lo vio frente a su puerta, ahora rota, llamándolo.
—Desgraciado. Contigo quería hablar. —le dijo en un tono severo.
Katsuki vio sus manos ensangrentadas, probablemente por haber roto el cristal y su cuerpo tembló, pero la ira que se mostraba en aquellos rubíes, querían pagar que hubiera destrozado lo único que más le importaba de aquella casa. Y como si el cielo llorase por el dolor del mundo, la lluvia se escuchó golpetear contras las ventanas, en aquel silencio tan perturbador.
Aquel hombre golpeó en el rostro al ceniza, y tomándolo del cuello de la camisa lo arrastró al salón. Es como si en aquella noche venidera los astrónomos que estudiaban los cuerpos celestes del universo, vieran la tristeza que estas mostraban por aquel rubio.
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¡Hola a todos! Aquí les traigo una nueva actualización, espero les guste tanto como a mí. Ya saben que esta historia es demasiado espacial para mí. ¡Tenemos nuevos marcadores! Uno de como veo el abrazo de Katsuki y Deku en mi imaginación, y otro sobre como es la foto de Todoroki en mi cabeza, con una sonrisa triste que oculta miles de secretos, en un fondo precioso, lleno de vida y paz. ¡Me encantan!
Seguirá manteniéndose como el marcador oficial donde Katsuki está roto de dolor, hasta que comience su etapa de recuperación.
También vamos viendo como comienzan los sentimientos en ambos protagonistas, y esto llevará a algunas de mis escenas favoritas.
¡Nos leemos en el siguiente, gracias a todos!
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