𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟏𝟒
Midoriya se preguntaba cuál sería la razón que la castaña quería comentar con el, en unas pocos minutos. El día había sido extrañamente tranquilo, había estado con Katsuki en el receso, compartiendo alguna que otra conversación y lo notaba en verdad mucho más cercano a él, pero hubo un momento en que pasó su mejor amiga Ochako y Katsuki se puso tenso.
Midoriya lo noto, pues después de saludarla, él estaba más serio, y había continuado así todo el día. Tras eso, habían pasado las horas con gran tranquilidad, y las clases se habían terminado. Veía a la castaña frente a él, con la mirada algo seria; él la vio inquisitiva, dándole un reojo a su reloj, que hubiese quedado para hablar unos minutos con ella, no quería decir que no se fuera a ir sin Katsuki.
—¿Qué es lo que te traes con ese rubio? Creo que sabes bien lo que se oye por ahí, sobre sus acciones...y pasado. —decía la morena cuidando sus palabras. —No digo que tenga nada contra él, pero...comienzan a hablar de ti también, y estoy preocupada. ¿Te está llevando por el camino oscuro?
Midoriya dio una suave risa al escuchar eso. —No me está llevando a ninguna parte, yo quiero compartir ese camino.
Uraraka lo observó sorprendida. —Supongo que sabrás de su pasado, y su orientación... —decía moviendo sus manos nerviosa. —No se bien lo que le ocurrió a su anterior pareja, pero los rumores dicen que...su novio murió por su culpa, y que tú eres su novio ahora. —decía ella con prisa, y cuando observó el rostro de su mejor amigo, añadió. —Es decir, nunca hemos hablado sobre tu...sexualidad. Es algo que nunca te ha importado, y como tu mejor amiga, me gustaría saber si es cierto y poder apoyarte como debe ser.
Midoriya se sintió atacado por esos rumores, es decir, él jamás había admitido nada, nunca se había enamorado y ciertamente jamás se había interesado por esas cosas. Muchas veces había visto chicos atractivos, y admitía que Katsuki lo era, pero...
—Ochako, no es nada como eso. —decía sujetando su brazo con fuerza. —Solo somos amigos, y preferiría que si vuelves a escuchar rumores de ese tipo, los negaras o hicieras algo para que no se difundieran.
Respondió el verdoso sentándose en una banca y echando su cabello hacia atrás hastiado. —Tú misma sabes que jamás me he interesado en esas cosas. Es verdad que no se...hasta que punto me dejé de interesar, ni siquiera sé mi propia sexualidad. Pero lo único cierto, es que Kacchan es mi amigo, y nada más. No quiero que lo metan en rumores conmigo, quiero evitarle más problemas.
Uraraka se sentó a su lado y acarició su espalda. —No sé que es lo que te incentivó a hablar con él, después de ver la amenaza que nos echó el primer día. Pero deberías comenzar a preguntarte cosas, y trabajar en averiguar. Sea lo que sea, yo siempre estaré a tu lado. —admitió con una suave sonrisa.
Midoriya la observó y le correspondió la sonrisa, mientras su mente comenzaba a ser un caos. "¿Debó hacerme esa pregunta? ¿O solamente Uraraka me está haciendo creer que siento algo por el rubio? Es verdad que es mi único amigo, pero no he sentido nada más allá de la amistad por él." —pensó.
Hablaron por un rato más, y él se despidió de su amiga, pues se extrañó al no ver en ningún momento al rubio salir de las clases, y ya casi no habían personas. Observó como la morena se reunió con la de cabello verdoso y jersey con ranitas; tras asegurarse que se iba con ella, marchó hacia dentro de la institución a buscarlo.
Mientras tanto, Katsuki momentos antes había recogido con lentitud sus cuadernos, tras escuchar como el verdoso le decía que tenía que hablar con su amiga un momento, pero que lo esperaría. Los observaba desde la ventana, se encontraban sentados en un banco y riendo con cariño.
Él pensó en irse marchando, cuando escuchó su nombre a la espalda. Sabía exactamente de quien era aquella voz, y tenía cero ganas de ponerse a hablar con él tras lo sucedido el anterior día. Giró sobre sus talones, y vio al pelirrojo, con su novio Denki y la pelirrosa con brazos cruzados.
—¿Qué quieres ? —cuestionó el rubio mientras guardaba sus cosas con más rapidez.
Este le miró y mordiendo su labio, comenzó a hablar. —Escucha, Bakugo. No era mi intención decir todo aquello, yo-
Y el rubio le miró con rabia, recordando lo que dijo sobre su ex-pareja. —Cállate. No quiero oír tus disculpas. —decía poniéndose su bolso en la espalda y caminando hacia delante, con la intención de pasar entre ellos.
Mina comenzó a hablar rápidamente. —Bakugo, no puedes seguir así. Somos tus amigos, al menos deberías escucharnos.
Este pasó de ella y sin pensarlo Kirishima lo sujetó del brazo con fuerza. —Escucha, lo que yo te dije no fue con la intención de ofender a Todoroki, ¡También era mi amigo! ¡Pero estoy cansado de ver como mi mejor amigo se está matando así mismo!
Katsuki sintió como su sangre hervía, y mirándolo con rabia soltó su brazo con fuerza. —¿¡Te crees que no lo sé?! ¡Yo soy el que vive día a día con sus recuerdos, y tú mismo sabes todo lo que lo amé! —decía sintiendo sus manos temblar. —¡Y cómo si nada, vienes y me dices que lo olvide! ¡Jamás te perdonaré!
Kirishima sintió sus ojos arder de la pena y apretó su camisa. —¡Lo siento, ¡¿Está bien?! ¡Jamás quise decir eso, de verdad que no era mi intención!
Katsuki le miró con rabia, y empujándolo le dijo. —No me toques de nuevo. No te me acerques, tu y yo ya no somos amigos. Me ofendiste, y ofendiste a la persona que amaba. No hay perdón que valga.
Kirishima mordió su labio y sintiendo como el rubio de mechas oscuras le acariciaba la espalda, Mina se acercó de nuevo. —No alejes a las únicas personas que te quieren Katsuki, no hagas que te quedes completamente solo.
Él la miró y apretando su puño dijo. —Siempre he estado solo, la única persona que tuve a mi lado, desapareció. —terminó, dándose la vuelta y saliendo de la clase.
Kirishima comenzó a llorar en el hombro de su novio y la de cabello rosado, miraba la escena con pena. Incluso llevar a cabo esta acción fue una mala decisión, y finalmente habían perdido a su amigo.
Katsuki mordió su labio y girando en el pasillo, vio como el verdoso le miraba sorprendido. En ese momento comprendió que los había escuchado hablar de todo. Él se quedó mirándolo, e ignorándolo comenzó a caminar más rápido, bajando las escaleras, mientras el verdoso le seguía en silencio.
Caminaron hasta salir de la institución, y unas cuadras después, Katsuki se giró y le miró con lágrimas en los ojos. —No tienes porque venir conmigo. Siento que hayas tenido que escuchar todo, pero puedo arreglármelas solo. Estoy bien.
Midoriya le miró con una sonrisa suave y rápidamente le dio un abrazo, poniéndose de puntillas. Katsuki mordió su labio, sintió que quería soltar sus lágrimas, y correspondiendo suavemente el abrazo del pequeño, respiró en su hombro.
Midoriya dio un pequeño respingo al sentir como el más alto respiraba casi en su nuca, y sonrió con pena. Instintivamente recordó el abrazo que se dieron en su cuarto. —Puedes llorar si quieres.
Katsuki suspiró forzosamente, aguantando como siempre había hecho y se separó sobando su nariz rosada por el frío. No estaba dispuesto a que lo viese en aquel estado de nuevo. —Te invito a comer. Vamos a mi casa. —dijo repentinamente el verdoso, acomodando un cabello que sobresalía.
El rubio tras regresar a su compostura, asintió. El verdoso sonrió y con algo de nervios, le sujetó del brazo y comenzó a tirar de él, diciéndole un par de bromas para hacerle pasar el mal trago.
Tras varias cuadras, llegaron al hogar del pequeño. Soltando su brazo, sacó las llaves del bolsillo de su mochila y sonriendo, entró. —Puede que este mi madre, y ella es algo...animada, más que yo, no se si estará organizado o limpio. ¡Ah! que torpe, es cierto que ella trabaja hoy hasta tarde, ento-
—Deku, está bien. Tranquilo. —le respondió suavemente interrumpiendo el rápido murmullo que se formaba en los labios del contrario.
Ambos sonrieron e invitándole a pasar, entraron. La casa del peli-verde era bastante acogedora, primero entraron en el pasillo tras descalzarse, pasaron al salón que era algo más pequeño que el suyo, y tras indicaciones del verdoso se sentó junto a él. Escuchaba como el más pequeño ponía a calentar un táper que le había dejado su madre e iba preparando unos platos en el comedor. Había muchos cuadros en las paredes, y una estantería en una esquina con una larga lista de libros, suponía que eran del pecoso al ver una figura de un héroe a mallas sujetando algunos papeles.
—Tu casa...es acogedora. —decía el rubio sonriendo con sutileza.
Midoriya echó una suave risa, y volviendo al salón mientras todo se preparaba encendió el televisor. —¿Quieres ver algo? ¿Podríamos ver una serie? He oído que está una muy famosa ahora, ¿El juego del calamar? Creo que se llama. —y comenzó a buscarla con el mando.
Katsuki se sentía extraño, es decir, después de lo que había sucedido con sus compañeros, no sabía como sentirse, y estar allí, viendo como el pequeño ponía la serie y le sonría con gentileza, calmaba su corazón de alguna forma.
—Lo que quieras. —aportó a la conversación con sequedad. Su pecho ardía recordando lo dicho con su amigo, pero quería tranquilizarse al estar con alguien que de alguna manera trataba de apoyarle.
Midoriya sacó los platillos y con rapidez colocó la soba, de manera que fuese suficiente para ambos. Llevando esto al salón bajo la mirada rojiza del otro, comenzaron a comer con tranquilidad; la verdadera intención del verdoso era hacer pasar un buen rato a su amigo, después del tiempo que llevaban conociéndose sabía perfectamente que pocos ratos buenos había pasado el rubio.
Es verdad que Katsuki no acostumbraba a comer, pero aquel día se había levantado tratando de darle una nueva oportunidad a la vida, pese haber visto a la madre de ex-novio. Tampoco podía rechazar el almuerzo que le tendía su amigo.
Mientras veían el primer episodio, se sorprendieron de la facilidad con la que veían la serie y lo rápido que los había enganchado, sobre todo al verdoso; sintió que conectó de alguna manera con el protagonista, su corazón amable fue lo que le unió a él.
Katsuki por otra parte, tampoco imaginó que se engancharía con una serie de la que no había oído hablar, veía la sonrisa y ojos de preocupación del pecoso cada que le pasaba algo al personaje principal, como cuando le amenazaron o como cuando su ex-mujer le echó en cara el trato que había tenido con la hija que compartían en su cumpleaños.
Sobre todo aquella tarjeta del sitio al que iría era lo que más le intrigaba, y sin darse cuenta, vieron los dos primeros episodios entre risas del verdoso, comentarios de ambos y algunas palomitas que le ofreció el pecoso. Hacía mucho que no pasaba un buen rato con un amigo, y por primera vez en mucho tiempo olvidó todo aquello que le atormentaba en su vida, y su corazón se sintió cálido.
En un momento, estaba tan inmerso en la historia que no sintió cuando el pecoso tocó suavemente la piel bajo sus ojos, ni siquiera se había dado cuenta de la proximidad a la que se había acercado el más bajo. Podía ver cada rasgo y característica de este último a la perfección, sobre todo aquellos ojos verdes tan brillantes como el bosque bajo el ocaso.
Sin separarlo ni alejarse, le preguntó con una voz suave. —¿Qué haces, Deku?
Él mismo pareció sorprenderse de sus actos, y se alejó rápidamente nervioso. —L-lo siento, no sé que estaba pensando, solo te vi sonreír por un momento y mi mano se movió sola. —decía murmurando algo bajo y moviendo sus dedos de forma nerviosa.
Katsuki dejó con suavidad la taza de palomitas en la mesa y dijo casi susurrando. —Sé que tú también has notado mis horribles ojeras, están demasiado marcadas y oscuras, pero no hacía falta que me lo recalcases así. —dijo bromeando.
Izuku rápidamente movió su cabeza en forma de negación. —N-no, jamás haría algo así. Solo las toqué porque parecen tener su propia belleza, desde que te vi por primera vez, lo que más atención me llamó de ti, fue el color de tus ojos. —decía rascando su nuca, y sintiendo como sudaba su mano, por lo que la limpió en el pantalón. —Me parece que cada rasgo en ti, es perfecto. —terminó diciendo con una sonrisa.
Katsuki se sorprendió de las palabras del verdoso, y sintió su corazón acumular un calor asfixiante, sí es que podría explicarse así. Se removió algo inquieto, y acariciando su mandíbula con sus delgados dedos, giró su rostro al lado contrario del verdoso, al sentir sus mejillas acaloradas.
—Está bien, Deku.
Midoriya lo observó sorprendido, y vio como este se giraba, mirándolo con una sonrisa ladina, sus mejillas estaban algo coloreadas y para el pecoso, pareció que sus ojos rubíes brillaron con una pequeña chispa.
El pecoso por consecuente se sonrojó también, y se quedaron mirando unos segundos interminables. Para Izuku aquel rostro del rubio le había parecido extremadamente bello, como sí de un lienzo antiguo se tratase; muchas veces las personas en el pasado admiraban aquella pintura siendo bastante popular en esa época, sin embargo, con el pasar del tiempo la gente se olvida y deja de admirarla, empero, siempre habrán unas personas que la vean de nuevo, en todo el olvido y oscuridad, y sepan deleitarse de su majestuosidad.
Era exactamente lo que sucedía con Midoriya. Él sabía que el rubio poseía un rostro triste, ojeroso, su aura era rota y llena de dolor, pero para él, aquello, todo en su plenitud lo admiraba, le parecía hermoso. Desde el primer momento en el que vio aquellos ojos rubíes opacos, supo que quería hacerlos brillar de nuevo.
Veía sus manos, grandes y delgadas, con las que muchas veces rascaba su nuca o removía su cabello. También le gustaba mirar de vez en cuando sus labios finos, y su suave mentón; o su nariz algo redondita al final y muchas veces coloreada del frío. También sabía que estaba muy delgado, algo más de lo que creía que debería estar, pero mantenía una gran fuerza y buen físico.
Y definitivamente verlo sonrojado, era algo que quería grabar en su memoria, por alguna razón, quería que fuera para siempre. Quería mantener ese revoltijo de sentimientos dentro de él al mirarlo, le gustaba la sensación en que sus propias manos se removían inquietas y sus labios se apretaban levemente cuando le veía sonreír. Extrañamente, no entendía aquel sentimiento, sabía que era la primera vez que su corazón sentía tanta calidez y su estómago parecía querer vomitar.
Midoriya sonriendo algo sonrojado añadió. —¿Te ha molestado?
Katsuki lo miró, recuperándose de la vergüenza. —No la verdad...es que son unas palabras que en mucho tiempo no recibía. —decía mirando la tele para evitar sentirse tan acalorado. —Muchas personas, después de...ya sabes, la muerte de Todoroki, me recalcaban el maltratado aspecto que estaba consiguiendo. —miraba sus manos, algo huesudas. —Esto para mí no es fácil, no es fácil hablar de él, pero desde que te lo conté, me siento más aliviado.
Terminó diciendo dejando un largo suspiro. —Sé que estás más aliviado desde que soltaste algo de lo que habías llevado tanto tiempo dentro de ti. Ahora te escucharé, siempre que lo necesites. —le respondió el verdoso con cariño.
Katsuki le dedicó una mirada agradecida y regresó a mirar sus manos. Aquellas manos que una vez empujaron al bicolor con rabia. —Deku, yo...no estoy bien, eso lo sé. Pero, llevo mucho tiempo, como dices, ocultando lo que siento. Sé me hace muy difícil hablar de mí, solo lo hacía con él, y después de eso, sentía que nadie podría entenderme.
Midoriya miraba su expresión cansada, escuchaba esa voz ronca que parecía estar dando sus últimos suspiros, derrotado de la vida. Pero decidió escucharlo atentamente, y tras eso, lo aconsejaría como pudiese y le haría unas preguntas que no dejaban de rondar por su cabeza.
—Supongo que me entenderás, pero se me hace complicado expresarme del todo. Siento una gran pena en mi corazón, sobre todo cuando pienso en él, en todo lo que hicimos juntos, los buenos ratos y las risas. Y siento aún más dolor cuando pienso en todo lo que nos quedaba por hacer. Yo...
Midoriya colocó su mano sobre la contraria, veía el gran esfuerzo que estaba haciendo el rubio y no quería que se presionase. —Kacchan, tranquilo. No tienes porque soltarlo todo de golpe, podemos hacerlo poco a poco, juntos.
Katsuki lo vio, vio ese corazón tan amable y puro que le hablaba y sentía tanto calor en su pecho, y también sentía miedo por alguna razón. —Quiero hacerlo, estoy preparado, pero no puedo...expresar todo lo que hay en mí. —decía viendo fijamente esos ojos verdes, con un gran dolor en su mirada, un dolor que el pecoso sintió como sí se le clavará de un golpe.
Lo sujetó de las mejillas con rapidez, juntándose un poco hacia él. —¡Kacchan! Tranquilo, esperaré todo el tiempo que necesites. —le dijo, sintiendo como el rubio se sorprendía por el tacto.
El más alto sentía que su piel se erizaba al sentir el calor contrario, quería explotar, quería contarle sobre su asqueroso padre, sobre toda la oscuridad en él. Izuku a su vez, observó como al rubio le temblaron un poco las manos, y se alejó un poco, volviendo a sostenerlas en sus manos.
—Déjame que te haga unas preguntas, y a lo mejor, podemos ir empezando por ahí. ¿No crees? —preguntó el pecoso.
Katsuki asintió, y al pequeño le pareció adorable la forma en que asintió algo nervioso. —Empecemos por unas reacciones que he visto que tenías, primero, fue con tu madre. Cuando ella estaba entrando por la puerta, no sabíamos quien era, pero al pensar que sería un familiar tuyo yo me tranquilicé. En cambio tu rostro se mostró aterrorizado, y cuando conversamos con tu madre, sentí mucha tensión o un ambiente extraño. ¿Está todo bien con tu madre? —le preguntó el pecoso, evadiendo que había visto además la delgadez en ella.
Él mordió su labio, justo cuando aceptaba responder sus preguntas, el pecoso comienza con lo más fuerte. —Bueno, la primera pregunta no era la que esperaba. —decía riendo con tristeza. —Ella y yo tenemos muchos problemas, nuestra relación no es de las mejores.
Midoriya lo observó atento y al verlo callarse tras esas simples palabras, continuó para ir al siguiente tema. Sería poco a poco. —Bueno, ¿y tu padre? Tu madre dijo que llegaba temprano a prepararle el almuerzo. ¿Todo bien con él?
El rubio escuchó atento las palabras del pecoso, pero al escuchar como le cuestionaba sobre su padre, sintió que su sangre hervía. Hizo una mueca de asco, claramente visible para el verdoso y rodando los ojos, apartó sus manos de las pequeñas. —Creo que claramente mi relación con él es mucho peor.
Midoriya se extrañó por aquellos gestos, sabía claramente que no eran buenas aquellas formas de dirigirse a sus padres. —Bueno, todos tenemos épocas malas con nuestra familia, a veces nos llevamos mal o los odiamos, p-
Katsuki apretó más sus manos e hizo que el pecoso cállese al instante al mostrarle aquellos rubíes ardidos en fuego de odio. —Deku, pasemos a otra pregunta por favor.
Midoriya se acercó a él, y le sonrió cálidamente. —Pueda que esa sea la raíz de los problemas, no trato de presionarte pero, lo mejor sería hablarlo.
Katsuki le observó algo más tranquilo, y carraspeando continuó. —Está más que claro que es la raíz de todos mis problemas, de mi existencia. —respondió tirándose al respaldo, recaído. —Tampoco es fácil para mi hablar de esto, pero, simplemente no lo consideró mi padre. ¿Bien? Es la persona que más aborrezco en este mundo.
Midoriya tenía miedo de lo que significa odiar a un familiar, claramente, el odio no se forma por simple capricho. Algo ha llevado que tenga ese odio irreparable contra él. "¿Pero cómo haría que le hablase de ello? ¿Aún era muy pronto? ¿Sería algo que le daría miedo hablar?" —pensó.
Katsuki le estaba observando tranquilamente, sentía mucha rabia en su corazón pero sentía que se calmaba al verlo. "¿Sería muy pronto para contarle sobre su padre?" —se preguntó con rapidez.
Sin pensarlo demasiado, el rubio levantó su mano y acarició con calidez una de las mejillas del verdoso, tocaba con suavidad sus pecas, como si de una escultura de hielo delicada se tratase y tuviera miedo de romperla y perderla para siempre.
Izuku lo miró extrañado, sintió que su cuerpo se tensaba tras el tacto del rubio, sin embargo, este tenía una mirada realmente triste, sus ojos parecían perdidos. Es verdad que aquella caricias hacían que algo se removiese en su interior, amaba aquel tacto cálido, pero definitivamente quería salvar aquel corazón, tanto que le dolía pensar que no lo conseguiría.
Midoriya rozó con suavidad la mano que el rubio tenía sobre su mejilla, tocaba con sus delgados dedos los contrarios, tratando de darle un lugar al que pertenecer. Desde lo más profundo de su corazón, quería que para el rubio, él fuera su hogar.
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¡Hola a todos! Espero les guste mucho este capítulo, con mucho amor para ustedes. Esta historia está publicada desde hace un año, antes recibía más visitas, algo de lo que se diferencia ahora, pero para mí lo importante es hacer bien esta historia, y todo el tiempo que ha tardado merece la pena. Esta vez les digo que actualizaré más pronto, ya que quiero acabar esta historia, al igual que todas las que tengo.
Katsuki está preparado para hablar sobre su dolor, algo que muchas veces todos necesitamos. Me identifico demasiado con este personaje, así que muchas gracias por leer. Izuku y el rubio, se están uniendo cada vez más gracias al dolor y la intensión que tienen ambos de salvarse.
¡Plus Ultra!
¡All the love, Ella!
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