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𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟏𝟑

Katsuki se levantó a la mañana siguiente con una sensación algo extraña en su corazón, no sabía si lo que estaba haciendo era la decisión correcta, tenía miedo, y la verdad era mucho más del que podía admitir. Mientras se arreglaba para aquel nuevo día en la escuela, observó su reflejo en el espejo, sintió su corazón arder y algo de escozor, veía a un joven sumido en la tristeza, las ojeras eran la clara muestra de ello, pero para muchos, era un signo insignificante. 

Su delgadez, sus moretones y marcas que aún no habían sanado, las acariciaba con sus dedos, las cicatrices bajo su camisa se sentía ásperas y secas, marcas de momentos que no quería revivir, pero también marcas de besos de amor que le había dado el bicolor que no quería olvidar, aunque nunca pudiese explicarle con certeza la razón de estas. 

Miraba sus ojos perdidos en la nada, aquella luz rojiza que muchas veces le había gusto observar a su exnovio, ahora era nada, sin embargo, había un pequeño brillo en ellos, un pequeño brillo causado por el pecoso. Ese chico lo había comprendido, ahora había visto realmente de nuevo la preocupación de alguien, parecía que le importaba, al menos que le tenía aprecio y eso removía algo en su interior.

Le importaba a alguien, nadie se había tomado la molestia de entender su dolor, de saber la razón, ni siquiera sus mejores amigos, estos imaginaban que su dolor lo estaba extendiendo a más tiempo del que debería pero ellos jamás entenderían lo que siente y sintió por aquel joven.

Esa emoción que se formaba, era aprecio por el chico y no podía negarlo, le había tomado cariño a aquel mocoso. Le gustaba ver sus mejillas coloreadas y sus ojos brillosos, y pese descubrir que era amigo del bicolor y saber de su muerte, se hizo el fuerte para no herirlo más a él. ¿Por qué? ¿Por qué esos ojos le miraban con tanto...?

Mirando sus brazos, recordó aquel sueño que tuvo ya hacía un tiempo, donde vio al joven pecoso antes de conocerlo y se preguntaba si aquello sería una señal. Terminó de arreglarse y salió de su cuarto, esta vez con algo de alegría por darle una nueva oportunidad a la vida, rió al pensarlo, estaba algo alegre y eso era bastante...raro, hasta para él.

Inclusive tomó algo de desayuno, hacía mucho había dejado aquella costumbre, y tras terminar todo, se fue directo a la puerta cuando oyó a alguien salir del de sus padres, giró y observó como su madre le observaba desde la cocina, tenía la mirada triste y parecía esconder algo tras su cabello, Katsuki mordió su labio, aquello no le arruinaría su buen ánimo y suspirando, le dijo:

—Buenos días. —añadió el ceniza tras salir del hogar.

Mitsuki se sorprendió de aquello y sintió un atisbo de esperanza en lo más dentro de ella, quizá aquel pecoso estaba ayudando más a Katsuki de lo que creía, y en aquel momento no le podía importar menos el nuevo moretón en su cachete, no había nada más importante que la alegría de ver a su hijo iniciar un día con optimismo.

Katsuki sentía sus manos sudando, que iniciará un día alegre no quería decir que hiciera las paces con su madre, aunque solamente la hubiera saludado. Pero tras recordar aquellas ojeras y esos ojos rojizos más muertos que los suyos no podía soportarlo, quería gritar, quería llorar.

¿Por qué razón aquel hombre le había arrebatado la felicidad que les rodeaba? ¿Por qué había convertido a su madre en aquella mujer que ahora desconocía? No lo entendía, le molestaba que su madre no se defendiera, que no peleará por sacarlos de aquel ambiente.

Su puños se cerraron y siento un remolino de emociones atascados en su corazón, ¿Por qué no podía simplemente huir de aquel lugar y dejar todo atrás?

Aunque claramente sabía la razón exacta, su madre, no podía abandonarla a su suerte, y puede que...ahora también otra razón fuese aquel pecoso. Sin embargo, en aquel momento estaba perdiendo la razón, se llenó de rabia, sintiéndola por todo su ser, hasta que escuchó el llamado del pecoso, giró asustado por un momento y observó aquellos orbes verdes mirarlo con aprecio y veía como se cerraban, sonriéndole. 

El ceniza sintió una punzada en su corazón, realmente dolorosa, toda aquella rabia se esfumó con la misma rapidez con la que apareció, ahora sentía una especie de cosquilleo en su nuca al ver al pecoso al otro lado de la cera, cerca de la fuente de la plaza. La brisa removía su cabello, se sentía como si hubiera sido trasladado a otro planeta, otra dimensión, como si solamente existieran ellos dos, mientras se paralizaba el tiempo.

Jamás había sentido aquello, y cuando lo decía era verdad, ni siquiera con el bicolor o cualquier otra persona. Todo su interior era extraño, estaba sudando, nervioso y hasta tenía ganas de vomitar, su estómago era un caos, probablemente le hubiera caído mal aquel desayuno, pues no estaba acostumbrado.

Sus ojos se aterrorizaron pese estar viendo una imagen realmente hermosa, pese ver aquellos pétalos caer sobre su cabello y cerca de él, sus ojos, su corazón estaban impregnados de miedo de aquella sensación, y sobre todo estaba aterrado de que su corazón hubiera comenzado a latir con más rapidez y pudiera escucharlo claramente.

Sin embargo escuchó algo en aquel silencio tan abrupto, una voz convertida en eco, algo distorsionada que le decía: "Deja de huir" "Enfrenta lo que sientes." Sintió que perdía el aliento y su corazón se aceleraba más.

Midoriya lo observó y al verlo con aquel rostro de terror, comenzó a correr hacia él con preocupación, cruzó la calle con cuidado y lo tomó de los hombros para decirle:

—¡Kacchan, ¿estás bien?! ¡¿Qué te pasa?! —le dijo, sacudiéndolo con fuerza.

El ceniza pareció regresar de aquel momento tan extrañado, y al verlo tan cerca suyo, con la respiración agitada, se separó rápidamente, para arrodillarse en el suelo y tomar el aire que parecía habérsele arrebatado aquellos segundos, que fueron eternos.

Midoriya se quedo con cierta distancia de él pero le observaba preocupado. "¿Qué narices le había ocurrido? ¿Por qué parecía como si hubiera visto un muerto?  ¿A lo mejor le estaba dando un ataque?" Y sacudió la cabeza tras pensar eso, no era posible ya que se le veía más tranquilo.

Katsuki tomó la recompostura y se enderezó, no podía con aquella alucinación, no era tanto el ver a Deku, lo que le preocupaba era lo que sentía y aquella voz distorsionada que le había hablado. Pero lo dejaría para más tarde, pese que todavía se sintiera descompuesto no quería preocupar al pecoso.

Lo miró, recomponiéndose poco a poco, y le sonrió ladinamente, algo avergonzado por aquella escena tan extraña que había vivido y había montado. —Perdona Deku, sentí que perdí un poco el aliento, nada más. —admitió mirando un pétalo posado en su cabellera verdosa.

El ceniza elevó su mano, y con suavidad apartó aquel pétalo de la cabellera del contrario, mientras le dio una suave caricia a uno de sus mechones, el más bajo se puso tenso y nervioso al instante, sin embargo negó con la cabeza rápidamente para espabilar de aquella sensación en su estómago tras el suave tacto.

Katsuki sonrió con suavidad, le parecía muy tierno cuando hacía esos movimientos extraños y torpes.

Midoriya hizo una mueca, aquella cara de terror no le parece que fuera solo por perder el aliento, le estaba ocultando algo, aunque tampoco quería insistir tanto por sí se molestaba con él, como ocurrió anteriormente. Pero quería saber, además ya le tenía muchas más confianza tras hablar sobre la muerte de Shoto. 

—¿Estás seguro Kacchan? Yo creo que ahora hay mucha más confianza. —le dijo el más bajo sonriendo con gentileza.

Este le miró intensamente, eliminando de apoco su sonrisa, tras meditarlo, abrió sus labios con suavidad dispuesto a contarle aquello que había sentido. —Yo...—miró nervioso a otro lado, ignorando esos ojos expectantes.

Quería decirle, después de todo ya sabían algo más del otro, y claramente no era cualquier cosa, era algo muy importante, pero le aterrorizaba que pensará que estaba loco, inconscientemente miró la hora y se dio cuenta de que llegarían tarde.

—¡Sé nos hace tarde! —vociferó el ceniza, y tomando la mano del más bajo, arrancó a correr con él a la fuerza.

Izuku siguió sus pasos torpemente, tras sorprenderse de que realmente llegarían tarde, y eso jamás le había pasado. Pero se había dado cuenta que de lo poco que había estado con el ceniza, el tiempo parecía volar, y perdía la noción. Miraba su corpulento cuerpo delante del suyo, aquella melena rubia moverse con la brisa, observaba la mano más grande sujetando la contraria, con fuerza, y por un momento sintió que era ese su lugar, junto a él.

Parecía extraño, pero se sentía en paz, cómodo y jamás se había sentido así; recordó la sonrisa ladina que le había regalado antes y un leve sonrojo apareció en sus mejillas, su mirada comenzó a brillar, más tarde probablemente le preguntaría de nuevo pero debía darle su espacio y tenían otra prioridad en el momento.

Katsuki seguía descolocado, hasta el punto que veía dos caminos distintos a la vez, veía el actual hacia la escuela, sin embargo el otro era distinto, estaba cubierto de flores silvestres, era un campo al aire libre y bien no entendía que narices ocurría con él, todo lo que veía parecía distorsionarse junto a él, miraba de reojo al verdoso y era el único que permanecía igual en ambas realidades, aunque el traje que llevaba ya no era el de la escuela sino que iba más arreglado, con un traje blanco y bastante gracioso, pues parecía de esos animes antiguos, parecido a príncipes de esas épocas, pero se veía, sin embargo realmente hermoso, jamás había visto tanta elegancia y puridad en una sola persona. 

Estaba sudando, su respiración no terminaba de calmarse, escuchaba esta vez de forma entrecortada esa voz nuevamente, pero las palabras eran más díficiles de entender. Estas decían: "Es é- Super- Tú pued- Per- me" 

Él removía la cabeza levemente, quería que aquello acabará, se estaba volviendo loco, el jamón de la mañana quizás estaba pasado y le provocaba alucinaciones. Se veía así mismo en la alucinación, veía que llevaba una ropa casual, no un traje como el pequeño, veía una chaqueta de cuero, una camisa rojiza y vaqueros negros con agujeros. No entendía que significaba esa especia de distinta realidad, pero tampoco trataba de entenderlo.

Hasta que al correr, pareciendo que más trataba de huir, chocó con alguien, los jóvenes cayeron al suelo, Katsuki trató de girar al verdoso para no caer encima suyo, y ambos estaban en el suelo, pues el ceniza no consiguió sujetarlo entre sus brazos. El más alto se levantó rápido aún con su cabeza dando vueltas y levantó al pequeño, casi cargándolo. 

—¿Estás bien Deku? —preguntó preocupado el ceniza al verdoso que ayudaba a levantar.

Este le miró algo aturdido por todo lo que había sucedido en esos segundos, y asintió con torpeza algo que le pareció extremadamente adorable al ceniza e inconscientemente lo observó con cariño.

La persona al frente de ellos, con la que había chocado el ceniza también se levantó torpemente pues el golpe había sido más brusco de lo esperado. La mujer acarició su cadera, ahora era mucho más fuerte que hacía un año, había recuperado todo el peso que había perdido, estaba dentro de lo que cabía, más estable, sin embargo al ver su mirada es como si estuviera muerta, sin vida, un rostro que claramente era triste.

Katsuki la miró y la ansiedad se instaló en su corazón, no podía verla, no quería que sufriera al verlo y repetir aquellos recuerdos en su corazón, de manera que al verla antes de que esta terminará de acomodarse la ropa y recoger su bolso, tomó de la mano con más fuerza al pequeño y caminó con rapidez. El contrario estaba tan aturdido que poca cuenta se dio de lo que sucedió, sin embargo escuchó al ceniza decir: "Disculpe."  Y nada más que esas secas palabras.

La mujer giró con velocidad y observó la espalda del joven que anteriormente había sido pareja de su hijo, su corazón se paralizó y lo llamó: —Katsuki. 

Este frenó en seco, y Midoriya a su vez también, primero giró el rubio sin dirigirle la mirada, e Izuku a su vez.

Con todo aquel movimiento, la alucinación de Katsuki desapareció por completo.

—Rei. —dijo el ceniza mordiendo su lengua con fuerza.

Esta lo miró con tristeza, tenía que fingir en aquella época que no estaba de acuerdo con la relación de ambos, a causa de su ex-esposo, pero en verdad siempre le había parecido de alguna manera tierna, siempre y cuando su hijo no sufriera. Le miró cansada y se acercó a él.

Ahora Katsuki estaba frente a ella y el pequeño detrás, el rubio al ver a la madre del bicolor acercarse a él, soltó la mano del pequeño y puso la cara dispuesto a recibir el golpe, acto que notó el verdoso y se asustó de ello. Sin embargo la mujer le acarició la mejilla, y le dio una suave caricia en el cabello, acto que Katsuki no percibió y que le dejó descolocado.

—Me alegro de que estés bien. —admitió la mujer con una sonrisa.

"¿Qué? Ella siempre me había odiado junto a su esposo, ¿Qué significa esto?" Pensó el ceniza.

—¿Rei? —preguntó el verdoso tras el rubio y salió adelante para ser observado por las otras dos personas.

La mujer abrió sus ojos con sorpresa y salió a abrazar al más bajo, este le correspondió el abrazo. —¡Pelusita, ¿eres tú?! —exclamó la mujer con cariño.

Midoriya reía al oír de nuevo el apodo, y sonrió tras apartarse de la mujer, la cual se sentía más liberada de lo que recordaba, era como su aura, era distinta, mejor, pero se notaba a leguas el luto que aún llevaba, lo que entristeció levemente el corazón del pequeño.

Katsuki se sentía completamente fuera de lugar, "¿Qué habían significado aquellas caricias por parte de ella?". Miraba la escena del recuentro, algo que le confirmaba la versión de la historia de Deku, puesto sí se habían conocido ellos de pequeños, era claro que su madre lo conocería.

Entablaron una pequeña conversación cordial el más bajo y la mujer de cabello blanco, la madre le ofreció una tarjeta con su número y una dirección de una floristería, sin embargo no sacaron a Shoto en la conversación, claramente no era ni el lugar ni el momento. La mujer se despidió de ambos y con una sonrisa siguió su camino algo más contenta, tras decir que los esperaba a ambos un día de estos en ese lugar.

Midoriya sonrió con tristeza al imaginar el dolor que estaría pasando ella, y tras recordar leves momentos con el bicolor su corazón se entristeció pero no dejó de sonreír, porque sabía que estaba en un lugar mejor y tras mirar el cielo con rapidez, se dirigió a Katsuki y esta vez fue el verdoso quién le tomó la mano, caminando delante de él.

El ceniza no dijo ninguna palabra en todo el camino, pues estaba tranquilo, probablemente se debiera a la presencia del verdoso, puesto en otro momento habría explotado en gritos, rabia y queriendo explicaciones, pero esta vez se mantuvo callado, observando la tarjeta en su otra mano.

"¿Acaso esa mujer era una hipócrita y había guardado una apariencia pues sabía que el rubio no estaba solo? ¿O simplemente...está fue la que siempre había sido y por miedo a Enji había sido tan horrible en antaño?"

Sus pensamientos eran un caos, y no entendía como su compañero estaba tan tranquilo al saber al día anterior, que su amigo estaba muerto y tras acabar de reencontrarse con la madre de Shoto como si nada.

Ambos justo a tiempo entraron a clases, y Katsuki algo confundido soltó su mano antes de la entrada y avanzó con rapidez hacia la clase, dejando un poco atrás al verdoso. El rubio estaba en un dilema, no sabía si contarle al ahora su amigo, todo lo que había pasado, sentido y escuchado momentos antes y tampoco sabía si decirle como aquella mujer había sido en realidad con él o dejarle esa visión de una buena persona a sus ojos.

Miró de reojo al verdoso al punto de entrar en la clase con una mirada, que al parecer del más bajo, fue realmente triste, y entró sin esperarlo. Midoriya sintió su corazón encogerse y entró tras él.

"Realmente me va a costar mucho entender a este chico" —pensó el verdoso algo triste también.

Tras ambos entrar en la clase y sentarse en sus dispuestos asientos en silencio, las amigas del joven peli-verde fueron a saludarlo y este amablemente les correspondió, siendo claramente escuchado por el ceniza. 

Una joven de cabello castaño, atado en una trenza, hablaba animadamente junto a su mejor amiga de cabello verde con el joven. —Izuku, me alegro de que estés bien. —le dijo echándole una mirada juzgante al ceniza, y tras eso, volvió a ver a su amigo con seriedad. —Recuerda nuestra cita después de la escuela. —añadió.

Katsuki al escuchar eso, sintió una sensación extraña en su corazón, su mente era un caos y parecía que su interior al escuchar aquello también lo era. Le dolía el pecho, y comenzó a pensar cosas extrañas y que hacia mucho no pasaban por su cabeza, cosas relacionadas con los "celos", y claramente sabía que era eso, al vivirlo anteriormente con el bicolor, aprendió a identificarlos.

Se extraño, y quería cuestionarse aquella pregunta pero, le daba miedo, observó como Deku se llevó a la chica cara redonda lejos de la mesa y mordió por consecuente el ceniza su labio, al ver como la chica de cabello verde les daba intimidad, dejándolos solos, y como Deku sujetaba a la chica de las manos con suavidad. Sin embargo ya no era capaz de escuchar más la conversación y eso le hizo molestarse y de alguna manera, entristecerse.

—Uraraka, no llames a la quedada de esa manera. —dijo el pecoso nervioso, pues le daba miedo que el ceniza pensará cosas que no eran, aunque ya era tarde. Sin embargo no sabía porque le importaba aquello.

—¿Te da miedo que el chico que te amenazó el primer día y con el que te fuiste ayer nos oiga? ¿Tenéis algo? —preguntó la chica inquisitiva.

—¡Qué! ¡No! —dijo gritando en susurros el pecoso. —Solo somos amigos. —añadió.

Ella sonrió, y le sujetó las mejillas con fuerza. —Enserio, a la salida nos vemos, tenemos que hablar de lo que sea que esté ocurriendo. —le dijo con gracia y algo de seriedad.

Katsuki observó aquello y sintió más molestia que la anterior, sin embargo dejó de observar, al darse cuenta de que la chica le estaba mirando.

—Hm. Realmente tenemos que hablarlo. —repitió tras ver la mirada furiosa del ceniza.

El chico de pecas no entendió y tras reír con ella por sus tonterías, volvieron a sus asientos.

Una chica de cabello rosado y orbes castaño oscuro, miraba la escena cautelosa y tras mirarse con su mejor amigo de cabello rojizo, Eijiro, asintieron, realizarían el plan que pensaron la tarde anterior, para recuperar al que fue una vez tan cercano a ellos. Aprovechando que el pecoso no se iría con él, tras oír la conversación de la castaña.


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Espero que estén bien todos, este capítulo es algo más corto, pero esta será la manera en la que pueda actualizar más rápido. Se comienzan a ver distintos sentimientos en ambos y cosas extrañas le suceden a Katsuki.

Nos vemos en la próxima. 

All the love,

Ella.

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