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Cambia de ser
Muestra tu fragilidad,
Es la mejor forma de engañar.
Yo soy real.
Tomaré el control por fin,
Sólo muestra un poco
Sólo un poco de ti.
Correr. Eso es lo único racional que es capaz de procesar, lo único que puede hacer ahora, exigirle a su blandengue y acabado cuerpo un último esfuerzo para moverse lejos entre los amplios pasillos de la desierta preparatoria en altas horas de la tarde, en donde el crepúsculo montaba sus preparativos para el encuentro de un fatídico día por terminar, la piel comienza acalorarse, sus tenis rechinan por el pulido suelo recién seco de su limpieza ahogándolo con aquel espantoso olor a desinfectante barato, la garganta quema, el esfuerzo requerido o haber estado gritando como maníaco minutos antes podrían ser la principal razón, o quizás haberse tomado de forma brusca sus polémicas pastillas con la intención de calmar un furioso ser exigiendo el control de todo, aquello no podría pintar mejor la situación.
La respiración va andando alterada en un desesperado intento de tener aire, sin detenerse, sin permitirse mirar atrás, sólo huir, asustado, escandalizado, y por sobre todo avergonzado. Avergonzado de su estado, su situación, en lo que ha terminado convertido...
Un lunático.
— ¡Freddy, por favor! —Exclamó la voz de una joven a sus espaldas, intentado nuevamente hacerle parar con sus plegarias.
Pero no, no lo haría ¿cómo podría hacerle frente a esa chica? ¡Lo había visto, maldición! ¡Le había visto gritando contra Fred! Los presencio en su estado más caótico y perdido, en donde a base de gritos y amenazas entre ellos luchaban por el control del cuerpo, sin filtros, sin máscaras, sin límites, era su más puro y patético ser expuesto en los más primitivo, lo más real, quebrado hasta la última pieza de maldita razón, la cordura ya era algo imaginario, la lógica dejo de tener sentido, la realidad se contorsiona hasta volverse absurda, había perdido la cabeza, no había dudas.
Aquellas últimas semanas han sido entre las peores de su vida, en su situación parecía ser un puesto difícil de ocupar, pero era oficial, superaron su record, ambos estaban hechos trizas, una bomba emocional a punto de estallar si algo no cambiaba, ninguno quería ceder, preferían agotar hasta la más mínima gota de fuerza antes de volverse la parte olvidada, la parte sin derecho. Todo terminó en un avisado desastre, un Fred furioso, incontrolable, que en voz alta alza su peor versión, esa parte que dice ser la más fuerte, la mejor, la única con autoridad de tener el control de su patética vida, esa que no le importaba enloquecer a Freddy hasta hacerlo llorar, volverlo nada, como la basura que le parecía, no estaba siendo racional. Freddy aterrado sólo puede acudir a su última alternativa, sus pastillas, su único flotador que lo mantiene vivo de hundirse en el mar de su locura, intentar no dejarse doblegar, Fred no podía tener el control en tal estado, ni en ningún otro si era posible.
Lo último que se esperaba encontrar eran los ojos azules de esa joven escondida entre los muros, ahí estupefacta e inmóvil, viéndolo en tan escandalosa escena, tomando su pelo, sus mejillas mojadas de lágrimas, una respiración irregular, echado en el suelo sobre la pared en la parte trasera de la escuela junto con un frasco de pastillas abierto desparramado en el piso sin cuidado alguno.
Apenas ella intentó decir algo, él tomó su mochila y comenzó a correr lejos.
— ¡Freddy! —Le volvió a llamar.
No podía, necesitaba alejarse, ella no lo entendería, y él no se sentía capaz de explicarlo, ni siquiera tenía el valor de contárselo a sus amigos, ella no sería diferente. ¿Qué demonios pretende hacer intentando detenerlo?
— ¡Freddy, espera, por favor, no tienes que hacer esto! —Le seguía diciendo.
¡No! ¿Por qué que ella no sólo se detenía y se limita a pensar que está loco?! ¿Por qué no mejor dejar de insistir y dejarlo ir de una vez?!
—Yo lo he visto Freddy, lo conozco, él ha hablado conmigo. —Logró decir, la pobre ya no podía alzar tanto la voz, dio un último esfuerzo.
Fue como un disparo, escucha, se sobresalta y baja la velocidad, hasta detenerse del todo al pie de unas escaleras, hiperventilando, mirando al suelo, con los ojos abiertos a la par, moviendo su cabeza lentamente a un lado para verla, parada, al igual que él, respirando de forma agitada, regresándole la mirada, una mirada preocupada, sincera.
Pero no importaba eso, no importaba cuan sincera se viera ¿de qué diablos estaba hablando de conocer a Fred?! No podía ser cierto, y sí lo fuera, sería otra chica en la lista de Fred a la que fue a coquetear, para luego ser él quien terminara con una bofetada al día siguiente al encontrarlas por los pasillos. Otra chica que seguro lo detestaba por alguna estupidez de Fred, y ahora tenía la oportunidad de decirles a todos lo que ha visto, hacerle quedar expuesto frente a toda la escuela.
Estaba acabado.
Esa idea sólo provocan que sus ganas de huir volvieran, y sus ojos le quieran traicionar con más lágrimas, no estaba en el mejor estado, se encontraba muy vulnerable y verse en esta situación sólo lo hace sentirse peor, nada de esto pasaría si él fuera alguien normal, si Fred tan sólo no existiera.
—Yo... yo no sé a qué... —Intentaba decir él, no sabía que mentira colar para que ella no creyera lo que probablemente pensaba al ver lo que vio, era un caso perdido, ha sido atrapado.
—Él fue pedirme ayuda Freddy, tenía miedo, dice que no sabe qué hacer. —Le habló ella débilmente entre bocanadas de aire, con la voz más amena y allegada posible, esas que te atrapan, que se apegan a ti con fuerza y saben derrumbarte.
Freddy retrocede un paso, casi temblando, sin creerlo, ¿Fred fue con ella? ¿Cuándo?! ¿Qué clase de locura era esta?!
—N-no entiendo, tú...
Ella notó el timbre nervioso de Freddy, estaba a nada de sufrir un ataque, se encontraba al límite, y en vez de conseguir calmarlo, sólo lo estaba alterando más con sus declaraciones.
Tomó aire, tenía que usar con cuidado sus palabras, dio un paso cauteloso a Freddy y abrió un poco sus brazos en señal de disposición y paz.
—Prometo explicarte todo, no te omitiré nada. —Le aseguró, era consiente que Freddy quizás no confía en ella en lo absoluto, entendía que no lo hiciera, su relación se limitaba a ser siempre saludos por los pasillos, verse siempre desde la lejanía, uno que otro encuentro en la biblioteca, un cruce de palabras cuando se acerca a Golden para saber su estado, no había mucho más que eso, sin embargo, detrás de todo se escondía algo, más de lo que el mismo Freddy no era consiente. —Por favor no corras así otra vez, podrías hacerte daño. —Agregó también, por un momento pensó que Freddy podría llegar a lastimarse descendiendo por las escaleras al correr con tal desesperación.
Freddy se permitió bajar un poco la guardia, controlando mejor el ritmo de sus bocanadas de aire, con ganas de subir sus manos y restregar sus ojos, dejando que su mochila se terminara de deslizar de su hombro, no podía más, sólo le gustaría caer inconsciente y no despertar en mucho tiempo.
—Al señor Saster no le hará mucha gracia vernos a estas horas en los corredores —Continuó diciendo ella, ahora estando un poco más aproximada a Freddy, se armó de valor y acerca sus manos tomando la mochila del joven— Acompáñame, sé dónde podemos hablar con calma.
Con la mochila entre sus manos se da la vuelta y comienza a caminar, al rato escuchando que Freddy en cautela le seguía el paso, el trayecto en principio resultó incomodo, no comentaron nada en el camino, ella no pondría más presión innecesaria sobre Freddy, de hecho, para su propia sorpresa, creía que las palabras correctas no tenían existencia para tal situación, Freddy sólo esperaba seguirla y que ella le diera respuestas a sus polémicas declaraciones.
En cosa de minutos, su trayecto comenzó a tornarse horriblemente conocido, esas paredes grises y apagadas sólo avivan todos los recuerdos e inquietudes, sus peores ansiedades siempre se detonaban en esos pasillos, tragó hondo, y la garganta le reclamó el paso brusco, el dolor de eso le hace concentrarse, ya tomó las pastillas, él no puede salir, es seguro caminar.
Ella se detuvo, la puerta frente a ellos se presentaba con una pequeña ventanilla oscura, y en la cima había un cartel marcado con un «B-3»
«B-3» —Reconoció Freddy de inmediato, era la sala reservada siempre para los Toys, la forma natural en que Joy tomó la perilla y abrió la puerta sólo lo confirmó más, como si entrara a un dulce hogar.
—Puedes sentarte. —Le ofreció ella, al tiempo que dejaba la mochila en una mesa, y también se disponía a quitarse la suya.
Freddy no discute, no sentía que podría seguir de pie mucho más tiempo de todas formas, se encaminó e hizo caso omiso de la fresca ambientación en la sala, los instrumentos finamente organizados y el equipo de sonido resguardado y apilado, sólo presto atención a los sillones de los laterales y tomó asiento en uno de ellos, escucha una puerta cerrarse y unos pasos llegar a él, para finalizar con un peso cayendo a su lado derecho.
No se movió, no la miro y no dijo nada, sólo se quedó apoyando los codos sobre las rodillas, fijando su vista en el suelo como si este fuera de mucha más relevancia, no podía permitir que se formara otra escenita de su parte, suficiente tuvo con haberlo visto gritando como un loco atrás de la escuela.
Sin embargo ella, con amabilidad, acercó una botella a su lado.
— ¿Te gustaría tomar un poco de agua?
Él traga de forma involuntaria, sintiendo nuevamente el dolor en su garganta, la huida anterior aumento mucho más la sed, pero aún con todo él se limitó a negar la invitación con un mudo movimiento de cabeza, sin verla a la cara.
Ella bajó un poco el envase, interpretando el silencio de Freddy.
—Entiendo, perdona, quizás te parece mejor si comienzo a explicarme... —Inicia, dejando la botella a un lado, tomando aire y permitiendo una pausa en silencio. —Primero quisiera disculparme por haberte seguido, sé que no fue la mejor forma de actuar, pero de verdad quería... bueno, no me siento tranquila al dejar a un amigo por su cuenta en un mal momento. —Aclaró, en un tono arrullador al oído, suficiente para hacer que Freddy le prestara total atención.
«¿Amigo?» —Pensó en el acto.
—Lo conocí en el campamento. Él estaba deambulando despreocupado una noche en medio de un evento preparado para la bienvenida, apunto de comerse unas moras alucinógenas que encontró de camino, por la tranquilidad con la que se estaba comiendo las moras supuse que no sabría las consecuencias de que continuara, me acerqué, y con algo de suerte logré detenerlo a tiempo y evitar un desastre.
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«De haber sabido que los súper héroes eran como tú, me habría puesto en peligro más a menudo»
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Freddy no la ve devuelta, pero se mantiene siguiéndole el ritmo a sus palabras, ¿ella era acaso la razón que comenzó el raro comportamiento de Fred después del campamento?
—Sólo fue un cruce de palabras, lo importante es que estaba a salvo de una intoxicación o algo peor. Volví a encontrarlo unos días después, las actividades del campamento ya habían acabado, y nos estábamos alistando para regresar a casa, cuando me encontraba buscando algo de agua y alistando mi mochila, él se acercó a extenderme una botella, diciéndome que me conocía.
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«¿Eh?»
«Eras tú ¿cierto? La chica de esa noche, estaba seguro de haber escuchado tu voz en algún lado»
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—Suelo dejar mis escapes a los eventos del campamento como algo personal, esa era la gracia de todo, por algo debes llevar un disfraz, pero en esa ocasión hice una excepción, quizás por la forma en que me llegó directamente a preguntarlo o por ser el primero en reconocerme. El caso es que acepté mi derrota y admití ser la chica que mencionaba, al principio mi confirmación pareció desconcertarlo, tal vez saber la realidad le decepcionó, pero de inmediato descarté esa idea al verlo extender su mano.
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«Una digna oponente»
Me reí.
«Pienso lo mismo» —Acepté, devolviendo el gesto.
«¡Eh, Freddy¡ ¡Muévete! ¡Nos van a comenzar a tomar la asistencia!» —Gritó alguien a la distancia de nosotros. Eran un grupo, los Animatronicos. Yo miré al chico nuevamente, notando como este parece soltar un soplido irritado.
«Parece que ya debes irte, Freddy» —Le indiqué, algo divertida de su mueca.
Él extiende la botella dejándola en mis manos.
«Aquí entre nosotros woman, puedes llamarme Fred» —Me indica con un guiño.
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—Al saber que estábamos cursando en el mismo colegio, no debió ser casualidad que en ocasiones cruzáramos caminos en los pasillos.
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«Hey pero si es mi súper heroína favorita, ¿necesitas ayuda con eso preciosa?» —Me soltó a mis espaldas una mañana.
«Ah, buenos días, Fred» —Sonreí en respuesta cuando lo reconocí, volteando para hacerle frente, con una pila considerable de libros en mis manos que casi no me dejan verle el rostro por completo— «Jeje gracias, pero no te preocupes, no me falta mucho camino»
«Insisto» —Dice él, tomando los libros sin esperar mi permiso— «¿Dónde los quieres?»
«Aula C-12»
«Andando entonces, yo te sigo»
«En serio no era necesario Fred, no faltaba mucho» —Sin embargo, comencé a guiar el camino.
«Tú entregas los libros, y yo de paso puedo estar contigo, en lo que a mí respecta eso es una ganga que no pienso desaprovechar, woman» —Me explica con un notable humor.
«Ya puedes llamarme, Joy» —Le miré.
Él se detiene.
«¿Joy?»
«Sí»
«¿Entonces ese es ...? ¿Ese es tu nombre?»
«Sí, no me dejaste presentarme como se debe en la última ocasión»
«Así que mi salvadora ya deja saber su verdadera identidad, Joy, corto pero tierno, me gusta»
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—Los encuentros por los pasillos se fueron haciendo frecuentes, casi como una rutina involuntaria que tontamente había terminado adquiriendo, sin falta él estaba en el mismo pasillo, a la misma hora de la mañana, al lado del mismo casillero con los brazos en su pecho, esperándome con algo nuevo que preguntar, y después de varias semanas, había una petición en especial que solía repetir mucho.
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«¿Quieres salir conmigo después de clases?»
Sí, llegó un punto en donde ya era algo sin rodeos, sin agregar antes un mísero «hola» o un «buenos días, Joy» podría sonar más una demanda que una petición, pero la forma en que evitaba verme al rostro y lo rápido que soltaba las silabas le añadía cierta ternura a la invitación por muy directa que intentara ser.
Sin embargo...
«Lo lamento Fred, debo estudiar para los exámenes, y eso mientras estamos con los ensayos para el evento de primavera, tú también deberías ponerte al tanto con todo» —Le indiqué, guardando unos cuadernos en mi casilla, sus invitaciones para salir ya eran constantes, pero siempre percibía su insistencia como algo más halagador que sofocante.
«Lo mismo me dijiste la vez pasada» —Refunfuñó con un puchero, lo miro con gracia, Fred siempre se las arregla para sacarme unas risas.
«La situación no ha sufrido muchos cambios desde el día anterior, Fred»
«Dame una tarde, sólo una, y prometo compensarte con el mejor sheesecake del mundo»
Tal declaración me tomó desprevenida, alcé una ceja, sin dejar de sonreír.
«Eso es prometer mucho, Fred»
«Hagamos algo, hoy no hay permiso para usar las salas, quiere decir que este es día libre de ensayos, espérame en el campus después de clases ¿sí? Estudias tus puntos tranquila, y yo me reúno contigo con un buen sheesecake, todo lo que necesito es un escuchar un hermoso "está bien, Fred" de tu parte»
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—Es algo persistente cuando se propone algo sabes, pero me agradaba, era divertido a su manera, así que, sí, acepté.
Pero como si de un incómodo golpe al estómago se tratara, a Freddy le llegan sus propios recuerdos.
—Él no asistió. —Murmuró, porque sabe que no permitió que Fred tomara el control esa tarde, se aseguró de tomar una buena dosis para eso.
—Sí, nunca apareció, regresé a casa confundida, pero segura de que algo le había pasado, ¿cómo no pensar tal cosa cuando yo sólo recordaba cómo le brillaron los ojos cuando le dije que aceptaría una cita? La forma en la que sonrió y me tomó las manos dándome las gracias, casi parecía un niño pequeño e ilusionado, no tenía sentido que después de demostrar todo eso de repente decidiera no asistir, y además sin avisarme.
Algo de culpa se revuelve en Freddy, intentando decirse que esto no era su problema, Fred jamás le contaba nada, si le hubiera dicho algo, quizás él...
¿De verdad hubiera dejado ir a Fred?
No, no lo hubiera hecho, incluso se hubiera tomando las pastillas con más rapidez para evitar a toda costa un contacto directo de otras personas con ese parasito. De ahí la culpa, seguro que Fred sabía que él haría tal cosa y prefirió tener el cuerpo sin contarle nada.
—Al día siguiente esperaba que él llegara y me explicara que sucedió.
La culpa aumenta, Fred no la buscó, no lo hizo porque él se encargó de no dejarlo salir en todo ese día también, por miedo a lo que fuera que él quisiera hacer después de clases el día anterior sin su permiso.
—Lo veía de lejos con su banda, sin buscarme, ni saludar, como si no me hubiera dejado plantada el día anterior, por un momento quería ser yo quien se acercara a buscar explicaciones, ¿por qué estaba actuando de esa forma conmigo? ¿Qué era lo que yo había hecho para ser tratada como un fantasma? Me convencí de dejarlo pasar ese día, con pobres excusas que intentaba tomar como lo más razonable, quizás estaba muy ocupado, quizás las practicas no lo dejaban ir a buscarme.
Quizás estaba anestesiado a base de pastillas sin un cuerpo al cual controlar.
—Pero nada ocurría, esa semana entera no me dirigió la palabra.
Freddy aprieta sus manos, ya en puños, esa fue una semana difícil y caótica, le exigía a Fred que le contara que tanto estaba escondiendo, pero él se negaba a decir algo, parecía abatido, incluso apagado, tal vez era por las dosis, y sólo le pedía el control por un momento, sólo un momento.
Pero no, no se permitió ceder por muy extraño que ese parasito se comportara.
—No pude más y decidí no dejar pasar otro día sin respuestas, me acerqué a él una mañana, estaba solo frente a una máquina expendedora, al parecer intentando conseguir una soda.
Freddy por fin sube la mirada, y poco a poco la fue dirigiendo hacia ella, porque él sabe muy bien de qué día le estaba hablando.
Aquel día ella...
«Eh... Hola» —Se acercó, algo nerviosa.
«¿Uh? Oh perdona, ¿también la usaras? Es que creo que no está funcionando bien, se tragó mi billete sin soltarme nada» —Le indicó él apuntando a su vez al gran aparato frente a ellos, que no parecía dar señales de vida y dar el pedido solicitado. La chica abre la boca en señal de querer decir algo, pero lentamente vuelve a cerrarla mirándolo con atención, cosa que no parecía notar el muchacho con mucho detalle, sólo se limita a suspirar y darse por vencido. —«Es un caso perdido, creo que perdí mi dinero, a Chica no le hará mucha gracia, si fuera tú, no lo intentaría con esta» —Le advirtió, volviendo a verla.
La joven le tomó más segundos de lo esperado para responder.
«Eh, claro, probaré con la del tercer piso» —Habló después a la prisas camuflando la torpeza.
«Sería una mejor idea...—Aprobó el chico, revisando algo en su móvil— ¡Ah! ¡El examen de historia! Se me hace tarde otra vez, hasta luego... este ¿Joy, verdad?»
Ella lo ve, ahora con más incredulidad.
«S-sí» —Musitó por fin después de otra pausa de silencio.
Él le sonríe amable pese a todo.
«Je, bueno, en ese caso hasta luego, Joy»
—Aquella vez encontré alguien diferente, alguien quien al perecer realmente no me recordaba como una amiga, sin aviso volvimos a ser un par de desconocidos que nunca han cruzado más de unas míseras palabras, primero pensaba que él estaba jugándome una broma de muy mal gusto, pero parecía tan genuina su actitud, si eso era así ¿dónde quedó el chico que ayudé en el campamento Amadeus?
Freddy no contesta, se muerde la lengua y aparta la mirada.
—No fue sino dos semanas después, que él volvió a darme algo parecido a una respuesta.
Fue justo cuando en un pequeño descuido en una práctica con los Animatroncios, Fred robó el cuerpo sin pensárselo dos veces.
—Él llegó en una de mis prácticas de canto, se abalanzó sobre mí, no entendía que sucedía, recordaba como minutos antes lo había visto entrar con su banda a ensañar sin hacer notar mi presencia y ahora estaba apresándome contra su pecho con nula explicación, mientras soltaba murmureos rápidos y sin coherencia.
«Joder... por fin, por fin... »
«¿Fred?»
«Q-Quizás el efecto dure poco, lo tomé en un descuido, se va enterar, lo dejaré encerrado tanto tiempo que tendrá que... joder, e-era tan frustrante, estabas tan cerca y al mismo tiempo tan... no era mi intención, no te haría semejante cosa a propósito, no a ti Joy, lo siento»
—Cuando me dejó ir, seguía sin creerlo, no dije nada, pero él sabía que yo pediría explicaciones, que estaría confundida de su actitud. Me tomó de los hombros y se limitó a decirme que no podía contarme que era lo que sucedía, que lamentaba mucho haberme hecho pasar por lo que pasé y que no intentara buscarlo de esa forma otra vez, que no era seguro y eso sólo complicaría las cosas, que siguiera mi rutina sin mirarle si quiera, que él prometía buscarme como siempre ha sido, que sólo le tomaría un poco más de tiempo que el de costumbre, que le esperara, que intentara entender.
«Por favor, lo que pido no tiene sentido lo sé, n-no encuentro otra manera de pedirlo Joy, tu realmente me agradas, eres una chica increíble, nunca busqué acercarme tanto a una persona, no suelo forma lazos con nadie, no puedo permitirme eso, pero... q-quiero intentar, quisiera que me dejaras intentar tener un lazo contigo, que me permitieras ser alguien en tu vida, y eso se me haría más fácil si... si tú me escuchas, si sigues mis indicaciones, él no se enterará, y yo podré seguir viéndote»
—No era una petición coherente, no respondía mis preguntas, y aun así yo, por aquel bonito lazo que apenas estábamos formando quería entenderlo, y eso resultaba difícil, a los ojos de cualquiera él se comportó como un cretino al ignorarme de tal forma, pero enfado era lo último que sentía hacía el, sus ojos me ahogaban de pena y yo no terminaba de comprender la razón de porqué pena era lo que me trasmitían.
«¿Por qué no puedo buscarte, Fred?»
«Es más seguro así Joy, si él se entera que estoy contigo, podría... no, es muy claro que me alejaría de ti, no me permitiría acercarme más, nunca me deja estar con alguien, no tengo permitido tener una vida normal, soy diferente»
«¿Pero de qué hablas, Fred? ¿Quién te quiere alejar? ¿Qué tiene de malo hacer amigos fuera de tu banda?»
«Sólo escúchame, y-ya no me queda mucho tiempo, mantente lejos de mí el resto del día, en cuanto pueda sabes que te buscaré. Prometo recompensarte por todo esto»
—Él cumplió a su palabra, pero evitaba a toda costa tocar el tema de lo ocurrido, aun así, todo apuntaba a que había alguien más que de alguna forma tenía un control muy directo de su vida. Le hice caso y no volví a buscarlo y me limitaba a esperar, con paciencia todo de alguna forma comenzaba a reconstruirse, a volverse la nueva rutina, iba aprendiendo sus manías, su forma de actuar, sus ocurrencias y travesuras, era divertido descifrarlo. Aparentaba ser un chico que basaba su vida en cosas tan pequeñas que a sus ojos eran el todo de su universo, un formato simple de acción, estar sobre un escenario y cantar, un fanático de la comida casera de su madre, más si se trataba de un plato de espagueti, tenía tendencia a escoger el color negro, y un respeto muy peculiar hacia las gallinas. —Agrega ella riendo un poquito a lo último.
Freddy, atento y en silencio, la observa, jamás había visto a alguien hablar de esa forma sobre Fred, un Fred que parecía ser alguien allegado, alguien especial, como si su existencia realmente hubiera influido profundamente en ella, a tal punto de lograr que en un solo momento toda esa magia en sus ojos se disipara al comentar...
—Una tarde llegó diferente, cansado, decía que las discusiones con «él» estaban siendo peores, esa vez le insistí. ¿Quién era esa persona a la que tanto evitaba presentarme?
— ¿Él acaso...? ¿Te contó todo de nosotros? —Atacó Freddy de inmediato, necesitaba caer en cuenta de que tan lejos había llegado el insolente de su parasito.
La respuesta no se hizo esperar, ella simplemente asiente, firme y decidida a explicar su punto.
—Reconozco que al principio fue difícil entenderlo, pero al juntar todo, encontraba explicaciones a las cosas que parecían no tenerlas. Al no saber qué hacer ante tal caso para ayudarlo, sólo comencé a prestarte mucha más atención a ti, porque también quería conocerte, sólo no sabía qué oportunidad sería la mejor, que podría hablar contigo al ser tan diferente a él, tenía la esperanza que entre los dos supieran llevarse mejor, le decía que intentara llevarse mejor contigo, pero...
Freddy no puede contra ella, el apagón de sus ojos era demasiado sincero, hasta el punto de hacerlo bajar la mirada.
—Volvió a desaparecer, no volvió a buscarme, me preocupé, porque él solía avisarme cuando sentía que sería más difícil poder ir a verme, y tú tampoco te veías muy bien, tenías ojeras y apenas si le sonreías a tus amigos.
—No lo entiendes, él quiere controlar todo. —Murmura— Fred es peligroso.
—En la última ocasión, llegó después de clases, asustado, decía que ya estabas tomando medidas muy drásticas, que no sabía qué hacer, intenté calmarlo Freddy, de verdad que lo intenté, pero no pude hacer mucho, estaba convencido de que querías deshacerte de él a toda costa, y él no iba a dejar que eso pasara, que prefería tomar todo por las malas antes de...
«De dejar que me aleje de esto, Joy, n-no le dejaré quitarme lo poco que tengo ahora, no otra vez»
—Aquello fue lo último que supe de él.
Freddy comienza a negar, ¿qué es esto?! ¿Ahora resulta que el malo es él?! ¿Qué era un monstruo insensible que no permitía que Fred tuviera un lazo con una persona?! ¡No! ¡Era él quien tenía que aguantarlo todos los malditos días, hablándole, diciéndole que es un pedazo de inútil que no podía con nada, atormentándolo día tras día hasta la misma locura, queriendo hacerse con el cuerpo y su vida sin importarle lo que sienta! ¿Ella acaso estaba pretendiendo defender ese sujeto?! ¿A Fred?!
—No, en serio no lo entiendes, él se volvió loco, comenzó a gritar, amenazarme sin control, tú no sabes lo que es esta basura, no sabes lo que es tenerlo todos los días en tu cabeza, hablándote, y hablándote, como si tuviera derecho sobre tu vida y decisiones, esta mierda no es vivir, no lo es en absoluto ¡para que vengas y me digas que él ahora resulta que tiene sentimientos y sólo quiere tener una vida! —Comenzó a levantar la voz y se paró del sillón, recriminando a Joy— ¡Esa basura no la creo! Él sólo quiere hacer mi vida miserable, de eso se trata todo, ese es su maldito propósito. —Grita lo último, agotado, con las molestas lágrimas queriendo salir otra vez.
Ella se levanta en silencio, Freddy retrocede un paso, algo apenado, no quería gritarle a nadie, pero no estaba en su mejor condición, no estaba pensando con claridad.
—Lo siento. —La oyó decir apenada— Mi intención no era hacer que Fred pareciera la victima de todo, pero esto no se trata sólo de ti, ni de Fred, si no de ambos, ambos están mal, se hacen daño con todo esto, en esta pelea no hay ganadores, sólo... sólo más rencor y dolor, lo he visto Freddy, como le afectan tus amenazas, tus palabras también le duelen, también está cansado, enojado y perdido, no quieres escucharlo, y él no quiere escucharte a ti, no se dan la oportunidad.
Freddy no dice nada unos segundos, como si estuviera pensado seriamente lo mencionado por ella, pero sólo llegaba a una conclusión que no entendía.
— ¿Por... por qué estás dando la cara por él?
Ella con una mirada más triste lo ve directo a los ojos.
—En el fondo sabes que él no es tan malo, pasa mucho más tiempo contigo a fin de cuentas, así que estoy segura que habrás notado su mejor parte en algún momento, y yo creo fielmente que ve su existencia posible porque le pareces su propósito de estar aquí, alguien al que debe ayudar, he escuchado de su boca decir con afecto momentos en los que ambos se llevaban mejor, que le hacían tener esperanza, pero todo volvía a desmoronarse, volvía siempre a una pelea.
—Jamás... jamás ha mencionado algo así de mí.
—Y fue un gran error de su parte no hacerlo, quizás todo sería diferente si no se ocultaran tantas cosas, si se permitieran un momento escuchar al otro, y ser sinceros ¿no lo crees?
Sonaba sensato, pero definitivamente era más fácil proponerlo que lograrlo, Freddy es consciente que jamás ha sido suelto con Fred, de hecho procuraba enterrar cualquier cosa buena que ese parasito pudiera tener, hacerse más fácil la tarea de odiarlo.
—Por favor, escúchame, las pastillas no son la solución.
Freddy desvía la mirada.
—Es... es la única manera de controlarme, no puedo dejarle tener el control, no, no otra vez, no sabes lo que es capaz de hacer.
—Déjame ayudarlos.
—Nadie puede ayudarme.
Ella se acerca.
—Quizás no te has permitido confiar, dame una oportunidad, toma aire y escúchame, sólo eso Freddy, por favor.
Freddy la ve devuelta.
— ¿Por qué... por qué haces todo esto, por qué quieres ayudarme?
Ella tomó sus manos.
—Eres una buena persona, seguro tu entiendes ese sentimiento de querer ayudar a alguien que crees que necesite de una mano amiga ¿verdad?
—A él le resulta absurdo hacer algo así.
—Creo que es porque en él no llega a comprenderlo del todo, parecen ser muy opuestos en muchas cosas, pero no por eso es algo malo.
—Claro que lo es, ahí va el problema, no puedo vivir de la forma que él quiere.
—Lo sé, y no tienes que hacerlo, pero... ¿no crees que él siente lo mismo al ser condicionado hacer las cosas como tú necesitas que sean?
Freddy no contesta, nunca se cruza por su pensamiento considerar que siente Fred, no era consciente a que grado estaba tirando su pánico por dejarle el cuerpo, en lo ajeno que se volvía con Fred, al igual que Fred devolvía todo de la misma forma, terminando siempre en lo mismo, en cansancio, agonía y frustración.
Le gustaría que todo acabara ya.
Le gustaría una vida normal.
Que tanto pedía por que la situación no fuera como lo es, quizás ellos en otras circunstancias pudieron haber sido una gran parte completa.
Freddy contiene un sollozo.
O quizás nunca se lograría eso, pero estarían juntos en una banca riéndose de cualquier tontería que comentara Fred, los viejos tiempos.
Otro sollozo quería salir.
Quizás...
—Freddy...
Él terminó por quebrarse y dejó que todo saliera, sus dolor, sus lágrimas, bajó la mirada y no soltó las manos de ella mientras todo salía, no quería reprimirse más, enloquecería por completo si aguantaba otro día escondiéndole todo eso a su madre, a sus amigos, al mundo entero en general, él no está bien, nunca lo ha estado realmente, ni él ni Fred, jamás estaban bien, nunca se permitieron mejorar las cosas, siempre buscaban lastimarse, e intentaba aparentar que el contrario no podría derrumbarlo, pero lo hacía, hasta tocar fondo, hasta el punto de hacerlo terminar llorando frente a esa chica, hasta el punto de hacer que Fred desesperado buscara ayuda en alguien que no lo viera como una mera anomalía sin derecho a vivir.
—S-sólo quiero que termine ya, no quiero más de esto... —Decía con una voz quebrada y vulnerable, entre lágrimas, totalmente acabado.
—Ninguno de los dos lo quiere, Freddy. —Arrulló ella, que no se apartó por nada, que se mantenía ahí firme sin juzgarlo, dejándolo desahogarse todo lo que hiciera falta, que llorara todo lo que tuviera que llorar.
—No quería... yo no quería... hacernos esto, las pastillas, los gritos, nada de eso era lo que yo... y-yo...
Otro sollozo, más fuerte, con más dolor, porque estaba repasando sus errores, todo lo que pudo haber hecho mejor, todo lo que pudo evitar y no lo hizo por sólo ver peligros y miedos, no considerar a Fred en lo absoluto.
El calor de unos brazos lo hicieron sentir como un niño y terminaron por romperlo, un abrazo entregado y cariñoso, un abrazo que sin ser consciente de ello, regresa con fuerza y desesperación, por apoyo, por ayuda, porque su calor era agradable, porque su compañía trasmitía seguridad, un sitio en donde se permitía ser alguien frágil sin ser criticado, donde llorar estaba permitido.
Un lugar en donde era humano errar, tocar fondo y descargar tu dolor.
La acerca mucho más a él, ella se sentía tan pequeña, pero sin duda mucho más fuerte de lo que él era en esos momentos, y le estaba aceptado el atrevimiento, que sus lágrimas terminaran en el hombro de su uniforme y sus brazos la apresaran con firmeza.
¿Cómo se permitió terminar así?
—Lo siento... de verdad lo siento. —Susurraba quebrado.
Ella no dijo nada, lo mantuvo en su hombro, y sus manos le acariciaban la espalda en arrullo.
—Ni siquiera le dejaba acercase a ti, cuando... intentabas... intentabas hacerle cambiar, intentabas mejorar nuestra situación, yo sólo... sólo intentaba alejarlo de ti.
—No lo sabias, Freddy.
—Todo esto, yo habría... habríamos... pero...
—Está bien.
—Tuvo el valor de contarte la verdad, de buscar ayuda, se permitió confiar en ti, y yo, ni siquiera dejé que mis amigos pudieran... pudieran saber de mi situación, sólo los aleje de mi realidad, les terminé mintiendo a todos.
—Estabas asustado, no sabías cual sería la mejor forma de actuar, todavía puedes contarles todo, puedes redimirte.
—Sólo quisiera que nosotros, que todo esto fuera mejor.
—Puede ser mejor.
—Quiero que esto sea mejor, no puedo seguir con esto, n-no de esta forma.
Los sollozos se escuchaban sin control, pero ahí seguía el hombro de la joven para consolarlo, no procuró detenerlo, Freddy necesitaba eso, necesitaba vaciar todo eso que contenía, que le lastimaba como unas estacas enterradas en el pecho.
Minuto a minuto, aquellos llantos comenzaba a ser más bajos y perdían fuerza, ninguno parecía tener intención de acabar con el abrazo, Joy no estaba dispuesta a hacerlo hasta que Freddy lo sintiera necesario, y Freddy simplemente no quería soltarla, olía bien, se sentía bien. Ella fue diferente, fue calma, fue consuelo.
Fue seguridad.
—Al final, él no estaba equivocado...—Habló afligido, casi sin reconocer su propia voz, ni mirar a un punto fijo en su dirección— soy tan débil, es patético.
—Lo mismo pensaba él de su propia debilidad. —le confesó ella.
—Él no tiene debilidades.
—Quería que pensaras eso. —Cerró sus ojos y sonrió con ligereza— ¿pero sabes? Ser honesto contigo no es mostrar debilidad, es aceptarte.
Aceptarte.
¿Podrían conseguir eso algún día?
—Joy.
No lo sabe, pero ella...
— ¿Sí?
Formó el comienzo de algo parecido.
—Gracias. —Dijo al final en tono bajo, cerrando los ojos en abandono de su cuerpo al ser consciente de que alguien más estaba ahí presente para tomarlo.
Joy siente que el abrazo del chico pierde fuerza hasta deshacerse por completo, ella comenzó a dejarle libre también, hasta tenerlo cara a cara, el chico la estudia en silencio unos segundos y luego con una mano se toca la cara, con sorpresa de encontrar lágrimas en sus mejillas.
— ¿Qué esta...?
Ella reconoce la voz, sus ojos brillan de felicidad y una sonrisa la traiciona, acercándolo otra vez a sus brazos.
— ¡Cielos, Fred estás...! ¡Estás bien, me alegra tanto escucharte!
El chico no sale de la sorpresa, ¿qué había hecho para tener el cuerpo y ser recibido en los brazos de esa joven que lo volvía loco en cuestión de palabras?
—Joy... —va reaccionando— Joy... ¿qué fue lo que...? t-te dije que no debías buscarme, esto...
No lo dejó terminar, ella lo tomó de los hombros y lo zarandea con reproche.
— ¿Y sólo quedarme sin hacer nada? Eso no era una opción y lo sabes, te habías ido muy mal, no querías escucharme. —Le reclamó, en parte porque en el fondo ella esperaba un recibimiento más cariñoso de su parte.
Fred se queda viéndola sin palabras, poco a poco suaviza su mirada, porque sólo ella podía acabar con él sin esfuerzo, su cariño era más del que estaba acostumbrado a recibir.
—Eres... eres tan terca. —dice, rodeándola contra él, casi con pertenencia, agradecido de tenerla ahí acurrucada en su pecho y atrapada entre sus brazos, sus ojos se humedecen nuevamente, juraba que al paso que iba en algún momento ya no la contaría para volver a verla, si saber definirlo, sentía el cuerpo extraño, era una horrible mescla de cansancio y debilidad, la garganta adolorida, y unas ganas de dejarse desplomar en donde sea, pero no superaban a sus deseos de no soltar a esa chica, escuchar su voz ha sido casi como una bocanada de aire después de aguantar la respiración bajo el mar. —Te extrañé tanto. —Se permitió confesar, con el tiempo ha aprendido que con Joy no siempre tiene que contenerse, ella sabía llevarlo muy bien.
Le tomó de las mejillas y la aprecio más de cerca, sus ojos azules como un cielo despejado, la suave piel de sus pómulos sobre sus palmas y su cabello cayendo a cada lado de su rostro, viéndolo atenta y tan feliz como él de estar otra vez juntos.
La joven le sonríe.
—Ya todo estará bien. —Le susurró.
Porque ella fue diferente, fue calma, fue consuelo.
Fue seguridad.
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