𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟒.
Katsuki caminó algo frustrado a su hogar, aquella pequeña discusión con el pecoso ese lo había dejado pensando. "¿Por qué aún a pesar de lo que dijeran sus palabras sus ojos parecían buscar más allá de lo superficial? ¿Por qué no podía simplemente ignorarlo y tenerle miedo como todos en esa escuela? ¿Por qué tenía que recordarlo a él?"
Nada más entró, tiró sus zapatos con rabia en la entrada y corrió hacia su cuarto con frustración; su madre unas salas más adelante podía escuchar las ruidosas pisadas de su hijo e imaginó que algo había ocurrido para que estuviera así, con algo de prisa caminó hacia el dormitorio de su primogénito, tocó la puerta repetidas veces, y esperó su respuesta.
Katsuki nada mas pasar a su habitación, tiró su mochila y se lanzó a la cama, unos minutos después escuchó como su madre golpeaba la puerta, sin embargo no quería abrir, no quería ver ese rostro lleno de marcas teñidas de violeta superficialmente tapadas con maquillaje, no quería ver esas ojeras oscuras casi negras, esas ropas holgadas que tapaban su delgadez, no quería ver esa mirada rubí teñida de tristeza con fingida felicidad.
No quería ver a su madre por que sabía que nada más verla, lo vería, vería lo cobarde que era, que no era capaz de protegerla, y menos quería salir para cuando su padre llegará con un olor asqueroso envuelto en colonias excesivas.
Hasta que ella habló: —Katsuki, por favor necesito hablar contigo, deja de hacerme ese vacío, necesito a mi niño... —habló con tristeza su madre.
Bakugo se sentó en su cama al sentir una gran presión en su pecho, para seguido apretarlo con fuerza y dolor.
—No quiero que pienses que lo que hace Hitoshi-kun está mal...él solo actúa por su propio instinto y lo que hace, es para corregir nuestros errores... —le dijo su madre, nuevamente engañándose a sí misma.
Tantas veces había repetido la misma frase que Katsuki pensaba que no le quedaban más excusas para justificar lo hecho y por ende, se repetía en sus mismas oraciones; lo seguía defendiendo, defendiendo todo el daño que les hacía y continuaba aún en ambos, defendiendo a ese monstruo.
La madre suspiró y trató de sonreír en vano, mientras las lágrimas brotaban de sus ojos rojizos sin control alguno; apoyó su frente en la puerta y con dolor le dijo.—Lo siento Katsuki...
Y tras varios minutos, unos pasos se escucharon alejarse con pasividad, Katsuki sujetó su rostro entre sus manos y sumido en la oscuridad de su cuarto, llenó de sollozos, lágrimas y gritos silenciosos la habitación.
Horas después, el rubio cenizo se levantó con un gran dolor de cabeza y su brazo algo adolorido por apoyarse en él tras quedar dormido después de que, su corazón demostrará todo el dolor en él y, por no haber cedido a las súplicas de su madre.
Chasqueó la lengua y con rapidez caminó hacia la puerta pues juraba haber escuchado un golpe, cuyo lo había despertado. "A lo mejor esa vieja bruja se había caído y a lo mejor debería ayudarla." Pensó el ceniza.
De modo que con rapidez salió de su cuarto y teniendo un extraño presentimiento que muchas veces ya había sentido, comenzó a caminar por el pasillo buscándola.
—¿Mitsuki-san? —preguntó el rubio algo extrañado.
De repente otro golpe se hizo más presente y por ende un escalofrío apareció en sus entrañas, avanzó hacia el salón que secundaba con el cuarto de su madre y acercándose con algo de temor, observó que la puerta estaba abierta y justamente, era de donde provenían los golpes.
Algo en él se activó, sabía de que se trataba, sabía de quién eran esos golpes, sabía hacia donde eran dirigidos y sabía de quién era aquel olor tan embriagador.
—¿Mitsuki... —y no llegó a terminar la pregunta pues la puerta fue abierta de sopetón, sorprendiéndolo y asustado miró al que estaba frente a él.
Hacía mucho no vivía una escena como esa; cuando su madre era golpeada por su padre él nunca se daba cuenta. Tan solo fue una vez a su poca edad cuando lo vio por primera vez y esta sería la segunda en la que sucedería lo mismo. En aquel entonces era muy inocente para saber bien lo que ocurría pero jamás se dejo de culpar por ello, por que sabía que algo no andaba bien después de eso, y jamás hizo nada al respecto.
Tras ver las pruebas en su madre durante los siguientes años jamás tuvo el valor para enfrentar a su padre, desde aquella vez, que lo pilló golpeándola con una botella y como seguido, el también sufrió una paliza que lo marcó, desde aquella vez en la que se convirtió en el cobarde que era hoy.
Sin embargo, después de aquel día no volvió a sufrir maltrato alguno, y también desde aquella vez con seis años, no fue capaz de volver a mirar a su padre...hasta ahora, justamente cuando la escena volvía a repetirse.
—¿Hitoshi...qué estás... —y sin poder terminar observó como lo miraba desde la puerta con rabia y repugnancia por lo que calló sus labios y desvió su mirada con un gran miedo implantado en su corazón, sin embargo lo volvió a mirar enfrentándolo, aún cuando su cuerpo temblaba.
—¿Qué le estás haciendo a mi madre? —preguntó esta vez de forma determinada el cenizo al hombre frente a él, corpulento y agresivo.
Este hombre de cabello blanco y ojos castaños que parecían volverse negros tras su mirada de odio, hicieron retroceder a aquel joven de 17 años, quién imaginaba lo que sucedería a continuación.
Este hombre de gran corpulencia, cerró la puerta con llave en cuestión de segundos, dejando encerrada a la madre de Katsuki en el cuarto, y quedando en el pasillo con su hijo, ambos solos, sin nadie más a quién poder recurrir.
Fue entonces cuando se escuchó como alguien se arrastraba por el suelo, intentando pedir auxilio, intentando salvar en vano a su hijo pues bien sabía lo que aquel hombre le haría; seguido se escuchó como intentaba abrir la puerta sin fuerzas y fue cuando escuchó su débil voz. —¡Aléjate de él, no vuelvas a hacerle daño Hitoshi!
Katsuki reaccionó e inició a echarse para atrás, comenzando a entender la situación y palabras de su madre por lo que observaba a su padre con terror sintiendo todo lo que aquella vez experimentó.
¡No!
¡Enfrentale!
¿¡Qué te pasa joder, por qué continuas siendo un cobarde?!
¡Defiende a tu madre maldito inútil!
El joven de cabello ceniza sentía como su corazón palpitaba, sus ojos reflejaban terror y sus puños temblaban; el hombre se acercó y con gran rapidez lo empujó contra la pared, haciendo que este se golpeará pero no cayera, con velocidad se recompuso y lo enfrentó, esta vez con rabia.
—¡Qué no me escuchaste o qué pedazo de mierda! ¡Aléjate de mi madre y de mí y vete de una puta vez con las otras que tienes! —gritó Katsuki estaba vez con algo más de valor, demostrando que ya no era aquel niño que nada podía hacer, sin embargo aún albergaba mucho miedo y dolor.
Su padre esta vez lo miró con inmenso odio y tras beber un trago más de la botella que llevaba en mano se la lanzó al rostro del cenizo, este logró esquivarla y asustado lo volvió a mirar con rabia. —¡Maldito, tú has dañado nuestras vidas, has dañado a mi madre, no queda ni rastro de lo hermosa y feliz que era antes y todo por tu maldita culpa! ¡Te odio! —le gritó de nuevo esta vez con lágrimas amenazantes en sus orbes y con sus labios temblando.
—Cállate Katsuki sí no quieres recibir las consecuencias, ¡sí tu madre está así ahora es por lo puta que siempre ha sido y por no hacer las cosas como deberían ser! —le gritó con su voz grave y rasposa.
El cenizo lo miró con rabia y esta vez si arremetió contra él, con rapidez le lanzó un puñetazo en la mejilla, cuyo le hizo retroceder unos pasos atrás.
Este estaba más que sorprendido por el golpe, sin embargo el alcohol que recorría sus venas nublaba su juicio y por lo tanto, levantó su mirada castaña y frunció su ceño. —Está me las pagarás, pequeña mierda.
Le dijo para seguido devolverle el puñetazo, el cual hizo que el joven cayera al suelo sujetando su mejilla con dolor, y cuando trató de recomponerse sintió como su padre comenzó a golpearlo.
Infinitas patadas que fue incapaz de contar sintió en su estómago, en sus costillas y cabeza, las cuáles trató de cubrir con sus brazos, y cuando este cesó, Katsuki soltó un gran soplo de aire, el dolor le impedía moverse pero aún así, se volvió a levantar al ver como su padre se alejaba de espaldas con grandes pisadas.
Con rapidez recogió el tramo de botella que quedó en buen estado tras haber sido tirada contra la pared y se la lanzó, sujetando sus costillas y apoyándose contra la pared para seguido decirle:
—No vuelvas, maldito, espero que te mueras, ¡y vayas al infierno! —le gritó con rabia en su voz, sintiendo como su labio inferior ardía por la herida hecha en este.
Hitoshi sintió el choque de la botella en el suelo pues aún habiendo siendo lanzada con gran fuerza, no fue muy lejos y solo cayó cerca de sus talones sin llegar a darle, de modo que se giró y le miró con un rostro aún más encolerizado.
—¡Y aún tienes el valor para decirme eso, se nota que quieres sufrir, eres igual de puta que tu madre! ¡Marica! —le gritó para regresar en sus pasos y tomarlo del cuello para golpearlo contra la pared.
—¡Por eso es que tengo que corregirte a ti y a tu madre, sois nada más que un par de inútiles, una salió puta y el otro marica! ¡No entiendo por qué tengo que cargar con estos dos mierdas! —le gritó mientras Katsuki sentía que se asfixiaba en sus brazos.
Tratando con sus manos de separarlo le dijo: —Eso...m-mismo tampoco entiendo, lárgate y déjanos en paz, no te...necesitamos, por mí...puedes morirte... —le dijo y para terminar escupió en su rostro sangre que de sus labios había llenado su paladar.
Las venas se marcaron en aquel monstruo de horrible corazón, y sin un poco de piedad aún con la sangre en su rostro soltó el cuello del joven cenizo y comenzó a regar puñetazos por doquier.
Este sentía como golpeaban de nuevo sus costillas, sus brazos, su abdomen y aún en vano protegía inútilmente su cabeza, que aún así fue golpeada; su nariz y labios chorreaban más sangre de la que debería y tras perder todo el valor sintió como cayó al suelo al sentir que sus piernas fallaron.
Su padre aprovechando esto, le pegó unas patadas más y tras ver como este no respondió, descargó un poco más su ira, se agachó y sujetó su cabello elevando su cabeza para que le mirase.
—Tendrás que aguantarme hasta el final de tus días bastardo, cuando regrese espero y rezo por que hayan aprendido la lección. —y para terminar repitió la misma acción de su hijo, le escupió en la cara y tiró sin alguna suavidad su cabeza, para marcharse tras la mirada borrosa de Katsuki.
Una puerta cerrada con gran fuerza se escuchó y Katsuki aún así no sintió su cuerpo respirar con tranquilidad, se dio media vuelta para acostarse boca arriba y tras sentir como su mirada se volvía borrosa por las lágrimas que descendían, sonrió con tristeza.
—A-Al menos...no he sido...un c-cobarde. —dijo a la oscuridad de aquel pasillo, sintiendo como las lágrimas quemaban su piel.
Casi antes de perder la consciencia en aquel suelo frío, pudo ver la imagen de aquella persona que tanto amo en su vida, pudo vislumbrar aquel cabello corto ondearse con la brisa y como sus ojos le observaban con tristeza.
—S-s... —susurró débilmente, para cerrar los ojos y caer inconsciente por el incesante dolor de sus heridas.
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¡Muchas gracias por leer el nuevo capítulo de esta novela que cada vez estoy queriendo más!
Por fin sabemos por qué Katsuki odiaba estar en su hogar y el por qué de no soportar a sus padres.
Su madre por la simple razón de que al verla le recuerda lo cobarde que ha sido siempre, y su padre por los incesantes maltratos contra ella y ahora, de nuevo contra él.
¿Qué piensan que pasará ahora? ¿Quién de ustedes cree conocer la persona que vió en su cabeza el rubio antes de perder el conocimiento?
➤Aviso: El padre de Katsuki no aparece en el anime, ni nadie de ustedes lo conoce, es obra solo de mi imaginación.
Espero y les agrade mi historia, irá avanzando mucho mas la trama en los siguientes capítulos, espero y continúen conmigo. Gracias :)
Las canciones suelen tener sentimientos relacionados con la historia o ya, con el propio personaje en el que me reflejo.
¡Plus Ultra!
All the love,
Ella.
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