𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟑.
Un joven de cabello verdoso observaba a un joven de mirares rubíes mientras veía como las lágrimas descendían por sus mejillas pálidas, por ende el pecoso sonrió con amor y acarió su mejilla para seguido decir con sus finos labios. —Ahora estaré yo a tu lado, Kacchan, no pienso hacer que lo olvides, pero ahora y para siempre estaré aquí, a tu lado. —decía con una voz suave algo sonrojado un chico pecoso, acompañado de lágrimas en sus ojos y amor en su corazón.
De repente Katsuki Bakugo se levantó como cualquier otra mañana, un sueño hermoso había tenido; la luz que se colaba por las pequeñas aberturas de su cortina iluminaron su cuarto, llenándolo de alguna manera de una paz que hacía bastante no recordaba.
Por un momento su corazón se sintió tranquilo, amado y, algo adormilado se extraño por aquel sueño. "¿Qué tenía que ver con ese pecoso? ¿Por que este le había dicho que permanecería junto a él para siempre? ¿Se estaba volviendo loco acaso?" Se preguntaba así mismo.
Tras varios minutos mirando a la nada observó que aquella luz de momentos antes parecía ya no estar, giró levemente su rostro y se fijo en aquel cuarto tan oscuro y deprimente.
Las paredes negras como era de esperarse y el único color que cabría destacar diferente en aquel dormitorio era el naranja y rojo, como lo eran sus edredones, alfombra y la gran mayoría de sus ropas.
Junto a la ventana, había una pequeña mesa que poseía un jarrón de porcelana, blanco con líneas rojizas terminadas en pequeñas flores para que de nuevo, iniciará aquella línea interminable.
Dentro había unas rosas, rojas como rubíes propias del color de sus ojos, y cuándo al caer de nuevo en la realidad y observar aquel retrato junto a estas, sintió como su corazón ardía en llamas tristes y apagadas, aun cuando en el pasado fueron vivas y ardientes, ahora tan solo quedaba el resto de aquello que no deseaba desaparecer.
Sin más tardar se levantó intentando ignorar el rostro de esa persona en el retrato, representando un pequeño altar que poseía para no olvidar, para darle honor y respeto a aquella persona.
Aunque, sí no lo tuviese él jamás podría olvidar, no podría olvidar aquella llama de amor que ambos crearon una vez y que a pesar de las dificultades consiguió encenderse pero que fue destruida por la estúpida realidad en cuestión de tiempo.
Nunca lo perdonaré, y nunca me perdonaré.
Sin esperar mucho más, tomo su ropa, entro al cuarto de baño y sin despedirse de nadie ya arreglado, salió del hogar dispuesto a un nuevo día de clases; el cual era viernes, lo que no significaba mucha alegría para el rubio pues nuevamente tendría que pasar dos días junto a sus padres o evitándolos la mayor parte del tiempo.
Los rostros de las personas no le ilusionaban, no le agradaban y más bien le enfurecían por tener que divisar tantas sonrisas y rostros alegres; la felicidad era algo que pertenecía a su pasado pero no a su actual persona ya no.
Dentro ya del recinto, a lo lejos de su pasillo observó como una chica de cabello corto y cara redonda entraba en su clase y nada más pasar la puerta de la clase, su rostro se iluminó y se adentró corriendo sin embargo aunque tratará de no importarle, tenía un extraño pensamiento.
Al pasar finalmente a su aula, observó como la clase ya iba a iniciar pues faltaban ya muy pocos alumnos y sin mirar específicamente a nadie se sentó en su asiento y dejo su mochila a un lado.
Notaba el ambiente algo alegre y se preguntaba cuál era la razón, así que observando con atención se fijó en que la chica de cara redonda estaba pocos asientos lejos de él. "¿La habrían trasladado a su clase?"
Recién eran nuevos en la institución según se enteró por los rumores, ella y el joven de cabello verdoso pero no pensaba que la cambiarían a su clase.
En un momento de curiosidad observó el asiento detrás del suyo, normalmente estaba vacío pues ya nadie se sentaba allí, sin embargo había una mochila de color amarillo nueva, y por ende imagino que habría otro nuevo compañero, y en lo más profundo de su ser esperaba que no perteneciera a aquel joven de cabello verdoso, sería mucha casualidad que ambos chicos nuevos fueran trasladados al mismo aula.
Tras varios minutos la clase comenzó y su maestro de cabello color oscuro hasta los hombros, y de mirada sombría entró junto a un chico de cabello verdoso y con dos folios en mano, nada más entrar les preguntó.
—¿Saben dónde está Uraraka Ochako? ¿La chica que se trasladó junto a este joven?
Y la recién pronunciada se levantó algo nerviosa, se había olvidado de que tenía que esperar a su maestro para ser presentada pero al ver como su mejor amiga de la infancia Tsuyu, de la que había sido separada a muy poca edad, la alegría la inundó y se olvidó por completo de lo prometido ya tomando asiento junto a ella como sí de toda la vida fuera de ese aula.
El profesor de nombre Aizawa Shota resopló vagamente, y llamó la atención de la mas baja para que con rapidez se juntará con aquel joven de cabello verdoso, quién tenía la mirada baja y el rostro teñido de rojo, estaba nervioso.
—Les presentó a sus nuevos compañeros, Uraraka Ochako e Izuku Midoriya. Sé de propia mano la gran confusión que debe haber en cuanto a que clase pertenecían, pero puesto llegaron apenas ayer el cambio no era tan grande, y finalmente se decidió que irían a esta clase, pueden sentarse.
Katsuki afirmó la gran duda existencial que llevaba sobre aquel joven, al ver como alzaba su rostro y a su vez podía ver como sus mejillas sonrojadas llenas de pecas eran acompañadas por una sonrisa junto a sus grandes ojos verdes brillosos de alegría, confirmó que era el chico de: sus sueños, y el mismo al que ayer le gritó que no quería ver más.
"La vida es tan maravillosa, no sabes que jugadas rastreras con las que te puede venir, joder." Pensó el cenizo con su ceño fruncido.
Este saludó con una amigable sonrisa junto a su compañera sin embargo al pasar a ver todos los rostros de sus compañeros, se fijo en el cenizo. "Oh, mierda." Se dijo para sí mismo al cruzar mirada con el de ojos rubíes y mirada furiosa, parecía querer golpear a alguien, bueno a quién engañaba, quería golpearlo a él.
Y además cuando recién entro antes de la llegada de todos en la clase, escogió un sitio vacío que le indicó Aizawa, su profesor, y para su mala suerte era justamente detrás del rubio, sin pensarlo mucho más se encaminó hacia su asiento bajo la atenta mirada del rubio.
Sí las miradas matarán, él ya estaría bajo tierra, pensó repetidas veces; ya acomodado en su asiento y aún con sus mejillas rosadas ignoró al rubio que lo seguía observando dese enfrente, por mucho que quisiese responder su mirada, no podía.
Katsuki se giró después de ver un largo rato al verdoso, había algo que le hacía dudar aún más, aquel sueño que tuve antes de despertar.
Sí ya lo conocía, ¿por qué seguía apareciendo en sus sueños, y esta vez diciendo algo sobre permanecer juntos? Además del detalle que él mismo estaba llorando en el sueño frente a este, sin embargo ignoró eso e intentó esta vez concentrarse en la clase para ignorar sus pensamientos.
Tras terminar aquellas primera jornada matutina para dar inicio al receso, se levantó con prisa y sujetó su maletín dándose cuenta de que él de cabello verdoso, al notar que se había levantado se quedó paralizado en su sitio esperando que este se marchará.
El rubio de cabello cenizo se le quedó observando con una mirada neutra, intensa y algo confusa en sus pupilas rubíes. "¿Qué era lo que tenía que hacer con este chico? ¿Sería una señal o algo así?" Y tras bufar con rapidez, salió de su asiento y comenzó a dirigirse a la salida.
"¿Qué clase de pensamientos estaba teniendo últimamente? ¿Una señal? Definitivamente, se estaba volviendo loco, a lo mejor hasta podía ver fantasmas y eso era el pecoso..." Se dijo para reír internamente, menuda estupidez.
Sin embargo sintió como alguien le sujetaba de la manga de su uniforme, con algo de coraje se giró y observó como el pecoso de mirada verdosa le enfrentaba con determinación, algo que sorprendió al rubio pero que le hizo fruncir más el ceño.
Este aún tembloroso y sintiendo algo de miedo decidió hablar.
—Mira, sé que acepté el que no me verías más pero se ve que el destino no esta de ninguna de nuestras partes; para empezar se ve que eso no va a poder ser posible ya que estamos en la misma clase y vas a tener que verme más seguido de lo que imaginabas y por otro lado, no sé por que has tomado esa conclusión de mí, yo no te he hecho nada y, menos entiendo la razón por la que actúas así conmigo sin siquiera conocerme. Así que en conclusión, tendrás que aguantarme como yo a ti. —le decía él de pecas perdiendo poco a poco los nervios con algo de confusión pues realmente no sabía sí eso era lo que quería decir.
Katsuki Bakugo le observó con enfado, "¿Quién se creía para venir y hablarle de aquellas maneras como sí nada? Normalmente cuándo él gritaba o amenazaba a alguien no iban directamente al día siguiente a hablarle con descaro, más bien, ni eran capaces de verle al rostro al día siguiente, y en cambio él sí..."
Con rapidez se soltó del agarre de este y lo empujo haciendo que tropezara pero sin llegar a caer al suelo, con rapidez ambas miradas cruzaron y Katsuki apretó sus puños con rabia.
—¡No me hables de esa manera! ¡Sí yo quiero que no te acerques a mí, tendré mis razones que no deben de importarte pedazo de mierda! —le decía el cenizo realmente furioso—. ¡Déjame en paz, puede que vayamos al mismo aula en adelante, pero no me hables y trata de alejarte de mí todo lo que puedas, y deja de una maldita vez de aparecer en mi cabeza! —le gritó cansado de esas mierdas de sueños que tenía últimamente.
Midoriya Izuku se quedó sorprendido, "¿A que se refería con lo último? ¿Y por qué parecía que le tenía tanta rabia sí de nada lo conocía?" Así que con rapidez sujeto de nuevo al cenizo pero esta vez de ambos hombros acercándolo levemente.
—¿A que te refieres con dejar de aparecer en tu cabeza? —le decía Midoriya intentando descubrir la razón entre sus palabras, y a su vez Katsuki se sorprendió al sentir un tacto algo suave en sus hombros, bastante cálido.
Como si un balde de agua fría le hubieran lanzado Katsuki se dio cuenta de sus palabras y sintió como su temperatura comenzó a elevarse, quizá por el coraje o la rabia pero también, la vergüenza.
Así que apretando sus dientes, levantó su brazo apartando los del contrario y lo empujo esta vez haciendo que cayese al suelo, para seguido apretar sus nudillos y gritarle. —¡Solo déjame en paz y no me toques nunca más!
Midoriya le observó con pequeñas lagrimas en los ojos, aún cuando su determinación y valentía seguían, aquel golpe le había dolido pero de alguna manera le dolía aún más que un chico como aquel le tuviera tanta rabia sin conocerlo, no era justo.
Katsuki lo observó desde el suelo y salió con grandes pisadas, el pecoso tras ver como salió disparado el rubio de la sala se pudo relajar levemente, sacudió su ropa y ya estando de pie totalmente, se dijo para sí mismo.
—¿Por qué de alguna manera necesito entenderte? ¿Por qué a pesar de que me tienes tanto odio necesito que no lo tengas? —se preguntó a sí mismo en la soledad del aula, escuchando como sus palabras se tornaban en ecos bajos que desaparecían en las paredes de la clase.
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Bueno, bueno, aquí está el siguiente capítulo que tantas ansias tenía de subir, prepárense por que en el siguiente conocerán más sobre Katsuki, su vida familiar y como la relación entre estos dos avanzará grandes pasos por algo muy importante. Ya tengo separador, ¡yeiii!
¿Les gustarían los capítulos más largos?
El siguiente capítulo, ¡será muy turbio!
Nos leemos en la próxima, los quiero y muchos besos.
¡Plus Ultra, tengan una hermosa noche!
All the love,
Ella.
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