𝓟𝓪́𝓰𝓲𝓷𝓪 𝟏𝟎.
Tiempo después ambos jóvenes se habían separado con algo de timidez tras ese abrazo que reconfortó al rubio, y tras una pequeña conversación, ambos, —o específicamente el rubio— habían decidido saltarse las clases y por ende ambos corrían hacia el muro de la institución, Bakugo saltó con habilidad y Midoriya con su ayuda también la cruzo; no podían salir por la puerta principal pues estaban haciendo pellas o novillos y era obvio que estaba prohibido.
El de cabello verdoso se encontraba muy nervioso ante esta huida, él jamás había hecho tales cosas y de alguna manera se sentía rebelde, Bakugo sin darse cuenta sostenía la mano del verdoso mientras corrían por las calles, no tenían un destino común al que dirigirse por lo que el cenizo prefirió llevarlo a su "hogar", no sabía sí debía o sí habría alguien allí, pero quería llevarlo y no sabía la razón.
Llegaron a la casa del rubio, este le comentó que esperase unos minutos mientras recogía algo que no tendría que estar, —o más bien revisar sí había alguien—, y tras asegurarse de estar solos, ambos chicos entraron.
Midoriya se moría de la vergüenza, era la primera vez desde que llegó a la ciudad que entraba a la casa de un compañero y se esperaba todo, menos que fuera aquel joven. Pensaba mirando la espalda del rubio mientras lo conducía al salón.
—Espero no te importe estar mi casa, si no te llegas a sentir cómodo, podemos ir a otro lado. —le dijo amablemente el cenizo pues el pecoso había sido muy agradable con él y no tenía razón para tratarlo mal.
Midoriya sonrió con vergüenza y se sentó en un cómodo mueble de la sala. —Esta bien así, Kacchan, es más que suficiente. —admitió.
Bakugo lo miró de reojo mientras se sentaba en el mismo asiento, algo más alejado y mientras tomaba el control, puso un canal cualquiera para rellenar el silencio que inundó la sala.
Cuando Midoriya trató de romper el hielo, el rubio lo interrumpió. —Oye...Deku, te haré una pregunta y tienes que responder con sinceridad, ¿bien? —y mirando como el pecoso asentía nervioso y lo miraba con esos orbes verdes, prosiguió. —¿Por qué...por qué eres tan amable conmigo? Siempre te he tratado mal y no entiendo la razón de que aún sigas...a mi lado, sí se puede decir.
Midoriya pareció pensar la respuesta apenas unos segundos y con una sonrisa nerviosa, contestó. —Yo soy una persona amable y respetuosa, que trata con amabilidad a los demás gracias a los valores de mi madre, eso es verdad. Pero desde que llegué, no he tenido la oportunidad de mostrar mi carácter, más bien no he podido entablar una amistad en forma con nadie...salvo contigo y por razones que tu y yo solo conocemos.
Bakugo lo observó atentamente y sintió como algo se removió en su interior, le molestaba el mal trato que había tenido con el chico sin siquiera conocerlo, pero eso cambiaría en adelante. También el rubio se estaba dando cuenta de como el pecoso se abría poco a poco con él y eso le gustó.
Midoriya arrugó su nariz un poco avergonzado y prosiguió hablando. —E-es decir, me alegra que sea contigo con la primera persona que tengo contacto, no quería dar a entender que no, me...me agrada tu compañía.
El rubio lo miró intensamente con sus ojos rubíes y sonrió disimuladamente. —¿Quieres algo de tomar, mierdecilla?
El verdoso asintió con rapidez. —Cualquier cosa estaría bien.
Por lo tanto el rubio se levantó y se dirigió a la cocina, seguido del verdoso. El ceniza entendía por que lo seguía, probablemente se sentía nervioso y no quería quedarse allí solo pero le molestaba tenerlo tan detrás suyo, así que dirigiéndole una mirada algo intensa le dijo.
—¿Por qué no vas y das una vuelta por la casa? A lo mejor se te pasan los nervios de esa manera. —dijo el ceniza con una sonrisa ladina pero el ceño fruncido.
Midoriya captó la indirecta y saliendo de la cocina, con su mochila aún en brazos caminó por los extensos pasillos. "¿Tanto se me nota que estoy nervioso? Maldita sea Izuku."
Seguido tras sacudir la cabeza y negar sus estupideces, rozaba con sus dedos las puertas y se centró en una al final del pasillo, cuyo tenía un cartel que decía: "No entrar, sí lees esto y pasas, te quemó la cara."
Midoriya se rió por ende, negando a su vez por el cartel que le pareció bastante gracioso. Quiso entrar por alguna razón, y sin pedir permiso se adentró, el seguro no estaba puesto y por eso entró con facilidad, suponía que era el cuarto del rubio y al pasar no se equivocó, sacó la mochila de sus brazos y la depositó en la entrada.
Observó el cuarto bastante interesado, era de tonalidad oscura, tanto los tendidos como las cortinas, pero estaba muy limpio y eso le sorprendía, no se lo esperaba. El olor que emanaba la habitación era de flores, sin embargo se olía a leguas la tristeza que en esta habitaba y eso hizo fruncir el ceño del verdoso.
Se fijo en un escritorio con libros y un portátil muy moderno a decir verdad, había muchos cuadernos organizados por fechas y números, lo cual hizo entender la organización extrema que le gustaba al cenizo y eso le agradó.
Tras girarse y dispuesto a marcharse, algo llamó su atención, en un mesilla de noche se encontraba un jarrón de flores, rosas para ser exactos, de aspecto hermoso y también triste, miró más detenidamente y se fijo en que a su lado una foto se encontraba.
Se acercó a esta pues no la identificaba con exactitud, la tomó en sus manos y se fijo en aquel rostro, aquel rostro que conocía como el propio. Su cabello rojizo se ondeaba con la brisa, el atardecer iluminaba los cerezos rosados en el fondo y a su vez la mirada bicolor del joven en esta. Uno grisáceo y otro turquesa eran los mirares de aquel joven, al igual que su cabello mitad rojizo y blanquecino, una sonrisa esplendida aparecía en sus labios rosados pero había algo de dolor en aquella imagen y lo reconoció al entender que eso era un altar.
Midoriya sintió temblar sus manos y cayendo al suelo de rodillas no podía entenderlo. "¿Shoto...? ¿Por qué...?"
Mientras Katsuki había decidido preparar unos bocadillos para acompañar los tés calientes que había preparado, bien no sabía que le gustaba al verdoso pero trató de escoger alimentos que suponía que le gustaban. Cuando estuvo listo caminó con todo a la sala y al ver que no estaba pensó que todavía rondaba por la casa, en un principio tampoco le gustaba la idea pero se sentía tranquilo siempre y cuando no entrará a ningún cuarto.
Depositó todo en la mesa y lo buscó primeramente en el pasillo que secundaba con la cocina y el cuarto de sus padres, no estaba y eso le estremeció, se acercó a la puerta trasera en ese mismo pasillo para ver sí había salido al patio pero tampoco estaba, por lo que entró corriendo y se acercó al pasillo contrario, revisó el baño y tampoco, así que miró hacia la puerta de su habitación, la vio abierta y con la mochila amarillenta en el suelo.
Eso no sabría explicar sí le molestó o le confundió pero se acercó con grandes zancadas y con algo de molestia, entró vociferando. —¡Deku! ¿¡se puede saber qué mierda haces en mi... —sin embargo no terminó al verlo en el suelo, sujetando un cuadro. En efecto, aquel cuadro, en sus delgadas manos, por lo que rabioso se acercó.
"¿Cómo se atrevía a entrar sin permiso y encima tomar cosas que no le pertenecían?"
Se molestó aún más al verlo de espaldas, y sin hacer ningún ruido, por lo que le arrebató el cuadro de sus manos para con la otra levantarlo de la camisa. Al acercarlo a él, y verlo fijamente a los ojos, fue incapaz de gritarle nada de lo que había pensado su mente en ese pequeño trayecto.
Sus ojos verdosos estaban repletos de lágrimas, mientras estas brillantes y transparentes caían por sus mejillas sonrosadas, sus labios estaba en una línea sólida y la mirada que le dirigió al rubio, lo descolocó.
Lo dejó en el suelo y colocando de nuevo el cuadro en su sitio, se volteó y con molestia le preguntó. —¿Qué te sucede idiota, por qué te metes en mi cuarto sin permiso y tomas cosas que no te incumben? —preguntó bajo la mirada borrosa del pecoso.
Este frunció su ceño y con rabia miró al rubio. —¿¡Por qué tienes un cuadro de Sho-chan en tu cuarto!? ¿¡Por qué parece como sí fuera un altar a alguien que ha muerto!? ¿¡Qué tienes que ver tú en su vida, por qué está aquí esta foto!? ¿¡Dónde esta él!? —vociferó el chico de ojos verdes con dolor en su voz y la garganta atada en un nudo.
Bakugo se exaltó al comprender, Midoriya parecía conocer al bicolor y no sabía que le había ocurrido. Por lo que respirando hondo, y tratando de que sus sentimientos no fluyeran, sujetó al verdoso de los hombros tratando de tranquilizarlo.
—Deku, no sé como decirte esto...ni cómo después de un año no te has enterado, pero... —y tragando saliva, mordió su labio. —Pero él se suicidó.
Midoriya abrió sus ojos asustado y horrorizado, y a su vez sus labios sin comprender. —¿Qué...? Debes estar mintiendo, eso no es posible, él... —se veía confundido y asustado, sus pestañas húmedas de las lágrimas empañaban su vista y él ya no tenía el control de ellas, su corazón gritaba y su garganta se cerró.
Bakugo sin pensarlo dos veces, lo abrazó con fuerza, sintiendo como este dejaba caer sus brazos sin corresponder, por ende lo abrazó más fuerte. —Lo siento, Deku. —susurró en su oído, tratando de impedir que su propio dolor acudiera en aquel momento.
¿Qué?
Era la única palabra que rondaba por la mente del verdoso, eso no podía ser posible, él no podía estar muerto...no podía ser cierto. Pero al sentir el calor y la tristeza de los brazos del contrario pudo comprender que no era mentira, que realmente ya no estaba vivo, y por primera vez en mucho tiempo su corazón ardió, su cabeza le dolió y sus labios gritaron en silencio.
||
¡Gracias por leer este nuevo capítulo, lamento la tardanza pero necesito que queden bien! No puedo equivocarme en ningún paso para el desarrollo, pero dejando esto a un lado, muchas gracias por leer y por el apoyo que recibo. Este capítulo, es algo triste y espero les haya conmovido, siento sí es algo corto y rápido, pero el próximo será más largo y estoy segura de que no los decepcionará.
No olviden comentar que me harían muy felices con estos. Quería mostrar la facilidad de un cambio, como en un instante estás feliz y en un minuto todo tu mundo se viene abajo.
¡Plus Ultra!
All the love,
Ella.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro