
➵┆Cᴀᴘ. 33┆
K. Nahyun
UN MES DESPUÉS
10:00 AM
El tiempo parecía volar, y en su flujo acelerado encontré un espacio para sanar, para dejar que el amor, las caricias y las palabras sinceras transformaran el dolor en algo más llevadero. Con cada gesto, cada conversación, fui reconstruyendo las piezas de lo que sentía hacia Jung Kook. Aunque el perdón llegó poco a poco, aún había sombras de duda en mi corazón. ¿De verdad no quiso hacerme daño, o quizás había algo más detrás de sus acciones?
A pesar de esas incertidumbres, había algo claro: no era una atracción puramente física lo que me conectaba con él. Era más profundo, más extraño, una conexión que desafiaba las explicaciones habituales.
Cuando tomó mi mano en la institución, el efecto fue inmediato y sorprendente: un leve pero claro cosquilleo, una corriente que recorrió mi cuerpo, mientras esos pequeños animalitos revoloteaban en mi estómago como si hubieran encontrado un nuevo hogar. ¿Un cliché digno de una película? Tal vez. Pero la realidad era que ese momento, por más inusual que pareciera, era innegablemente mío, único y lleno de significado.
—¿Escuchaste, Nahyun? —habló Hoseok sacándome completamente de mis pensamientos, de mi gran ensoñación.
—No, Hobi. Discúlpame —negué con pena, ¿Por qué siempre tenía la cabeza en donde no iba? Ya estaba empezando a molestarme.
—Decía que podíamos hacer una piscinada en tu casa, ¿Qué opinas? Así pasaremos más tiempo juntos antes de las vacaciones —tenía una gran sonrisa de oreja a oreja.
La idea tenía un encanto especial, una comodidad que venía de saber que eran mis amigos de siempre, los que conocían cada rincón de mi historia. Había momentos en los que sentía que Dios Todopoderoso y el universo habían conspirado a mi favor, tejiendo los hilos para que estas conexiones existieran.
Por más peculiar que pudiera ser Sun Hee, con sus momentos de desconexión que podían descolocar a cualquiera, seguía siendo mi amiga, una pieza fundamental en el rompecabezas de mi vida. Esa mezcla de imperfecciones y cariño genuino hacía que nuestra amistad brillara con luz propia.
—Disculpen, debo ir al baño —dijo Sun Hee levantándose rápidamente de su asiento, con aquella sonrisa en su rostro
—No me parece mala idea, es más, suena fantástica —sonreí con presente emoción, pero Jimin solo bufó ante mi respuesta, ¿Y a éste personaje que le pasa?
—¿Qué le pasa? —preguntó Jane alzando su voz, sólo para que le prestaramos un poco de atención.
Es como si el ambiente entero hubiera cambiado, ¿verdad? Los comportamientos que antes parecían naturales ahora resultan extraños, como si todos estuvieran navegando entre lo que saben y lo que sienten sin encontrar un equilibrio. Quizás el suceso con Jung Kook haya dejado huellas que no son tan fáciles de ignorar, incluso si no se mencionan directamente. Esas tensiones no expresadas suelen flotar en el aire, cambiando dinámicas, aunque nadie lo diga en voz alta.
—Simple —dijo Daisy con entusiasmo, pero el momento ameritaba un velorio por sus caras—. Jimin te ama, Nahyun —soltó como si fuese lo más normal del mundo. El rubio abrió muy grande sus ojos y fulminó luego a Daisy con ellos— ¿Qué? No me mires así, es la verdad —qhora ella bufó y se cruzó de brazos.
El día ya estaba cargado de suficiente, y ahora esto. No sabía si sentirme más desconcertada por el supuesto interés de Jimin hacia mí o por el hecho de que esa confesión ni siquiera salió de sus propios labios. Era como si el universo se empeñara en lanzar más complicaciones a mi camino. Ese "interés repentino" de Jimin, además, parecía tan fuera de lugar, tan inoportuno, que solo añadió otra capa de confusión a la montaña de emociones que ya cargaba, ¿Qué se suponía que debía hacer ahora con esta información? Ignorarla parecía tentador, pero sabía que sería imposible borrar esa revelación de mi mente.
[➵]
Im Sun Hee
El peso de la situación era abrumador, como si cada paso que daba me hundiera más en un torbellino de emociones. Nahyun había logrado transformar mi mundo en un caos insoportable, y el simple hecho de verla tomada de la mano de Jung Kook, mi Jung Kook, era suficiente para sofocarme hasta el punto de desear escapar de todo. Pero no podía detenerme, ni mirar atrás. Había tomado una decisión, y aunque las dudas intentaban aferrarse a mí, seguí adelante, impulsada por la determinación que había estado creciendo en mi interior durante semanas.
Llegué al salón de arte y pintura, un espacio que ahora parecía tener un propósito completamente distinto. Allí estaba esa persona, la única que podía ayudarme a ejecutar mi plan, a tomar venganza por lo que Nahyun me había hecho. La ira y la frustración se mezclaban con una sensación de poder, como si finalmente estuviera tomando el control de una situación que me había dejado tan vulnerable. Era un momento decisivo, uno que prometía cambiarlo todo.
Era como si ella hubiera leído cada rincón de mi alma, cada pensamiento que me negaba a admitir incluso a mí misma. Sabía que él me gustaba, que me atraía de una manera que no podía controlar, que su presencia era casi vital para mí. Y ahí estaba yo, cayendo una y otra vez ante su mirada, esos ojos avellana que parecían tener el poder de desarmarme por completo. Era frustrante, casi humillante, pero al mismo tiempo, imposible de ignorar, ¿Cómo se puede luchar contra algo tan profundamente arraigado?
Mis pasos resonaron en el pasillo, rápidos y decididos, mientras el peso de lo que estaba a punto de hacer alimentaba mi determinación. Al llegar al salón, no me molesté en detenerme para reflexionar o suavizar mi entrada. Empujé la puerta con fuerza, dejando que su apertura brusca anunciara mi llegada. Todo en mi gesto hablaba de urgencia, de una mezcla de ira contenida y resolución que no podía ser ignorada. El aire parecía cargado, y el ambiente en el salón cambió en un instante con mi presencia, como si todos supieran que algo importante estaba a punto de suceder.
—Todos ustedes —señalé a los estudiantes que practicaban en la hora de descanso— ¡FUERA! —pedí amablemente.
—Y si no, ¿Qué? ¿Vas a golpearme? —se acercó una niña más baja que yo, imponiendo presencia.
El salón de arte siempre había sido un refugio para los más jóvenes, un espacio donde los alumnos de primeros años solían explorar sus primeros trazos y colores. No sería sorpresa si quien estuviera allí ahora se sintiera molesto por la idea de seguir órdenes de alguien mayor, alguien que, en su perspectiva, invadía su territorio creativo. Pero este no era un día normal, y yo tampoco estaba dispuesta a esperar que me cedieran el espacio de buena gana. Mi propósito era claro y el resto... el resto ya se resolvería en su momento.
—Te mataré —amenacé metiendo una de mis manos en en el bolsillo derecho.
Estaba decidida a caerle encima y golpearla hasta dejar su cuerpo sin vida, nunca había tenido tanta determinación y hacer pagar a Nahyun por su traición, era lo que más anhelaba.
—Vá-vámonos —ordenó a un grupo de chicos con cierto titubeo.
Cuando finalmente el salón quedó vacío, excepto por la persona con la que había planeado hablar, me acerqué con pasos decididos, dejando que el eco de mis movimientos llenara el espacio silencioso. Mis ojos se clavaron en ella, y con un gesto firme, jalé una de las sillas cercanas, como si todo estuviera perfectamente orquestado para facilitar este momento. La situación tenía un aire de tensión y expectativa, cargado de una determinación que parecía imposible de ignorar. Cada detalle era un paso más hacia lo que tenía en mente, y no había vuelta atrás.
—Te daré lo que más quieras... joyas, dinero, una gran reputación dentro de la institución. Todo puede ser tuyo, pero solo si me haces un favor —mi tono era decidido, firme, sin espacio para dudas. Miré directamente a sus ojos, buscando alguna señal de interés.
—¿Un favor? ¿Qué clase de favor? No me gustan los enigmas y tampoco trabajo gratis —su voz cargada de desconfianza, aunque no podía ocultar el destello de curiosidad detrás de sus palabras.
—Nada complicado para alguien como tú —hice una pausa breve, para medir su reacción antes de continuar—. Solo necesito que me ayudes a ajustar cuentas con alguien que me traicionó. Piensa en ello como un pequeño servicio... uno que será generosamente recompensado.
—¿Y qué me garantiza que cumplirás tu parte del trato? Las palabras se las lleva el viento, ya lo sabes.
—No soy de las que retroceden en sus promesas —respondí sin titubear—. Además, no creo que puedas resistir una oferta como esta. Joyas exclusivas, dinero en cantidades que no podrías gastar en meses, y la posibilidad de convertirte en alguien influyente aquí. ¿No es justo?
—Influyente dices... Suena tentador, pero quiero detalles, ¿Qué necesitas exactamente que haga? No voy a comprometerme sin saberlo todo.
—Bien —incliné mi cuerpo hacia ella, como si el peso de mi plan exigiera privacidad absoluta—. Ten sexo con Jung Kook —solté de golpe, sin rodeos.
—Sabes que necesito dinero para mis caprichos —comentó ella sin responder exactamente con la afirmación que quería.
—Lo sé, por eso cree en mí palabra y tendrás miles de dólares en tu cuenta —junté ambas palmas de mis manos, entrelazando mis dedos, poniendo la cara más seria y convincente que podía.
Su reacción fue casi teatral, dejando escapar una risa que resonó en el aire y terminó con el gesto exagerado de quitarse una lágrima inexistente de la mejilla. Era evidente que veía todo esto como una broma, una escena que no se tomaba en serio. La indiferencia que mostró solo añadió una chispa más a la frustración que ya estaba acumulada, ¿Cómo podía pensar que mis palabras no eran genuinas? Aunque su actitud era un desafío, también encendía en mí una determinación aún más fuerte para hacer valer mi punto.
—¿Crees que lo haré por necesidad? —soltó una risotada irritante— ¿A qué estás jugando? —preguntó alejándose de la pintura y acercándose peligrosamente a mí.
—Quiero cobrar venganza.
Su seriedad me desarmó por un instante, pero la ausencia de una negativa clara era suficiente para saber que había captado mi propuesta. Un leve movimiento de su cabeza, apenas perceptible, confirmó mis sospechas: había aceptado. La facilidad con la que esto había sucedido me tomó por sorpresa, dejando un aire de satisfacción en mi interior, aunque no podía evitar preguntarme si todo sería tan sencillo como parecía. A veces, la verdadera complejidad surge después de que las palabras se convierten en acción.
—¿Cuando? —preguntó buscando algo dentro de sus bolsillos con inquietud.
—Ahora mismo —la miré con una gran sonrisa y estiré mi mano esperando a que ella estrechara la mía— ¿Es un trato?
—Es un trato —estrechó mi mano y me alegré por ello.
La sensación de control era innegable, como si cada pieza en el tablero comenzara a alinearse exactamente donde la necesitaba. Las reglas ahora eran mías, y los demás, conscientes o no, comenzaban a moverse al ritmo que yo dictaba. Había algo poderoso en esa certeza, en sentir que, por primera vez en mucho tiempo, estaba moldeando mi destino según mi propia voluntad. Sin embargo, un juego como este siempre tiene giros inesperados, y estaba lista para enfrentarlos.
[➵]
J. Jung Kook
10:20 AM
Hoy me sentía más aburrido que de costumbre, no era lo mismo estar en tu oficina viendo algún tipo de pornografía, llamar a muchas prostitutas o divertirse un gran rato, que estar parado viendo a la nada, bueno, exactamente a los estudiantes que entraban y salían.
El conflicto interno era innegable, una mezcla de emociones que oscilaban entre el odio y el deseo. La condición impuesta por Nahyun me resultaba insoportable, pero al mismo tiempo, no podía evitar querer estar cerca de ella. Su aroma a vainilla parecía envolverme, y esos ojos, una fusión hipnótica de verde y marrón, tenían un poder que me desarmaba. Ni hablar de sus labios, gruesos y tentadores, que parecían guardar secretos que nunca podría descifrar del todo. Era una contradicción viviente, atrapada entre lo que quería rechazar y lo que no podía dejar de anhelar.
—Hola, guapo —Jessica apareció en mi campo de visión— ¿Qué haces tan solito aquí? —abruptamente, me sacó de mis pensamientos, además de tomarme por sorpresa su repentino acercamiento—. No me ignores, sé que te excita tener a esto —señaló su cuerpo, posiblemente fogoso—, frente a tí, pero no te resistas, ya no más.
Mi risa escapó casi sin permiso, una reacción inevitable ante lo absurdo del momento. ¿Qué estaba pensando? ¿Acaso llevaba un cartel invisible que decía: "Disponible para bromas pesadas"? No lo creía ni por un segundo. La ironía de la situación era tan evidente que no podía evitar sentirme atrapada entre la frustración y el humor.
—No estoy para bromas, señorita Jessica —dije sin más, ni me importaba ella en este instante.
El momento se cargó de tensión en un instante. Su proximidad era inquietante, y el toque en mi mejilla, aunque suave, llevaba consigo una intención que no podía ignorar. Mi reacción fue inmediata, apartando sus manos con firmeza pero sin causar daño, dejando claro que no había espacio para malentendidos, ¿Cómo podía no darse cuenta de que mi postura era definitiva, que mi distancia no era negociable? Era un límite que no estaba dispuesto a cruzar y esperaba que mi gesto hablara más fuerte que cualquier palabra.
—Dime sólo Jess, Jung Kook —se acercó tocando de manera indiscreta mis brazos y lo trabajado que estaban—. Wow —expresó asombro—, se nota que haces mucho ejercicio —siguió subiendo sus dedos por mi brazo derecho, provocando absolutamente nada en mí, sólo me incomodaba con su presencia.
—¿Qué se supone que haces? —Cuando terminé de decir aquellas palabras, no sé cómo lo hizo y tampoco como lo logró, pero unió nuestros labios en un beso muy forzado, empezando a mover sus labios sobre los míos.
No correspondí, ¿Por quién me toma? Mordió mi labio inferior muy fuerte, sintiendo el sabor a hierro en mi boca, aunque era mi propia sangre, podía volverse adictiva.
—Basta, tú no eres Nahyun —la tomé de los hombros y la separé de mí.
Ella estaba totalmente colorada y perdida en sí.
—Ven —se deshizo de mi agarre y tomó mi mano para arrastrarme, pero no pudo moverme ni un centímetro—. Vamos... o le diré a Nahyun sobre nuestro el beso —ella cree que podía amenazarme, no sabía con quien se metía—. Aunque, si me retas, le puedo enseñar ese vídeo ahora mismo —señaló hacia mi izquierda
El momento se congeló en mi mente, como una fotografía que no quería recordar. Allí estaba Sun Hee, con su teléfono en mano, grabando cada segundo de mi vulnerabilidad. La realización golpeó como un trueno: todo había sido una trampa, y yo había caído en ella como un ingenuo. La mezcla de ira y humillación se apoderó de mí, mientras intentaba procesar cómo había llegado a este punto. Era como si el suelo se hubiera desmoronado bajo mis pies, dejándome en un vacío lleno de frustración y preguntas sin respuesta.
—Definitivamente, estás loca, Jessica —solté sin más, ¿Qué se supone que haré ahora? Matarla no era una opción.
—Todavía falta bastante para que termine el receso —susurró bastante audible, si no fuera mujer, la golpearía muy fuerte—. Si yo fuera tú, lo haría por mi propio bien.
El ambiente se tornó extraño y cargado de incertidumbre mientras la seguía, mi mente nublada por la confusión y la falta de claridad. Cada paso que daba me acercaba más al baño de mujeres, y aunque sabía que algo no estaba bien, no pude detenerme. Era como si mi lado más ingenuo se hubiera apoderado de mí, ignorando las señales que gritaban peligro.
Cuando abrió la puerta, su actitud meticulosa al verificar que no hubiera nadie en los cubículos me hizo sentir aún más fuera de lugar. Y luego, sin previo aviso, me jaló hacia adentro, cerrando la puerta detrás de nosotros. La situación era surrealista, y cada segundo que pasaba parecía intensificar la sensación de que algo estaba a punto de suceder.
—¿Sabes que? Ya me arrepentí, no quiero hacerlo contigo —por mí, le podía decir a Nahyun, no era un delito tan grande como para acostarme con aquella zorra y arruinar todo lo que había logrado, ¿O si? La frustración me iba matar.
—Todos lo quieren hacer conmigo, ¿Qué te hace diferente para no querer hacerlo? —alegó acercándose a mí para besarme, cuando lo logró, no la detuve y menos cuando tenía su mano en mi entrepierna.
La contradicción era desgarradora. Por un lado, sabía que Nahyun tenía el poder de detener todo este caos, de poner fin a la locura que se había desatado. Pero, por otro lado, mi cuerpo parecía traicionarme, cediendo ante sus demandas, como si estuviera atrapado en una red tejida por esa víbora. Era una lucha interna, una batalla entre lo que sabía que debía hacer y lo que parecía inevitable. La tensión era palpable, y cada momento se sentía como un desafío para mantener el control.
Bajó sus besos por mi cuello, de una forma muy candente, no podría negarlo y menos que me imaginaba a Nahyun con cada toque que aquella mujer me proporcionaba, disfrutando de cada caricia.
Podía sentir al igual que ella, como mi miembro se endurecía, como fierro, bien erecto y no precisamente por pensar en ella, si no por creer que era alguien más.
Mordió su labio inferior y me miró pervertidamente al separar nuestros labios.
—De lo que se pierde Nahyun —tocó con más descaro encima de mi pantalón, la gran erección en ellos palpitante no era más que un simple estorbo en estos momentos.
Ella subía y bajaba su mano por encima de mi pantalón con posesión.
—Jessica, ya basta —pedí con la gran fuerza de voluntad que me albergaba, alejando su mano de mi entrepierna.
Se acercó a mi oído y me susurró aquellas palabras que me dieron las ganas necesarias para follármela.
—Hazme tuya, Jung Kook.
¿Qué tal todo?
Yo todo bien, intentando corregir todos los capítulos y tener próximas actualizaciones.
Gracias por leer❤️
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Corregido: 15/04/2025
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