Fandom: Haikyuu!

Emparejamiento: Kageyama Tobio x Reader

Género: Angst- "exprimidor emocional". Intenté, pero como que no salió sdfghjk

Recuento de palabras: 832

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"Pienso en ti cuando llegan las 00:00; no puedo evitarlo, simplemente rondas en mi cabeza en contra de mi voluntad"

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Finalmente, después de un largo y agotador día de Invierno, Kageyama Tobio se encontraba aplastado contra las sábanas, mientras su dedo deslizaba sin interés las publicaciones de Instagram. Fotos de Oikawa, de Hinata y otras personas que realmente no podían importarle menos. 

Y así estuvo largas horas, incapaz de dormir. Era viernes por la noche, por lo que no le preocupaba en lo más mínimo acostarse tarde, mucho menos desvelarse toda la noche. Sus dedos alternaban entre Candy Crush, Instagram, Twitter y Youtube, indecisos. Abrió Netflix, para luego cerrarlo, aburrido. Decidió, finalmente (después de unos veinte minutos de larga consideración) que sería mejor navegar en Instagram un rato más. Y justo cuando estaba dispuesto a dormir, una foto; una foto de una persona en particular llamó su atención. 

La foto de la única persona capaz de hacer que quisiera arrancar su corazón de su pecho y lanzarlo a los brazos de aquella persona que amaba, gritando "¡Soy todo tuyo, no me dejes caer!" 

Su azulada mirada recorrió primero su rostro; tan bello como siempre. Soltó un ligero suspiro, enamorado, observando su cabello, sus mejillas, su nariz, y finalmente, sus labios y sus ojos. Esos hermosos ojos brillantes de color _____, y esos labios curvados hacia arriba que tanto adoraba.

Esos ojos que no brillaban por él, y esos labios que ya no sonreían gracias a él.

Con mucho pesar, su mirada viajó al acompañante en la foto. Una persona hermosa, alta y de apariencia gentil: él/ella le devolvía la sonrisa, y Tobio juraría que en ambos ojos se reflejaban corazones de amor.

Su mirada se paseó desde T/N hasta la otra persona, escaneando cada facción que poseían los dos. Sin dudas el uno para el otro.

¿En qué momento había dejado de ser el chico que estaba en esa foto? ¿En qué momento el corazón de T/N había dejado de pertenecerle? ¿Había sido a principio de año, cuando él le acusó de humillarlo frente al equipo? ¡Se había disculpado después, no podía ser eso!

¿Había sido cuando le ordenó que dejara de asistir a los partidos? ¡Era porque no quería que lo viera fracasar! Parecía haber una respuesta a todo: una excusa, una razón válida, al menos para él.

Entonces, ¿Por qué?

¿Por qué había llegado a la entrada del gimnasio después de la práctica, juegueteando con sus dulces y pequeños dedos, a decirle "tenemos que hablar, Kageyama"? Nunca le había llamado por su apellido, así que supuso que era o importante o urgente. Pero no estaba listo para oír el "Terminamos". Fue como si todo su mundo se hubiera derrumbado. Su pareja llorando frente a él; sus lágrimas mezclándose con la lluvia, y la mirada de Tobio abierta de par en par. Quería decir algo; retenerle, ¡pedirle que se quedara!

Pero su reacción fue algo que no se perdonaría jamás. Había asentido con su semblante serio, mientras su puño se cerraba con fuerza sobre la correa de su bolso. 

-Muy bien. Que así sea.

Tobio dejó el teléfono a un lado y se restregó la cara, recordando el dolor del momento. Las lágrimas que no había soltado medio año atrás amenazaron con salir, haciendo que le picaran los ojos. Soltó un largo suspiro tembloroso, volviendo a perderse en los recuerdos.

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-¿No vas a preguntar el porqué?- lloriqueó, muy profundo había creído que el armador le pediría que se quedara; que iba a enmendarlo todo. Pero lo que obtuvo fue una respuesta de parte del "Rey de la Cancha" y no de Tobio Kageyama-.

-No podría importarme menos- había contestado, desviando su mirada mientras la lluvia les empapaba tanto el rostro como la ropa, y les calaba hasta los huesos. Tobio realmente no quería decir eso; fue un mecanismo de autodefensa, pero le había dolido no solo a su actual ex-pareja, sino que también a él-.

Los ojos de la persona frente a él volaron al suelo, y sus dedos dejaron de juguetear entre sí.

-Bien, entonces, Kageyama. Te deseo suerte en tus partidos... nos vemos- saludó el/ellx, antes de salir del lugar con el corazón destrozado, y los ojos hinchados-.

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Kageyama tomó el almohadón más cercano y lo lanzó con furia contra la pared, para luego sostenerse la cabeza. ¿Por qué no había sido capaz de decirle lo que sentía? Ahora debía vivir con el lamento, la añoranza y la duda del "Qué hubiera pasado si". 

La almohada es amiga y nos acompaña en el dolor, y en este caso, lo que el morocho estaba sintiendo, era peor; era un desborde de emociones reprimidas que debía dejar ir si quería que T/N fuera feliz. Si él quería ser feliz.

Porque ya no quería recordarle todas las noches a las doce, y llorarle a la cama todo lo que hubieran vivido juntos si él no hubiera sido un idiota.