〰️CAP. 26 "La redada"〰️
Desde la agitación celestial retumban los tambores ante el inminente anuncio, el Poderoso e Inmaculado ha decidido enviar a su mano derecha a la posible incursión previendo la conmoción en algún momento del punto de encuentro.
Las filas de alados comandadas por diversos comandantes angelicales se preparan rodeando todo el terreno, se espera que no se rompa el acuerdo que profesan a lo largo de los siglo, aunque en lo profundo de los cielos se percibe la quietud del mal en reticencia.
Y todos hablan del proceso de reducción del mismo: "Han cambiado a un soldado por la posible paz en la Tierra". Vociferan a medias las voces del desparramo.
¡Cuán equivocados podían estar! Si lo único que está dictaminado es el enamoramiento de este par aunque en las alturas crean que fue simple manipulación por su torpeza, un Ángel devenido a la Tierra sin conocimiento alguno del lugar.
Vociferan a medias tintas que fue producto de morder la manzana del pecado, cayendo sobre la tentación del placer corporal y sin mediar sentimientos de por medio.
Nadie imagina, ni el mismísimo Todopoderoso, que la entrega y redención de esta fusión fuese verdadera.
Creen que el pedido de la junta fue con motivos de generar alguna especie de discordia sin caer en lo inaudito del amor en todas sus formas.
Amor que florece como lava ardiente calentando cada parte de sus cuerpos, un amor que todo lo puede según un bondadoso Ángel venerado por un vesánico demonio con un incipiente y palpitante corazón el cual ofrenda...
Hilo vítreo que se reparte en partes iguales y que solo acomete a una única función, morar juntos forjando un porvenir aunque incierto en cierto modo, pero juntos a la par.
Como dos piezas que encajan en conjunto...
〰️〰️〰️〰️〰️〰️〰️〰️
Luego de horas de avanzar y escuchar a mis espaldas quejarse a mi Ángel Rojo de la perdida de tiempo en caminar, que si no podíamos hacerlo al modo divino trasladando nuestro ser hasta el lugar y demás.
Nos acercamos en veracidad, nuestros pasos son captados por los costados que se perciben en un ambiente de alerta. El bosque frondoso pareciera un simple lugar, pero el halo que aparece entre penumbras dictamina que es la hora y el lugar.
—¡Dime que llegamos! Porque ni follando como un animal en celo me cansé de esta manera... —espeta mi morocho inclinado hacia adelante y tratando de recuperar aire entre quejidos, ya que varios kilómetros atrás extravió parte de su sabia paciencia (si no la extravió en su totalidad).
—¿Puedes guardar lo sexual dentro de tus pantalones? Te recuerdo que es a tu lado celestial el que vamos a enfrentar y no creo que estando excitado, te convenga —le digo fijando mi visión sobre cualquier movimiento alrededor que demande mi atención.
No puedo creer que tenga ganas -todavía- de bromear, porque tan solo de meditar qué podrá pasar y de qué manera afectaría a su persona, me pone en completo estado de alerta. Eso, sumado a mi percepción más la agudeza de mi olfato, se me hace que nos rodean y por todos lados.
—¿Y quién dice que no? —contesta como si nada —. A parte, hace unas horas atrás te propuse ir a descargar la tensión a lo oscuro —murmura pegado a mi espalda y activando cada fibra muscular.
Acción que interviene en mi radar definitivamente, ya que tenerlo a media asta y apoyado sobre mi retaguardia, no favorece para nada mi auto control.
Entonces, me privo de mi visión por un efímero momento grabando cada sensación que eriza mi piel a su merced en este momento.
"¡Maldición!" La endemoniada impresión del calor de su asidua lengua en el contorno de mi cuello genera oleadas intermitentes de calor, que sumado a un grito de rebelión que se escucha a la distancia, me despierta en automático de mi ensoñada situación.
—¡No, no, no! —murmuro agarrando mis cabellos con desesperación y regresando hacia el cuerpo de mi amor vocifero —. ¡Jung Kook! Debemos actuar ahora o será demasiado tarde...
〰️〰️〰️〰️〰️〰️〰️〰️〰️
La inminente y acontecida contienda (sin saber qué lado fue el primero en profanar las reglas) sucede ante mis ojos y sin poder creerlo. Ya que nunca fue cuestión de provocar el caos y el desorden por sobre mi decisión. Ésta aguerrida situación se profesa por revelados ante los mandatos de su Señor, tanto de un bando como del otro.
Revivir cada batalla de mi lucha al lado del Misericordioso enerva cada fragmento de mi cuerpo, pero verme envuelto en esta fina tela que poseo por pelleja, me recuerda que no soy más un comandante de los cielos y realmente, no deseo probar si la eternidad se sucede en este lapsus de espacio y tiempo.
—¡Muévete! —suena el precepto de mi endemoniado que por no soltar mi mano va cayendo un par de veces arrastrándome encima de su cuerpo e incorporándose luego de inmediato.
Nunca hubiera imaginado que enfrentar mi designio implicaría lo contrario al amor que profeso por mis venas.
Porque afligido observo a mi alrededor y todo es una constante lucha de demonios desgarrados o desgarrando querubes, que nada asemeja al imaginario escenario ideado en mi interior:
"Imponiendo mi propuesta de que somos seres de afección y con una cálida luz que proviene desde el interior. Luz que es capaz de trasformar la tempestad del afuera..."
Pero a medida que avanzamos, mi cuerpo arde en conmoción junto a las lágrimas que me acechan reviviendo el infortunio del dolor que nunca quise provocar aquí en la Tierra. Y que aunque quiera gritar que no soy el promotor, la culpa me pesa como mochila de kilos desangrando mi interior.
Delante mío, mi Dāeva con su traje incorpóreo de guerrero, deliberadamente aleja a todo angelado que quiera recuperar el poder de mi cuerpo sobre el de mi amado.
Lo observo agitado arremeter contra todo aquel espíritu celeste que ose tocar mi cuerpo, con rasguños marcados en rojo profundo por esquivar ciertos roces, su respiración acelerada y su visión en un encendido rubí y por momentos, en un porfiado negro.
Entonces, me percato de que solo yo tengo el poder de frenar tal rebelión y dejar de huir de mi pasado, mi presente y mi futuro...
Soltando repentinamente su mano, obligo a frenar a mi conmocionado cuerpo y elevando mi visión hacia los cielos, cierro mis ojos y evoco a mi Señor en una ferviente y desesperada oración mientras elevo mis brazos.
—¡No amor! ¡N-no lo h-hagas..! P-por f-favor —escucho el sangrante lamento desde lo profundo del corazón de mi amado —. ¡No me dejes maldito morocho! —grita entre lloros y enojado, para luego, finalmente, caer desolado de rodillas al suelo ante el apremio de sus brazos por un par de guerreros de los cielos.
GRACIAS POR LEER, VOTAR Y COMENTAR😍
LOS AMITO MUCHO❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro