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VIII. Próximo heredero

En cuestión de segundos, los invitados comenzaron a levantarse de sus asientos para observar con detenimiento lo que ocurría. Cersei se agachó para estrechar entre sus brazos a su hijo cuya cara pasó de ser color pálido a morada. Mayleen no entendía nada, sentía que todo a su alrededor giraba, que todo el jaleo la aplastada e impedía respirar. De alguna manera sentía que ella tenía algo que ver en aquello. No era capaz de explicarlo, pero una pequeña parte de su conciencia estaba intranquila.

—¡ATRAPADLE! ¡ATRAPADLE!

Los gritos de Cersei eran el único ruido que superaba el escándalo de la nobleza comentando y gritando en los alrededores. Nadie sabía qué había pasado, sobre todo Tyrion, al que acusaban de asesinato. Por otro lado, Sansa vio su oportunidad, su mejor mejor momento y lo que tanto ansiaba, cuando ser Dontos —aquel bufón borracho al que alguna vez salvó la vida— le ofreció su ayuda para huir de aquella apestosa ciudad. No se la volvió a ver más. Nadie fue testigo de aquel acto, todos estaban preocupados en salvar la vida, en un intento fallido, del nuevo Rey, el mismo cuyo reinado no había durado más que unas horas. Sus ojos estaban inyectados en sangre y era obvio que la forma en la que estaba muriendo estaba siendo dolorosa... hasta que se hizo el silencio y la mano del chico —la que acusaba a Tyrion— dejó de sostenerse en el aire. Joffrey había muerto.

Mayleen no lo sabía, pero estaba temblando, todo eran como destellos a su alrededor. Los párpados le pesaban y sudaba, sus labios perdieron el color y sentía la culpabilidad en su propio cuerpo, aunque ella no tuviera nada que ver en aquel planificado y estudiado complot. Las circunstancias en la que su hermano había muerto eran misteriosas, sobre todo porque parecía que el veneno estaba en el vino... Tyrion llenaba la copa y escasos minutos antes del desastre, Mayleen y él se hubieron reunido en el baño debido a las náuseas... Su familia la odiaba y tenían que conseguir neutralizar la amenaza que Mayleen suponía para la Corona, por lo que ese asesinato pronto acabaría arrastrándola a ella. Eso podría significar su final. Todo había ocurrido por una casualidad indebida y que a Tywin le vendría perfecta para su maquiavélico plan.
May cada vez se sentía peor, su visión comenzó a nublarse, luego sentía que perdía el equilibrio y en un intento desesperado por mantenerlo, miró a Jaime quien no se movió de su sitio y permaneció junto a su hija, agarrándola de la mano, sujetándola. May estaba mareada. Estaba a punto de desmayarse.

—Padre...

No le dio tiempo a nada más, se desvaneció y Jaime estaba ahí para sostenerla. Protegerla se convirtió en su prioridad desde el momento en que volvió a Desembarco del Rey. Ya no estaría a salvo allí y odiaba pensar que él era el único que podía ayudarla.

Se levantó en su cama, estaba vestida con una simple camisa de hombre y una toalla que tapaba su intimidad. Al incorporarse sintió un mareo debido a la velocidad del gesto, debía ser más cautelosa. Estaba sola. Se sentó y miró su vientre, algo que la hizo sonreír. Cada vez notaba más el volumen que tomaba y, a pesar del miedo que le daba que el mundo conociera ese secreto, deseaba a su misma vez gritarlo a pleno pulmón.

—Buenos días, pequeño. ¿Qué tal estás? —hacía mucho tiempo que no le hablaba a su bebé, algo que, hasta antes de la Boda Roja, era una práctica habitual. Añoraba los momentos en los que Robb iba a verla tan solo para arrodillarse y hablar con su hijo mientras ella le peinaba los rebeldes rizos de su castaña cabellera. Era enternecedor—. Espero que ahí dentro lo pases mejor que yo aquí. Siempre te protegeré, mi amor...

—¿Qué decís?—. Estaba tan inmersa en su propia conversación que no escuchó el crujir de la puerta al abrirse. Por desgracia, no se trataba de Arianne o Sansa, aunque de esta no volvería a saber en mucho tiempo. Cersei la miraba con recelo desde la entrada.

—Nada... sólo me duele la cabeza. Debí golpeármela.

—¿Seguro? Jaime aseguró que no llegasteis a tocar el suelo. Fue él quien os trajo a vuestros aposentos, casi acaba de irse... Cree que de esta forma arreglará todo el daño que ha causado en ti.

—¿De qué hablas? —Se notaba en la cara de la adulta que disfrutaba con aquello. Cada vez notaba a la única hija que le quedaba junto a ella más en la lejanía. La perdió desde el día que se casó con el norteño y la perdió porque no supo mostrarle apoyo ni comprensión. Podía incluso dedirse que sentía celos porque Mayleen pudo compartir su historia de amor sin importar los tiempos que corrían o las historias a las espaldas de las familias a las que Mayleen y Robb. Tanto ella como el joven Stark fueron valientes para proclamar su amor. La pesadilla con la que Cersei llevaba soñando desde que tenía doce años se hacía realidad. ¿Hasta qué punto podían las profecías ser reales?

—¡Está claro que sois demasiado ingenua para saberlo! Vístete, debemos despedirnos de Joffrey. Ya le han preparado en el Septo.

—No.

—Querida, no tienes opción a negarte—. Respondió tajante Cersei con una especie de risa en la voz que no agradó nada a Mayleen.

—No haré algo que no siento. ¡Joffrey será mi hermano, pero le tenía más cariño al bastardo de Robert que conocí en una herrería! —Cersei hizo caso omiso a las palabras que salían de la boca de May. Salió de la estancia y cerró la puerta. Cuando lo hizo, se apoyó contra la pared y suspiró profundamente, reprimiendo una lágrima. Mayleen, por muy testaruda y orgullosa que fuera, era por encima de todo su hija. ¿Cómo una madre podía sentir celos de su pequeña? ¡Tenía que sentirse alegre de que hubiera conocido a su alma gemela! En el fondo sentía que un trozo de su alma se rompía por la fría relación con May, pero es que el daño causado por la familia Lannister en el corazón de la chiquilla era, en aquel punto, irreversible. Y ella lo sabía.

Mayleen dejó que pasarán diez minutos en los cuales recapacitó su negativa a la despedida de Joffrey. Si tenía suerte, hablaría con Tommen. Su hermano más joven era el siguiente en la línea sucesoria al trono. Puede que no le hiciera especial ilusión que por ser varón, él tuviera preferencia por ascender al trono. ¡Vamos, sólo tenía ocho años! No era lo suficientemente maduro ni astuto como para dirigir Poniente. Sin embargo, estaba segura de que el pequeño tenía un buen corazón y que con un poco de práctica y asesoramiento adecuado, sería capaz de ejercer algún día como Rey de los Siete Reinos. Incluso posiblemente, May podría cambiar de parecer y volver junto a él. ¿Quién le quedaba en esos momentos?
Indignada ante el pensamiento, se levantó de cómodo colchón y se vistió con el mismo vestido que había utilizado para el trágico —aunque no para ella— banquete. Al salir de la habitación, pudo distinguir a lo lejos a su madre que también se dirigía al Septo de Baelor, a la despedida de su primer hijo varón. Ese no era el primer hijo que Cersei hubo perdido, quizás sí corpóreamente, pero no en sentimiento, Mayleen fue la primera.

El cadáver de Joffrey se encontraba sobre una tabla de piedra, su piel era pálida y llevaba puesta una pesada capa de color rojo, símbolo de la casa Lannister, casi parecía que el niño nunca hubiera sido parte de la casa Baratheon. A la realidad de los hechos, ninguno de los hijos de Cersei lo era —de cara al público—, pero en vista a la farsa que tenían construida, los cuatro príncipes del Reino eran hijos de Robert. 

La luz que entraba desde la gran cristalera del lugar se posaba sobre el cuerpo sin vida del bastardo, haciendo que las dos piedras que reposaban sobre sus ojos brillaran. Alrededor del cuerpo se encontraban la madre del antiguo rey, Tommen, su hermana y Tywin. Este último se extrañó al verla sola y libre, sin vigilancia en los alrededores... había dado ciertas órdenes; sin embargo, continuó hablando con Tommen sobre lo que parecía ser una instrucción sobre las cualidades de un rey.

Mayleen escuchaba todo mirando al suelo o a su madre. Su pequeño hermano continuaba dando adjetivos que definían a un buen rey: justo, poderoso, fuerte... a lo que su abuelo daba ejemplos de otros antiguos gobernantes que murieron por ser de tales maneras, poniendo como ejemplo al último de ellos, Robert. "Fue un joven fuerte y poderoso, él mismo derrotó a Rhaegar Targaryen en el Tridente y... un jabalí le asesinó". Dijo el anciano león de oro.

—Tenemos a uno que murió a manos de su hermano, otro que perdió la cabeza y otro que creía que gobernar y vencer —todos sabían que se trataba de Robert de la persona de la que hablaba— eran la misma cosa... dime, ¿de qué carecían todos ellos?

—¡Este no es el momento!—. Dijo indignada Cersei ante la falta de respeto de su difunto hijo. Mayleen continuaba callada. Tommen era demasiado ingenuo para darse cuenta de las intenciones del hombre.

—De sabiduría—. Tras meditar la respuesta, el pequeño cachorro de león respondía a su astuto abuelo. Este sonrió satisfecho con una sonrisa en el rostro.

—Exacto, un rey ha de conocer al enemigo, conocer todo a su alrededor, desde el arte de la guerra hasta los navíos de madera que se tiene en una flota. Dime, ¿sabes de todas esas cosas? —sin decir nada, el chico tan solo movía negativamente la cabeza—. Por eso, se espera hasta la mayoría de edad. Vuestro hermano no era un buen rey. Nunca lo habría sido, no tenía experiencia ni sabiduría. Ni la decencia de pedir consejo o asesoramiento sobre esos conocimientos de los que carecía.

—¿Qué hay de Mayleen? —la pregunta desconcertó a todos, incluida a la nombrada—. Ella sabe qué significar ser reina, es sabia e inteligente. Lo haría mucho mejor que cualquier otra persona en la que puedo pensar.

—Eso no puede ser —se apresuró a decir Tywin—, las mujeres jamás ascienden al trono sin que los varones lo hayan hecho antes que ellas. Por eso, el heredero era Joffrey y tú ahora que él ha muerto.

—Tommen, cielo, no es por eso, no quieren que una joven, a la cual no son capaces de controlar, gobierne Poniente. Eso les aterra...

—No deberías hablar de más, mi señora —la profunda voz de su abuelo sonaba más amenazadora que de costumbre cuando se dirigió a ella—, pronto se os podría acusar de ser cómplice de Tyrion Lannister para asesinar al Rey.

Esta noticia heló la sangre de la rubia, tenía sentido que hubiera sido ella después de lo que le había ocurrido en los últimos meses, pero lo que también era innegable, era la maestría en la planificación de aquel crimen. Y, en ese caso, Tyrion no había podido ser. De eso estaba segura.

—¿Vais a manchar el nombre de vuestra familia por acusarme? 

—Lo estoy haciendo al acusar a mi propio hijo, ¿en qué nos afecta que una joven que nos abandonó sea acusada? 

—¿Tantas ganas tenéis de que la amenaza que mi persona representa sea anulada? —May irguió su postura para aparentar más altura de la que realmente poseía—. Solo sois un viejo desesperado por controlar situaciones que se os escapan de las manos. Reconocedlo, el poder que una vez tuvisteis para controlar Poniente se ha acabado. Vuestra época marcó un punto y final, dejad paso a la sangre nueva—. Tommen pareció intimidado por las palabras que salían de May. El pobre no alcanzaba a entender el duelo que mantenía contra su familia.

—El simple hecho de que creas que ahora es una época nueva solo reafirma que aún sois inmadura e inconsciente —hubo un silencio entre las cuatro personas. Al igual que Tywin era el objetivo de Mayleen, ella se había convertido en el de su abuelo. Por el momento, era el viejo león el que parecía que ganaba—. Vamos Tommen, he de explicarte la importancia del matrimonio.

—Todo rey necesita a su reina—. Respondía con timidez.

—Es más que eso, son necesarias para mantener la dinastía—. Juntos salieron del Septo, hablando del tema cuando Jaime entraba a ver a su primer difunto hijo varón. May miró a Cersei, apática.

—Enhorabuena, poco a pocos vas a perdernos a todos. Joffrey ha muerto, Myrcella se encuentra en Dorne y Tommen pronto dejará de tenerte en cuenta, esta vez no por tu culpa, sino por Tywin. Desde que llegó lo controla todo, es su fuerte. Aunque, pensándolo mejor, sí, es por tu culpa. Tú se lo permites y una vez más, él vencerá.

—¿Qué hay de ti?

—La única persona a la que he amado está muerta, no gracias a mi abuelo, sino por ti, ¿creíais que eso me haría regresar a vuestros brazos a refugiarme?

—¿Qué ocurre? Buenas tardes —Jaime llegó en el instante preciso, impidiendo que la noticia golpeara a Mayleen. El recién llegado besó la frente de su hija que sonrió, gesto que Cersei analizó y que no pasó por alto—, os noto un poco tensas.

—Ya me iba.

Mayleen dejó a solas a sus padres. Le gustaba el hecho de Jaime fuera su padre, aunque no conseguía entender cómo se enamoraría alguien como él de una persona como Cersei. No podía permitirse perderle a él ahora.

Sin embargo, Cersei le llevaba ventaja. Ella lo sabía todo. Ella tenía el control de la situación y para desgracia de Mayleen, ella no era sabedora de nada de esto.

¡Buenas tardes lectores!

¿Cuánto ha pasado ya? Un par de semanas... Lo siento mucho, he estado ocupada con el carnet de conducir y los exámenes. ¡Mañana tengo el primero ahhh! Y para mi sorpresa no estoy nerviosa

Otra cosa que me he dedicado a hacer ha sido obsesionarme con Stranger Things muchísimo. La empecé hace dos años y me quedé en la segunda temporada porque me aburrí un poco, pero la terminé entera ayer y,  además de llorar como una descosida, no puedo esperar a la temporada cuatro. Pd. Vivo enamorada de Steve Harrington

Volviendo a la historia, ¿cómo va esto? ¿Esperáis algo en concreto? ¿Qué queréis que pase? Os voy a ser sincera, tengo un par de capítulos escritos de manera de reserva porque pronto empezaré a hacer prácticas en el hospital y así actualizaré para que podáis leer <3

¡Os mando muchos besos a todos!

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