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Capítulo 1 ⚔️

Un jardín de lirios azules se enciende vorazmente con el lamento de los inocentes.












Clan Lee.

Una de las tres dinastías líderes en Asia, pero siempre por debajo de los Choi y los Kim, ellos no buscaban extender sus tierras, muy al contrario, buscaban mantener la paz entre reinos por medio de la diplomacia.

Dentro del palacio de la Dinastía Lee, Lee JongHyun revisaba junto a sus consejeros y samuráis de confianza las nuevas rutas marítimas para los embarcaderos con el fin de comerciar con China.

—Aquí es donde construiremos los muelles—señaló el enorme mapa.—En las orillas de Ulzan. Correremos menos riesgo de que nuestros enemigos sepan la ubicación y corten las rutas de mercadeo.

—Bien pensado mi Señor, así también podremos poner las torretas estratégicamente—concordó uno de sus consejeros.

—Las torretas serán una muy buena defensa si el enemigo ataca desde el mar, la Dinastía Kim aceptó proporcionarnos los cañones y la pólvora—dijo Lee Joon, uno de los más fuertes y valientes samuráis defensores de la Dinastía Lee.—Pero también los puestos avanzados serán de gran ayuda si los colocamos unos 12 metros antes de cada Torreta. Detectarán los posibles enemigos espías que estén acechando en los alrededores.

—Excelente Joon, la estrategia es lo tuyo—le aduló Lee JongHyun sonriendo y el azabache asintió reverenciando a su Señor.

El hombre miró a todos sus consejeros y samuráis escrutadoramente.

—¿Dónde está TaeMin?

—El joven amo se encuentra paseando por los jardines imperiales, recolectando como de costumbre los lirios azules—informó Joon.

—¿Ha ido con sus samuráis protectores?—preguntó el Señor de la Dinastía Lee, evidentemente preocupado.

—Por supuesto mi Señor, el joven amo jamás está desprotegido, además le acompañan sus criados.

Lee JongHyun suspiró.

—Lo sé bien, es solo que al ser un doncel es demasiado frágil, hubiera querido que fuese igual a su hermano. JinKi es un gran guerrero, es fuerte, capaz y un líder de nacimiento.

—Estoy seguro de que cumplirá con las expectativas como nuevo Señor del clan cuando usted decida encontrar la paz—dijo el samurái, proporcionándole tranquilidad a su Señor.

—Así confío.

Mientras aquella junta se llevaba a cabo en el palacio, un joven doncel de cabello largo y castaño se paseaba por los jardines del imperio seguido de sus súbditos y sirvientes, quienes les ayudaban a recoger los bellos lirios azules que allí crecían.

—Joven amo, ¿cuántos lirios más debemos juntar?—preguntó uno de sus sirvientes.

—Toda esa hilera—señaló TaeMin con su mano.—Cuando acabemos, quiero redecorar mi alcoba y practicar con el Saenghwang.

Todos asistieron en reverencia y continuaron juntando los lirios. TaeMin les veía complacido y admiró el pequeño ramo de aquellas azuladas maravillas que estaban en sus manos, inhaló su exquisito aroma y sonrió.

Amaba las plantas exóticas con flores aromáticas, estas a su vez, les servían como ungüentos medicinales para ayudar a curar a los guerreros que llegaban heridos. No era deber suyo pero aún así lo hacía; como doncel de la Dinastía no tenía otras actividades, no le era permitido usar espadas ni luchar, pero creía firmemente que era necesario que supiera defenderse.

Por lo que a escondidas de su padre entrenaba con Joon en los bosques, fuera de la ciudad imperial.

—¡TaeMin!

El nombrado levantó la vista y su radiante sonrisa se hizo presente en cuanto vio a su primo llegar.

—Hon Ki—TaeMin mencionó alegremente.—¿Por qué no estaba al tanto de tu visita?

—Avisé por medio de una carta a mi tío y le pedí que fuera muy discreto—Hon Ki hizo una reverencia ante TaeMin y este le devolvió la misma acción.—Quería darte una sorpresa.

—Pues, misión cumplida—dijo el castaño riendo suavemente.

El rubio de cabellos largos miró a su alrededor como si buscara a alguien.

—¿Y mi primo?—preguntó curioso.—¿Aún no ha llegado del palacio del Shōju?

TaeMin frunció un poco el ceño debido a la preocupación.—No, se ha ido hace un mes por invitación de este. Sólo espero que esté bien.

—Claro que lo estará, el Shōju no es cualquiera, además aprecia a JinKi como su hijo propio.

—Lo sé—respondió el joven doncel, desviando la vista para encontrar a su padre viéndolo desde el balcón.

Este le sonrió y TaeMin le devolvió la sonrisa.

Amaba mucho a ese hombre.

En el balcón Lee JongHyun y su samurái Joon conversaban como de costumbre, con aquella íntima confianza fraternal que compartían.

—El joven amo luce muy feliz con la visita de su primo—comentó el samurái.

—Es verdad, el que Hon Ki viniera, lo distraerá de tanto pensar en su hermano.

Un silencio incómodo se formó por primera vez entre ambos hombres.

—Mi Señor, ¿dejará alguna vez que el joven amo luche como un guerrero más?

La mirada de Lee JongHyun se endureció.

—TaeMin debe mantenerse alejado de todo lo que implique pelear. Es un doncel—espetó seriamente el líder de la Dinastía Lee.

—Lo sé Señor, pero podría considerarlo.

—Mi hijo nunca tendrá que lidiar con el deber que lleva su hermano mayor.

Joon asintió sin decir más, parecía que el entrenamiento clandestino del doncel seguiría igual, no había forma en que su Señor cambiara de opinión.







Casi dos días habían transcurrido desde la colecta de lirios.

Luego del arduo entrenamiento del doncel, este se encontraba en su baño real, aguardando mientras sus sirvientes le preparaban el agua. Una vez que estos se retiraron, suspiró y ató su cabello en una coleta alta, mientras que dejaba caer el delicado haori en el suelo.

TaeMin sumergió la mitad de su cuerpo desnudo en aquella bañera adornada con pétalos y velas hechas a base de flores de su jardín y soltó un suave suspiro placentero, entregándose al relajante baño.

Cuando la noche cubrió todo con su manto negro, un silencioso peligro inminente se aproximó a las murallas de la Dinastía Lee.

—Debes descansar, hijo mío—susurró Lee JongHyun a la par que acariciaba la mejilla del menor de cabellos largos y cobrizos.—Mañana visitaremos la Capital.

Los ojos de TaeMin se iluminaron.

—¿Veremos a mi hermano?—cuestionó anhelante.

—Así es, pero debes dormir. Nos levantáremos en la madrugada, pues el viaje a la Capital es bastante largo.

—Dormiré temprano, padre—el doncel le sonrió y JongHyun besó su frente.

—Descansa—dijo el Señor de la Dinastía Lee, despidiéndose para salir de la alcoba de su hijo.

TaeMin cerró sus ojos, dejando que morfeo se apoderara de él, sin percatarse que pronto el infierno se desataría.

En las afueras de la gran ciudad, se encontraban los guerreros Choi a la espera de las órdenes de MinHo quien calculaba astutamente distancia y las posiciones de los centinelas en las torretas de la entrada.

Al parecer no había mucha protección.

Los Lee eran demasiado confiados y eso les causaría su propia caída.

Miró a sus hombres de derecha a izquierda antes de lanzar su aviso con el cual avanzaron en la penumbra para deshacerse de los guardias vigías con sus arcos.

Flechazos directos que mataron a los hombres de una sola vez.

Utilizando cañones terrestres, destrozaron las primeras compuertas que dieron con el pueblo del cual primero se encargaron, empezando a incendiar las casas mientras mataban a los hombres y apartaban a los niños y mujeres para llevárselos.

MinHo no podía detenerse allí, su misión era el Señor del Clan, Lee JongHyun, por lo que con unos cuantos guerreros siguiéndole el paso, el samurái ingresó dentro del jardín imperial y comenzó a luchar a espada contra los samuráis guardianes del palacio.

Lee JongHyun frunció su ceño cuando fue informado de la devastación causada por el ejército Choi.

—Joon, llévate a TaeMin lejos de aquí—ordenó y el moreno le observó anonadado.

—¡Mi señor, es mi deber morir protegiéndolo!

—Lo sé bien, pero ahora tu deber es con mi hijo—gruñó el Señor de la Dinastía Lee.—Lo mantendrás a salvo y deben llegar a la Capital. Infórmale lo sucedido a JinKi y al Shōju, el reinado de terror del clan Choi debe terminar.

—Sus órdenes son absolutas—Joon lo reverenció sintiéndose frustrado, pero se dirigió a la alcoba del doncel.

TaeMin se levantó de golpe asustado por los gritos de guerra que hacían los guerreros al luchar, se colocó su haori rápidamente para dirigirse al ventanal y soltó un grito ahogado tras ver el latente fuego voraz consumiendo los hogares de su gente.

¡¿Qué estaba sucediendo?!

Al oír que la puerta de su alcoba fue abierta, velozmente sujetó su katana enfilándola hacia el intruso, el doncel se alivió de ver a Joon allí, aunque por breves segundos, pues era bien conocido el deber del samurái para con su Señor.

—Joven amo, hay que irnos—anunció Joon y el doncel le observó ceñudo.

—¿Y mi padre?

El samurái se quedó en silencio, poniendo más nervioso a TaeMin.

—¡¿Mi padre, Joon?!—TaeMin gritó desesperado.

—Mi Señor me ha pedido mantener a salvo al joven amo, debemos partir cuanto antes a la Capital.

El semblante del menor se estremeció.

—¿Quiénes nos atacan?—preguntó al borde de un colapso.

—El ejército Choi.

A pesar de las insistencias del menor por quedarse a luchar, Joon hizo caso omiso y lo subió al caballo, el samurái montó también al animal y lo arrió con brusquedad y éste comenzó a galopar ferozmente fuera de la ciudad imperial.

TaeMin no podía creer el nivel de destrucción al que había sido reducido su pueblo natal, el fuego abrasador no se detenía, devorando cada porción faltante a su paso. Tenía ganas de llorar.

Rabia es lo que sentía en aquellos momentos hacia el clan Choi.

Se aferró con más fuerza a su protector y siguieron adelante, atravesando el pueblo de camino al bosque. Joon deducía que por los enormes árboles serían indetectables ante los hostiles, pero nada más alejado de la realidad.

Una flecha salida de la nada derribó al samurái, provocando que cayera del caballo, TaeMin tiró de las correas del corcel hacía atrás para frenarlo y desmontó al animal solo para correr hacia el guerrero tirado en el suelo.

—¡Joon! ¡Arriba!—Chilló a la par que se colocaba al lado del guerrero, quien con un poco de dificultad buscaba levantarse.

—El joven amo es ruidoso—siseó consternado por la situación desventajosa.—Él ya está aquí.

Las sonoras pisadas que se oyeron a través de la flora, alertó a ambos Lee.

Era Choi MinHo.

El samurái de la Dinastía Choi parecía un demonio salido del mismísimo infierno con el panorama ardiente detrás de él.

—No hay Lee que escape de mí esta noche—sentenció MinHo dejando de apuntar con su yumi.

Lee Joon terminó de ponerse de pie y colocó a TaeMin detrás de él.

—Choi MinHo—gruñó desenvainando su katana.

—Lee Joon, aquí estabas. Me parecía tan extraño que no te hubieras quedado en el palacio defendiendo hasta la muerte a tu Señor—negó muy decepcionado.—Eso no es honorable para un gran samurái.

Los puños del contrario se apretaron con furia.

—¿Tú qué demonios sabes de ser honorable? ¡La sangre inocente te reclama, guerrero indigno!

Aquellas palabras encendieron la ira del samurái Choi quien también desenfundó su katana lista para aquel combate.

Los dos hombres se observaron desafiantes

El brillo del metal se lució con intensidad en la poca luminiscencia del bosque antes de chocar prepotente al ritmo de los dos samuráis.

Ambos eran lo suficientemente buenos como para perder ante el otro, el manejo de la katana de Joon era el mejor en toda la Dinastía Lee, pero nadie le había ganado al filo mortal de MinHo.

Y no pasaría de aquella noche.

Con increíble destreza Choi bloqueó la estocada de su rival para tacklearlo, provocando que cayera al suelo bajo la mirada de TaeMin que se encontraba inmóvil debido a la feroz batalla de los samuráis.

Joon sabía que se encontraba en desventaja debido a la herida en el hombro derecho, aquel lugar sería su tumba.

MinHo alzó su arma dispuesto a acabar ese combate.

—Esto se terminó—siseó empuñando velozmente la katana contra el pecho del contrario.

Grande fue su sorpresa cuando su ataque fue bloqueado por otra espada.

Delante de MinHo se encontraba el hijo del Señor del clan Lee.

Choi había oído que Lee JongHyun tenía dos hijos, el mayor Lee JinKi, heredero del imperio y el menor Lee TaeMin, nacido como doncel.

Un doncel de belleza deslumbrante.

Al haber bloqueado la espada velozmente, TaeMin no se dio cuenta de que el impacto aflojó parte de su haori y acabó con su hombro al descubierto, distrayendo al samurái por un instante.

Instante que aprovechó para realizar un desplazamiento de ataque que MinHo bastante sorprendido esquivó por puro instinto y retrocedió.

El castaño levantó la katana sobre su rostro,  provocando el orgullo del guerrero. TaeMin sabía que pasara lo que pasara, jamás debía levantar su arma contra un guerrero, porque aquello era un rotundo desafío.

—¡Joven amo, corra!—se apresuró a ordenar Joon luego de poder ponerse de pie.

—¡No te voy a dejar solo!—dijo el doncel con terquedad.—¡Los Choi pagaran lo que han hecho!

MinHo sonrió burlón.

Un samurái herido y un doncel no eran rivales para él.

Y no dejaría con vida a Joon, de eso tenía certeza.

Avanzó imponente contra ambos y esquivó la estocada del doncel para derribar a Joon que no se había esperado aquello cuando sintió como el penetrante metal lo atravesó en el abdomen.

TaeMin gimió ofuscado, intentando atravesar al moreno de cabellos azabaches que volvió a esquivarlo y lo sujetó con fuerza de ambas muñecas.

MinHo aplicó presión sobre estas, logrando que TaeMin soltara su katana.

—Es ahora nuestro prisionero—gruñó el samurái y arrastró a la fuerza al doncel, hasta el caballo.

El menor intentaba zafarse con desesperación, sin dejar de ver a Joon, el cual respiraba pesadamente mientras se desangraba.

TaeMin no había llorado en mucho tiempo, pero fue incapaz de seguir reprimiéndolas, de pronto lágrimas se agolparon en sus ojos avellana.

MinHo lo levantó, colocándolo sobre la montura y se subió luego, dejando al castaño delante de él.

—Delta, en marcha—ordenó al corcel quien a galopes se alejó de allí, regresando al pueblo Lee para reunirse con los demás guerreros Choi.

El doncel observó su hogar siendo consumido por el fuego voraz y sintió que la opresión en su pecho le dificultaba la respiración, provocando un incontrolable sollozo.

Su padre, su primo, Joon…

TaeMin solo quería morir con ellos.

—Espero su nuevo hogar le sea de comodidad, Alteza—dijo MinHo y arrió su caballo.—¡Vámonos!















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Hola! Espero que estén bien, este capítulo empezó fuerte. No lo recordaba tan así, pero a medida que lo corregía, fue tipo:

Yo tratando de defender al Choi durante el capítulo:

Pero no, es un maldito desgraciado jaja

Gracias por leer! 💕

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