XXII
«Eres interesante»
En todo el camino hacia la salida del Infierno, estuve pensando en esa frase.
Aún no lograba asimilar todo lo ocurrido. Si realmente tengo sangre de demonio, sólo puede significar dos cosas. Que alguno de mis padres es un demonio; o que ellos no son mis padres. La última idea me aterrorizaba más que cualquier otra opción.
Sorprendentemente, Azazel me dejó ir. Sin decir absolutamente nada, abrió la puerta, espero a que salga y la cerró a mis espaldas. Y ahí me encontraba ahora, en la oscuridad del sótano.
No me fui inmediatamente, quería reflexionar. No estaba muy seguro sobre qué, pero sabía que necesitaba estar a solas.
Después de varios minutos parado en la oscuridad, me acordé de mi abuela. Según Azazel la había dejado desmayada en el cementerio. Esperaba que Logan y Lydia hayan vuelto por ella.
Decidí que no podía estar en el sótano por siempre, y salí rumbo a mi habitación.
Llegado este punto ya no me preocupaban las clases. Técnicamente yo había venido a estudiar para no relacionarme con el mundo espiritual, pero visto que me resulta imposible, solo me queda rendirme. Lo más probable era que me echen de la universidad. Hacía varios días que no asistía a ninguna clase.
Camino por los pasillos. Me hubiese gustado tener una vida normal. Una familia, quizás. Pero era consciente de que cualquier persona que se involucra conmigo sale lastimada.
Llego a la puerta de mi cuarto, desde adentro se escuchan voces apagadas, como si estuvieran susurrando. No logro distinguir a ninguno de los propietarios de las voces así que entro sin más.
En cuanto estoy dentro de la habitación, las voces se detienen y por fin veo quienes son los dueños de los susurros.
Sentada en mi cama se encuentra mi madre y en su respectiva cama está Logan. Ambos voltean a verme con sorpresa, como si los hubiera descubierto en algo ilegal.
Logan se levanta rápidamente, corre hacia mí y me abraza. Sin embargo, aunque me hubiera gustado corresponder su abrazo, no lo hago. Estoy demasiado concentrado mirando con odio a mi madre. Ella tiene que saber algo respecto a la sangre de demonio en mí.
—Creí que estabas muerto. —Al notar que no lo abrazo de vuelta se separa de mí, preocupado—.
¿Dylan, qué ha pasado? ¿Dónde estabas?
—Eso no importa, quiero hablar con esa mujer. —Digo bruscamente apuntando a mi madre. O la que creo que es mi madre.
Ella agacha la cabeza como si supiera de lo que vengo a discutir.
—Iré a buscar a Lydia.
Antes de que Logan cierre la puerta le digo:
—Logan —Él me mira—, ¿dónde está mi abuela?
—Oh, ella está bien —Siento como un peso desaparece de mi pecho, respiro hondo—, está buscando el hechizo para el arma.
Y dicho eso cierra la puerta, dejándome con mi madre.
—¿Cómo estás? —Pregunta con miedo, como si fuera a gritarle o algo así.
—¿Acaso te importa? —Sabía que quizás estaba siendo un poco malo con ella, pero necesitaba saber la verdad, toda la verdad.
—Claro, eres mi hijo... —La interrumpo.
—¿Lo soy?
Ella abre los ojos como platos y empieza a balbucear cosas que no llego a escuchar mientras sacude la cabeza.
—Mira, sólo quiero saber toda la verdad. No soporto tanto misterio. Y estoy empezando a pensar que mi vida entera es un misterio.
Mi madre suspira y se sienta a mi lado, iba a alejarme pero me toma de las manos y me mira directamente a los ojos.
—Antes de que te cuente todo quiero que sepas que yo te crié, eres mi hijo y te amo. —No puedo responder a eso así que dejo que continúe—. No sé por dónde empezar por lo que seré directa. Tu padre es tu padre, pero yo no soy tu madre.
Respiro hondo, aún así no me afectó tanto como lo esperaba. Ya lo veía venir.
—Tu madre es... bueno, no es una mujer agradable.
—¿Es un demonio, verdad?
Ella parece sorprendida por un momento pero luego su expresión seria vuelve a su rostro.
—¿Cómo lo sabes?
—La vi en un sueño. Me dijo que soy «su niño»
—¿Quién hubiera dicho que los demonios tengan sentimientos? —Suspira y sigue con la historia—. Sí, tu madre es un demonio. No sé cómo se conocieron con tu padre, nunca me lo ha dicho, y cuando ella se quedó embarazada de ti, todos esperaban a un brujo. Ya sabes, de los demonios y humanos, nacen brujos. Pero tú no tenías poder, nadie sabía porque. Al contrario de todos los brujos, eras inmune a la magia. A tu madre no le gustó, ella quería un brujo ya que estos estaban extintos. Quería que tu fueras el primer brujo de la generación. Pero como no podías usar la magia, te abandonó y te dejó a cargo de tu padre.
Eso aclaraba muchas cosas. Exepto una.
—Si soy un inútil, ¿por qué le resulto tan... interesante a los demonios? Es decir, han puesto una recompensa por mi cabeza.
—Bueno, algunos esperan que en algún momento tus poderes salgan a la luz, y puedas usar la magia. Pero, a mi parecer, es imposible
—¿A tu parecer? ¿Desde cuándo tu sabes sobre estas cosas?
—Bueno, desde que supe que mi hijo no era humano, decidí investigar.
Me quedo callado unos minutos. Era demasiado para pensar. Pero sentía que ahora todo tenía sentido.
—Oh, una cosa más. —Dice sacándome de mis pensamientos—. Quizás sea irrelevante, pero creo que tienes que saberlo. Tu madre es un Demonio Mayor.
—¿Cómo Azazel?
¿Eso significaba que soy más poderoso o era, como ella dijo, irrelevante?
—No, no como Azazel. De un rango mucho más alto. Por lo que sé, ella es una Princesa del Infierno.
~ ~
Después de la charla con mi madre (o a la que yo llamo madre, la humana), ella se despidió diciendo que tenía que volver al trabajo. Y yo aproveché para ir a ver a mi abuela.
Voy directamente a la biblioteca, donde estoy seguro de que va a estar.
Entro y miro hacia nuestra mesa. Efectivamente se encuentra allí, con Logan y Lydia a su lado. Todos con un libro en la mano.
—¿Otra vez esclavizando a mis amigos para que lean esos horribles libros?
Todos levantan la vista y me miran, como si hubieran visto un fantasma.
Mi abuela me sonríe. Lydia se levanta prácticamente corriendo, me abraza y reparte besos por toda mi cara.
—Consíganse un cuarto. —Bromea Logan.
Cuando nos separamos, tomo asiento al lado de mi abuela.
—Bueno, llegas justo a tiempo para seguir leyendo.
Suspiro y acuesto la cabeza en la mesa.
—Me hubiera quedado en el Infierno.
Logan carcajea y mi abuela me fulmina con la mirada.
—Por cierto, ¿cómo estás tú? —Le pregunto. No tenía idea de si Azazel la había lastimado severamente.
—Bien, sólo me desmaye. Por lo menos no me fui al Infierno.
Tomo uno de los libros de arriba de la mesa y lo hojeo desinteresadamente.
—¿Qué estamos buscando ahora? —Pregunto.
—Ya tenemos el arma, el brujo —Señala a Logan— y tenemos un Bennett. —Me señala a mí—. Sólo nos falta el hechizo.
—¿Han buscado en Yahoo respuesta? —Bromeo sin ganas.
No creía encontrarme en condiciones de leer un libro y poder concentrarme. No después de enterarme de que mi verdadera madre es una Princesa del Infierno, signifique lo que signifique eso.
—Abuela, tengo una pregunta.
Ella no levanta la vista de su libro pero aún así sé que está escuchando. Así que continúo.
—¿Qué es una Princesa del Infierno? Quiero decir, ¿tienen clases sociales ahí abajo, o qué?
Todos dejan sus libros para prestarme atención. Sí, no era una pregunta común. Lo reconozco.
—Voy a ignorar por qué quieres saber eso y te responderé. —Su voz toma un tono más serio, e inconscientemente me acerco más a ella—. Primero que sí, hay mucha jerarquía en el infierno, y Las Princesas son las hijas de lo que tú llamarías El Diablo.
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