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XXIX


¿Cuánto tiempo había pasado? No estaba muy seguro, probablemente no tanto. Aún continuaba en aquel lugar, abrazando el cuerpo de su niño favorito, acariciando sus preciosos ricitos, admirándolo. "Jamás te he amado." Fueron sus últimas palabras.

Yoongi intentaba no dejarse influir por ello, porque recordaba sentir lo que JiMin sentía por él antes de no tener alma pero, de todas formas, sabía que no podría deshacerse de aquel recuerdo ni en millones de años. Lo peor de todo es que ni siquiera podía morir. No había nada que lo matara, estaba condenado a ello.

Estaba condenado a vivir sabiendo que había matado al amor de su eternidad. Le acarició con su dedo pulgar los labios, los cuales estaban pálidos, del mismo color que su bello rostro. Jamás volvería a probar esos labios, ni oír su dulce voz. Jamás vería sus tímidas sonrisas. Era tan injusto. Él lo había intentado... ... Realmente había intentado ser, al menos, un poco bueno.

Una fuerte y fría brisa interrumpieron sus pensamientos, un chillido fuerte se hizo presente, y se vió obligado a soltar a JiMin cuando fue lanzado contra un rincón, en la oscuridad de la habitación. El cuerpo del rizado cayó al suelo al no ser reacomodado en la camilla. Yoongi gruñó con furia antes de levantarse del suelo, observando a la figura alta, con capa negra y, ésta vez, guadaña de punta muy filosa en una de sus manos, encaminarse hacia el cuerpo de su esposo.

Yoongi formó un puño con su mano al frente, manteniendo a Muerte en su lugar. Sus ojos nuevamente estaban completamente negros. Movió su mano con fuerza, y Muerte fue expulsada por la habitación, primero hacia un lado, y luego hacia el otro, golpeándola.

—No lo toques, maldita sea. —gruñó el diablo, finalizando por atraer a Muerte hasta tenerla frente a él. —Te voy a hacer pedazos, lenta y dolorosamente.

La guadaña voló por la habitación, cayendo en el medio de ésta, y Yoongi tomó el cuello de la cosa sobrenatural frente a él, apretando con fuerza y sintiendo como sonaban unos huesos contra su mano. Sonrió de lado, complacido, pero nuevamente volvió a estar serio y, con un grito lleno de furia, arrojó a Muerte hacia otra punta de la habitación.

Ya nada le hacía sentir satisfacción, lo único que sentía era un profundo hueco en el pecho, y ni matando a la razón por la cual su niño estaba muerto le serviría de consuelo. Aún menos sabiendo que la verdadera razón era él. —Era todo su plan, ¿verdad? —dice, sonriendo con amargura mientras nota a la figura de negro levantarse del suelo y soltar otro chillido.

Yoongi se tambalea hacia atrás. —Él quería ésto, Dios quería a JiMin. Y tú se lo diste. Te llevaste su alma para que yo volviera a ponerla en su cuerpo, y fallara. Ahora está muerto, y no hay manera de hacerlo regresar. Bravo. — Muerte, la cual ya estaba de pie, caminaba nuevamente hacia el rizado.

— Esa es una gran lección: usar a las personas para probar cosas. —asintió lentamente.

Todo había sido tan sólo un juego del de arriba. O eso creía. Alzó la mirada cuando notó la mano de Muerte ir en dirección al pecho del rizado, y fue justo cuando estuvo a punto de alejarla, cuando estuvo a punto de matarla, que ésta chilló, más fuerte que nunca antes de ser arrojada, sin siquiera tiempo de caer al suelo debido a que, inesperadamente, se convirtió en cenizas, esfumándose en el mismísimo aire.

El ceño de Yoongi se frunció, totalmente confundido. Ése no había sido él. Observó hacia la puerta, en busca de algo que se adentrara al cuarto, pero no había nada. De pronto, JiMin tomó una profunda bocanada de aire, abriendo sus ojos de golpe, y comenzando a toser. Los ojos de Yoongi se abrieron de golpe.

—¡¿JiMinnie?! —caminó a zancadas hasta el menor, tirándose al suelo de rodillas y sosteniéndolo cuando el rizado intentaba sentarse, confundido.

Parpadeó rápidamente, con la respiración entrecortada y el cuerpo temblando antes de alzar la mirada al diablo, viéndole a los ojos fijamente. Yoongi le devolvió la mirada, notando aquel brillo que tanto había extrañado.

—... ¿Yoon? —le tembló la voz. Se sentía pésimo, como si estuviera realmente descompuesto.

El diablo no podía creerlo, estaba entre emocionado, ansioso, confundido y asustado. ¿Qué mierda había pasado? —JiMinnie... —lo tomó del rostro, acariciándolo.

Aún estaba frío y pálido, cosa que le preocupaba bastante. Lo admiró, se fijó en cada detalle: su manera de parpadear, su respiración, y la manera en que lo observaba. —... ¿Eres realmente tú?

El ceño del rizado se frunció levemente ante aquella pregunta, más que confundido, pero, aún así, asintiendo lentamente. Yoongi de inmediato le rodeó con un brazo el torso, apoyando su mano libre en la coronilla de la cabeza de su niño, atrayéndolo a su cuerpo y posicionando su rostro en el cuello de su esposo, respirando profundamente su aroma e intentando no explotar de felicidad. Estaba vivo, sentía su pulso.

JiMin respondió al abrazo de inmediato, rodeando torpemente el cuello del diablo con sus brazos y respirando profundamente, intentando mantenerse tranquilo, dejar de temblar. Cerró sus ojitos con algo de fuerza, sin saber que Yoongi hacía lo mismo. Ambos estaban tan sólo sintiéndose, disfrutando de aquel momento.

—Yoon... —Yoongi se apartó tan sólo un poco, manteniendo su rostro muy cerca del menor, acariciándole la espalda con cuidado. Tenía miedo de hacer algún movimiento brusco que lo hiciese desaparecer.

—... ¿Qué ha pasado? —observó alrededor antes de ver nuevamente a su esposo. — ¿Dónde estamos?

—¿No recuerdas nada? —el menor negó, sorprendiendo al rey del inframundo. ¿Recordaría no haber estado sin alma y las cosas que hizo?

— Estamos en el infierno. ¿Qué es lo último que recuerdas?

—Mi cumpleaños. —responde, dudoso.

Tenía algunas cosas en la cabeza, además de migraña, una la cual se intensificaba con el paso de los segundos y que trataba de disimular. —Yo... recuerdo cuando me poseíste, no puedo... es decir, no... no recuerdo...

—No importa, está bien. —lo tomó del rostro con cuidado, tranquilizándolo. —Recordarás, eventualmente. —dijo, acariciándole una de las mejillas.

JiMin le observó con cariño por la manera en la que el diablo se estaba comportando, aunque le preocupaba lo asustado que se veía. Ladeó su cabeza en busca de los mimos en su mejilla, pero se vió obligado a cerrar sus ojos, frunciendo el ceño por el dolor.

—¿Qué pasa? ¿Qué sucede? ¿Sientes algo? —JiMin asintió lentamente, y un fuerte dolor en su brazo lo obligó a quejarse en voz alta, adolorido, bajando el rostro, pero con sus ojos cerrados.

Se le partía la cabeza. —JiMinnie.

El menor gimió más fuerte, quejándose a la vez que se le aflojaba el cuerpo. Yoongi lo sostuvo contra él de inmediato, sosteniéndolo mientras el cuarto comenzaba a temblar levemente. Su mirada se dirigió hacia la piel del cuello del niño, y abrió sus ojos de más cuando las venas se habían visibles, volviéndose negras.

—¡Yoon! —gritó, retorciéndose. Yoongi lo sostuvo mejor y llevó su mano a la mejilla del rizado para aliviar el dolor, pero aquello no sucedía.

—M-Me duele... ¡Mi brazo!

La mirada del diablo fue de inmediato hacia el brazo del niño, y mientras lo sostenía por la espalda, con su mano libre lo tomó del brazo y le corrió la manga, observando la marca. Ésta parecía estar ardiendo mientras comenzaba a formarse algo parecido a una guadaña de color rojo vivo.

Yoongi iba a tomarse un momento para aliviarse cuando la marca dejó de formarse y el brazo del menor se aflojó, pero cuando subió la mirada hacia el rostro de su esposo, notó sangre caer desde el lagrimal de su ojo izquierdo, el cual estaba cerrado. —JiMinnie. —lo sostuvo mejor.

El niño ya no estaba teniendo dolor, pero estaba agitado y sollozaba silenciosamente, abrumado. —Niño, abre los ojos, por favor. —pidió.

Necesitaba comprobarlo, necesitaba... Los ojos de JiMin se abrieron lentamente, como si le hiciese daño, y el arcángel se quedó en total silencio cuando notó uno de éstos tener un cuarto de color negro mezclado entre el precioso verde. No podía ser.

El puchero del rizado temblaba, al igual que todo su cuerpo. Ya no podía intentar mantener la calma luego de aquello, había sido lo suficientemente abrumador como para siquiera intentarlo. —¿Q-Qué está pasándome? —el diablo se vió obligado a reaccionar al ver a su esposo asustado, y lo abrazó de inmediato, acunándolo contra su pecho y tomándolo con su mano libre de la muñeca para ver la marca mejor.

JiMin parpadeó y observó la marca, con su ceño frunciéndose lentamente. —... ¿Qué es eso?

Yoongi tragó saliva, sin atreverse a tocar aquella marca, la cual parecía recién horneada y preparada para mandar a volar a cualquiera que quisiera tocarla. Subió la mirada nuevamente a los ojos del menor, admirando aquel pequeño detalle en éste. —JiMinnie... —notó el color volver a los labios del niño, las venas negras desaparecer.

Todo parecía comenzar a acomodarse, a la par que sus pensamientos. Giró su rostro y observó a lo lejos la guadaña, la cual seguía en su lugar, e incluso derrochaba una vibra mucho más poderosa que anteriormente. Ésa fue la última pieza que faltaba en el enorme rompecabezas. —Eres la nueva, y última Muerte.

Luego de aquel horrible episodio, y de que Yoongi hubiese dicho en voz alta que JiMin era la última Muerte, éste último pareció quedarse completamente aterrado por ello. No, no podía ser posible. No quería eso. Yoongi se había encargado de tomar en brazos a su esposo y salir de aquel cuarto, pero fue detenido por el menor, el cual pidió regresar por la guadaña.

Cuando la tomó, pudo ver la satisfacción en el rostro del menor, y el miedo. Tan sólo lo acurrucó más contra su pecho, y lo sacó de aquel lugar para llevarlo por las escaleras, hacia su despacho. Al llegar a éste, todo parecía más tranquilo y menos terrorífico. Era un lugar con mucho silencio, que era justamente lo que JiMin necesitaba luego de haber pasado por tanto dolor y gritos.

Fue dejado en un sofá que había en una esquina, de frente a la chimenea y cientos de libros en cada inmenso estante. El diablo se sentó rápidamente a su lado cuando JiMin no dejaba de sostenerlo de su mano. Lo estaba volviendo loco, lo había extrañado tanto. Se mantuvieron unos segundos en silencio, donde JiMin observaba la marca de su brazo, y el diablo veía fijamente el rostro del niño.

—¿Te duele? —JiMin negó ante la pregunta de su esposo, tragando saliva con fuerza. —JiMinnie, mírame. —el nombrado obedeció de inmediato, observando al arcángel fijamente.

—No voy a irme de tu lado jamás. No volverá a pasar... a menos que eso sea lo que desees.

—No quiero que te vayas. —respondió rápidamente a las palabras de Yoongi, negando. —Es sólo... no entiendo. No entiendo nada, me siento muy abrumado.

—Yo te lo explicaré. —el diablo acomodó los ricitos despeinados de su niño favorito antes de comenzar.

—JiMinnie, cuando fuiste poseído por mí en tu cumpleaños, hice tiempo para que pudieses curarte por dentro, tu familia supo muchas cosas respecto a nosotros, por mi culpa. Cuando noté que ya estabas curado, me metí en tu mente para hablar contigo, ¿recuerdas eso?

—Si, eso lo recuerdo. —confirmó el rizado, asintiendo lentamente antes de bajar la manga de su camiseta para ya no ver la marca en su brazo y prestar suma atención a su esposo.

—Recuerdo que me dijiste que esperara por ti, y creí que iba a regresar, y desperté aquí.

—Han pasado varias semanas de ello. Casi un mes. —el niño alzó ambas cejas, sorprendido.

—Tu familia no sabe nada de ti desde unos pocos días después de tu cumpleaños.

—N-No... No entiendo.

Yoongi suspiró. No iba a mentirle, porque si lo que JiMin quería era alejarse de él, iba a estar bien. —A pesar de que te dije que el trato ya no continuaba en pie, era por decisión propia pero, técnicamente, el contrato seguía. Los contratos no pueden romperse, quiera o no. Es algo que no está en mis manos.

--- Es por eso que cuando decidí irme por completo, ya que sabía que tu familia iba a comprobar de muchas formas si seguías teniendo relación conmigo, tuve que finalizar el contrato. Me llevé tu alma. Cuando yo o cualquier demonio se llevan almas, éstas caen automáticamente al infierno, porque es debido a que hubo un contrato.

---Volví aquí luego de asegurarme de que tu familia te llevó al hospital, y cuando busqué al que se encarga de las almas y los contratos, Baphomet, éste me dijo que se habían encargado de regresar tu alma a tu cuerpo. Decidí no regresar, y envié cuervos para vigilarte hasta que tus padres dejaran de estar sobre ti. Días después, Baphomet apareció muerto, y cuando volví a la tierra para verte, descubrí que tu alma no había regresado.

—¿Eso quiere decir que anduve sin alma todo éste tiempo? ¿Es por eso que no recuerdo nada? ¿Lastimé a alguien?

Yoongi negó. —No. —mintió.

Al menos hasta que todo se acomodara, y luego le diría. — Y si, anduviste sin alma todo éste tiempo. Te fuiste de tu casa en el auto de tu padre, y llegaste a Seúl. Llevábamos muchas conclusiones de quién se había llevado tu alma, hasta que finalmente me dí cuenta de que había sido Muerte. Probablemente ésta la tomó del infierno, y mató a Baphomet. Muerte quería guardar tu alma, porque sin ésta en tu cuerpo, no había manera de que la marca en tu brazo hiciera efecto en ti, y ésta no dejaría de existir.

Todo comenzaba a tener muchísimo más sentido, pero aún así era escalofriante. ¿Huir de su hogar? ¿Manejar? Nada de lo que Yoongi le decía era típico de él. No pudo evitar sentir un leve mareo, por el cual cerró sus ojos y tapó su rostro.

—Ésto no puede estar pasando, no quiero... no quiero convertirme en algo como lo era Muerte. No quiero ser así, Yoon. —nuevamente, su voz comenzó a temblar.

Se destapó el rostro y negó. —No quiero.

—No vas a ser lo que era Muerte. Ésta había hecho un pacto conmigo para ser así, fue como un castigo el transformarse en alguien que sólo chillaba. —resopló, aún resentido con aquella estúpida criatura.

Le había hecho pasar un infierno... incluso en el infierno era más tranquilo que lo que le había hecho pasar. —Tan sólo serás... inmortal.

JiMin alzó la mirada al diablo de inmediato, parpadeando rápidamente, no muy seguro de lo que había oído. ¿Inmortal? ¿Sería inmortal? Había estado queriendo serlo desde que Yoongi y él se comprometieron. Tragó saliva con fuerza. —¿No envejeceré?

—No.

—Y eso significa... que ya no podré volver a ver a mi familia, ¿verdad? — sus ojos comenzaron a cristalizarse, pero no iba a llorar. No quería llorar.

—No creo que eso sea posible, JiMinnie.

El niño asintió antes de bajar la mirada, y sorbió su nariz. Estaba comenzando a aceptar las cosas, a pesar de que no le gustaba para nada, y estaba muy triste por todo. Nuevamente alzó su mirada y observó a su esposo. —Tú eres mi familia, Yoon. —dijo, su voz quebrándose.

Yoongi lo observó fijamente antes de acercarse incluso más, sosteniendo el rostro del menor mientras éste último sostenía las muñecas del arcángel. Las narices de ambos se rozaron. —He querido ésto desde hace mucho, y sabía que tendría sus consecuencias.

—Pero estás triste.

Ya sin poder evitarlo, un par de lágrimas cayeron por sus frías mejillas, y el diablo las secó rápidamente. —Estoy asustado, no sé cómo será... cómo será ser la última Muerte.

—Vas a estar bien, JiMinnie. Lo prometo. Te amo.

El rostro de JiMin se apartó levemente, sin estar muy seguro de lo que acababa de oír, con aquello último repitiéndose una y otra vez en su cabeza. Parpadeó, con sus pestañas brillando levemente por las lágrimas, y sonrió lenta y tímidamente. —Lo dijiste... —susurró embobado.

Yoongi no evitó sonreír lentamente de lado. —Es mi tercera vez diciéndolo, niño.

—¿Tercera vez?

—Lo dije antes de irme el día de tu cumpleaños, y volví a decirlo antes de devolver tu alma a tu cuerpo. Ésta es la tercera vez.

—Oh... Lo siento, Yoon. Desearía recordar.

No, no lo desearías. Yoongi negó lentamente, nuevamente serio. —No hace falta, ahora es perfecto para que lo recuerdes. —y, sin más, se acercó y unió sus labios con los de su niño.

Ambos suspiraron por la nariz, aliviados mientras se mantenían cerca y movían sus labios lentamente, ladeando sus cabezas hacia los lados contrarios. Las manos del diablo bajaron a la cintura del menor, el cual llevó sus manos desde el pecho del arcángel hasta rodear con sus brazos el cuello de éste, aferrándose.

Para Yoongi, era un alivio finalmente ser correspondido con sentimiento, finalmente tener a su esposo en sus brazos. Hace tan sólo un par de horas creía que jamás volvería a verlo, ni a besarlo o verlo sonreír, y ahora estaba allí con él. Y lo estaría para toda la eternidad.





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Wooow, no te olvides de dejarme tus votos y comentarios vale!!



Estamos a casitos de finalizar, el cap 30 esta dividido en 2 por que es muy largo..



Nos seguiremos leyendo, gracias por apoyar esta adaptación uwu



gracias por seguirme y votar y comentar siempre uwu!!


TQM.


MinMin.

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